El ejemplo de George de Liz Greene

 EL EJEMPLO DE GEORGE Y EL COMPLEJO DEL PADRE

Vamos a utilizar un ejemplo hipotético. Sea un hombre al que llamaremos George. Nos presentan a George en casa de un amigo y, en el curso de una conversación personal surge el tema de los padres. George menciona que está pasando el fin de semana con su padre. Dada nuestra deformación profesional como psicólogos, nos volvemos curiosos y le preguntamos: «¿Cómo te llevabas con tu padre cuando eras joven?». El responde educadamente: «Bueno, era una persona muy responsable. Trabajó muy duro. No sé mucho de él, porque nunca estaba en casa, siempre trabajando. Pero le tengo un gran respeto. Siempre insistió en actuar según las normas». 

Como somos astrólogos, le preguntamos por sus datos de nacimiento —aunque no es muy ético, dado que George no nos ha pedido consejo—. No obstante, ignorante de lo que una carta natal puede revelar, acepta y nos los da. Volvemos a casa, levantamos la carta de George y no nos sorprende encontrarnos con una oposición Sol-Saturno. Nos damos cuenta de lo que él ha omitido, pero podría habernos dicho: «Ese bastardo me ignoraba. Me sentí rechazado todo el tiempo. Nada de lo que yo hacía estaba lo bastante bien para él. Me hizo sentir sofocado, dado que era muy autoritario. Y la última cosa que querría hacer en el mundo es pasar un fin de semana con él. Vuelvo a mi casa siempre disgustado, minusvalorado y resentido». 
El complejo del padre arquetípico es universal. No es positivo ni negativo; simplemente es y contiene toda la experiencia humana acerca del principio vital que denominamos padre. Asociamos la ley, el orden y la disciplina con el Padre Saturno, y todo el poder creativo del cosmos con el padre Sol.

Asociamos el diseño celestial o cósmico con el Padre Urano, tal y como lo enunciamos en el Padrenuestro: «Padre nuestro, que estás en los cielos». Asociamos la fuerza, la agresión y el liderazgo con el Padre Marte. Todos tenemos esos planetas en nuestra carta natal y todos ellos nos dicen algo sobre las cualidades y pautas conectadas con el arquetipo del padre y el complejo del padre.

No he incluido a Júpiter, aunque también él puede proporcionar una imagen del padre. Es el Dador de Dones, el padre que otorga la buena suerte y vuelve nuestra mirada hacia el futuro.
Tampoco he hablado de Mercurio, dios de los caminos, que es padre en tanto que maestro y educador. Y aquellos planetas que astrológicamente consideramos «femeninos» pueden también asociarse al padre, especialmente si se ubican en la casa IV. El Padre Luna es cuidador o poco fiable; el Padre Venus es el hermoso amado, el Padre Neptuno es la fuente divina con la cual anhelamos fundirnos y el Padre Plutón descarga el castigo divino sobre aquellos que transgreden la ley natural. Todos tenemos un complejo del padre de algún tipo. A menos que alguno de vosotros haya sido «inmaculadamente concebido», tendréis un padre, presente o ausente, vivo o muerto.

Aun en el caso de que realmente fuerais engendrados a través de la inmaculada concepción, tendríais igualmente un padre, si bien divino.

Así, parece que en nuestro complejo del padre hay un factor solar, puesto que somos creados, no engendrados por nosotros mismos. En nuestro hipotético ejemplo, George tiene una oposición Sol-Saturno en la carta natal, por lo cual experimentará una dimensión particular del padre arquetípico de una determinada manera. Así es como cada uno participa de facetas específicas de un patrón humano universal. No llegaremos a trabajar con el cuadro completo de una encarnación —y puede que tampoco en varias—. Cada uno de nosotros tiene un destino —o hado, o cualquier otra palabra que pudiéramos usar para describir esa necesidad— sumamente individual. 
Dado que los dos planetas estaban en conflicto en el momento del nacimiento de George, el principio del padre arquetípico estaba en conflicto consigo mismo. Existía una especial falta de armonía en el cosmos cuando George nació. El complejo del padre a nivel colectivo tenía un error; y tales errores son cíclicos. porque todos los planetas forman aspectos cíclicos con el resto. En el firmamento estaba teniendo lugar una de esas peleas recurrentes (pues el Sol se opone al menos una vez al año a Saturno). El titán Cronos-Saturno peleaba con Apolo, Señor de la Luz.
Como los alquimistas solían decir, la propia Creación es imperfecta y así también lo es Dios; y Dios depende de la conciencia humana para alcanzar esa perfección que es potencial pero aún no manifiesta.
Así, pues, el particular complejo del padre de George, simbolizado por su oposición Sol-Saturno, ha coloreado su percepción del padre real desde el inicio de su vida. George observará todo lo que diga o haga su padre a través de la lente de esa oposición. En los primeros años de su vida esa percepción será inconsciente, razón por la cual he colocado esa oposición Sol-Saturno en el área rotulada como «inconsciente personal». 
A medida que George crece y se va formando su ego personal, decidirá inconscientemente por qué extremo de la oposición tomará partido y qué extremo acabará proyectando sobre su padre. Esto no es patológico.

