Te quise con mi verdad intacta, esa que no sabe mentir ni dosificar el amor.
Te quise con mi rareza a cuestas, con mis silencios que pedían abrigo, con mis defectos y errores puestos sobre la mesa, sin máscaras, sin estrategias.
Te quise con tus tormentas sin nombre, con tu dislexia para sentir, con tus derrotas arrastradas como sombras antiguas, con tus manos cansadas de tanto sostenerse solas
y ese corazón mutilado que yo intenté amar completo, aunque le faltaran pedazos.
Te quise y te acepté con el alma desnuda,
sin pedir garantías ni promesas,
con todo lo que soy y lo poco que me quedaba.
Pero un día te volviste un cielo inalcanzable,
demasiado alto para mis alas rotas,
demasiado lejano para esta fe que se me fue cayendo a pedazos.
Te quise en lo absurdo y en lo complejo,
con la dulzura torpe de una niña que aún cree
y la firmeza de una mujer que no conoce las medidas exactas cuando se trata de entregarse.
Yo no supe amar a medias,
no supe quedarme en la orilla.
Te quise tanto…
y aun así, no fue suficiente.
Ahora no sé de alegrías ni de consuelos,
no sé de mañanas livianas ni de risas sinceras.
Todo en mí es una melancolía absurda
e inagotable,
un murmullo de lo que di y no volvió,
un amor que se quedó sin hogar,
un corazón que aprendió, demasiado tarde,
que amar con todo, a veces no salva.
Mireya Morales Jurado
Sentimientos Inmarcesibles
No hay comentarios:
Publicar un comentario