No demos por sentado que enfrentar la idea de la muerte es
demasiado doloroso, que pensar en ella nos destruirá, que debemos negar la
transitoriedad para que esa verdad no vuelva insoportable nuestras vidas. Tal
negación no es gratuita: empobrece nuestra Vida interior, nubla nuestra visión,
embota nuestra racionalidad (…). Mirar a la muerte a la cara, acompañados por
alguien que nos oriente, no sólo aplaca el terror sino que vuelve a la
existencia más rica, intensa y vital. Trabajar con la muerte nos enseña sobre
la vida.
Irvin D. Yalom
Mirar al sol,
página 3
De hecho, considero que, en mi labor terapéutica, mis
antecesores intelectuales no son tanto los grandes psiquiatras y psicólogos de
fines del siglo XIX y comienzos del XX —Pinel, Freud, Jung, Pavlov, Rorschach y
Skinner— como los filósofos de la Grecia clásica, en particular Epicuro. Cuanto
más aprendo sobre este extraordinario pensador ateniense, más claramente lo
reconozco como el prototipo del terapeuta existencialista.
Irvin D. Yalom
Mirar al sol,
página 5
Epicuro no fue un adalid de los placeres sensuales; lo que
realmente le interesaba era la obtención de la imperturbabilidad (ataraxia).
Irvin D. Yalom
Mirar al sol,
página 5
Epicuro practicaba una «filosofía médica» e insistía en que,
así como el médico trata el cuerpo, el filósofo debía tratar el alma. Desde su
punto de vista, sólo había una meta correcta para la filosofía: aliviar el
sufrimiento humano. ¿Y cuál era, para él, la causa primera del sufrimiento?
Epicuro sostenía que era nuestro omnipresente temor a la muerte. Decía que la
aterradora visión de la inevitabilidad de la muerte afecta nuestro disfrute de
la vida y perturba todos nuestros placeres.
Irvin D. Yalom
Mirar al sol,
página 6
La ansiedad ante la muerte es la madre de las religiones.
Irvin D. Yalom
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página 8
El psicólogo Rollo May dijo en broma que la ansiedad sin
motivo siempre busca convertirse en ansiedad con motivo. En otras palabras, la
ansiedad sobre nada en particular no tarda en referirse a un objeto tangible.
Irvin D. Yalom
Mirar al sol,
página 26
La conciencia de la muerte puede servir como una experiencia
de despertar, un catalizador sumamente útil para producir importantes cambios
vitales.
Irvin D. Yalom
Mirar al sol,
página 32
Ya que tal conciencia del ser lleva a importantes
transformaciones personales, ¿cómo hace uno para pasar del modo cotidiano al
otro, él que lleva a la transformación? No basta con desearlo, o hacer fuerza,
apretando los dientes. En general, aquello que permite que una persona
despierte y pase con una sacudida del modo cotidiano al modo ontológico es una
experiencia urgente e irreversible. Eso es lo que llamo la «experiencia de
despertar». Pero ¿cuáles son las experiencias de despertar en lo cotidiano para
aquéllos que no enfrentamos un cáncer terminal, un pelotón de fusilamiento o
una visita del Fantasma del Futuro? Según mis observaciones, los principales
catalizadores para una experiencia de despertar son acontecimientos urgentes de
la vida, como: El dolor ante la pérdida de un ser querido. Una enfermedad que
ponga la vida en peligro. El fin de una relación íntima. Algún hito vital
crucial; por ejemplo, un cumpleaños importante (los cincuenta, sesenta, setenta
años, etcétera). Un trauma catastrófico, como un incendio, una violación o un
robo. Cuando los hijos se marchan del hogar (nido vacío). La pérdida del
trabajo o un cambio de carrera. La jubilación. Internarse en un geriátrico. Por
último, sueños poderosos que transmiten un mensaje del yo más profundo pueden
servir como experiencias de despertar.