Tiende a ocurrir con cualquier aspecto difícil de la carta natal, pues el ego no parece manejar muy bien el conflicto inherente y generalmente tratará de suprimir uno de los extremos en favor del otro. Además, nuestro trasfondo familiar puede virtualmente forzarnos a tomar partido por uno de los dioses en liza. Los sucesivos aspectos difíciles del Saturno en tránsito a su oposición natal, al igual que las progresiones, pueden reflejar experiencias que hacen que George se sienta arrinconado y forzado a partir la oposición en dos para evitar la ansiedad y el estrés. Y el comportamiento efectivo del padre de George puede inclinar la balanza de uno u otro lado.

Si el padre es realmente un tirano cabrón, George no mostrará mucho entusiasmo al saber que posee en sí mismo esas cualidades saturninas.

Nunca podremos estar seguros del todo, al fijarnos en un aspecto difícil, acerca de qué extremo «reclamará» el ego como propio y qué extremo permanecerá en el inconsciente. Pero podemos tener pistas. Si George es un Capricornio con Ascendente Tauro y la Luna en Virgo, sin ningún planeta en Fuego excepto Plutón, podemos suponer fundada-mente que tomará partido por Saturno y proyectará el lado solar de su oposición sobre su padre. El padre, en tal caso, aparecerá como artista o carismático, pero posiblemente débil o infantil, o inaccesible, como el Sol en el cielo. Si George es un Leo con Ascendente en Sagitario, el Sol conjunto a Júpiter, Mercurio y Venus en Leo en trígono a Marte en Aries, podremos suponer con igual fundamento que George tomará partido por su Sol y proyectará Saturno. Escogeré esta última posibilidad para desarrollar nuestra historia acerca de la Locura de George.
Cuando el ardiente George empieza a interactuar con el mundo exterior y se encuentra a cualquier cosa o persona conectada con el arquetipo del padre —autoridades escolares, policía, su asignación semanal, incluso su propio cuerpo— el complejo presionará sus percepciones conscientes y las coloreará sutilmente, distorsionando su percepción de la realidad. Los nativos e instituciones saturninas se mostrarán invariablemente como autoritarios y restrictivos, el mundo parece bloquearle a cada paso. Y George empezará a pensar: «Qué duro es ahí fuera. El mundo es un lugar podrido. Todo el mundo parece lanzarme cubos de mierda». Así es como George percibe a su padre. En este punto es poco probable que reconozca que la figura difícil, dura y autoritaria que le mantiene con un pie en el cuello no es realmente su padre o, para el caso, el mundo. Su padre es un gancho sobre el cual él proyecta parte de la energía de su complejo del padre —la mitad que no puede digerir e incorporar—.
Ya desde la infancia, George está predispuesto a través de su innata estructura psíquica —donde residen los complejos— a percibir al padre y a las figuras equivalentes de esta manera. Pero es la experiencia directa lo que da sustancia al esqueleto arquetípico del complejo. Dejemos aparte por ahora a la madre, aunque todos sabemos que jugará un papel muy importante en cómo él vivirá esa oposición Sol-Saturno. Digamos, pues, que su padre no es realmente un mal tipo. Tiene también un aspecto Sol-Saturno (cuadratura). Pero a diferencia de George, el Sol del padre está en un signo de Tierra y que en su carta no hay Fuego, a excepción de la Luna en Leo; por ello se identifica mucho más con la voz ligada a la Tierra de Saturno, mientras que rechaza el individualista principio solar.
Secretamente es un soñador, un artista frustrado —después de todo, su Luna está conjunta a la triple conjunción Sol-Venus-Júpiter de George—  y desea que el niño tenga todas las oportunidades creativas que él nunca tuvo. Pero siente que tiene la responsabilidad de sostener a su familia, por lo que se pone la máscara saturnina e intenta con todas sus fuerzas ser responsable.
No obstante, George no está predispuesto a ver otra cosa que el lado negativo de Saturno. De modo que su padre comienza a sentirse rechazado. George está siempre malhumorado en su presencia y se resiente de cualquier intento de establecer una disciplina; ni siquiera le gusta el caballito de madera que su padre tardó horas en construir para su cumpleaños. Después de un tiempo, el padre se dice a sí mismo: «Este niño es imposible. Simplemente no puedo hablar con él. No hay forma de acer-tar con cualquier cosa que intento hacer. No me voy a molestar nunca más en preocuparme por él. Que lo haga su madre». 
