Beatriz Leveratto Cada siete años. La vida y sus estaciones astrológicas

 
LOS CICLOS DE LOS PLANETAS
 
 
Los ciclos de los planetas —esto es, el tiempo que demora cada uno de los cuerpos en completar una órbita alrededor del Sol— nos permitirán pensar en una estructura temporal similar a nuestro ciclo de vida. La mayor parte de los seres humanos mantiene, hoy, una expectativa de vida de 80 años. Esto permite que los astrólogos podamos tomar como referencia el ciclo de uno de los planetas más importantes, Urano, y su órbita de 84 años alrededor del Sol. El hecho que Urano sea uno de los planetas elegidos no es un dato menor: se trata de un cuerpo celeste que simboliza la libertad y la creatividad. Su función, en nuestra psiquis, será propiciar la expresión de lo genuino y lo original en cada uno de nosotros, más allá de los condicionamientos, las convenciones o los modelos.
 
Beatriz Leveratto
Cada siete años. La vida y sus estaciones astrológicas, página 14
 
 
Si el ciclo de Urano corresponde a 84 años —una coincidencia con el periodo de vida de los seres humanos—, podemos determinar que el despliegue de la originalidad de la existencia, la revelación de “nuestra” nota singular y la realización de la creatividad más profunda se consuman, justamente, cuando estamos a punto de morir. El ciclo de nuestra vida —de manera simultánea con Urano— nos sugiere que la expresión de lo original, lo creativo y lo singular de esa existencia no tendrá por objetivo ser disfrutada por nosotros mismos. Es decir, no tendrá, por cierto, un sentido “personal”. En cambio, permitirá que circule por una red de otros seres, al fertilizarla y estimularla, más allá de nuestra muerte como individuos, al otorgarle un sentido “transpersonal”.
 
Beatriz Leveratto
Cada siete años. La vida y sus estaciones astrológicas, página 15
 
 
LA VIDA: UNA OBRA DRAMÁTICA
 
En este libro, Cada siete años, nuestra propuesta radica en lograr reconocer estos ciclos comunes, aprender a percibir los climas de vida. Para esto, presentaremos el ciclo general de la vida organizado como una gran obra de teatro, que se extenderá a lo largo de los 84 años. Se trata de un “drama circular” que dividiremos en dos grandes actos: cada uno tendrá 42 años. Entonces, tal como ocurre en las grandes historias, nuestra “obra de la vida” contará con una introducción, un nudo y un desenlace. Estos tres segmentos, a su vez, se desarrollarán proporcionalmente en bloques de 28 años cada uno. La primera parte de la obra terminará en el momento de mayor tensión del “nudo dramático”, es decir, la mitad del segundo bloque: los 42 años. En total, nuestra obra se desarrollará en doce escenas de una duración de siete años cada una. En esta estructura podremos reflejar los ciclos de los planetas, que organizan, a su vez, los lapsos de nuestra vida. En los párrafos anteriores, detallamos justamente que el proceso completo se corresponde con el ciclo de Urano: 84 años. Este planeta simboliza, insistimos, la distinción y la originalidad que transparentan nuestra vida. Los dos grandes actos de nuestra obra de teatro representan el camino de ida y el camino de retorno de nuestra existencia. La denominada “crisis de la mitad de la vida” —esto es, a los 42 años— se erige entonces como un momento de giro y de conciencia. Es, en este momento, cuando cobra un sentido crucial qué tipo de percepción del tiempo es el que sostenemos en nuestra vida cotidiana. Si consideramos el paradigma del tiempo lineal y consecutivo, este retorno representará un “regreso” y un “volver hacia atrás”. En cambio, si contemplamos la posibilidad que nos otorga el paradigma de un tiempo circular, ese retorno significará un “progreso” y un “volver hacia adelante”. El desarrollo de los tres segmentos —la introducción, el nudo y el desenlace— se corresponderá, por su parte, con los tres periodos de 28 años. Este lapso —similar a la órbita de Saturno, que gira por 29 años— simbolizará la estructura y la ley, el sentido de la realidad y el desarrollo de la autoridad. Los ciclos de este planeta están asociados siempre a la estructuración, a un modo de construcción firme y sólido, que nos permitirá el despliegue —saludable, maduro — de este gran proceso. Si aplicamos esto al ciclo general de nuestra vida, los giros de Saturno simbolizarán las tres grandes estructuraciones de la personalidad, donde cada una dará respuestas a distintas necesidades del ser: El ser en el clan: es decir, el periodo que corresponde a la “introducción” de nuestra obra de teatro, desde el nacimiento hasta los 28 años. El ser en el mundo: el “nudo dramático” de la puesta, desde los 28 hasta los 56 años. El ser en la vida: el “desenlace” final, desde los 56 hasta los 84 años. La profundización en los puntos clave de estos tres procesos — el ser en el clan, el ser en el mundo y el ser en la vida— será detallada a lo largo de todo el libro. Finalmente, cada una de las doce escenas de nuestra “obra de teatro” simbolizará un periodo de siete años —un Septenio—, que contará con una cualidad específica. Este rasgo de cada periodo expresará un resumen de diferentes instancias que se dan en distintos ciclos planetarios. Será por esto que, también, a esos periodos de siete años, les atribuiremos el carácter esencial de uno de los llamados planetas personales o interiores, al organizarlos como una pirámide de siete escalones cuya base es la Luna y, sobre el otro lado, en la punta, asoma Saturno.
 
Beatriz Leveratto
Cada siete años. La vida y sus estaciones astrológicas, página 16
 
 
Nuestra vida vibra de manera distinta cada siete años: se templan las emociones, siete años: se templan las emociones, se modifica el cuerpo, se sensibiliza la mente y se asume la conciencia de nuevos retos. En estas escenas de nuestra “obra de teatro”, revela la trama del ser que nos anima a seguir en el camino. En cada giro dramático que nos propone el destino, nuestra conciencia descubrirá los propósitos del autor y el argumento de esta obra que, finalmente, narra nuestra existencia.
 
Beatriz Leveratto
Cada siete años. La vida y sus estaciones astrológicas, página 18
 
 
PRIMER CICLO
DESDE EL NACIMIENTO HASTA LOS 42 AÑOS
 
La primera mitad de la vida
 
PRIMERA ESTRUCTURA DE LA PERSONALIDAD EL SER EN EL CLAN: DE QUÉ MODO NOS PRESENTAMOS A LA VIDA
 
 
Somos recibidos por el mundo familiar SEGUNDO SEPTENIO: MERCURIAL DESDE LOS 7 HASTA LOS 14 AÑOS El aprendizaje y el juego TERCER SEPTENIO: VENUSINO DESDE LOS 14 HASTA LOS 21 AÑOS Cómo despertamos a la individualidad y al amor CUARTO SEPTENIO: SOLAR DESDE LOS 21 HASTA LOS 28 AÑOS
 
La definición de nuestra posición en el mundo PRIMER SEPTENIO
 
PRIMER SEPTENIO: LUNAR DESDE EL NACIMIENTO HASTA LOS 7 AÑOS
 
ENTRE LAS CARACTERÍSTICAS MÁS IMPORTANTES DE ESTE PERIODO FIGURAN:
Las necesidades básicas corporales y emocionales adquieren un gran protagonismo.
Prevalece el mundo familiar y materno.
El contacto con la madre y la permanencia en el hogar como ejes insustituibles.
La dependencia de otro para la sobrevivencia: un estado de necesidad y vulnerabilidad absolutas.
La conformación de las emociones primarias y su relación con el cuerpo.
El desarrollo de la autoridad: la ley y los límites. Se constituyen las primeras nociones del deber y la realidad.
Se incorporan las normas morales: los niños aprenden a distinguir entre lo que es correcto y lo que está mal.
Se constituye la primera visión del mundo y la propia identidad, a partir de la importancia que adquiere el núcleo familiar.
Se producen las primeras indagaciones acerca del sentido de la vida.
Se forman las nociones religiosas: la idea de lo sobrenatural.
Se descubren los primeros límites: la libertad de expresión y la espontaneidad adquieren rasgos definitorios en este periodo.
Se producen las primeras experiencias —inocentes— con relación al misterio.
 
 
DESTACADOS DE ESTE SEPTENIO
 
En esta etapa es preciso atender el crecimiento de nuestros niños, pues eso condicionará el resto de su vida. La falta de cuidados imprimirá carencias difíciles de revertir: la mala alimentación, por ejemplo, dejará serias insuficiencias, como la ausencia de calcio en los huesos o los dientes, y eso condicionará toda la estructura física en la vida del adulto. De igual modo, la falta de cuidados o de amor dejará carencias emocionales difíciles de revertir también en el futuro.
 
Nuestra supervivencia dependerá fundamentalmente del interés de otro. Los niños sobrevivirán si son mirados y queridos por sus adultos. Si no logramos la suficiente atención de los mayores, quedaremos en un estado de carencia infantil y de demanda hacia personas o instituciones durante toda la vida adulta.
 
El pulso entre dar y recibir es necesariamente desbalanceado: hay uno que puede (el adulto) y otro que no puede (el niño). Si padecemos algún evento traumático durante este Septenio, podremos quedar aferrados a un otro que suministra y que nos provee, y que no nos permitirá valernos por nosotros mismos en un futuro. Esos condicionamientos generarán un hábito de dependencia y nos sumirán en el reclamo hacia el otro de manera permanente.
 
Si nos esforzamos por curar a nuestro niño herido, en asumir las frustraciones (normales) como si no fueran una “catástrofe” y en superar la idea —infantil— de que “alguien debería socorrernos y solucionar todos nuestros problemas”, lograremos mayor autonomía y confianza en nosotros mismos.
 
Una madre que presenta temores desmedidos o bien es descuidada o abandona de manera frecuente a sus hijos, inhibirá la confianza y la alegría de la experimentación en su niño. El miedo llevará a un endurecimiento temprano y abolirá el desarrollo de la sensibilidad propia de la edad que transita el chico.
 
En esta etapa de la vida somos “blanditos”: el cuerpo y la psiquis se encuentran maleables, somos receptivos y vulnerables. Si recibimos el adecuado resguardo y somos estimulados en la creatividad y en el juego, tendremos permiso para expresar nuestra originalidad con un estilo espontáneo en la vida adulta.
 
