Francisco Cardemil

Celosía 

Se media la luz
para menguar los efectos del sol
su radiación sobre los cuartos
permitir ventilación cruzada
que una ventana se mantenga abierta

Hablas decorando con los puños
los marcos de la pared

desmantelas las instalaciones
que he puesto para reconocerte
dentro del umbral

crudeza de compararme
con los mensajes de tu teléfono
perdigones incrustados en la pintura

velar como ese tejido traslúcido
que nos exigieron
lo que antecede a las cortinas

desdeñar su nombre y tu dedicación
un cuerpo arrojado
por la ventana

ya no entiendo qué es la luz
en qué oscuridad nos guardamos
si no podemos reconocer
nuestros errores

no logro saber quién soy
a través de ti

Francisco Cardemil



Figuras, puertas y pasillos

Un pasillo varía en extensión
estrategias de orden nos plagan
ancho y altura
son sentimientos humanos
toda ciudad es una casa

un hombre aparece
golpea las junturas de los vanos
ahora vivimos juntos
él espera que caiga nuestra puerta
su venganza es lo material

así se decidieron nuestras habitaciones
cambios en el sentido del pavimento
su textura una lengua grabada
direcciones en placas de metal
el color de una puerta
maceteros para gobernar un balcón

pero esta ventana quebrada
pone sobre la mesa a los vecinos

qué de nosotros podrían robar
en la carne de los objetos
¿hay algo realmente propio que perder?

preguntas desde cuándo existe el corredor
desde cuándo existe el afuera
si de verdad hemos salido
después de compartirnos

todo nos fue dado
por necesidad humana

estamos vendados en un callejón
alguien más aguarda otro descuido
¿sabrías decir si también es humana
nuestra necesidad?

Francisco Cardemil




Hay algo de violencia en cómo las piezas de una construcción se montan, se unen, se condenan a permanecer juntas hasta que llega un desastre. Gestos que permean en cómo entendemos lo doméstico y el exterior. Mostrar la costumbre es encerrarla, quedarse en un encierro, como si esa rutina se incendiara ante cualquier fuente de luz. Salir de la casa es salir con cambios. Nos despedimos en la temperie con más afecto. Las cortinas cerradas. Al mapear estas conductas, obtendríamos algo parecido a las antiguas plantas de movimiento de los salones de baile. La costumbre de bailar en un escondite de piedra.

Francisco Cardemil




Hay quienes piensan en la arquitectura como un material forense. Cuerpos en constante peligro, llenos de pistas, de señales. Huellas acumuladas chocan con la técnica de diseño. Al embalsamar un cuerpo se deja un vacío que se lee entre los muros. Si alguien quisiera diseccionar una vida, tendría que atravesar el concreto, los fierros, los muebles de madera. La imagen resultante: abrir una casa de muñecas, todo intacto, en su lugar, esperando una renuncia. Pero, aun así, la información de ese pequeño inventario debe ser ordenada. El inventario es el único animal que sobrevive a la casa. El registro mezclado de todas las capas es la mejor forma de dejarlo satisfecho, de mantenerlo atento al tiempo y al final de las cosas. El lenguaje es el ensamble de sus vendas. Una guía de rutas para conocerse y quererse en la oscuridad.

Francisco Cardemil





La construcción de un edificio se divide en partidas. Las partidas, a su vez, en excavación, obra gruesa, instalaciones y terminaciones. No sabemos cuánto de ese crecimiento es visible entre cuatro paredes ni qué significa para la forma en que vemos la casa. Tampoco sabemos de qué se trata una casa. Solo conocemos la posesión del espacio. Un adentro y un afuera. La forma en que los músculos y las distancias se aflojan o se tensan al cruzar una habitación. No somos los mismos entre lo que cubre el techo y los pasos que contamos al caminar por las veredas. Cuánto material, cuánto espacio inútil nos separa, es lo que nos hace muchos y lo que nos anula. Estar juntos siempre es desertar.

Francisco Cardemil




Paredes blancas 

El vapor de la comida
recorre el papel tapiz
con un brillo cansado

las gotas contornean
el látex blanco
sin encontrar pausas
en el camino

nosotros
no sabemos habitarlo

vacío
sin retratos
sin diplomas
no tenemos épicas
historias domésticas que hablen
de las roturas familiares
en un día de aniversario

el muro desnudo
no tiene temas de conversación
que entretengan a las visitas
no hay raíces
para afirmarnos

Francisco Cardemil













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