A la tarde, a la noche y a la mañana
van estos pensamientos, a las nubes
de los días nublados y al sol
que las ilumina desde arriba y colorea
el día con esa luz tristísima, en la que se
confunden las paredes blancas de los edificios
con el aire y hace pensar que las ciudades
flotan sin gravedad y en las que apenas pesa
el rumor de la hermosa vida
que fluye sobre la Tierra.
Damián Ríos
Al invierno y a las luces que se adelantan
en las casas y a los motores
que se dirigen a sus garajes
y a los patios bajo la luz cenicienta
y a la noche que se asoma
mientras los cartoneros revisan
la basura dedico estos pensamientos.
Las ciudades medio vacías,
los abrigos en los que se meten
los transeúntes. Las redes sociales
chirrían como bisagras oxidadas
y el aire está apenas menos que helado.
Dobla la ciclista en la avenida
mientras la que mira por la ventana
respira hondo y se angustia.
En la calle el semáforo se pone
en rojo y uno de buzo gris
le dice a una con el pelo teñido
de negro “veintidós de abril”,
se refiere a un cumpleaños.
Hoy es veintiséis de junio
y es noche en esta parte del mundo,
en la autopista los autos bajan
las luces y hacen guiños.
El acompañante del que maneja
el utilitario le saca charla,
le cuenta de su juventud, de la colimba
y de cómo conoció a la madre
de sus hijos. Eran jóvenes los dos
y ella era leve y graciosa. Los faros
iluminan la ruta casi desierta.
El que maneja agradece la charla,
está cansado y tiene miedo de dormirse,
al poco tiempo el acompañante del que maneja
va a suicidarse en un departamento prestado
y el que maneja va a tener que
dar la noticia a los amigos.
Damián Ríos
Amar y estar,
decir con la presencia
o con la sombra en un lenguaje
común, microscópico, infinito.
Me despertaste para ver
cómo se encendían al alba
las luces del edificio de enfrente,
te parece hermoso. Es hermoso.
Años y años para ser feliz,
para sentir este frío agradable
de la mañana y los vehículos
ahí en la calle con sus motores
y sus cambios de marcha y sus frenos
y los vendedores que empiezan a vocear
«barbijos», «barbijos» y la gente que para
y compra cinco por cien.
Años y años para este milagro.
Damián Ríos
Maruca hacía una hermosa letra.
Cursiva, elegante y muy armoniosa,
llenaba páginas que parecían
dibujadas, sin embargo no había
esfuerzo cuando las hacía.
En la familia la buscaban
para que escriba las cartas
que así nos salían mejores,
mostraban cómo estábamos
y cómo queríamos estar.
Solo la letra de Maruca
podía decir tantas cosas
con apenas unos trazos.
Damián Ríos
Un poema
El sol ilumina la ciudad
en donde vivo, el barrio,
la calle, el edificio y la ventana.
Llena de luz el aire que respiro,
mi cara, mis ojos. Soy feliz
con este sol que entibia mis huesos
y me hace pensar que pagaré mis deudas
y que volveré a casa esta noche
con ganas de hablar y de decir
soy más o menos yo
y soy, insisto, feliz en este tiempo
en que otra y uno hacemos cosas
de los dos para vivirlas cada uno.
Estamos juntos.
Damián Ríos
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