Hacia el final de este Septenio, los niños se iniciarán en la escuela primaria, comenzará a vislumbrarse la estructura propia de pensamiento y el vínculo con los amigos. También perderá los dientes de leche (que serán reemplazados por los definitivos), lo que marcará la necesidad de comenzar a hacernos cargo de la propia Estructura de la Personalidad: el colegio, las tareas, los horarios.
 
 
 
SEGUNDO SEPTENIO MERCURIAL
DESDE LOS 7 HASTA LOS 14 AÑOS
 
EL TIEMPO DEL APRENDIZAJE Y EL JUEGO
 
 
En este Segundo Septenio, el planeta Mercurio será el símbolo astrológico que protagonizará el despliegue de nuestra vida en este periodo. Su función estará asociada al hecho de aprender, comunicar, pensar, reflexionar, analizar, discriminar con la razón, relacionarnos de un modo fraternal, jugar, intercambiar y diversificar.
 
El Segundo Septenio será un periodo donde la comprensión de las reglas y las convenciones sociales propias de la convivencia prevalecerá sobre la emoción o la subjetividad. Se trata de un tiempo importante para experimentar las cosas del mundo, lejos de las garantías o los supuestos de incondicionalidad de los afectos propios que proporcionan nuestras familias. La experiencia de la escuela implicará, necesariamente, un mayor tiempo lejos de nuestros padres. Esa separación nos permitirá que desarrollemos la confianza en nuestra propia singularidad. La posibilidad de aprender, de abrirnos a nuevas experiencias y de lograr vincularnos con otros seres humanos implicará un riesgo muy importante que, de todos modos, templará nuestras emociones.
 
En el Primer Septenio, la sensación que cada niño tiene de sí mismo es, básicamente, corporal y emocional. Esto es, soy mi cuerpo y mis emociones. Sin embargo, en esta nueva etapa de los 7 a los 14 años que se considera para el Segundo Septenio, se generará un movimiento de la conciencia hacia un yo mental y emocional diferente, que repercutirá en la imagen que tendremos de nosotros mismos y que nos otorgará una gran seguridad emocional en el futuro como adultos. Ya no será la madre quien a través del alimento o los afectos asegurará la supervivencia: la mirada y el reconocimiento de los otros —los amigos o los compañeros en la escuela— serán los que nos otorgarán la percepción de nuestro ser en esta nueva etapa.
 
 
ENTRE LAS CARACTERÍSTICAS MÁS IMPORTANTES DE ESTE PERIODO FIGURAN:
 
La mente toma protagonismo y desplaza a la emoción.
 
Se comienzan los principales momentos de la escolaridad con el ingreso y la permanencia de la escuela primaria.
 
Se producen las primeras experiencias de salida del hogar.
 
Se realiza una apertura hacia el mundo de los vínculos: importancia de los amigos.
 
Se estimula y fomenta la capacidad de aprender.
 
El desarrollo del conocimiento y la acumulación de información o datos son fundamentales en este periodo.
 
La expresión y el juego son característicos en esta etapa.
 
Se produce la construcción de una imagen social de uno mismo.
 
Se realizan las primeras expresiones más allá del ámbito estrictamente familiar.
 
Se confrontan las creencias, las ideas o los valores adquiridos en una primera etapa.
 
Los talentos creativos naturales toman cauces concretos en este periodo.
 
Se exploran la potencia y el poder.
 
Expresión lúdica. Se establece el hábito de juntarse con amigos a aprender y a jugar.
 
 
DESTACADOS DE ESTE SEPTENIO
 
En el Segundo Septenio contamos con una vitalidad desbordante y también con un anhelo de descubrimiento enorme que deberán ser atendidos y bien desarrollados en nuestros niños. Será fundamental la presencia de los adultos, que guiarán esta expansión, pues aún no contamos con la capacidad individual para evaluar los riesgos de cada nueva experiencia.
 
El mayor o menor desarrollo intelectual dependerá de la flexibilidad, las inquietudes y los recursos de cada una de las familias de este niño o niña. Si el miedo, los prejuicios y los temores del hogar no permiten esta apertura quedará fundado un gran temor hacia lo diferente.
 
Si el adulto está desdibujado o ausente de su rol, en el extremo opuesto, quedaremos a expensas de nuestros propios criterios acerca del peligro. Es decir que correremos el riesgo de quedar atrapados en ámbitos o relaciones nocivas o abusivas en un futuro.
 
Los talentos naturales de cada niño deberán ser encausados a partir del acompañamiento de un adulto que estimule el desarrollo y la creatividad de cada pequeño. Del mismo modo que durante el proceso de andar en bicicleta —tan típico de esta etapa—, necesitaremos de un padre o una madre que corran a nuestro lado, nos otorguen sostén y nos liberen cada vez que fuera necesario.
 
Los niños de 7 a 14 años son extremadamente curiosos y, por ese motivo, será muy importante que en este periodo posibilitemos las herramientas y los estímulos necesarios para aprender algún idioma, un instrumento, practicar un deporte o desarrollar ciertas habilidades frente al arte. Si las lenguas extranjeras no se estudian en este ciclo, más adelante se volverá muy difícil incorporarlas de manera fluida.
 
En este Segundo Septenio se adquirirán las herramientas intelectuales, sociales y corporales para valerse por uno mismo, pues se hará inminente desarrollar el crecimiento y el sostén necesarios en un mundo que se ha vuelto más duro y exigente.
 
Al probar la propia potencia, casi como un “juego”, se dramatiza e intensifica una sensación de valor y de coraje propios de cada pequeño. Surgirá entonces la polarización entre los líderes grupales naturales y las víctimas de esa dominación con situaciones de bullying o acoso escolar dentro del ámbito del colegio.
 
La identidad que emergerá en este periodo necesitará de un “adversario” con quien confrontar su potencia. En algunas oportunidades este opuesto podrá ser imaginario y se canalizará a través de distintos personajes de las historietas, la televisión, las películas o los juegos electrónicos.
 
Si durante esta etapa de la vida no recibimos el cuidado familiar necesario, será muy dificultoso el desarrollo de los aprendizajes propios del periodo.
 
 
 
TERCER SEPTENIO VENUSINO
DESDE LOS 14 HASTA LOS 21 AÑOS
 
LA INDIVIDUALIDAD Y EL AMOR
 
 
En este Tercer Septenio, el planeta Venus será el símbolo astrológico que regirá este periodo de nuestra vida. Las funciones que estarán asociadas a este astro, de los 14 a los 21 años, serán las de amar, gozar, valorar, seducir, complementar, contemplar, embellecer, componer, armonizar, equilibrar, atender y abrir.
 
 
ENTRE LAS CARACTERÍSTICAS MÁS IMPORTANTES DE ESTE PERIODO FIGURAN:
 
El conocimiento y el juego dan paso a la contemplación, la sensibilidad o la apreciación.
 
En esta etapa se hará presente la conciencia de género, sexual, que permitirá la apertura de los encuentros amorosos.
 
Se valora la estética de la imagen corporal, del mismo modo que los productos del arte o la cultura.
 
Se producen cambios corporales que activan la seducción y la sexualidad.
 
Se manifiestan diferentes percepciones sobre el misterio de la vida, el misticismo o las concepciones filosóficas.
 
Los valores y la autoridad de las familias se confrontan durante esta etapa.
 
Se producirá una crisis de identidad que se resolverá en el conflicto que oscila entre la rebelión y la obediencia.
 
Se experimenta y explora la creatividad en vínculos sociales.
 
Se definen y orientan los principales rasgos de la vocación.
 
Se producen experiencias como los enamoramientos o las idealizaciones excesivas de figuras del ámbito familiar o social.
 
Se forjan la intensidad vital y la propia potencia.
 
Afloran las pasiones existenciales.
 
 
DESTACADOS DE ESTE SEPTENIO
 
En este periodo iniciaremos una serie de relaciones ligadas a la seducción o el magnetismo. Nuestra identidad se configurará a través de la aprobación de la mirada del otro. Se hará relevante la aceptación de los pares, como también será muy importante resultar atractivo (física o intelectualmente).
 
Sobre los 14 años, el planeta Saturno llegará a la mitad de su recorrido y se ubicará frente a sí mismo. En Astrología esto simbolizará la necesidad de encontrarnos con figuras a quienes enfrentarnos. La presencia de una autoridad que nos provea de los límites será muy saludable en este periodo. Una rigidez excesiva o la flexibilidad en estos frenos serán fundantes para el desarrollo de nuestros adolescentes.
 
Los primeros choques frente a los límites que nos imponen configurarán la capacidad que, en un futuro, nos permitirá superarnos o resignarnos ante los impedimentos y las frustraciones de nuestra vida como adultos.
 
La mirada que tenemos sobre el mundo tenderá hacia una polarización: los amigos serán quienes tengan “la verdad” y, por el contrario, la familia o el colegio sólo nos traerán los problemas y las exigencias.
 
En esta etapa de la vida, necesitaremos de los otros para ordenar este complejo juego de proyecciones. Por eso, también, surgirán los primeros enamoramientos. El amor (ilusorio o real) será el motor esencial, el gran revelador y el agente transformador de este Septenio.
 
El anhelo por vivir estos grandes amores se proyectará sobre los ídolos o los personajes que nos proponen la cultura o los medios.
 
En un primer momento, las relaciones y el amor serán idealizados al punto de copiarlos de modelos como los relatos, los cuentos o las novelas. Se generará, por esto, una presión inconsciente que esperará las grandes historias de amor en contraposición con una escasa experiencia individual previa.
 
El camino del amor (romántico) comenzará con los hechizos y las desilusiones propias de este periodo. Por todo eso padeceremos el síndrome de Romeo y Julieta, donde los vínculos factibles con gente cercana y “normal” traerán un sinnúmero de malentendidos que complicarán la concreción del amor tan ansiado.
 
