Pedro A. Cruz Sánchez

Cinco

De la cola del Mercadona nunca va salir un poema ganador del
Premio Loewe     Falta equipamiento lírico y sobran metros de
distancia entre los cuerpos     Son las 8,45 de un día cualquiera del
estado de alarma     Me siento estómago     como siempre que me
encuentro mal     Acabo de tomar una taza de café de macchinetta de
8 euros     que hace del sol en mi cara un reflujo a precio de ganga
No se puede caer más barato.

La ley no me deja pensar con la polla     Nada sucede en mí que no
esté publicado en el BOE     Si el gobierno no especifica que me puedo
empalmar     mi cuerpo es disciplinado y se abstiene     Como buen
ciudadano     se limita a esperar en el punto muerto del deseo     que es
una bolsa de rafia     La presiono contra mi costado izquierdo para que no
caiga al suelo     Y me doy cuenta de que jamás he sentido tan cerca la
piel de mi hijo     Lo tomé mil veces viniendo del colegio     pero mi
miedo nunca se adhirió tan fuerte a su cuerpo     El pánico de verdad
solo se expresa en lo inútil     Es el lujo que nos permitimos los que
hemos perdido las ganas de follar.

Y sí     tiene razón el tipo de atrás     una mujer que acaba de llegar
quiere colarse     Y a mí me parece el único espécimen humano sensato
de la escena     Alguien que desafía la ley del más madrugador     el
absurdo de estar en la línea del Mercadona para ganar cinco segundos en
el acceso y tener el único honor que nos queda en estos días     satisfacer
la ansiedad.

El pop murió el mismo día en que cerraron las iglesias     A ambos los
mató el gel hidroalcohólico     La mujer que se había colado le dice
ahora a la de al lado que no quiere colarse     tan solo evita el sol en
la cara     Acabo de perder una heroína y una razón sobre la que
reconstruir mi libido     la irreverencia     “Señora     no se acojone
ahora     que está en juego mi vida sexual”     Pero me asombra la
manera en que el civismo ha acabado con todas las expectativas de
vida     Hasta el más sensato vuelve a la cola del Mercadona para frustrar
las caricias     Si me fuera ahora y no entrara     le mandaría un mensaje
de esperanza al mundo     Pero soy civilizado como el que más     y hoy
tampoco escucharé música     “Buenos días     le digo a un vigilante de
seguridad     la vida no era esto     Quiero hablar con el encargado”.

Pedro A. Cruz Sánchez




Siete

Miro al perro a los ojos y le asesto una patada     Lloro yo y no quiero
pensar cómo llora él     “¿Por qué imaginas eso?” –me dije para mí
mismo     “¿Qué me lleva a pasar por la puerta de una farmacia
despreciarla porque allí trabaja alguien que conoce a un famoso
torero     toparme con un perro que espera en la puerta     quererlo
todo lo que se puede querer a un desconocido     e imaginar que le
agredes?”     Si nadie nos mirase me agacharía para abrazarle con
vehemencia mientras le pido perdón por haberle reventado el cuerpo
en una realidad que no existe     que jamás existirá.

Abro mi neceser para olerlo por dentro     una mezcla densa de perfumes
de imitación     espuma de afeitar     spa y muchos viajes     La culpa es
soberana y no admite remedios caseros para ablandarla     Me doy cuenta
de que nunca le he hablado a nadie de este fantasma     Es lo más íntimo
que tengo     una esencia bastarda que no habita en ninguna persona y que
no se cura     Lo que no existe no puede estar enfermo     y lo que jamás
fue un mal no podrá retornar al camino del bien     Otros eligieron no
saber lo que no eran     Yo     en cambio     ya he matado a un perro a
patadas.

Me duele la cabeza     siento un desagradable hormigueo en el cuero
cabelludo     hace un calor que se mete en las sienes y empuja el
pensamiento hasta ese lugar en el que ya no es de nadie     La realidad
aquí es como cuando froto dos dedos dormidos     un dolor sordo que
rasga la abertura de los ojos hasta hacerla chirriar     El suplicio es del
color blanco de la hipodermis     una quemadura de asfalto con la que
el gemido del perro atraviesa capas de mí y me hace apretar los dientes
hasta desgastarlos.

