"En el País Vasco, cogían sesos y huesos de un muerto y ponían todo a cocer en un caldero junto a una hierba llamada belargusia, que tenía la propiedad de ablandar los huesos. Gracias a ello podrían elaborar un ungüento mortífero. También fabricaban unos polvos venenosos formados por sapos, culebras, lagartos, salamandras, lagartijas, babosas, caracoles y pedos de lobo.
La utilización de restos humanos para la fabricación de hechizos era bastante corriente en todo Aragón. Recurrían a objetos consagrados por los clérigos y a algunas plantas narcóticas como la mandrágora o el beleño, conocido comúnmente como hierba falaguera (de falagarse, alegrarse)."
José A. Fernández Otal
Tomada
del libro El colegio invisible de Lorenzo Fernández Bueno;Laura Falcó
Lara;Jesús Ortega Rubio;Josep Guijarro Triadó, página 72
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