Martine Rast Boillat

 "La cuestión de las visitas es muy corriente. Muchas veces los abuelos lo dicen, pero como vivimos en un mundo tan materialista, lo llevamos más por la cuestión de la enfermedad y la demencia, y no le hacemos mucho caso. Pero yo lo he visto. Algunos casos obedecían a la enfermedad [eran meras alucinaciones], y otros a visitas en las que he podido constatar que las visiones que estaban teniendo eran completamente reales. Por ejemplo, fue el caso de una viuda que recibió la visita de su marido ya fallecido y hablaba con él; otros casos de familiares que vienen; y claro, esas personas mayores se emocionan mucho al ver gente de la que no se acordaban, que había fallecido en la época de su infancia, la adolescencia, etcétera. Reencontrarse con toda esta gente les hace muy felices. Pasa muy a menudo."

 
Martine Rast Boillat
 Tomada del libro La prueba de Mado Martínez, página 99
 
 
 
"Las visitas del mundo espiritual son más largas y constantes en el momento del fallecimiento, como preparando al moribundo para el instante. La habitación se va llenando de estos seres que están esperando al moribundo con ansiedad. Yo supongo que tiene que ser para ellos [los seres espirituales] lo más parecido a asistir a un nacimiento [...]. Es muy bonito."

 
Martine Rast Boillat
 Tomada del libro La prueba de Mado Martínez, página 100
 
 
 
"Muchas veces, mientras les leía, me decían: “Eh, que vienen”. Y, claro, yo les preguntaba: “¿Quién?”. Ellos me decían: “Los que nos vienen a buscar”. [...] Esos niños fueron un regalo, porque ellos me describían la luz, muchas veces veían a otros niños que venían a buscarlos y les cantaban canciones. Yo, en ocasiones, les preguntaba qué habían vivido durante el día o durante la noche con esos seres, y la mayoría me decían que eran sus angelitos y que los cuidaban. La mayor parte de los niños eran católicos, supongo que habrían oído hablar de los angelitos que te protegen. Pero era curioso porque decían: “Me cantan con una música que yo nunca... No sé...”. Cuando yo les preguntaba con qué instrumento, o cómo sonaba, me decían que se parecía al arpa, pero que no lo era. [...] Muchos me decían: “Dile a mi mamá cuando me vaya que estaré ahí con ella y que todo va a ir bien”. Y recuerdo que uno me dijo: “Dile a mi mamá, cuando me haya ido, que yo le enviaré un hermanito desde allá arriba”. La cuestión es que la madre lo había tenido a él, tras diez años de intentos fallidos, por un tratamiento de reproducción asistida y había necesitado varios intentos para quedarse embarazada [...]. Tres meses después, la mujer se quedó embarazada por sí misma. [...] Todos los niños que tuve ese año me avisaron dos días antes de irse: si iban a entrar en coma, qué les iba a pasar. Todos. Y claro, para mí esa experiencia fue un despertar. Gracias a ellos supe que quería dedicarme a ayudar a morir a la gente."

Martine Rast Boillat
 Tomada del libro La prueba de Mado Martínez, página 98
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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