 
 
CUARTO SEPTENIO SOLAR
DESDE LOS 21 HASTA LOS 28 AÑOS
 
LA POSICIÓN EN EL MUNDO
 
 
El Sol será el símbolo astrológico que protagonizará esta cuarta etapa del despliegue de nuestra vida. La función solar estará asociada con el brillo, el hecho de ser uno mismo, tener un centro individual o propio para expresar, irradiar, exponer, exhibir, crear, dar vitalidad, estimular y poner pasión a las cosas.
 
El Cuarto Septenio de nuestra vida, que se produce entre los 21 y los 28 años de edad, nos permitirá desarrollar la determinación de quiénes somos y qué queremos de nuestra vida. En esta etapa prevalecerá la necesidad de definir un centro de nuestra identidad donde afirmarnos como seres humanos y dar coherencia a todo el resto de las actividades que emprenderemos: los principios y los valores, la vocación, una pareja, la familia, nuestra propia imagen, la profesión que escogeremos en este periodo. Esta personalidad que quiere mostrarse será, en verdad, el fruto de lo que fue desarrollándose durante todos estos años en el núcleo de la familia.
 
El Cuarto Septenio simbolizará entonces los primeros años de nuestra juventud, es decir, aquellos que definirán nuestra relación con la libertad creativa. En esta etapa de la vida, podremos apostar por ella de forma exagerada o temeraria, con un sentido pobre del deber o bien resignarla a favor de consagrarnos a cumplir todos los mandatos familiares o sociales que nos fueron otorgados en el pasado. La apuesta a la creatividad que representa este momento de la vida podrá fascinarnos o despertarnos temores paralizantes. Si bien más adelante habrá oportunidades de rectificaciones y replanteos (el viaje circular de la vida ofrece diversas oportunidades de “giros”), lo serán siempre en referencia al tipo de “semilla de creatividad” que haya sido sembrada en esta época de la vida. Es preciso recordar que esto ocurrirá mientras desarrollamos un mundo de valores, de protección y seguridad, que se encuentran representados a través de la estructura de la familia de origen. Por más que nuestros padres estén liberados de las responsabilidades legales sobre nuestros propios comportamientos, todavía ejercerán una referencia —más o menos explícita— en nuestras personalidades. Por eso, es fundamental que esos padres sepan acompañar este momento, cooperando con ayuda concreta al mismo tiempo que sepan respetar la originalidad de los hijos y sus específicas notas creativas, evitando la tentación de condicionarlos a sus propios deseos e ideas sobre lo que son o deberán ser más adelante. Por otro lado, esa base para la libertad creativa —tan necesaria durante este periodo— también deberá apoyarse en rasgos como la independencia y la autonomía (ya sea material, emocional o intelectual), ya que nos permitirá sostenernos económicamente a nosotros mismos, establecer el contacto con los demás a partir de los propios sentimientos o bien desarrollar criterios, conceptos y valores propios acerca de la vida. La independencia económica, la libertad emocional y la autonomía de ideas serán puntos muy importantes que se instalarán durante estos años y que demandarán —no sin altas dosis de conflicto— una gran atención y gasto de energía por parte de nosotros.
 
 
ENTRE LAS CARACTERÍSTICAS MÁS IMPORTANTES DE ESTE PERIODO FIGURAN:
 
Se produce una gran maduración en los individuos. En esta etapa ya estará más claro quiénes somos o qué queremos de la vida.
 
Se conforma una imagen propia sobre la que girarán las decisiones en nuestro mundo.
 
Se abre el mundo de las profesiones o el sentido de la vocación personal.
 
Se siente el anhelo (o la presión para) exponer una imagen propia frente a la sociedad.
 
La personalidad gestada dentro del clan familiar llega a su punto máximo de maduración.
 
Se produce un encanto con la propia imagen.
 
Se tiene una visión del porvenir y se vive la necesidad de proyectar anhelos hacia el futuro.
 
La necesidad de ajustar el compromiso vocacional con la imagen personal habilita movimientos de ratificación o rectificación del rumbo de vida.
 
La sensibilidad mística y artística cobra manifestación y sustancia concreta durante esta etapa.
 
Se fortalecen el contacto y el compromiso con la potencia sexual.
 
Se produce el fin de la Primera Estructura de la Personalidad, lo que nos permite el inicio de una vida más allá de nuestro clan.
 
 
DESTACADOS DE ESTE SEPTENIO
 
En este Septenio tendremos la necesidad de encontrar ciertas respuestas a determinados cuestionamientos que nos formulamos, como ¿quién soy? y ¿qué quiero?, y que nos obligarán a revisar todos los supuestos sobre quien se cree ser en esta vida.
 
La polarización que se manifestaba, en el Septenio anterior, entre buenos y malos comenzará a resultar poco creíble. Las proyecciones luminosas en los amigos y los amores propias de la adolescencia empezarán a evaporarse lentamente. La percepción de una exigencia hostil que manifestaban las figuras de autoridad deberá disminuir en esta etapa.
 
Los requerimientos que nos propondrá la realidad, objetiva, de este periodo se convertirán en el gran maestro para la superación de los espejismos y las proyecciones que formulamos durante nuestra adolescencia.
 
Esta etapa de la vida nos permitirá desilusionarnos sobre los hechizos desmedidos que nos habíamos formulado sobre nosotros mismos. Se desarrollará, en cambio, una aceptación sobre el propio ser.
 
La carrera terciaria o universitaria que elegimos sobre los 18 años, con el fin de la escuela secundaria, fue determinada quizás con un alto desconocimiento de motivaciones vocacionales profundas. Por esto, es probable que hacia la mitad del Septenio se produzca una nueva crisis en la vocación que nos interpelará sobre aquello en lo que verdaderamente queremos trabajar o sobre qué queremos estudiar de ahora en adelante.
 
El espacio donde desarrollamos estudios terciarios, los claustros en la facultad o el ámbito donde trabajamos nos abrirán un mundo nuevo de ideas y de relaciones diferentes a las que estábamos acostumbrados hasta ahora. En esta etapa aparecerán infinidad de opciones que —aunque pueden confundirnos— nos permitirán abrir el espectro y descubrir nuevas motivaciones laborales o de conocimientos.
 
Las frustraciones y las dudas sobre nuestra vocación o la profesión que elegimos para el desarrollo de la vida serán un tema de abordaje fundamental durante este Septenio.
 
En este periodo también agotaremos las fantasías de un encuentro mágico con alguien que nos rescatará de nuestras dificultades y priorizaremos la confianza en nosotros mismos. Será muy importante superar la idea de una relación que supla las carencias propias y, en cambio, se tornará fundamental el hallazgo de una pareja que nos permita crecer y potenciarnos de manera mutua.
 
 
 
SEGUNDA ESTRUCTURA DE LA PERSONALIDAD
 
LA PERSONALIDAD EN EL MUNDO SOCIAL: DE QUÉ MODO ACTUAMOS EN LA VIDA QUINTO SEPTENIO: MARCIANO DESDE LOS 28 HASTA LOS 35 AÑOS
 
La conquista del deseo
 
SEXTO SEPTENIO: JUPITERIANO DESDE LOS 35 HASTA LOS 42 AÑOS
 
El sentido del ser SÉPTIMO SEPTENIO: SATURNINO DESDE LOS 42 HASTA LOS 49 AÑOS
 
La crisis de la madurez
 
 OCTAVO SEPTENIO: QUIRONIANO DESDE LOS 49 HASTA LOS 56 AÑOS
 
El balance de los logros
 
EL COMIENZO DE UNA NUEVA PERSONALIDAD
 
 
Todo lo que desarrollamos durante nuestros primeros veintiocho años de vida será parte de un florecimiento de lo que hemos heredado a partir de nuestra familia. La herencia y los genes que fueron transmitidos por este clan llevarán una carga física, mental y emocional: serán cuerpos, ideas y sentimientos. Es preciso mencionar entonces que, durante esta primera etapa de nuestra vida —que comprende los cuatro primeros Septenios—, el alma se presentará a la vida valiéndose de esa sustancia del pasado. Por esto, todo aquello que realicemos hasta esta edad no será la expresión única de nuestra identidad —individual o autónoma—, sino la traslación de los dones y los talentos que surgirán a partir del condicionamiento de la familia que nos cobijó desde un primer momento.
 
Será recién a partir de los 28 años cuando asumiremos la responsabilidad de nuestros propios dones y talentos. El hecho de nacer como individuos autónomos implicará que deberemos responder sobre nuestra vida a partir de los recursos propios, apropiándonos de la herencia que recibimos, pero también transformándola en un patrimonio propio y decidiendo de qué manera será desplegada en el mundo. Esto es, construyéndola de tal modo que surgirán nuevas formas y marcas que no eran visibles antes de nuestro nacimiento.
 
Cumplir 28 años significa reconocerse como un “fruto maduro” y conlleva una prueba de fuego: la madurez. De ahora en adelante, se dispondrá de una vida independiente de la estructura que nos ha permitido desarrollarnos hasta ahora. El tránsito de este periodo hacia una nueva etapa no estará exento de riesgos: si la angustia que nos puede generar ese salto nos obliga a permanecer adheridos a la imagen que tenemos de nosotros mismos —esto es, la Primera Estructura de Personalidad—, quedaremos entrampados en una identidad que nos es conocida, pero que no nos permitirá avanzar hacia el futuro. Si, en cambio, nos animáramos a transitarla, esta nueva etapa nos dará la posibilidad de forjar una vida distinta.
 
La maduración de nuestra personalidad será el signo de ese cambio.
 