El padre se repliega y se vuelve distante, sintiéndose cada vez más como un fracaso como padre. A fin de cuentas, él tiene una cuadratura Sol-Saturno; y la experiencia con su propio padre, el abuelo de George, tampoco fue exactamente un camino de rosas. No tiene mucha idea de la experiencia de ser padre. Mientras tanto, George se siente secretamente un fracaso como hijo, porque cree que su padre no le quiere —a pesar de que a nivel consciente él culpa a su padre de su distanciamiento mutuo—
. Esta experiencia personalísima de la relación de padre a hijo comienza a desarrollar ese esqueleto del complejo de George. Nuestras experiencias infantiles, que recordamos e interpretamos selectivamente, aportan asociaciones personales, recuerdos personales y sentimientos personales a algo que esencialmente es impersonal o transpersonal. Y por tanto el complejo crece, con una pauta arquetípica en su núcleo, y una sumamente personal superposición de capas de experiencia alrededor de dicho núcleo. A primera vista, parece que ha empezado a formarse una expresión patológica del complejo de George. Está acumulando una elevada carga energética de tipo negativo. Pero su significado y propósito último aún no se han revelado. 
A medida que se va acercando a la edad adulta y se mueve hacia el retorno de Saturno, la decepción, el dolor y el resentimiento de George hacia su padre genera sentimientos de ira y de fracaso en todas las relaciones y situaciones en que interviene el arquetipo del padre. Puede que no sea consciente de nada de esto, o de casi nada. Pero al mismo tiempo que carga con una percepción negativa del padre, el respeto y la admiración que siente por el autocontrol y la autodisciplina de su padre no es algo negativo. Aunque no es probable que lo admita, podría envidiar a su padre, pues este hombre posee la dureza y el compromiso necesarios para sacrificar sus propias aspiraciones en beneficio de su familia; y en lo profundo de sí mismo, George sabe eso. George sabe también que, en tanto que persona ardiente, que es bastante narcisista e infantil al dar por sentado que el mundo «debe» reconocer lo especial que es y eximirle de sus obligaciones por la cara. Para el tiempo en que se produce el retorno de Saturno, el complejo ya contiene una complicada masa de sentimientos y asociaciones personales sumamente ambivalentes. 
A los veintinueve años, a George la va bien en su trabajo para British Telecom. Aspira a un buen puesto en la directiva de la compañía y cree, en el nivel consciente, que merece llegar a lo más alto. Pero el destino le gasta una broma muy pesada —o eso es lo que parece—. George no sabe que tiene un complejo de padre que le predispone a tener problemas con la autoridad, porque aún no ha sufrido el impacto total del complejo. Ha tenido atisbos: alrededor de los 15 años, cuando Saturno se opuso a su Saturno natal en conjunción al Sol tuvo la primera gran pelea con su padre a causa de los amigos punk con los que andaba y sus pobres resultados escolares; y a los veintidós, cuando Saturno estaba en cuadratura a su lugar natal, le echaron de Sainsbury’s por llevar vaqueros y un pendiente en la oreja en el trabajo. 
Ahora, no obstante, está pasando por su retorno de Saturno. Ya es un hombre hecho y derecho y ha dejado atrás la etapa de la rebelión adolescente. Sin embargo, la propia naturaleza del trabajo que ha escogido inevitablemente invocará la presencia del complejo. En el momento en que uno va al trabajo como empleado de una empresa, se encontrará con una autoridad ante la que deberá rendir cuentas. Uno acepta eso y solicita el trabajo. Y ya aparece alguien que dice: «Examinaré su solicitud y decidiré si es usted lo bastante bueno». El complejo se invoca desde ese preciso momento, porque hay una autoridad ante la cual debe uno presentarse en primer lugar para obtener el trabajo. Antes incluso de que George traspase la puerta de British Telecom, su complejo de padre empieza a dar señales de vida, porque podrían rechazar su solicitud. Alguien de la empresa podría decirle: «No le queremos». Aun en el caso de que no fuera consciente de ello, él está predispuesto ya a recibir esa clase de respuesta.
