Vanna Andreini

Generosamente
el calor del sol
de las baldosas rojas
entra a mi espalda

agradecida
paseo mis ojos
por el azul
de este abril luminoso

vetas blancas
recorren la superficie
que mi boca respira

entonces los veo volar
un zurcido negro
puntadas abigarradas

que reparan el tajo
entre este azul
y el negro profundo
del espacio monstruoso
que imagino envolviéndonos.

Vanna Andreini




Qué lejos estábamos de imaginar

qué lejos

qué lejos estamos
de nuestros encuentros
los cuerpos transpirados
tus manos sobre mi boca

qué lejos estábamos
mientras reíamos desnudos
de saber que un gen
nos volvía idénticos
nos hacía portadores
de su fibrosis quística

Qué lejos

qué lejos
mi vientre redondo
su corazón galopando
nuestras lágrimas de amor
¿dónde estabas antes
pequeña imprescindible?

Qué lejos estábamos de imaginarnos
uno de cada lado
sosteniendo su cuerpo
repitiendo sus palabras

buen día
buen día

con las que quiso liberarnos
de la tristeza de perderla

mi dedo pasa
sobre este tatuaje
lee sin ver
buen día Agos.

Vanna Andreini





Recuerdo cuando me
explicaste que
a una determinada edad
los ojos lagrimean solos

Recuerdo la palabra
necesariedad a la hora
de justificar esas gotas –
así las llamaste-

Recuerdo que me hablaste
del viento de las mañanas
empujando tus párpados
sobre el mar nuestro de cada día

pero no recuerdo el instante
en que las goteras de tus ojos
se volvieron lluvia
en los míos.

Vanna Andreini




Un olivo en el mar

podría parecer
una visión religiosa

no

soy yo
soy un olivo añoso
soy un pequeño mar
en calma
bajo sus raíces

no hay palomas
no hay dios
no hay humanidad que salvar
solo una infancia
desplegada en silencio.

Vanna Andreini

















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