Las personalidades con un temperamento obediente demostrarán su crecimiento al aceptar los riesgos y saltearse los planes previstos de antemano al apostar hacia su propia intuición. Las personalidades en las que predominó siempre un carácter rebelde tendrán la oportunidad de mostrar sus respuestas maduras, y el cambio necesariamente conllevará el sostenimiento de procesos constructivos y el compromiso hacia la realización de estos proyectos. Si la Estructura de la Personalidad se mantiene rígida — ya sea en un caso o en otro—, no habrá modo de contener esos desafíos y las personas entrarán en una forma de crisis o colapso psicológico. La mayor parte de las personas sentirán, en este momento de su vida, que es la hora de sentar cabeza. Eso puede significar, según cada caso, la decisión de tener un hijo, el hecho de afirmarse en la profesión, asumir compromisos o casarse. Para otros, simplemente podrá significar un “animarse a dar un salto”. Es decir, separarse de un compañero, iniciar una nueva relación, decidir los giros en las vocaciones o permitir un cambio de trabajo. Ya sea en un caso o en otro, el denominador común de estos cambios será la percepción de que no se puede seguir igual y que la continuidad lineal de la vida puede o debe alterarse en esta etapa. Las transformaciones que se generarán en este periodo se traducirán también en un gran cambio en la identidad y se producirá una mutación en la imagen que tenemos de nosotros mismos. La estructura que le hemos dado hasta ahora a nuestra existencia ya no puede contenernos. Este será el fin de una vida y sobrevendrá el comienzo de otra. Se producirán una muerte y un renacimiento. En algunos casos, esto supondrá una gran crisis, que no estará exenta de quiebres psicológicos.
 
 
 
QUINTO SEPTENIO MARCIANO
DESDE LOS 28 HASTA LOS 35 AÑOS
 
LA CONQUISTA DEL DESEO
 
 
Marte es el símbolo astrológico que protagonizará el periodo que se extiende entre los 28 y los 35 años de nuestra vida. Las funciones asociadas a Marte serán activar, impulsar, desear, conquistar, arriesgar, ejecutar, fundar, arder, erotizar, proyectarse, ser autónomo y emprender.
 
En el Quinto Septenio, que transitaremos desde los 28 hasta los 35 años, los puntos importantes de la nueva etapa serán
 
más importantes de la nueva etapa serán más importantes de la nueva etapa serán la conquista de un espacio propio en el mundo, donde otorgar un sello personal que se imprimirá a partir de lo que verdaderamente somos. Marte regirá este periodo de nuestra vida: se trata de un planeta que está asociado al Dios de la guerra, por lo que estos son años donde se producirá un despertar de luchar guerrero interno, que nuestro guerrero interno, que saldrá a luchar y hacer valer lo que siente como su propio deseo. La sensación que nos atrapará será la de una maduración de nuestra personalidad, que propiciará la crisis de los 28 años y que nos llevará hacia una potencia dirigida hacia un rumbo determinado. Esto promoverá la confianza necesaria para asumir un cúmulo de iniciativas y que nos dispondrá a luchar para lograr nuestros propósitos.
 
En esta etapa se desarrollará, por completo, la construcción de este impulso. La consolidación de esa estructura —hacia los 35 años— mostrará una nueva forma: prevalecerán la fuerza y la esperanza de estar enfocados hacia un nuevo espacio en el mundo.
 
 
ENTRE LAS CARACTERÍSTICAS MÁS IMPORTANTES DE ESTE PERIODO FIGURAN:
 
Se produce una búsqueda de mayor independencia y autodeterminación.
 
Se concretan los proyectos de la vida propia, ya sea al formar una familia, emprender una profesión o conseguir un trabajo determinado.
 
Se demanda una gran energía para la conquista de los propios deseos y la fuerza de cada logro individual.
 
Se despliega el sentido de la vida que adoptamos durante los últimos años.
 
Se produce una búsqueda de los logros que confirmen la vocación que elegimos en esta etapa.
 
Se anhela la confirmación de los ideales esbozados alrededor del amor.
 
Se inicia una nueva estructura de vida, a partir del corrimiento de la familia de origen.
 
Se hace presente la necesidad de irradiar los puntos más singulares y creativos de nuestra personalidad.
 
El nacimiento de los hijos se traduce en un camino donde moldear la propia creatividad.
 
Se experimentan nuevos juegos de poder a través de las relaciones con las parejas, el trabajo, la familia o los amigos.
 
Se produce una experimentación de la percepción y la sensibilidad hacia lo sagrado con la exposición de nuevos sueños.
 
 
DESTACADOS DE ESTE SEPTENIO
 
Sobre los 28 años se produce un nuevo nacimiento. Deberemos transformar todo lo heredado por nuestros padres o nuestra familia y utilizarlo para la construcción de algo nuevo. Todo lo que ocurrirá después de esta etapa será el resultado de estas elecciones.
 
En este periodo se producirá una liberación de nuestros padres, se dejarán de lado los reclamos y las pretensiones, pues ellos ya no serán —de ahora en adelante— nuestro tanque de reserva. En el Quinto Septenio deberemos aprender a sostenernos y a andar sobre nuestros propios pies.
 
En el caso que un adulto mayor continúe, en esta etapa, resolviendo la totalidad de nuestras necesidades económicas, lejos de ayudarnos nos perjudicará a lo grande, pues nos evitará los esfuerzos y aprendizajes inherentes a este Septenio. Si logramos sostenernos y valernos por nosotros mismos, se producirá una especie de ritual de iniciación: una puerta de entrada hacia la vida adulta.
 
Ya cerca de los 33 años, la denominada “edad de Cristo”, podremos bajarnos de la cruz, superar las exigencias de los padres o las culpas que se nos presentan por no haber cumplido con las expectativas y los mandatos de nuestras familias.
 
Este será un tiempo para asumir —con coraje— el andar de la propia vida. Nos liberaremos de nuestro pasado y de las presiones sociales que nos encorsetaban hasta ahora. Se trata de una etapa para arremangarse y hacerse cargo de la construcción del propio mundo: los hijos, el trabajo o la vivienda.
 
La construcción del propio imperio requerirá de toda nuestra atención. En este punto, deberemos hacernos responsables por otorgar una respuesta a muchos de los requerimientos que nosotros mismos nos propusimos construir en un pasado más cercano. Será un tiempo necesario para el crecimiento en el trabajo, para “hacer carrera” en el camino elegido, al sentir la propia potencia y la valoración del entorno en aquello que deseamos desarrollarnos.
 
Durante esta etapa de la vida, contaremos con la energía suficiente
 
—psíquica y corporal— para reconocer lo que anhelamos. También responderemos a las exigencias laborales o las obligaciones familiares con el mismo ímpetu. La madurez alcanzada nos capacitará para relacionarnos de manera eficiente con nuestro deseo creador.
 
En la mayor parte de los casos, durante este periodo, nacerán los hijos. Esto habilitará una nueva forma de amor que nos ubicará en otro lugar del Universo. Serán nuestros hijos quienes nos convocarán a corrernos de nosotros mismos y asumir la responsabilidad por otra vida, que nos permitirá el surgimiento de un afecto que superará el amor propio. Los niños nos obligarán a organizar los espacios de libertad y de responsabilidad que conocíamos hasta ahora —tanto propia como de la pareja— y también a la resignificación de la relación con nuestros propios padres.
 
 
 
SEXTO SEPTENIO JUPITERIANO
DESDE LOS 35 HASTA LOS 42 AÑOS
 
EL SENTIDO DEL SER
 
 
Júpiter será el símbolo que protagonizará el periodo que corresponde al Sexto Septenio, que se extenderá desde los 35 hasta los 42 años de nuestra vida. Las funciones asociadas a este astro serán sintetizar, dar dirección, comprender, confiar, expandir, dar sentido trascendente, jerarquizar, orientar, fluir, guiar, alegrar y sentir entusiasmo.
 
En el transcurso de este Septenio, en algún momento, nos surgirá la pregunta: ¿y ahora qué sucede? Más allá de lo que logramos (o no), nos propusimos o nos imaginamos, durante este tiempo sentiremos una especie meseta existencial que nos llevará a ciertos replanteos generales acerca de nuestra propia vida. Se hará cada vez más evidente que ya no nos apasionan las mismas cosas que nos encendieron en nuestra vida. Será necesario, juventud más temprana. Esta sensación de cambio en la dirección del propio deseo podrá, en un principio, desorientarnos o angustiarnos sin causa aparente.
 
 
ENTRE LAS CARACTERÍSTICAS MÁS IMPORTANTES DE ESTE PERIODO FIGURAN:
 
Se consolida la Estructura de la Personalidad que iniciamos a los 28 años.
 
Se percibe una gran madurez emocional en nuestros actos, pues comenzamos a sentirnos seguros y estables frente a nosotros mismos.
 
Tenemos la sensación de atravesar una meseta existencial, con cuestionamientos acerca de la realización personal que deseamos.
 
Se producen una serie de intuiciones creativas. Tenemos la percepción de formar parte de una vida más auténtica y genuina.
 
Se reorienta el sentido de nuestra vida y se proyectan nuevas cuestiones con vista hacia el futuro.
 
Se plantean nuevos horizontes: hay una apertura filosófica y espiritual hacia otros rumbos.
 
En este periodo solemos tomarnos un tiempo para meditar acerca del significado de quién creemos ser en realidad.
 
Se produce una necesidad de expansión del ser más allá de la propia imagen.
 
Se exploran las profundidades del inconsciente.
 
Se siente la necesidad de poner a prueba la potencia: la pareja, los hijos, el dinero, la ambición de poder.
 
Se genera una confianza importante hacia la vocación que elegimos.
 
Se produce un reconocimiento hacia los ámbitos de aprendizaje que habilitan un mayor crecimiento de nuestra persona.
 
 
DESTACADOS DE ESTE SEPTENIO
 
Durante este Septenio, hayamos logrado o no aquello que nos esforzamos por construir en el periodo anterior, tendremos la sensación de “falta” constante y necesitaremos darle un nuevo giro a la vitalidad de las formas alcanzadas.
 
El “guerrero constructor del imperio” que nos gobernó en el Septenio anterior —con su alto nivel de egocentrismo— comenzará a resultarnos insostenible en esta nueva etapa.
 
Sumidos en las exigencias de nuestro trabajo o nuestra familia, sentiremos restringida la creatividad y la libertad individual. Será entonces que nos preguntaremos: “¿Quién es esta persona que sólo trabaja y sostiene a los demás?” o “¿Será esta persona quien en verdad quiero ser?”
 
Este tiempo se nos presentará como un momento donde nos veremos de un modo más maduro y podremos hacernos cargo de esta crisis de sentido al buscar nuevas respuestas sin la necesidad de dinamitar todo lo que hemos logrado hasta ahora. Simplemente, estaremos ante la paradoja de “tenerlo todo” y, sin embargo, sentir que esto no nos alcanza.
 