Durante un tiempo todo parece ir bien. Pero al tiempo del retorno de Saturno, el jefe de George asciende y él queda a las órdenes de un nuevo jefe, en cuya carta luce esplendorosamente una oposición Sol-Saturno. A cualquier parte que vaya, siempre acabará encontrándose con una figura saturnina en el momento propicio. Esto es lo que quiero decir por destino. No hay una explicación racional de cómo ocurre. En un nivel, podemos ver operando el principio de causa y efecto. George es un trabajador leal a su empresa, porque su aspecto Sol-Saturno le empuja a buscar seguridad y estructura. Es probable que, dentro de las compañías, quienes ocupan los puestos más elevados tengan también algún aspecto Sol-Saturno y, por tanto, es igualmente probable que George acabe trabajando para uno de ellos. Pero este razonamiento causal no puede explicar las formas misteriosas en que nosotros nos encontramos con nuestros complejos en el mundo exterior.
A veces la cadena de causas y consecuencias es tan oscura que no podemos encontrar su origen, porque éste puede hallarse en la historia familiar anterior a nuestro nacimiento. A veces, realizamos nuestras elecciones a una edad tan temprana que no podemos considerarnos de ninguna manera responsables. A veces se nos fuerza a escoger determinadas opciones porque el mundo es como es. A veces el colectivo ha puesto en marcha procesos que llevan a unas consecuencias que nos afectan personalmente. En esa área hablar de «culpa» personal puede resultar irrelevante e inapropiado.
Todo lo que sabemos es que, si prestamos atención a los suficientes relatos vitales, podemos ver que esa extraña sincronicidad ocurre constantemente. Siempre nos encontramos con nuestro yo secreto en el mundo exterior, aunque tengamos que dar la vuelta al mundo para hacerlo. Siempre encontraremos a gente cuya carta natal encaje con la nuestra y cuyos complejos hacen pareja con los nuestros, con lo cual podemos representar nuestro drama personal con esos individuos, de tal manera, que podemos descubrirnos a nosotros mismos, afortunadamente. Generalmente es a través de la dinámica de las relaciones que empezamos a ser conscientes de nuestros complejos. Ésa es la manera usual que tienen de manifestarse en nuestra vida —no sólo en las relaciones románticas, sino en todas las relaciones en que nos entregamos a fondo—. Así, George ha sido asignado de forma infalible a un ejecutivo concreto de BT que también carga con un complejo del padre de tipo saturnino. Y entonces, ¿qué creéis que va a ocurrir?
Una lucha de poder. Aunque al principio es más probable que exista una antipatía basada en proyecciones mutas. Nuestros problemas con los demás comienzan normalmente con pequeños e inadvertidos gestos, palabras y acciones generados por nuestros complejos, antes de mostrarse al completo como una lucha de poder.
Están empezando a surgir dificultades entre George y su jefe, aunque en un primer momento ninguno de los dos es muy consciente de ello.
El jefe puede ser un poco reservado y entrometido, pero básicamente es un buen tipo. No obstante, su aspecto Sol-Saturno dificulta que delegue su autoridad o tenga un trato cálido con sus empleados, de manera que George se siente menospreciado y humillado todo el tiempo. Su jefe no tiene idea de cuál es el problema. Todo lo que sabe es que saltan chispas entre ellos. La relación no funciona. El complejo inconsciente de George le ha elegido para ocupar el mismo papel que su padre ocupó anteriormente. Se siente criticado. No se le está reconociendo el carácter especial que él cree tener. Crea a su alrededor una atmósfera taciturna. A su vez, su jefe siente que George va a sabotear todo lo que él haga. Percibe la tácita insubordinación de George y le preocupa que pueda volverse irresponsable o incluso desleal.
Igual, el jefe de George puede tener tendencia a sentirse amenazado por el talento o las cualidades de cualquier empleado, por lo cual humilla de verdad a George.
Y eso, puede formar parte del guion. No es sólo que el complejo del padre de George esté desatado, sino también el de su jefe. No conocemos la naturaleza exacta del complejo del padre del jefe de George. Pero puede sentir envidia de George, porque George parece tan ardoroso y extrovertido y este hombre, como el padre de George, puede haber reprimido todos sus instintos juguetones en orden a alcanzar el éxito.
También existe la posibilidad que el jefe de George puede tenerle miedo.
