El reino venidero
Acabó la extensa noche de los 2000
también la década siguiente
acabó escribirse desde fotografías
como pensábamos era cool de jóvenes
pero ya no quiero aparentar
solo quiero la belleza
de amanecer entre los brazos
de mi único amigo
do you understand what I mean?
nunca fui religioso ni mucho menos
aunque un puñetazo en la sien
me hizo ver un ángel
una contusión llamó mi amor
por todo aquello considerado divino
sin importar lo ridículo
sin importar cuan pasado de moda
resulte implorar de rodillas
I shall, I shall, I shall, I shall
Hay mucho por aprender
en particular en esta época
aprender a abrir un corte
aunque sea el mínimo
dejar fluir sobre el litoral
todo aquello náufrago
dejar fluir sobre la lengua
al hombre que nunca gimió
hold your secret but never that deep
No vale la pena ocultarse
sea tan grande sea nuestro cuarto
todo permanece a pesar del habla
me disculpe unas mil veces
pero la sangre vale a cuentagotas
al final todo liquido mancha
esto de restregar el piso
dejó de ser asunto de limpieza
Diego Quintero Martins
Wyoming blues
Llovía un álbum prehistórico
en mi apartamento; la música triste del pulso
en la vena yugular,
esas manchas pequeñitas
que lo recorrían
como un mustang
galopante
mientras fingimos timidez
al acostarnos —una canción hecha trineo contra la estepa.
Todo animal
impacta una masa liquida
y esa masa lo refleja
partido
hacia la distancia
La historia de un hombre
y otro hombre; esa vorágine de marchar
con el miedo
de no saber quién es quién
bajo tanta agua.
Diego Quintero Martins
Yankees
Cae un sonido
una camisa envuelta en sudor,
la boca el diente
tanto espasmo conjugado en carne
Sing my love, please sing
la carne hecha uno para el otro
adentro del otro.
¿Y mamá?
¿Y la casa?
Ella no sabía de profesiones singulares;
torero
el sutil acto de la tauromaquia
o la gran ópera
de un lugar minúsculo;
necesariamente teatral.
Él termina
lo que necesita terminar
y lo miró vestirse en calma
frente al espejo.
Se va silbando
por el pasillo que une
los apartamentos.
Nunca supe lo pequeño de la muerte,
lo necesario.
Diego Quintero Martins
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