El alma querrá ser escuchada durante esta etapa y se producirá un
 
“tironeo”. Podremos —dependiendo del estilo y la personalidad de cada uno— iniciar entonces una búsqueda profunda por los caminos del conocimiento personal, los estudios o las terapias. Si, por el contrario, no llegáramos a escuchar la incomodidad que sentimos, nos instalaremos en una actitud conformista para intentar silenciar nuestras genuinas necesidades.
 
Durante este Septenio surgirá la percepción de que “el combustible de la propia vitalidad” no durará para siempre.
 
En esta etapa nos preguntaremos si hasta ahora fuimos libres para elegir nuestra vida o sólo respondimos a mandatos que nos impuso nuestra propia familia. Si fuimos rebeldes en el pasado será un tiempo para cuestionar al revolucionario que creíamos ser. Si fuimos personalidades súper adaptadas, nos permitiremos escuchar finalmente lo que genuinamente queremos ser o hacer en realidad con nuestra vida.
 
La observación de nuestra propia persona que nos propone este Septenio también nos obligará a prestar una mayor atención a nuestro cuerpo. Ya no podremos comer cualquier alimento sin acarrear algún costo físico y tendremos la necesidad de tomar mayor conciencia a todo nivel
 
 
 
SEGUNDO CICLO
DESDE LOS 42 HASTA LOS 84 AÑOS
 
 
El comienzo de una nueva fase de la vida
 
El primer acto de la obra que integra nuestra vida terminará hacia los 42 años de edad. Será, a partir de este momento, cuando comenzará a desarrollarse el segundo gran acto de este drama.
 
La película Belleza americana también presenta una primera escena que nos muestra a su protagonista, Lester Burnham — interpretado por el actor Kevin Spacey— — cuando anuncia en su cumpleaños 42:
 
“¿Recuerdan los carteles que decían:  ‘Hoy es el primer día del resto de tu vida’? Pues eso es, en verdad, todos los días. Excepto uno: el día en que mueres. Ese fue el día en el que me di cuenta de que hay una vida entera detrás de las cosas y una fuerza increíblemente benévola que quería decirme que no hay razón para tener miedo nunca. Había oído que toda tu vida pasa ante tus ojos durante el segundo antes de morir. Antes que nada: ese segundo no es sólo un segundo, ese segundo se alarga eternamente como un océano de tiempo y, cuando ves algo así, es como si Dios te estuviera mirando directamente a los ojos por un segundo. Si tienes cuidado, también puedes verlo a él. ¿Y qué ves? Belleza. A veces siento como si la viera toda a la vez. Es demasiado. Mi corazón se llena como un globo que está a punto de estallar. Entonces recuerdo que tengo que relajarme y no intentar aferrarme a ella, y fluye a través de mí como la lluvia y no puedo dejar de sentir gratitud por cada simple momento de mi estúpida y pequeña vida. No tienes idea de lo que estoy hablando. Pero no te preocupes porque algún día la tendrás. No hay nada peor en la vida que ser ordinario. He perdido algo, no estoy seguro de qué, pero he perdido algo. ¿Y saben qué? Nunca es demasiado tarde para recuperarlo”.
 
 
 
SÉPTIMO SEPTENIO SATURNINO
DESDE LOS 42 HASTA LOS 49 AÑOS
 
LA CRISIS DE LA MADUREZ
 
Saturno será el símbolo astrológico que protagonizará el periodo que abarca de los 42 a los 49 años de nuestra vida. Las funciones asociadas a este planeta serán la de estructurar, realizar, afirmar, consolidar, construir, madurar, culminar, concretar, tomar responsabilidad, ganar autoridad y asumir el sentido de la realidad.
 
Este Septenio será un tiempo para enfrentarse con esta evidencia: todo lo que desarrollamos en los últimos años es posible que no coincida plenamente con aquello que nos habíamos imaginado en el pasado.
 
El Séptimo Septenio se nos presentará como un tiempo propicio para despertar de los hechizos que animaron nuestra vida hasta ahora y que confundimos, en ciertas ocasiones, con la propia realidad.
 
 
ENTRE LAS CARACTERÍSTICAS MÁS IMPORTANTES DE ESTE PERIODO FIGURAN:
 
Se produce una reorientación en nuestra existencia, la posibilidad de una primera perspectiva global del proceso de vida que recorrimos hasta ahora.
 
Se altera la vivencia del tiempo.
 
Se toma conciencia de la finitud de la vida y la posibilidad de la muerte. El cuerpo será un testigo de este proceso (en las mujeres, por ejemplo, con la menopausia).
 
Se percibe un sentimiento de juicio muy profundo y se evalúan los actos de la propia vida.
 
Se produce un estado de fluidez de la creatividad y de rescate de la libertad.
 
Se habilitan los sentimientos de realización o frustración.
 
Se toma conciencia de los hechizos que animaron nuestra vida y que hemos confundido con la realidad. Es decir, se genera una conciencia acerca de los roles y los mitos que asumimos de un modo inconsciente.
 
Se percibe una desilusión y, al mismo tiempo, una especie de liberación de nosotros mismos, que nos dará la oportunidad de realizar algunos de los anhelos o bien de gestar o imaginarnos nuevos ideales.
 
Se nos presenta una nueva conciencia de la realidad y una aceptación de los propios límites. Esto permite que modulemos las expectativas y los tiempos de la vida.
 
Se manifiesta la posibilidad de autenticidad en las relaciones personales, lo que puede provocar rupturas o revitalización de vínculos.
 
Nos presentamos como referentes para los otros. Frente a los hijos, por oposición o rebeldía.
 
Se afirman nuestros recursos: se pone a prueba la capacidad de generar materia.
 
Se toma responsabilidad sobre las herencias y surge la necesidad de asumir el bagaje de la familia.
 
Se produce una declinación en la figura de los padres y su lugar de referencia como autoridades y modelos de nuestra vida.
 
 
DESTACADOS DE ESTE SEPTENIO
 
En este Septenio se evaluarán y producirán replanteos en relación con toda nuestra vida. Se llevará adelante un profundo balance y una revisión para descartar lo que ya no sentimos o nos preocupa y nos comprometeremos únicamente con lo que nos entusiasma.
 
Se producirá un giro de 180 grados en nuestra vida con el fin de desarrollar los asuntos pendientes que tenemos con la propia existencia. Simplemente, tomaremos conciencia de que la vida no es infinita y le daremos una prioridad importante a lo genuino o lo auténtico. Ya no tendremos la necesidad de “probarnos” nada a nosotros mismos.
 
Este periodo nos servirá para visualizar que estamos en la mitad de nuestra vida y que hemos comenzado un retorno hacia nosotros mismos. Si superamos la necesidad que tenemos de que nos aprueben los demás, les imprimiremos una mayor libertad y una gran confianza a nuestras relaciones o los espacios de trabajo.
 
El Séptimo Septenio nos permitirá generar una vida donde sea posible la cosecha de los réditos y los placeres. La vitalidad —que era propia de la juventud— mermará durante este periodo y notaremos que nuestro cuerpo está envejeciendo. Aparecerán las dolencias o la menopausia: se producirá “la muerte” de la propia creatividad corporal tanto como el inicio de una sexualidad más libre y despreocupada.
 
Nuestro aspecto exterior comenzará a deteriorarse y, sin embargo, el interior nos resultará cada vez más atractivo. El cuerpo declinará su vitalidad y, en cambio, el alma se activará.
 
Nuestros padres se volverán seres vulnerables, pues están envejeciendo e incluso pueden morir en cualquier momento. En esta etapa nos convertimos entonces en la generación más sólida: los hijos aún dependen de nosotros y los padres necesitarán cada vez más de nuestra fortaleza física y psíquica para seguir adelante.
 
En esta etapa, la pareja necesitará formalizar un nuevo contrato en su relación. Se trata de un periodo donde son muy comunes las separaciones: hasta ahora muchos matrimonios mantenían su vínculo a partir de la crianza de los hijos, pero al dejar paso a su crecimiento aparecerá un sinceramiento en la relación que llevamos adelante con el otro.
 
El anhelo por recuperar la juventud o el tiempo perdido nos llevará —en algunas oportunidades— a recobrarlo a partir del hecho de enamorarnos de otra persona más vital o joven.
 
Este Septenio servirá también para despertar de los propios hechizos que gobernaron nuestra vida durante los últimos años. Lo ideal sería que bajaran, notablemente, las actitudes egoístas o las ofensas. Al desperdiciar una menor cantidad de energía en este tipo de sufrimientos, recuperaremos la voluntad de vivir de un modo más creativo.
 
 
 
OCTAVO SEPTENIO QUIRONIANO
DESDE LOS 49 HASTA LOS 56 AÑOS
 
UN BALANCE DE LOS LOGROS
 
 
Quirón será el símbolo astrológico que protagonizará el periodo que se extiende entre los 49 y los 56 años. Las funciones asociadas a este planetoide serán el contacto con la propia herida, la capacidad de resignificación sobre el dolor —al acompañar el sentir de los demás—, el servicio o el compromiso social, la revelación de sentido a partir del conocimiento sobre el sufrimiento humano y la conciencia del talento de la resiliencia (como la capacidad de los sujetos para sobreponerse a periodos de dolor emocional o situaciones adversas, de afrontar esa adversidad y salir fortalecidos, alcanzando un estado de excelencia personal y profesional).
 
 
ENTRE LAS CARACTERÍSTICAS MÁS IMPORTANTES DE ESTE PERIODO FIGURAN:
 
Se dan a conocer los frutos de la Estructura de la Personalidad que sembramos alrededor de los 28 años de vida.
 
Se da una sensación de plenitud y culminación sobre los asuntos de la profesión o la familia.
 
Se produce un desarrollo importante de nuestra identidad frente a las relaciones sociales en general.
 
Se toma conciencia de la posibilidad de erigirse como un referente o una autoridad para nuestra familia.
 
Se reconocen y aceptan los logros y los fracasos, lo que somos y lo que ya no podremos ser.
 
Se desarrolla un contacto con las heridas de nuestra existencia.
 
Se regeneran aspectos tan importantes como la creatividad o la sexualidad.
 