En el mito, Saturno tenía miedo de sus hijos, debido a que sabía con certeza que uno de ellos le iba a destronar. O ese hombre podía, en algún sentido, sentirse inferior a George, o tal vez estaba intentando ser un buen padre y se encontró con un hijo que de entrada le rechazó. Todos esos sentimientos pueden estar en juego. Tienes bastante razón: la situación puede invocar la envidia del jefe. Aunque también puede invocar la de George. Todo lo que sabemos al principio es que estas dos personas van a encontrarse y que una vez empiezan con su combate de boxeo psíquico —cuando el complejo del padre de ambos se apodera de ellos por encima de toda conciencia— es inevitable la manifestación en forma de pelea.
George es despedido y dirige sus pasos a la puerta de la consulta del astrólogo, pidiendo hora para una lectura de carta. Para ayudar a George a comprender la verdadera naturaleza del embrollo, primero debemos entenderlo nosotros. En el fondo no tiene nada que ver con jefes y trabajos. Ésa es sólo una de las posibles manifestaciones del complejo.
Aun cuando George se sometiera a diez años de psicoanálisis, ningún esfuerzo consciente hará que el complejo desaparezca.
Después de diez años de acudir al psicoanalista, George podría descubrir que su padre no es realmente Saturno-Cronos, pero seguiría cargando con su complejo, despojado de sus asociaciones puramente personales. El complejo es un centro de energía, dinámico y vivo, que contiene la pauta de desarrollo como hombre de George. Finalmente ha encontrado una forma de ser él mismo esa combinación de Sol y Saturno y de expresarla de una forma tan creativa y constructiva como le es posible.
Sólo ha podido alcanzar ese nivel de conciencia tras pasar por muchas experiencias diferentes, tanto agradables como desagradables, adquiriendo gradualmente una mayor percepción del complejo del padre a través de todas las personas y situaciones de tipo saturnino con que se ha encontrado. Puede que acumule tales experiencias durante muchos años, cada vez que su oposición natal Sol-Saturno sea activada por un tránsito o un aspecto progresado, hasta el momento en que el complejo haya acumulado la energía suficiente como para salir a la conciencia y ser integrado en ésta, al menos en parte.
Los complejos pueden estar dormidos durante mucho tiempo y sólo se dejan ver cuando llega el momento propicio. De eso precisamente trata la astrología predictiva, si bien el astrólogo demasiado literal puede pasar por alto el significado y la lenta emergencia del complejo, centrándose únicamente en su resultado —el despido de George—. A nivel interno, los tránsitos y progresiones nos dirán cuándo es el momento adecuado para que los complejos se manifiesten.
Y, George siempre tendrá una oposición Sol-Saturno en su carta, que forma su complejo del padre; podría no haber elegido pelearse con su jefe y, en consecuencia, ser despedido. Y tampoco tiene por qué culpar a su padre. Podría ser más saturnino y experimentar ambos extremos de la oposición.
Podemos trabajar a un nivel intelectual para comprender de qué tratan nuestros complejos. Podemos usar la carta para «detectar los complejos». Esto es muy divertido y también muy útil, porque puede prepararnos y ayudarnos para enfrentarnos con una mayor sensibilidad a lo que se avecina; pero no va alterar el ritmo de desarrollo y de aparición del complejo. Cuando los complejos comienzan a entrometerse en nuestra vida, la vivencia real es bastante diferente de su reconocimiento intelectual, por lo que lo inteligente será volverse hacia adentro para enfrentarnos a ellos, en orden a comprender qué son y a dónde nos llevan.
Al intentar comprender los complejos, es necesario pensar en términos paradójicos. Los complejos cambian constantemente de acuerdo con nuestras experiencias y la conciencia que éstas nos aportan; y la forma en que los manejamos en cualquier momento puede alterar la forma en que se expresen en el futuro. Si George hubiera entendido siquiera un poco los ambivalentes sentimientos que tenía hacia su padre, el resultado de la confrontación con su jefe hubiera podido ser diferente. Pero si el complejo no está listo para ser integrado, no podemos ponernos frente al espejo y gritarle: «¡Sal y da la cara, bastardo!». Y el núcleo arquetípico seguirá siendo el mismo, no importa el éxito que tengamos al integrar el material personal asociado al complejo.
