"Vino entonces Jesús a Judas y tomó sus pies. La tierra exhaló un silencioso lamento. Las piedras de las murallas levantaron su voz cuando vieron que no le abrasaba el fuego. El asombro se hizo espanto cuando las manos de Nuestro Señor acariciaron los pies de su asesino. Pero no descubrió su maldad, sino que la encubrió y le trató como a los demás."
Cirilonas de Edessa
Tomada del libro Los Doce de José María Zavala, página 225
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