Irvin D. Yalom
Mirar al sol,
página 36
Cuanto menos vives tu vida, mayor será tu ansiedad ante la
muerte.
Irvin D. Yalom
Mirar al sol,
página 47
Las decisiones de fondo suelen tener hondas raíces. Toda
elección conlleva una renuncia, y cada renuncia nos hace conscientes de las
limitaciones y de la transitoriedad.
Irvin D. Yalom
Mirar al sol,
página 52
Todo el que está a punto de jubilarse tiene una preocupación
oculta por la muerte, y no es raro que estas preocupaciones aparezcan en un
sueño.
Irvin D. Yalom
Mirar al sol,
página 65
Los pacientes para quienes la terapia ha sido significativa
suelen tener sensaciones muy ambivalentes cuando se acerca el fin de aquélla, y
a menudo experimentan un recrudecimiento de sus síntomas originales. Alguien
dijo alguna vez que la psicoterapia es una cicloterapia: uno repasa una y otra
vez los mismos temas, y, en cada una de esas ocasiones, refuerza la
transformación personal.
Irvin D. Yalom
Mirar al sol,
página 66
Enfrentar la muerte hace surgir la ansiedad, pero también
tiene el potencial de enriquecer enormemente la vida. Las experiencias de
despertar pueden ser poderosas pero efímeras.
Irvin D. Yalom
Mirar al sol,
página 67
Epicuro creía que la verdadera misión de la filosofía es
aliviar el sufrimiento humano. ¿Y cuál es la causa primera de ese sufrimiento?
Para Epicuro, no cabía duda de que la respuesta a esa pregunta es nuestro
omnipresente temor a la muerte.
Irvin D. Yalom
Mirar al sol,
página 67
El fenómeno de la propagación de ondas concéntricas, de
crear algo que al ser transmitido enriquecerá la vida de otros, transforma su
terror en profunda satisfacción.
Irvin D. Yalom
Mirar al sol,
página 77
La propagación en ondas alivia el dolor de la transitoriedad
al recordamos que algo nuestro persiste, por más que nosotros no lo sepamos ni
percibamos.
Irvin D. Yalom
Mirar al sol,
página 79
A menudo ocurre que unas pocas y sucintas líneas o un
aforismo de un filósofo u otro pensador nos ayudan a reflexionar de manera útil
sobre nuestra ansiedad ante la muerte y sobre cómo vivir en plenitud. Sea por
lo ingenioso de su planteo, por su retórica o por la forma en que sus líneas
resuenan, o por estar muy comprimidos, llenos de energía cinética, estos
pensamientos profundos pueden sacudir a quien los lea por su cuenta, o a un
paciente, arrancándolos de un modo de vida familiar, pero estático. Quizá, como
sugerí, sea consolador ver que esos gigantes del pensamiento lidiaron con tan
graves preocupaciones, y las vencieron. O tal vez, lo que esas memorables
palabras demuestran es que la desesperación puede transformarse en arte.
Irvin D. Yalom
Mirar al sol,
página 79
Una de las frases preferidas de Nietzsche era amor fati,
«ama tu destino». En otras palabras, «crea un destino que puedas amar».
Irvin D. Yalom
Mirar al sol,
página 3
Te parece que no has vivido bien tu vida. En tal caso, yo te
preguntaría: ¿En qué no la viviste bien? ¿De qué te arrepientes?
Mi propósito no es hacer que te ahogues en un mar de
arrepentimiento por lo pasado, sino lograr que tu mirada se vuelva hacia el
futuro, y a la siguiente pregunta, que tiene la capacidad potencial de cambiar
tu vida: ¿Qué puedes hacer ahora en tu vida para que, dentro de un año, o
cinco, no sientas esa misma desazón respecto de todo aquello de lo que te
arrepientes al mirar atrás? En otras palabras, ¿puedes encontrar una manera de
vivir sin seguir acumulando arrepentimiento?