Se transforma la propia sensación de originalidad, singularidad y autenticidad.
 
Se replantea el sentido de la vida más allá de la familia o la profesión.
 
Se producen visiones de una vida trascendente.
 
Se proyectan nuevas posibilidades frente al futuro.
 
 
DESTACADOS DE ESTE SEPTENIO
 
El Octavo Septenio simbolizará un ritual, un pasaje, donde comenzaremos a vivir una serie de etapas representadas por planetas invisibles —muy alejados del Sol y que requerirán de un telescopio para visionarlos o poder distinguirlos—, que nos propondrán el desarrollo de estados más sutiles de la conciencia. El hechizo que, en algún momento, nos llevó a pensar que éramos seres en busca de su propia felicidad sufrirá un colapso y nos evidenciará que el alma o la vida se proponen algo con nosotros.
 
Este Septenio se transformará en un umbral que nos invitará a desplegar nuestra conciencia y una aceptación sabia hacia las cosas que nos ocurren. Ya hemos vivido lo suficiente para contar con ciertas herramientas que nos dejarán observar la vida más allá de algún logro individual. Esta etapa nos ofrecerá la oportunidad de resignificar el propio dolor o bien, por el contrario, nos dejará cristalizar nuestro sufrimiento a través de una identidad asociada al fracaso o la resignación (que se hará difícil desarmar más adelante).
 
Este será un tiempo para cosechar lo que comenzamos a sembrar alrededor de nuestros 28 años, esto es, encontrarle un sentido a todo lo que vivimos en las últimas dos décadas. Steve Jobs dijo, de hecho, que se trata de un momento “donde miramos hacia atrás y conectamos los puntos que se unirán, de alguna manera, en el futuro. El hecho de creer que los puntos se unirán entre sí te dará la confianza de seguir a tu corazón. Esta forma de actuar marcará la diferencia en una vida”.
 
Esta etapa nos permitirá observar la calidad de nuestros logros y mostrarnos de qué manera se tornan realmente visibles. Será un momento donde podremos ver el resultado de nuestros esfuerzos profesionales o sociales. Por esto, evaluaremos si, al seguir nuestra vocación, conseguimos una expansión placentera y un crecimiento redituable o, por el contrario, padecemos la contundencia de todo aquello que no hemos alcanzado, lo que nos llevará —de manera evidente— a cuestionar el camino que elegimos. Si no resignificáramos estos fracasos, nos convertiremos entonces en una persona resentida y sin demasiadas chances para cambiar la actitud en un futuro.
 
Este Septenio nos presentará una especie de culminación sobre las formas familiares y profesionales por las que optamos en nuestra vida. De la misma manera que, poco a poco, nos independizamos de nuestros padres en el periodo que abarcó de los 21 a los 28 años, en esta nueva etapa nos liberaremos de la manutención de los hijos.
 
Se comenzará a sugerir —aunque se hará más evidente en el Septenio siguiente— una suerte de intercambio generacional en relación con el sustento económico: en ocasiones, hasta tendremos que sostener a nuestros padres si esto es preciso por falta de recursos. Será un tiempo donde experimentaremos la vulnerabilidad de nuestros propios progenitores y sostendremos a quienes realmente nos sostuvieron en algún momento, lo que ocasionará el cierre de una especie de círculo de nuestra vida.
 
Los hijos se nos presentarán como seres más independientes y dejarán un espacio para ocuparnos de nuestra propia vida. Será un tiempo para descubrir la estructura que forjamos en los últimos años y dar cuenta de la solidez personal que sobrellevamos. Ya no se tratará de dejar la identificación que nos proporcionaban, en el pasado, los mandatos heredados por nuestras familias (que fue tan inherente al Septenio que bordeó los 28 años) ni tampoco de generar los recursos necesarios para sostener a los otros (como los hijos). Será, en cambio, un momento para comenzar a sostenernos a nosotros mismos.
 
Este tiempo nos conectará, también, con el dolor (inherente a la condición humana). Es decir que percibiremos una insuficiencia en nuestra personalidad y en el propio cuerpo. La salud nos mostrará sus marcas: las mujeres, por ejemplo, ya atravesaron el periodo de la menopausia. En este Septenio se hará imprescindible cambiar la alimentación o bien implementar una purificación o limpieza interior, se podrá dar un mayor interés por las prácticas espirituales o místicas junto a una inédita sensibilidad a la vulnerabilidad y fragilidad de la vida. Será un tiempo propicio para reconsiderar nuestra omnipotencia y abrirnos a la compasión del alma.
 
En este Septenio, el alma se nos tornará como algo evidente y empezará a resultarnos costosa cualquier tipo de indiferencia social.
 
Será un momento donde comenzaremos a percibir la relación con los demás y, de este modo, la corriente general de la vida. Un tiempo interesante para asumir una mayor responsabilidad social, donde enseñar a los otros sobre el beneficio de la solidaridad y la unión del todo: al ser útiles, reciclaremos nuestra propia vitalidad.
 
 
 
TERCERA ESTRUCTURA DE LA PERSONALIDAD
 
LA PERSONALIDAD EN EL MUNDO ESPIRITUAL:
 
EL MISTERIO DE LA EXISTENCIA
 
NOVENO SEPTENIO:
 
PRIMER PORTAL TRANSPERSONAL
 
DESDE LOS 56 HASTA LOS 63 AÑOS
 
La trascendencia de la imagen personal
 
DÉCIMO SEPTENIO:
 
SEGUNDO PORTAL TRANSPERSONAL
 
DESDE LOS 63 HASTA LOS 70 AÑOS
 
La construcción del futuro
 
UNDÉCIMO SEPTENIO:
 
TERCER PORTAL TRANSPERSONAL
 
DESDE LOS 70 HASTA LOS 77 AÑOS
 
El descubrimiento de la trama del misterio
 
DUODÉCIMO SEPTENIO:
 
CUARTO PORTAL TRANSPERSONAL
 
 
Si la palabra realizar significa transformar algo en real, será, a partir de los 56 años, cuando iniciaremos el contacto con la realidad de nuestra vida y nos comprometeremos con su expresión más consumada. Esto es, comenzaremos un tercer círculo de vitalidad: ya recorrimos la introducción y el nudo, por lo que ahora será el turno del desenlace de la obra dramática que simbolizará nuestra existencia. En el Primer Periodo desarrollamos nuestra estructura dentro de la familia de origen y, a partir de los 28 años, nos acometimos en el despliegue de la propia vida. En la Primera Estructura de la Personalidad, desplegamos la experiencia del ser en el clan: nuestra identidad fue nutrida, conformada y, por lo tanto, condicionada por aquello que nos transmitieron nuestros padres o sus ancestros —los valores, las posibilidades materiales, las visiones de la realidad, los complejos, las emociones, los modelos o las aspiraciones—.
 
 
 
NOVENO SEPTENIO PRIMER PORTAL TRANSPERSONAL
DESDE LOS 56 HASTA LOS 63 AÑOS
 
LA TRASCENDENCIA DE LA IMAGEN PERSONAL
 
 
En estos momentos, durante el transcurso del Noveno Septenio —que irá de los 56 a los 63 años—, iniciaremos un trayecto por la dimensión transpersonal de este viaje que abarca toda nuestra vida.
 
En relación con la Astrología, podremos decir entonces que nuestra existencia entrará en resonancia con el simbolismo de los planetas transpersonales: Urano (la libertad creativa), Neptuno (la empatía universal) y Plutón (la potencia transformadora). Si consideramos al Sistema Solar como un símbolo de nuestra estructura —y cada uno de sus planetas como funciones de esta pirámide—, resultará evidente que los ciclos de los planetas transpersonales (Urano, Neptuno y Plutón, esto es, 84, 168 y 250 años, respectivamente) simbolizarán un lapso que excede mayormente a nuestra propia expectativa de vida: aun si formaran parte de lo que somos, sus funciones y sus propósitos trascienden nuestra propia muerte y no podrán ser disfrutados mientras estamos con vida. Esta será la paradoja que cobrará sustancia a partir de este momento: lo que somos como seres humanos se fundirá con el misterio que lo supera —en tiempos y propósitos— a nuestra personalidad verdaderamente consciente.
 
 
ENTRE LAS CARACTERÍSTICAS MÁS IMPORTANTES DE ESTE PERIODO FIGURAN:
 
Se produce una nueva configuración del futuro. Desafío de proyección al que se puede responder con máxima libertad o con excesiva rigidez.
 
Sensación de permiso para iniciar una nueva vida o de ser expulsados de una forma de vida en la que se anhela permanecer.
 
Se presentará una nueva oportunidad para disolver la sensación de “ser víctimas del destino” y descubriremos, en cambio, el sentido creativo de nuestra vida (“el destino me convoca a lo que soy de manera profunda”).
 
Los nuevos proyectos o los anhelos traducen y expresan la síntesis de lo vivido, en una sensación de equilibrio y sabiduría que nunca antes percibimos.
 
Se libera la necesidad de esforzarnos por alcanzar los logros personales o de conquistar las posiciones sociales (o la sensación de perder la posibilidad de hacerlo).
 
Se aprovecha una nueva forma de participación social, con la oportunidad de consagrarnos a actividades de servicio, espirituales o solidarias.
 
Se crea una nueva Estructura de la Personalidad, sostenida en la comprensión del mundo interno antes que en la ambición de destacarnos como individuos en el mundo social.
 
Se percibe la necesidad de dar respuestas más relajadas, serenas o contemplativas (antes que comprometidas con una fuerza corporal o física).
 
Se revaloriza el disfrute del cuerpo, las actividades creativas o placenteras.
 
Se presenta la posibilidad de recuperar la pasión por las cosas, más allá de cualquier especulación económica, profesional o afectiva.
 
Se produce un retiro del mundo económico o productivo.
 
Esto otorga la sensación de permiso y liberación, o bien
 
—en otros casos— de pérdida y exclusión.
 
Se percibe una sensación progresiva de invisibilidad social o familiar. Sensación de alivio y distensión, o de no ser tomado en cuenta y sentirse desechado por la sociedad y la familia.
 