El núcleo del complejo es arquetípico y se refleja astrológicamente en las configuraciones de la carta natal. No podemos enviar una solicitud que se nos dé una nueva carta natal sólo porque nos parece que debería cambiar algún factor. No creo que trabajar constructivamente con nuestros complejos sea cuestión de transformar algo en algo distinto. Es más bien una cuestión de mayor conciencia, que nos ayuda a dejar de proyectar nuestros complejos y de comprometernos en patrones compulsivos de relación con otras personas. También puede ayudarnos a liberarnos de las compulsiones interiores que nos llevan a ir en contra de nuestra ética y nuestros valores y a encontrar nuevas vías de expresión para la energía del complejo. Para la cuestión de si una conciencia así puede alterar el futuro no tengo respuesta. Es posible, al igual que es posible que determinadas experiencias son necesarias e inevitables.
Los complejos son muy misteriosos y nos arrastran a aguas espirituales y filosóficas muy profundas. Si no nos limitamos al marco de referencia psicoanalítico y enfocamos la cuestión desde una perspectiva más esotérica, nos enfrentamos al dilema que los alquimistas medievales se esforzaron tan duramente por resolver, a saber: si el cosmos está terminado de crear o no. Dios no ha acabado la obra de la creación o, para decirlo de una forma más herética, Dios no está acabado, o acabada. No se ha terminado de cocinar. Desde esta concepción del mundo, los complejos son pequeñas partes de Dios, si queréis decirlo de una manera más mística. Lo que llamamos el inconsciente colectivo es en realidad el unus mundus, el Todo cósmico viviente del que los seres humanos formamos parte. 
Cuando una persona trabaja para integrar un complejo creando una relación con el inconsciente, el complejo tiene nuevas vías de expresión que, a un nivel puramente instintivo, nunca habría tenido. Sin una conciencia que ejerza de intermediaria tienen niveles limitados de expresión, como ocurre en el reino animal. Muchas formas de vida están ligadas a pautas arquetípicas que dictan su evolución de acuerdo con las necesidades de supervivencia, que es lo que los griegos entendieron por «ley natural» —la forma más rudimentaria de destino o Moira—. No es mucho lo que puede hacer vuestro gato con sus complejos, salvo manifestarlos dentro de los límites de su especie. Si se siente agresivo, puede morder a su amo, o destrozar los muebles o corretear locamente por toda la casa.
Pero hasta donde sabemos, no posee la capacidad de reflexionar acerca del origen de sus sentimientos agresivos, que llevaría a éstos a otro nivel.
Merecidamente o no, un hombre tiene un ego consciente que puede realizar elecciones racionales. Esto no implica una superioridad innata sobre el resto de formas de vida, ni tampoco significa que siempre usemos con sensatez nuestra capacidad de elección. Y mucha gente prefiere tumbarse y dejar que el complejo se apodere de todo, porque eso es mucho más cómodo. Se podría discutir incluso que, dado que tenemos tantas opciones, hemos encontrado salidas más destructivas para nuestros complejos que las que otros seres vivos hubieran descubierto nunca. Pero, por la razón que sea, si ciertamente existe una razón y no se trata de un accidente, se nos ha otorgado el don de la reflexión y podemos mirar hacia adelante y atrás, hacia dentro y hacia afuera. Por lo tanto, podemos establecer una relación diferente con esos centros de energía de nuestro interior, y favorecer un diálogo entre el complejo, con sus compulsiones, y el ego, con su capacidad de decidir.
Al ser consciente del complejo y responsabilizarse por los conflictos innatos contenidos en él, el individuo devuelve algo a la psique colectiva. Como los alquimistas, hemos trabajado sobre la naturaleza y transformado su expresión, si no su núcleo arquetípico esencial. Puede ser que, si un número suficiente de seres humanos se esfuerzan en esa dirección, la compulsiva y destructiva manera en que se manifiestan algunos complejos colectivos —las compulsiones agresivas que llevan a la guerra, por ejemplo— sería transformada. No tengo respuesta a la pregunta de si esto es posible. Personalmente creo que lo es, pero dudo que eso vaya a ocurrir la semana que viene. Algunos complejos no parecen no haber modificado su expresión tras unos cuantos miles de años. Otros, claramente sí. Pero incluso en este último caso, el núcleo arquetípico del complejo no cambia.
La manera en que la conciencia contiene el complejo y trabaja con él puede cambiar radicalmente su forma de «asentarse».