Irvin D. Yalom
Mirar al sol,
página 86
Ideas como los argumentos de Epicuro, la propagación por
ondas concéntricas, evitar el no vivir la vida y el énfasis en la autenticidad
de los aforismos que cito son útiles para combatir la ansiedad ante la muerte.
Pero el poder de estas ideas se ve muy realzado por otro componente —la
conexión íntima con los demás—
Irvin D. Yalom
Mirar al sol,
página 95
Para mí, en lo personal y en mi práctica de psicoterapia, el
enfoque más eficaz de la ansiedad ante la muerte es el existencial.
Irvin D. Yalom
Mirar al sol,
página 99
Hay dos clases de soledad: la cotidiana y la existencial.
Irvin D. Yalom
Mirar al sol,
página 100
El acto mismo de escribir es como una renovación. Amo el
proceso creativo, desde el primer atisbo de una idea hasta el manuscrito final.
Encuentro que sus aspectos mecánicos son una fuente de placer. Me encanta la
carpintería de la escritura: encontrar la palabra perfecta, lijar y pulir las
oraciones, jugar con el ritmo y la cadencia de frases y párrafos.
Irvin D. Yalom
Mirar al sol,
página 160
A veces pienso que la mejor manera de describir mi estado
interior es mediante la metáfora de la técnica de «pantalla dividida». Se trata
de una técnica de terapia hipnótica que se emplea para que los pacientes puedan
enfrentar algún recuerdo obsesionante y doloroso[47]. El procedimiento es el
siguiente: el terapeuta le pide al paciente hipnotizado que cierre los ojos y
divida su horizonte visual, o pantalla, en dos partes horizontales. En una
mitad, el paciente visualiza la escena oscura o traumática; en la otra, una
imagen que le produzca placer o tranquilidad; por ejemplo, la de un paseo por
una senda favorita de un bosque o una playa tropical. La presencia continua de
la escena tranquila realza y atempera la imagen perturbadora. La mitad de la
pantalla de mi conciencia es sobria y siempre consciente de la transitoriedad.
Pero la otra mitad la realza al exhibir otro espectáculo, un escenario que
puede ser descripto mediante una metáfora sugerida por los escritos del biólogo
evolucionista Richard Dawkins[48]. Nos dice que imaginemos un punto de luz, tan
pequeño como el que proyecta un puntero láser, que corre por la inmensa regla
que es el tiempo. Todo lo que ese punto ya pasó se pierde en la oscuridad del
pasado. Todo lo que aún no alumbra es la oscuridad de lo no nacido. Sólo
aquello que está alumbrado por ese punto diminuto vive. Esta imagen disipa la
oscuridad y evoca en mí la idea de que soy increíblemente afortunado por estar
aquí, vivo, y disfrutando del puro placer de ser. También me hace sentir que sería
una trágica estupidez estropear el breve período que estaré en la diminuta luz
de la existencia con ideas que niegan la vida al proclamar que ésta se
encuentra, en realidad, en algún lugar de la oscuridad infinita que se extiende
por delante de mí.
Irvin D. Yalom
Mirar al sol,
página 161
Si aceptamos la premisa (y el persuasivo cuerpo de evidencia
que la acompaña) de que la relación terapéutica es fundamental para la
psicoterapia, es evidente que el paso siguiente es preguntar: ¿cuál es la clase
de relación más efectiva? Hace más de sesenta años, Carl Rogers, un pionero de
la investigación psicoterapéutica, demostró que el éxito de una terapia está
asociado a una tríada de conductas del terapeuta: ser genuino, tener empatía en
el momento adecuado y mantener una actitud positiva incondicional hacia el
paciente. Estas características son importantes en todas las formas de terapia,
y soy el primero en recomendarlas. Sin embargo, creo que al trabajar con la
ansiedad ante la muerte o en cualquier otro tema existencial, el concepto de
ser genuino toma un significado distinto, más profundo, que deriva en cambios
radicales en la naturaleza de la relación terapéutica.
Irvin D. Yalom
Mirar al sol,
página 167
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