¿Por qué lo hago?     Saboteo mis pulsaciones hasta el delirio para
encontrar un dolor desconocido     puro     no contaminado por nada de
lo que soy     Me quiero indefenso y desconcertado     inevitablemente
otro     Ese perro solo me provoca ternura     la especie de compasión que
me impedirá ser feliz una sola vez     Es un genérico     “perro”     sin
nombre     sin raza     sin color de pelo     Solo está su mirada     tan
comprensible que parece vulgar     divulgada     el lenguaje en el que
habla toda la moral del mundo y los débiles claman respeto     Basta con
que un segundo mires a los ojos de un desconocido para que todo el
drama de lo vivo sea tuyo.

Camino unos pasos y la fruta del pakistaní me atrapa en un verano sin
playa de los 80     Mientras tanto     en la cocina de mi casa     un
tubérculo asfixiado derrama un líquido negro sobre el suelo     Los
detalles se rebelan     como en una película de Jeunet y Caro     El perro
sigue vivo y yo me he destruido matándolo     De inmediato comprendo
que la culpa por los crímenes no cometidos huele al ambientador del
hall de un edificio oficial     Es un vicio morir en la vida de los otros.

Pedro A. Cruz Sánchez



Ocho

Cansado     como cuando se sale de un cementerio     con los nervios
cervicales aplastados por el mármol de los epitafios     Los muertos se
hacen duros en el cuello para que la tierra no los deshaga     Presiono
mis párpados con el dedo índice para sentir el bulto de la mirada     La
tapicería del coche es un tacto civilizado     Después de la muerte solo
apetece lo artificial     que la realidad huela a fábrica y a filtro limpio
de aire acondicionado.

Los cables de alta tensión están vacíos     No hay pájaros sobre ellos
Mi mascarilla rebaña una propiedad privada de oxígeno     Ni patas
anidodáctilas sobre cables de 10 000 V ni aire común     La realidad no
mezcla     Tengo ese hambre febril que solo quitan las galletas saladas
Mi oído izquierdo está cubierto por una fina capa de silencio     La
cabeza me duele una dioptría     Mientras dura el cementerio mis
pensamientos son arpillera     Y el tacto solo se calma cuando entro en la
ciudad     y los cuerpos se hacen groseros y contaminantes     egoístas.

La vida pasa rápido     porque si no no sería la vida     sería la muerte
Han transcurrido veinte años desde que escuché por última vez esa
canción de Los Fresones Rebeldes     y ahora descubro que no dice
“duele”     sino “suave”     Siempre la canté mal     Y no me extraña     El
dolor llega hondo     y lo liso y blando se queda en la yema de los dedos
como un calambre de talco que acaricia las células muertas     Lo que
me dio el dolor los cementerios me lo han quitado     Doler es un vicio de
cuerdos     enterrar es de locos     Tengo nostalgia de los tiempos del
dolor     cuando no había muertos entre nosotros y yo simplemente era un
yonqui del sufrimiento     Ahora la tierra manda     y ni siquiera un
empalagoso gel de vainilla con el que me ducho logra disimular su
humedad caníbal.

Tengo miedo     pero no el miedo barbitúrico que sobreactúan los
políticos     sino el mío propio     el de los gusanos que agujerean mi
cuerpo de madrugada     En ese miedo estás tú –cuando me dejas     está
mi hijo –cuando el chulo de turno lo intimida     están mis padres
-cuando ya no están     y estoy yo cuando todos los días fracaso     Mi
miedo no da la razón a la gente     me hace libre     no me deja llegar a fin
de mes     Mi miedo no contribuye al PIB     se desata bajo la ducha
cuando el agua pierde presión y deja de ser agua para convertirse en
pensamiento     Mi miedo no tiene sentido     se pisa como las hormigas
no gana votos.

Te lo resumo     el grito de un gato cuando le pisas la pata sin querer
Querrías haber existido mucho menos     una micra de culpa que
puedas calmar sin apretar los dientes y romper los empastes     La
cuestión es ser tan insignificante que no tengas derecho a alma     Y así
no hacer daño a nadie     Porque la herida no la causa el cuerpo     sino la
primera clase de religión     Eso que te hace humano es un catecismo con
el que pisas a todos los indefensos cada vez que te mueves    Creía que
solo sucedía en el pasillo     pero no     el alma está en todas partes
aguda y repentina     de volumen alto     un chillido que no es de
apareamiento.

Duerme en un lugar elevado     gato     a dos metros del parqué     porque
las almas andan sobre el suelo y pesan toda una civilización     La muerte
huele a sillón de polipiel     Hasta el agua que tira el frigorífico huele a
sillón de polipiel     Estoy en el pasillo     a oscuras     Hace un mes que
salí del cementerio y todavía no he logrado llegar a la ciudad.

Pedro A. Cruz Sánchez
















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