 
DESTACADOS DE ESTE SEPTENIO
 
Hacia los 56 años, emprenderemos la tercera etapa de nuestra vida, a la que hemos denominado como el desenlace de la obra. De esta manera, iniciaremos la Tercera Estructura de la Personalidad, que deberá dar respuestas a cómo ser en el misterio. Entre otros cambios, la vida cotidiana nos resultará insuficiente, pues estamos ingresando al gran portal de la dimensión transpersonal y espiritual de la existencia.
 
El hecho de vernos liberados de la tarea de cumplir con el rol de “hijo” (tan característico del Primer Periodo que rondó los 28 años) nos eximirá de sostener a nuestros propios hijos (una prioridad de los 28 a los 56 años) y, por este motivo, iniciaremos el desenlace de la vida con la gran oportunidad de ocuparnos de nosotros mismos y de desarrollar nuestra nota original y genuina.
 
Este será el primer Septenio donde el símbolo por antonomasia serán los astros no visibles o transpersonales. Esto supondrá entonces que tendremos una conciencia más allá de lo evidente, que dará cuenta de lo sutil y trascendente de la existencia, al superar la necesidad de confirmación del ego. Inauguraremos una gran etapa de vida en contacto con la dimensión sagrada y espiritual que nos conectará con órdenes trascendentes a lo material, psicológico y personal.
 
Esta etapa nos permitirá vivir un momento con una gran conciencia y vitalidad, donde el descubrimiento sobre cómo aprovecharla de la mejor manera estará aún en desarrollo (pues hemos accedido a esta longevidad sólo desde la segunda mitad del siglo XX).
 
El hecho de vernos liberados de algunos roles sociales y culturales que dictaminaban lo que era o no era posible hacer “a cierta edad”
 
nos permitirá enamorarnos, tener proyectos o deseos individuales más allá del rol que ocupábamos hasta ahora en nuestras familias.
 
Si superamos las pautas rígidas y los condicionamientos innecesarios, estaremos escribiendo nuevas formas de habitar esta etapa de la vida.
 
Este Septenio será un momento importante para cosechar los frutos.
 
Se hará evidente la estabilidad familiar y laboral o, por el contrario, percibiremos una sensación de resignación a la rutina.
 
La posibilidad de jubilarnos nos obligará a una toma de conciencia rotunda sobre la potencia. Si no hemos logrado el suficiente dinero, comenzaremos a lidiar con factores como la restricción o el límite.
 
Liberados de las exigencias familiares, podremos elegir en qué momento colaborar con los hijos o los nietos. Si, por el contrario, lejos de sentirnos liberados, nos percibimos prescindibles y abandonados por las nuevas generaciones, deberemos resolver este problema para sentirnos a gusto con nosotros mismos y disfrutar de esta nueva etapa.
 
En este periodo surgirá una tensión similar a la que ocurrió alrededor de los 21 años, cuando la vida nos propuso integrar las áreas de la creatividad y el compromiso. En este Septenio, la vivencia se nos presentará con la misma tirantez y deberemos elegir entre la libertad —la cercanía de la jubilación nos impondrá la creatividad para encontrar nuevos compromisos más genuinos— y la rigidez —el apego hacia las exigencias y las formalidades laborales o familiares que en verdad ya no son necesarias en este tiempo.
 
 
 
DÉCIMO SEPTENIO SEGUNDO PORTAL TRANSPERSONAL
DESDE LOS 63 HASTA LOS 70 AÑOS
 
LA CONSTRUCCIÓN DEL FUTURO
 
 
Este Septenio representará la segunda escena de la gran obra de nuestra vida, es decir, el desenlace de la trama. Las cuatro etapas donde se desarrolla la tercera parte de la Estructura de la Personalidad —es decir, de los 56 a los 84 años— nos habilitarán a una experiencia de la dimensión transpersonal de la vida. Este periodo nos permitirá participar de un orden espiritual —profundo y fundido en el misterio— que trascenderá el mundo de las expectativas y los logros personales. Toda la sabiduría que brotará de lo que hemos vivido nos dejará acceder a un punto donde el conocimiento y la comprensión de la realidad serán algunos de los tesoros que nos ofrecerán una gran serenidad al permitirnos abrir estos portales.
 
El rasgo más destacado de este Septenio —que irá de los 63 a los 70 años de vida— será la llegada de nuestra creatividad a un momento de culminación y maduración plena. Este será un tiempo donde asistiremos a la posibilidad de observar los frutos —objetivos — de la chispa original que pusimos en juego a lo largo de toda nuestra existencia. El contacto directo con lo que produjimos en la vida nos permitirá asistir al aporte creativo que hemos sabido expresar. Nuestra creatividad ya no será algo que podremos palpar en un futuro o que alguna vez sabremos desarrollar, sino aquello que se presentará, ahora, ante nuestros propios ojos. De este modo, participaremos de la evidencia de lo que nuestra creatividad es en el aquí y ahora: todo lo que generamos en el mundo como profesionales, lo que exploramos en respuesta al llamado de la vocación, lo que provocamos afectivamente en los demás, lo que son nuestros hijos y nietos (y en cómo se expresan en sus vidas) serán parte de este momento.
 
Este será un tiempo donde podremos contemplar las construcciones objetivas que hicimos en nuestra vida. Ellas darán testimonio de nuestro espíritu creativo y estaremos, principalmente, ya en condiciones de poder disfrutar de ellas o de evaluar cuál es la dirección que queremos otorgarles. A partir de este momento, esa llama original se orientará hacia los procesos vinculados con el misterio transpersonal de la existencia. La creatividad que desplegaremos en esta etapa comenzará a circular con un sentido más vasto que el de las intenciones personales: estará, en suma, menos condicionada a satisfacer nuestras necesidades de reconocimiento o prestigio y será, en cambio, más consciente en rendir beneficios hacia la red humana desde donde podrá propagarse más allá de nuestra vida.
 
 
ENTRE LAS CARACTERÍSTICAS MÁS IMPORTANTES DE ESTE PERIODO FIGURAN:
 
Se conforma la personalidad que gestamos a partir de los 56 años.
 
El impulso del tercer ciclo de la vida se estabiliza y adquiere formas concretas.
 
Se produce un nuevo diseño del hogar y del clan familiar.
 
Se percibe una plenitud y madurez en la creatividad personal.
 
Se plasma el aporte singular de nuestra vida en el mundo.
 
Se produce un despliegue de nuestra vocación que incluye visiones trascendentes de la propia existencia.
 
Se expresan los sentidos filosóficos o espirituales en las acciones cotidianas.
 
Se siente una gran necesidad de comprometerse en empresas que trascenderán la propia vida.
 
Esta etapa estimula a conocer el mundo. Existe la disposición a realizar viajes y a explorar el conocimiento.
 
Se activa nuestra sensibilidad a través de diferentes expresiones artísticas y desarrollamos un gran compromiso hacia este tipo de iniciativas.
 
Se siente una expresión madura de potencia y contundencia en el hacer.
 
 
DESTACADOS DE ESTE SEPTENIO
 
Este será un tiempo para cosechar toda la creatividad que generamos. La vida nos mostrará sus frutos, como, por ejemplo, los reconocimientos por nuestro trabajo o la jubilación que obtengamos durante esta etapa, la llegada de los nietos o el disfrute de la familia.
 
Es decir, comenzaremos a liberarnos de las exigencias del mundo y el valor del espíritu tomará un mayor protagonismo.
 
El hecho de vernos liberados de nuestras propias expectativas (o bien las ajenas) nos permitirá expresar nuestros pensamientos sin pudor. Al contemplar la vida con un mayor desprendimiento hacia determinadas cosas, podremos descubrir algunos aspectos de la experiencia humana que resultarán invisibles para los más jóvenes.
 
La vida nos mostrará los modos misteriosos que tiene para operar.
 
Será, entonces, a partir de este Septenio cuando parecerá que nos dividimos en dos grandes grupos: “los muertos en vida” o bien esos otros seres que tienden a aprovechar la máxima conciencia de la vida.
 
Este será un momento donde, seguramente, obtendremos la jubilación, lo que nos permitirá también soltar algunos compromisos.
 
Las horas de trabajo —tan valoradas por la sociedad, aunque en ocasiones se tornen monótonas— le dieron un marco a nuestra vida. Ahora, en cambio, será un tiempo para descubrir cuán ingeniosos somos para superar este tipo de formalidades familiares o laborales y hasta qué punto nos animamos a desarrollar una vida más auténtica y genuina.
 
En este tiempo nos veremos eximidos del esfuerzo de construir una vida de logros. Esto nos habilitará darnos la posibilidad de vivir, más que nunca, en el presente. Sólo deberemos pensar en lo que deseamos construir, pues tenemos la edad suficiente para no permitirnos postergar nada para el futuro.
 
Estos siete años estarán regido por una serie de planetas invisibles que nos invitarán a vivir sin moldes sociales. Será un lapso para superar los estereotipos o los lugares comunes para los “abuelos” o los “jubilados”.
 
El hecho de liberarnos de la presión de compararnos con los otros nos permitirá expresar lo más genuino de nuestra existencia, sin temor a perder el prestigio o a perjudicarnos por expresar nuestras ideas. Esta necesidad de expresión permitirá que broten una serie de nuevas capacidades artísticas o musicales que nos permitirán manifestar una forma de expresión que quizás —hasta ahora— nos era desconocida.
 
En este tiempo necesitaremos desarrollar nuevas formas de sensibilidad para captar el sentido de la vejez. Las personas envejecen naturalmente, pero lograr hacerlo bien debería ser vivido como un “arte”. Y, como todo en la vida, nadie podrá hacerlo en lugar de nosotros.
 
 
 
UNDÉCIMO SEPTENIO TERCER PORTAL TRANSPERSONAL
DESDE LOS 70 HASTA LOS 77 AÑOS
 
EL DESCUBRIMIENTO DE LA TRAMA DEL MISTERIO
 
 
Este periodo abarca el tercer portal transpersonal. Es decir, llegamos a la tercera escena del desenlace de la gran obra que representa nuestra vida. Se profundizará, aquí, el giro hacia una visión transpersonal de la existencia. La acción estará comprometida entonces —y cada vez más— con la consumación de la experiencia personal y en el otorgamiento de un sentido trascendente y plenamente consciente a la vida.
 
