Emma Pearson

"Mi tía, la señorita Harriet Pearson, cayó gravemente enferma en noviembre de 1864 [...]. Sus otras dos sobrinas (la señora Coppinger y la señora de John Pearson), Eliza Quinton —el ama de llaves— y yo misma nos encargamos de cuidarla. Fue empeorando cada día. La noche del 23 de diciembre, la señora de John Pearson estaba sentada junto a ella, mientras la señora Coppinger y yo estábamos echadas en la habitación de al lado. Habíamos dejado la puerta abierta de par en par para oír cualquier sonido procedente de la habitación de mi tía. Ninguna de las dos estábamos dormidas. Nos levantamos de la cama de repente porque vimos pasar a alguien por la puerta envuelto en un viejo chal [...]. La señora Coppinger me llamó: “¡Emma, levántate, es la vieja tía Ann!”. Yo dije: “Y tanto que sí, ¡será porque tía Harriet morirá hoy!”. [...] La señora de John Pearson salió corriendo de la habitación de tía Harriet diciendo: “Era la vieja tía Ann. ¿Adónde ha ido?”. Intenté calmarla diciéndole: “¡Tal vez era Eliza, que ha venido a ver cómo estaba su señora”. La señora Coppinger corrió escaleras arriba y encontró a Eliza durmiendo. Buscamos en cada una de las habitaciones, pero no había nadie, y desde aquel día no hemos encontrado explicación alguna a lo que vimos, excepto que la tía Ann vino a llevarse a su hermana con ella. La tía Harriet murió aquel mismo día, a las 18:00."

Emma Pearson
Tomada del libro La prueba de Mado Martínez, página 84

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