BAJO LA PIEL Y A LAS CASAS
les sigue la sombra y
al cielo la esperanza
de una calle reflejada
en ventanas de un hotel donde
la gente está de paso y
despierta pensando en jardines
que echan raíces
lentamente sobre los techos:
hay estériles hortensias
que solo imaginan
niños y nubarrones
se iluminan cuando
estás demasiado lejos
para tener gusto
bajo la inclinación
del cardo y su porfía
que hace de la falta
de agua un himno
tras las paredes
a generar, su efervescencia:
toda la niebla con que sueñan
esas cabezas entregadas
a su suerte y la piel
se amplía contando ovejas
bajo la vertiginosa ciencia
horizontal de la espera,
el periodo de desintegración
no se ve como las culebras
otoño adentro
de sifones o ductos,
a veces liebres o comadrejas
o solo raíces a la vista
de un árbol y todo
cuanto existe alrededor
es una provincia desgastada
que nadie se atreve a tocar,
así en la tierra como
en un niño que consigue
hacer del tapiz un cielo con lomas,
el toque de una pelota
que no logra dominar
sus padres jugando y arriba
un ángel, el hermano
resucitado se mueve
cubriendo de niebla,
pero el sueño no me entra
en los párpados
y quizá solo ahora
sea justo pedirte
que me dejes ser
envuelto por ella.
Lucas Costa
COMO UNA CULEBRA QUE DEJA VACÍA SU PIEL
agrietada por la exposición al sol o una piedra
preciosa que ha dormido toda una época
para de pronto partirse en astillas, llega
un viento insoportable a los ojos y los sentimientos
pasan por la higiene en manteles de hule
con motivos del sur, un batracio descolorido
en un campo de chongos es humus y larvas
existiendo tras los matorrales tupidos
como torceduras en el meollo de las lengas
que las desploman, calcio en la mirada de la noche
cuando cuento las estrellas cortando el aire
cesante que recorre mi ansiedad de punta a cabo
y a mis espaldas siguen ocurriendo las mutaciones
maravillosas de organismos y sistemas para luego entrar
por los ojos o aparecer sólo en fotos de archivos
que nadie abre: toda una historia de ausentes confirma
a la cuncuna mimetizada en nuestra piel
para hacer de ti la piadosa luz de una estrella
en el cuerpo de tu mamá cuando la helada se calca
al soroche de su piel porque solo el amor entiende
estos misterios: oír por casualidad lo necesario
al momento de querer decir algo y expresar
en nosotros cosas que nos cambien bien adentro.
germina, se ramifica y culebrea
por el aire antes de que lo talen.
Se dimensiona, le dan forma y en redondez
se lima o pule el palo que puede ser de escoba,
varita que aviva la fogata o luma que llega
repentina en la sien y es, elija lo que elija,
cucharas arqueándose contra el aluminio, millas
de cigarras en medio de la noche, una plaga
de langostas que cae sin que podamos dejar
los balines escopeta adentro, apagar el aire
en ráfagas de parafina prendida aunque
enmiendes su destreza en señales
que el útero convierte en tendones, huellas
dactilares sin tocar nada aún y el cordón
umbilical pueda atarse al cuello y, como
reja, incrustarse en el tronco, para que te hagas
una idea: en los arroyos solo reina la sequía
por donde pasará el agua si acaso queda
cuando todo esté a punto de ser carbón y la raíz
de repente se module por eso que no vemos.
les sigue la sombra y
al cielo la esperanza
de una calle reflejada
en ventanas de un hotel donde
la gente está de paso y
despierta pensando en jardines
que echan raíces
lentamente sobre los techos:
hay estériles hortensias
que solo imaginan
niños y nubarrones
se iluminan cuando
estás demasiado lejos
para tener gusto
bajo la inclinación
del cardo y su porfía
que hace de la falta
de agua un himno
tras las paredes
a generar, su efervescencia:
toda la niebla con que sueñan
esas cabezas entregadas
a su suerte y la piel
se amplía contando ovejas
bajo la vertiginosa ciencia
horizontal de la espera,
el periodo de desintegración
no se ve como las culebras
otoño adentro
de sifones o ductos,
a veces liebres o comadrejas
o solo raíces a la vista
de un árbol y todo
cuanto existe alrededor
es una provincia desgastada
que nadie se atreve a tocar,
así en la tierra como
en un niño que consigue
hacer del tapiz un cielo con lomas,
el toque de una pelota
que no logra dominar
sus padres jugando y arriba
un ángel, el hermano
resucitado se mueve
cubriendo de niebla,
pero el sueño no me entra
en los párpados
y quizá solo ahora
sea justo pedirte
que me dejes ser
envuelto por ella.
Lucas Costa
COMO UNA CULEBRA QUE DEJA VACÍA SU PIEL
agrietada por la exposición al sol o una piedra
preciosa que ha dormido toda una época
para de pronto partirse en astillas, llega
un viento insoportable a los ojos y los sentimientos
pasan por la higiene en manteles de hule
con motivos del sur, un batracio descolorido
en un campo de chongos es humus y larvas
existiendo tras los matorrales tupidos
como torceduras en el meollo de las lengas
que las desploman, calcio en la mirada de la noche
cuando cuento las estrellas cortando el aire
cesante que recorre mi ansiedad de punta a cabo
y a mis espaldas siguen ocurriendo las mutaciones
maravillosas de organismos y sistemas para luego entrar
por los ojos o aparecer sólo en fotos de archivos
que nadie abre: toda una historia de ausentes confirma
a la cuncuna mimetizada en nuestra piel
para hacer de ti la piadosa luz de una estrella
en el cuerpo de tu mamá cuando la helada se calca
al soroche de su piel porque solo el amor entiende
estos misterios: oír por casualidad lo necesario
al momento de querer decir algo y expresar
en nosotros cosas que nos cambien bien adentro.
germina, se ramifica y culebrea
por el aire antes de que lo talen.
Se dimensiona, le dan forma y en redondez
se lima o pule el palo que puede ser de escoba,
varita que aviva la fogata o luma que llega
repentina en la sien y es, elija lo que elija,
cucharas arqueándose contra el aluminio, millas
de cigarras en medio de la noche, una plaga
de langostas que cae sin que podamos dejar
los balines escopeta adentro, apagar el aire
en ráfagas de parafina prendida aunque
enmiendes su destreza en señales
que el útero convierte en tendones, huellas
dactilares sin tocar nada aún y el cordón
umbilical pueda atarse al cuello y, como
reja, incrustarse en el tronco, para que te hagas
una idea: en los arroyos solo reina la sequía
por donde pasará el agua si acaso queda
cuando todo esté a punto de ser carbón y la raíz
de repente se module por eso que no vemos.
Lucas Costa
LA GENEROSIDAD SE DESARROLLA
sin testigos entre formas de amamantar
un picaflor tira relámpagos
con el látigo de su boca y duele
su vivir tan radiante
que ni la vejez ni la altura
amansan su plumaje
pero sus alas no son plumas
sino telas divididas sobre una pared
que resplandece de grasa
y la risa como ritual de contención
por el techo
rocío placenta saliva
las nubes donde pasa el viento recto
hasta el sentido sin fondo
libre para dejarnos la medida
del amor
prueba que la carne vuela en el paladar
que el sol está hecho de latas de conserva
tomates sin pelar aceite de pepitas
mentada la lengua es un corazón
destapado el filo de un abedul
nunca he visto uno pero
viven cien años y se reproducen
como esporas en la tensión de la sombra
la espora es el deseo del árbol
y el levantamiento
de palabras ahí
un animal domesticado
sin dientes lo irracional
que injerto crece
de pronto más
de lo que la piel
puede sostener.
sin testigos entre formas de amamantar
un picaflor tira relámpagos
con el látigo de su boca y duele
su vivir tan radiante
que ni la vejez ni la altura
amansan su plumaje
pero sus alas no son plumas
sino telas divididas sobre una pared
que resplandece de grasa
y la risa como ritual de contención
por el techo
rocío placenta saliva
las nubes donde pasa el viento recto
hasta el sentido sin fondo
libre para dejarnos la medida
del amor
prueba que la carne vuela en el paladar
que el sol está hecho de latas de conserva
tomates sin pelar aceite de pepitas
mentada la lengua es un corazón
destapado el filo de un abedul
nunca he visto uno pero
viven cien años y se reproducen
como esporas en la tensión de la sombra
la espora es el deseo del árbol
y el levantamiento
de palabras ahí
un animal domesticado
sin dientes lo irracional
que injerto crece
de pronto más
de lo que la piel
puede sostener.
Lucas Costa
NO SABÍA QUE DE CALCIO ESTÁN HECHAS
las estrellas que sueñan y retiñen
las palabras en el cuerpo de tu madre
recibidas a cambio de expandirse
aunque todos ansiemos lo inmediato:
hongos de la levadura que harán el pan,
bichos del yogurt quietos y a oscuras,
así es con el sentido: no conoce término
ni cumple con su claridad premeditada
como cuando las estrellas desaparecen,
imaginarlas hasta que se hagan palpables,
pasa otro día y siguen brillando para nosotros,
en el ritmo del cardiograma se forma
una figura, luces de ambulancia titilan
en la imaginación cuando celebramos
el paso del tiempo con fuegos artificiales:
el contenido se anuncia por la desaparición y
permanece intacto su sonido, una huella
que se aleja como yo antes de que nazcas.
las estrellas que sueñan y retiñen
las palabras en el cuerpo de tu madre
recibidas a cambio de expandirse
aunque todos ansiemos lo inmediato:
hongos de la levadura que harán el pan,
bichos del yogurt quietos y a oscuras,
así es con el sentido: no conoce término
ni cumple con su claridad premeditada
como cuando las estrellas desaparecen,
imaginarlas hasta que se hagan palpables,
pasa otro día y siguen brillando para nosotros,
en el ritmo del cardiograma se forma
una figura, luces de ambulancia titilan
en la imaginación cuando celebramos
el paso del tiempo con fuegos artificiales:
el contenido se anuncia por la desaparición y
permanece intacto su sonido, una huella
que se aleja como yo antes de que nazcas.
Lucas Costa
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