 
ENTRE LAS CARACTERÍSTICAS MÁS IMPORTANTES DE ESTE PERIODO FIGURAN:
 
Se produce un despliegue, una evaluación y un balance de la Tercera Estructura de la Personalidad.
 
Se toma conciencia de la realidad emocional y de la experiencia de vida que iniciamos hacia los 56 años.
 
Se da una transformación de la realidad con relación a los vínculos. Es un periodo de pérdidas y revitalizaciones.
 
En esta etapa se corre el riesgo de generar aislamiento o bien una oportunidad de recrearse socialmente junto a los otros.
 
Se da un tiempo de decisiones, ajustes y adaptaciones personales al último tramo de la vida.
 
Se toma conciencia del legado y la herencia. Se produce la formación de sucesores o discípulos.
 
Nos brinda un tiempo de entrega de la propia creatividad a la red humana.
 
Se produce una sensación de libertad y permiso de exploración creativa sin especulaciones.
 
Se realiza un repliegue de la potencia hacia la experiencia interna.
 
Se otorga un nuevo significado al vínculo con el cuerpo.
 
Se da un giro introspectivo de la sensibilidad hacia el misterio de la vida.
 
Se produce un despertar a la profundidad compasiva y un sentido renovado del servicio a la humanidad.
 
 
DESTACADOS DE ESTE SEPTENIO
 
Este Septenio estará regido por planetas no visibles que nos invitarán a conectar con el misterio de vivir sin los moldes sociales.
 
La sociedad tiene espacios desde el preconcepto de “viejo” —que suele utilizarse como un insulto y no como una valoración— hasta lugares poco vitales de “abuelo” o “jubilado” que tampoco tienen un buen augurio. Este será un tiempo donde escribir nuevos espacios para este periodo en que la clave será apasionarse y comprometerse en actividades que den sentido a la vida. Sin embargo, sabemos perfectamente que quien no ha vivido plenamente su juventud es posible que tampoco lo haga en su vejez.
 
Si sólo elegimos entretenernos y “pasar el tiempo”, seguiremos regalando la vida a los moldes de la vejez carentes de vitalidad que se formaron con los preconceptos que mencionamos anteriormente.
 
Si creemos que ya todo está vivido y que no hay algo más que uno pueda hacer, sólo nos conducirá al vacío y a la tristeza.
 
El hecho de llegar a los 70 años nos llevará a hacer un balance de nuestra vida. Si sentimos que no hemos realmente vivido y que nos quedan demasiados asuntos pendientes, rencores o frustraciones por saldar, es posible que permanezcamos atrapados, dando vueltas alrededor de nuestro pasado. Habrá que resignificar y curar la propia historia para aventurarnos a vivir más allá del rol laboral o familiar —que en este Septenio ha perdido toda importancia— y descubrir quién nos habita más allá de cuánto rindamos o cuán útiles seamos a la sociedad.
 
Los otros se tornarán fundamentales en esta etapa: será un tiempo donde deberemos entregar nuestra responsabilidad a los socios más jóvenes o a los hijos. O, por el contrario, se tratará de un tiempo donde comenzaremos a depender en exceso de los demás hasta para pensar en el propio sostén: será, por ejemplo, el caso en que los hijos nos mantienen económicamente o bien nos ayudan con la jubilación.
 
En este Septenio habrá que aprender a retirarse, dejar lo propio en manos de otros, que lo reciclarán con renovada creatividad. En ocasiones, algunas personas destruyen su propia obra por no saber retirarse a tiempo. Este será, claramente, un tiempo de distribuir lo creado y dejar discípulos. Es decir, expresarnos a través de los otros, que aportarán ideas más futuristas.
 
En esta edad, los 70 años, aún tenemos mucho para dar y necesitamos un ámbito para expresarnos y enriquecernos al compartir nuestras experiencias. Será oportuno, por eso, el cultivo de nuevas y viejas amistades para no encerrarnos exclusivamente en la familia y generar un excesivo peso y responsabilidad en nuestros hijos. Será una buena oportunidad para ejercer esta tarea.
 
Este será un tiempo donde reconectar con el misterio que nos habita. Surgirá el desafío de encontrar respuestas trascendentes y volver a reflexionar acerca de la fe. Si fuimos muy religiosos en el pasado, quizás sintamos que Dios no respondió a todos nuestros requerimientos. Habrá que reformular la imagen que tenemos de lo sagrado más allá de los conceptos que guiaron nuestra vida hasta este momento a través de renovadas búsquedas espirituales, esotéricas o artísticas.
 
En esta etapa será necesario transitar con amor la baja de la vitalidad corporal y habilitar una mayor observación. Mientras el entorno “gira” alrededor en el yugo cotidiano, seremos la montaña que sostiene a quienes deambulan por las laderas de la vida. O, por el contrario, atemorizaremos por la propia supervivencia, nos volveremos cada vez más rígidos —física y mentalmente— y quedaremos atrapados en la idea carcelera de que todo tiempo pasado fue mejor.
 
 
 
DUODÉCIMO SEPTENIO CUARTO PORTAL TRANSPERSONAL
DESDE LOS 77 HASTA LOS 84 AÑOS
 
UN TIEMPO DE RECAPITULACIÓN Y DE LIBERTAD
 
 
En esta escena final de la gran obra que abarca a nuestra vida, la conciencia participará de un momento paradojal. La evidencia nos mostrará de qué modo nos aproximamos a la recta final de la existencia, lo que habilitará una revisión global y una profundidad que nunca antes habíamos experimentado en el pasado. El hecho de saber que llegamos a nuestro desenlace nos otorgará una libertad para llevar adelante el balance más sincero de todo lo que hemos vivido: sin estrategias de beneficios personales, solos frente a nuestra conciencia. Será un tiempo para saldar todo lo que tenemos pendiente con el pasado, lo que representará una tarea potencialmente tan incómoda y exigente como liberadora y pacificadora.
 
La llegada de este Septenio nos permitirá completar un ciclo astrológico relevante: los 84 años que le demanda a Urano dar un giro completo alrededor del Sol. ¿Qué representará esto para la Astrología? Pues el despliegue de la originalidad de la vida y la revelación de nuestra creatividad como un hecho consumado. Este punto coincidirá con una edad —los 84 años— que, en el actual desarrollo de la humanidad, concordará con una expectativa de vida razonable. Esto significa que el ciclo de la realización plena, que reúne lo creativo y lo original que florece en nuestra vida, se completará de un modo inequívoco cuando estemos a punto de morir. La expresión de nuestra singularidad no tiene por objetivo el disfrute de nosotros mismos ni tampoco mantiene un sentido personal. Por el contrario, lo creativo de nuestra vida será diseminado y circulará por la red humana animando a otros seres, estimulando ecos y resonancias más allá de nuestra muerte. El aporte creativo, singular y original que otorgaremos tendrá un sentido trascendente a la existencia personal.
 
 
ENTRE LAS CARACTERÍSTICAS MÁS IMPORTANTES DE ESTE PERIODO FIGURAN:
 
Se produce un estado de la conciencia del retiro y el final.
 
Se da una revisión, una reconciliación y un balance con relación al pasado.
 
Se permite un contacto con lo esencial de la vida.
 
Se da una sensación de desnudez existencial, lo que implica una posibilidad de máxima espontaneidad expresiva.
 
Se produce un desprendimiento y una trascendencia hacia, o bien un apego y un miedo a la muerte.
 
La muerte aparece como liberadora de compromisos y habilitadora de una nueva vida.
 
Se da un agotamiento de la vitalidad física, una disposición reflexiva y meditativa.
 
Nos percibimos de otro tiempo: se produce una mirada revolucionaria o una sensación de exilio.
 
Se produce una limpieza y un despeje del camino para los sucesores.
 
Se percibe una conciencia de “mi vida sin mí”.
 
Se conecta con el misterio.
 
 
DESTACADOS DE ESTE SEPTENIO
 
En este Septenio tendremos la oportunidad —si aún no lo hemos logrado— de trascender y liberarnos de la extrema importancia que les dábamos a nuestro cuerpo y a nuestra personalidad.
 
Este Septenio culmina con los 84 años, un tiempo que coincide con la órbita del planeta Urano alrededor del Sol. Nuestra vida expresa su máxima creatividad cuando la conciencia individual está culminando su recorrido.
 
En este Septenio se nos pedirá la tarea más ardua: desprendernos de nuestra personalidad. El hecho de despojarnos de nuestras posesiones, la salud o las relaciones nos mostrará el despegue —en definitiva— de la vida que construimos y que amamos. Será un tiempo de practicar el desapego para partir livianos. Dejar distribuida la herencia en vida es el mejor acto de amor para despedirnos de nuestros sucesores.
 
Se trata de un periodo que nos permite transitar y adquirir una nueva forma de estar en conciencia.
 
En esta etapa de la vida, se volverá, más que nunca, necesario reconciliarse con el pasado. Si estamos heridos, nos seguiremos perdiendo en el presente. El hecho de perdonar a las personas que consideramos que nos lastimaron nos permitirá liberarnos de una vida que percibimos llena de sufrimientos.
 
Una buena forma de cerrar la propia existencia podrá ser el sentimiento de “bien valdría volver a repetir mi vida”. El que puede recordarla con gratitud se sentirá satisfecho en su ancianidad. Lo vivido subsistirá como un tesoro irrebatible. El hecho de agradecer lo vivido ayudará a dar gracias también al presente con las mayores o con las menores limitaciones que este tenga.
 
A esta edad estaremos más cerca de lo eterno y tendremos la maravillosa oportunidad de relativizar los conflictos mundanos, facilitando el hecho de perdonar y de perdonarnos.
 
La posibilidad de desapego siempre estuvo latente en nuestra naturaleza. Si no hemos hecho nada por soltar dependencias y liberarnos de temores durante toda nuestra vida, es probable que tampoco lo logremos durante este Septenio.
 
El cuerpo debilitado, lejos de asustarnos, debería estimular el desarrollo de una conciencia que percibe —o al menos se intriga— por los planos más sutiles y no corporales del ser.






































No hay comentarios: