La paternidad me devolvió a los poemas cortos
Una mañana de sol
te vi recorrer el perímetro
de la cancha de básquet
con una bolsa de supermercado.
Estabas intentando
atrapar el viento, encerrarlo,
para que dejara de alborotarnos el pelo.
Cuando estabas recién nacido
tu madre decía que tu llanto
sonaba como una impresora.
Ayer te metiste por primera vez en un río.
Después ya no querías salir más.
Te tomé de la mano
mientras el viento nos alborotaba el pelo.
Ya no recuerdo cómo era tu llanto de recién nacido.
En mi cabeza siempre suena una impresora.
De repente, en el río, dijiste: si hay agua, no hay dolor.
Te referías a caídas físicas.
Te referías a caídas físicas.
Jeymer Gamboa
Nadar las mismas profundidades que vos
El corazón es un cartel de neón:
las palpitaciones de su luz defectuosa,
en la ruta, bajo la lluvia delgada de un recuerdo,
anuncia que todas las cosas que amamos
ahora pelean en contra
y un cartel de neón también es un atardecer
frente al parabrisas del carro
donde escuchamos una canción
que habla de lo difícil que es nadar
las mismas profundidades que vos.
Así avanzaos por las aguas
de la avenida segunda
sin ir a ninguna parte.
Con las vueltas que le dimos
a las diez cuadras que componen la capital
ya habríamos viajado
a un sitio donde no se juzgue a la gente
por sus derrotas.
Hacer un alto es hacerse una pregunta:
¿Cuántos kilómetros faltan
para llegar a entendernos?
La luz mala del atardecer en los careles,
manchas de neón sobre los charcos
donde flota el corazón,
el recuerdo de las cosas que quisimos
vistas a través del parabrisas,
sus golpes acumulados en el rostro
de nuestras peleas perdidas.
La canción que antes nos gustaba
ahora habla de otra cosa.
Jeymer Gamboa
No el símbolo sino el escenario al que nos lleva este pavimento: la insistencia del pueblo natal
Hay que estar rápido de reflejos
el domingo en la noche
al bajar del cerro lleno de neblina.
Luces altas que golpean de frente
en una curva.
Animales que se arriesgan a cruzar
la carretera y ser aplastados.
Desde el asiento trasero llega
la voz firme de mi hijo:
quiero que tu cuerpo sea igual
que el de mi mamá.
Jeymer Gamboa
Rayos X
Los juguetes que compro para mi hijo
en realidad los compro para mí.
Ahora meto en la lavadora
una prenda para bebé de tres meses.
Ahora saco el pantaloncito de un niño de tres años.
Me duelen las cervicales
y me mandan a hacer unas placas.
Cargo ilusiones y una conversación
que no he tenido con mi padre.
Mi hijo pregunta: cuando vos eras un bebé,
¿yo era el que te cuidaba?
Jeymer Gamboa
Ventana de la cocina
Tintinean los frascos de especias
cuando pasa el tren hacia el oeste.
Los pájaros bajan al patio
y mi hijo regresa con su traducción.
Es época de cases que se revientan
contra el piso como cabezas confusas.
La ropa en el tendedero no logra secarse
y se ve exhausta.
En el rincón de lirios amarillos
la luz quedó atrapada en una telaraña.
Pasa el tren y no entiendo
si este temblor en el cuerpo
viene de afuera o de adentro.
Jeymer Gamboa
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