Astrológicamente, a veces podemos rastrear la presencia de acontecimientos «difíciles» o períodos en la infancia que pueden haber con-tribuido a formar las expresiones más problemáticas del complejo.

Vamos a examinar una vez más la oposición Sol-Saturno de George. Digamos que se trata de un aspecto aplicativo: el Sol está a 8º de Leo y Saturno a 14º de Acuario. Cuando tenía seis años, el Sol progresado se movió hasta formar la oposición exacta a Saturno. Eso marca un momento en que el complejo pudo haber cristalizado a través de algún hecho externo que fue vivido como un trauma. Por ejemplo, que su padre le hubiera propinado una paliza salvaje, o que escuchara a sus padres hablar de divorcio y creyó que él era la causa de que su padre los abandonara.

Pero igualmente, si suponemos la existencia de un hecho determinado y fácilmente reconocible, puede que tengamos problemas, puesto que puede no tratarse de un acontecimiento. Podría tratarse de una atmósfera poderosamente represiva y fría, a la cual el propio George ha contribuido inconscientemente. El momento exacto de la oposición Sol-Saturno describe, en verdad, la forma en que George percibió los hechos que ocurrían a su alrededor, no los hechos en sí.

Nada de esto pudo haberle «ocurrido» a George, salvo que él se estaba recuperando de un acceso gripal y, por tanto, estaba inusualmente sensible, sintiendo que todo el mundo a su alrededor le rechazaba. Si le preguntáis: «¿Qué te ocurrió a los seis años?» él puede miraros de forma inexpresiva y deciros: «Nada». O su padre pudo haber llegado malhumorado del trabajo. George corrió hacia él diciéndole: «Papi, papi, ¿me enseñas cómo se pone en marcha el tren eléctrico?» y su padre contestó:
«Cállate y déjame en paz, pequeño monstruo». Treinta años después, en el diván del analista, George dice: «Y luego me dijo esa cosa terrible».
Por todo el mundo millones de padres chillan o dan un tortazo a sus hijos; pero la oposición exacta entre el Sol progresado y el Saturno natal convirtió ese pequeño incidente en un trauma. Su propia reacción al entorno cristalizó su percepción a priori de la autoridad como un mal negocio.

Probablemente haya algo en el primer entorno que cristaliza el complejo, para bien o para mal; y generalmente, los tránsitos y los aspectos progresados lo reflejan. Pero si empezamos a mirar más objetiva-mente «ese algo», nos damos cuenta que esos acontecimientos significan mucho para la persona porque también significan mucho para el complejo. A veces hay hechos que podemos reconocer como traumáticos y entonces podemos decir: «Vaya, esto pasó cuando el padre de George falleció en la guerra y su madre tuvo un colapso nervioso». Ha ocurrido un hecho muy importante y no es difícil entender por qué tiene un terrible sentimiento de pérdida, rechazo y abandono.

Pero no todo el mundo que perdió a su padre en la guerra tiene al Sol en oposición a Saturno, ni tampoco todo el mundo interpreta un hecho tal como abandono personal. Y puede que, en otra carta, con exactamente la misma configuración, no encontremos ningún evento traumático. De algún modo, durante el sexto año de vida, el complejo ha cristalizado a través de una cadena entera de pequeños acontecimientos que sólo significan algo importante para la persona cuyo complejo hace que los registre como parte de un diseño más importante. Es útil explorar la posibilidad de que sí ocurriera un hecho traumático; pero no nos debemos enfadar mucho si no encontramos ninguno.

Oyente: Si el padre de George muere también puede ocurrir a la inversa, ¿no? George podría haber cargado con proyecciones de su padre y, de pronto, ya no están ahí.

Liz: Sí, eso también se puede aplicar. De hecho, así suele ocurrir, dado que en la interacción entre el progenitor y el niño generalmente intervienen proyecciones en ambos sentidos. George puede haber cargado con proyecciones de su padre, que puede haber percibido a su hijo como un bala perdida, un puer aeternus indisciplinado. El padre también puede haber proyectado ciertas dimensiones de Saturno al tiempo que se identificaba con otras. No sólo dividimos en dos de esta manera las configuraciones planetarias, sino también los planetas. Saturno, al igual que los demás planetas, posee muchas facetas. Es una imagen del autoritario Cronos, pero también es el asno, animal tradicionalmente regido por Saturno.
El bufón es una figura saturnina, como demuestran las Saturnales romanas; y por ello, en la Edad Media el rey siempre sentaba al bufón a su lado ante la corte. El bufón es el lado caótico, estúpido, asnal de Saturno, el regente severo.

Así, pues, George puede haber interpretado el papel del bufón (el cabeza hueca, el idiota). El padre podría haber estado todo el tiempo revoloteando a su alrededor diciéndole: «¿Pero es que no eres capaz de hacer nada bien?». En el momento en que su padre muere, George empieza a darse cuenta de que no es un bufón, ni un idiota. Cuando se corta el cordón invisible que une a dos personas a través de un complejo compartido, ya sea debido a la muerte o a una separación permanente, uno puede descubrir cosas acerca de sí mismo que había cargado sobre las espaldas de la otra persona. Igualmente, puede que se libre de las proyecciones que la otra persona ha cargado sobre sus hombros, que también están ligadas de alguna manera al complejo compartido.

La forma en que juntamos las cosas y llegamos a una conclusión acerca de una persona o una experiencia depende grandemente de nuestros propios complejos. Digamos que conocemos a George a los cincuenta años. Ha pasado por su retorno de Saturno, por la oposición de Urano a su lugar natal y está en la segunda oposición de Saturno a su lugar natal. Le preguntamos: «¿Qué tal te va la vida, George?». Él con-testará: «La vida es dura. Es un trabajo duro y tienes lo que te mereces».

Aquí escuchamos hablar al complejo, pues George ha echado un vistazo a sus experiencias, que pueden no ser muy distintas a las de cualquier otro, ha agregado su propia percepción, las ha interpretado y ha llegado a una conclusión acerca de la naturaleza humana. Su conclusión puede ser viable y creativa—para él—. Pero es una conclusión teñida por el aspecto Sol-Saturno de su carta; y no todo el mundo lo tiene.

Digamos que en vuestra carta tenéis una conjunción Sol-Neptuno-Júpiter en Sagitario en la casa IX. No tiene sentido decirle a George: «Ésa es una manera verdaderamente cínica y negativa de ver las cosas. Todo lo que necesitas es amor. La vida está llena de sentido. El alma se reencarna. Hazte la carta astral. Prueba con la meditación y la música chillout». George os va a lanzar una mirada inexpresiva y os va a decir:

«Anda, lárgate a California y deja de hacerme perder el tiempo». Su complejo ha deformado obviamente sus experiencias. Ha hecho que las perciba de una determinada manera, las interprete, de lo cual ha surgido un sistema de valores y una concepción del mundo impregnadas por el tono emocional del complejo.

Esto puede ser «normal» para él. Puede que no sea «patológico»; sólo sería problemático si esos valores y esa visión del mundo le hicieran infeliz, o si su complejo machacara toda su vida o la de los demás a su alrededor. En ese caso él necesitaría ayuda, aunque la ayuda sólo podría ser efectiva si es proporcionada en el contexto de quien es él, no de quien el astrólogo o el terapeuta quien que él sea. Pero si esa visión de la realidad le funciona, entonces merece un respeto, dado que ha dado una salida constructiva a su complejo. Su visión de la vida puede no ser la vuestra; y si es vuestro cliente, es necesario que comprendáis la naturaleza de su complejo y animarle a vivir esa visión del mundo tan creativa y digna-mente como sea posible, en vez de intentar convencerle de que esa visión está equivocada.

Liz Greene
Tomado de su libro El horóscopo en acción













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