Santiago Tarín

"Me aterroriza que la IA pueda matar, pero ¿cuánta ficción vimos en el cine que luego ha sido realidad?”

Santiago Tarín



"Para el periodista la adrenalina es necesaria, aunque yo prefiero decir que disfrutaba de la pasión de contar las cosas que pasaban, que creía que eran importantes. Como ser humano, no me causa ningún placer ni el crimen, ni los atentados ni las guerras."

Santiago Tarín



"Que la ciencia resuelva si la maldad es una enfermedad sería magnífico."

Santiago Tarín




"Vengo a contarles un puñado de historias que no salen en los libros de texto, pero que forman parte de nuestra memoria colectiva. No son mis memorias, pero son memoria y contribuyen a explicar un tiempo, una ciudad y un país. Escriben la contraportada de los relatos históricos, las narraciones de la vida cotidiana en su vertiente más oscura y, al mismo tiempo, nos cuentan cómo éramos, qué vicios teníamos o cómo nos divertíamos. Son la otra cara de una misma moneda.
Les contaré historias de desalmados, de gente sin conciencia, de delincuentes desaparecidos y de truhanes de otras épocas. Algunos están pintados en el blanco y negro, otros ya se definen en color; hay entre ellos personajes peculiares, estafadores poetas, fotógrafos que captaron la esencia de la marginalidad o pillos propios de las mejores comedias.
Entre esta fauna despiadada también hay criminales que lo fueron por azar o por la desdicha de unos momentos inclementes. En ellos anidó la desesperación, la incomprensión, la tristeza, la rabia o el desarraigo.
A algunos los veremos con compasión. Las historias de todos ellos se guardan en un desván invisible, el que tiene el salón de los pasos perdidos de los tribunales de justicia."

Santiago Tarín
Los crímenes de los pasos perdidos






















Marina Espasa

"No creo que no se pueda ser crítico y escritor a la vez."

Marina Espasa



"Vaig agafar la mà que m’estenien des de la furgoneta i em vaig deixar hissar. La Raquel va tancar les portes des de dins i el conductor va arrencar. Vam baixar fins a Còrsega, vam arribar fins al llapis que jo havia vorejat feia més de set hores i vam remuntar fins a Lesseps. El conductor va trobar lloc per aparcar en un dels carrers que hi desemboquen.
Dins de la furgoneta hi havia activitat. Posaven pots d’esprai i plantilles de cartró amb siluetes de caps de cérvol dins de les motxilles. Vam baixar i van començar a buscar panys de paret, fanals, contenidors d’escombraries: superfícies poc rugoses, em van explicar, que xopaven més l’esprai. Entre dues Sueques aguantaven la plantilla, la tercera hi disparava l’esprai i els dos amics ho
enregistraven.
–¿Ho penjareu?
–Sí, però no es veuran les nostres cares, tranquil·la.
–No, si a mi...
–Ho necessito pel projecte, que tindrà una part en
vídeo.
Plantaven cérvols a tota màquina, als baixos dels contenidors i a les portes de ferro d’algun jardí.
–¿En vols fer un?
Em van donar l’esprai i vaig resseguir amb la mirada la paret de cases baixes, antigues torres de la Vila de Gràcia, amb les façanes de colors i alguna petita decoració floral als marcs de les portes i finestres. Buscava un lloc per estampar-hi el cérvol. Vaig descobrir una caixa de subministraments elèctrics darrere un parell de contenidors de color gris que tancaven el carrer: vaig assenyalar-la. La Raquel i la Blanca hi van col·locar el motlle de cartró, que van aguantar amb una mà cadascuna mentre jo sacsejava el pot d’esprai negre. Posa-t’hi tan a prop com puguis, i aguanta l’esprai molt vertical! Vaig començar a omplir amb micropartícules de pintura la part foradada del motlle. Semblava que només estigués embrutant una paret, però el van retirar i vaig poder admirar el perfil perfecte d’un cérvol amb unes banyes del tot florides i uns ulls grossos que ens estudiaven entre espantats i desafiadors. ¿Que no ho has vist, que Barcelona és plena de cérvols?"

Marina Espasa
El dia del cérvol










Sylvain Prudhomme

"Te he visto hablando con Franz, me había dicho Imma en voz baja y yo sentí en mi costado el calor casi centenario de su cuerpo al que la mitad de nosotros directa o indirectamente debíamos la vida, os he visto bla bla bla, bla bla bla, muy concentrados, no sé yo qué sería eso tan interesante que os contabais, dijo Imma, y yo no había podido sino pensar que lo había oído todo, lo había adivinado todo, me había parecido ver el famoso lago de antaño encerrado entre montañas como un ojo, ver a Malusci y a la alemana abrazados en la orilla, Malusci y la alemana enamorados setenta años antes
había querido responder a Imma sin mentirle, decirle que era verdad, que estaba enterado sí, hemos hablado mucho, me limité a decirle con voz tranquila y, sin añadir nada más, me quedé mirando la mano de Imma posada en mi brazo, una mano de venas azules jaspeada de manchas claras que había visto cientos de veces correr sobre las teclas del piano, esbelta, ágil, rápida, extraordinariamente ligera a pesar de la edad, interpretando a Ravel, a Debussy, a Fauré habíamos llegado los tres al umbral e Imma recibió los piropos habituales, casi centenaria y estás hecha un pimpollo, no sabes la suerte que tienes a tu edad y hay que ver qué energía, a cuántos les gustaría poder decir lo mismo sobre la terraza el cielo estaba despejado, el follaje de los olivos se recortaba en el aire de la tarde deberías abrigarte un poco, mamá, por lo menos ponte este fular, había dicho Julie, e Imma se había dejado envolver el cuello con aquel tejido ligero sin protestar.
Franz había abierto la cancilla que daba a la calle y todos habíamos salido, nos habíamos puesto a caminar por la acera a lo largo de los coches aparcados, habíamos adelantado a la berlina alemana que había traído Franz del país de los automóviles robustos y seguros, toda la familia reunida en torno a Imma, de ahora en adelante condenada a deambular sola entre las paredes de su casa, toda la familia de paseo durante unos minutos en la brisa de la tarde, yendo al paso de la bisabuela, paso lento, aplicado, tenaz, que tenía el mérito de dar tiempo a todo el mundo para charlar, solo los niños corrían delante, desgañitándose cuesta abajo con gritos estridentes que ya nadie pensaba reprimir, la tristeza del funeral diluida, la familia amputada pero a salvo, una vez más superviviente, reparada, alejándose con los últimos rayos del final del día."

Sylvain Prudhomme
El niño del taxi


































Rebecca Yarros

"Parpadeé. «Cierto. Los libros.» Me di una bofetada mental por haber perdido el hilo solo por encontrarme con una cara bonita. Apenas llevaba veinte minutos con mi propio apellido y los hombres estaban fuera del menú en mi futuro más inmediato. Además, él ni siquiera era de por aquí. Dieciocho horas de viaje o no, resultaba evidente que llevaba un pantalón hecho a medida; las mangas de su camisa de lino blanco estaban remangadas en ese estilo informal y despreocupado que era de todo menos despreocupado. Los hombres de Poplar Grove no se molestaban en comprar pantalones de mil dólares ni tenían acento neoyorquino.
—Mucho —contesté—. Chico conoce a chica, se enamoran, viven una tragedia, alguien muere. —Me encogí de hombros, orgullosa de no sentir que el calor subía a mis mejillas y me delataba—. Añadamos un poco de dramatismo legal en los tribunales, algo de sexo insatisfactorio, aunque poético, quizá una escena de playa, y eso es todo. Si es lo que le gusta, no puede equivocarse con ninguno de esos libros.
—¿Insatisfactorio? —Frunció el ceño, miró ambos volúmenes y luego me observó a mí—. No siempre muere alguien."

Rebecca Yarros
El amor que dejamos atrás






















Marta de Lima seudónimo de Zulmira Pires de Lima Castilho

"Ella mira atentamente el gran espejo del vestidor que muestra toda su figura. Se adorna con pajitas de ese color, intenta rehacer el sombrero y con amor coloca el ala en forma de gorra sobre su cabeza. La melena dejaba pasar los rayos del sol, dibujando pequeñas manchas luminosas en su cabello y rostro. Incluso las pecas desaparecieron. ¡Qué le preocupaban de las pecas! Éstas también tenían caras de pajitas. Miraba con angustia su rostro, ahora sereno, ridículo en ese interludio. ¿Dónde está la nariz corta que no anunciaba esto y el enjuague bucal sin todavía el camino sinuoso y sensual? ¿Dónde está el aire tímido –perdón si existo– y el pecho retraído “únete a los omoplatos de la niña hasta el fondo, izquierda, derecha, izquierda...” y los párpados bajos y la sonrisa retraída? Así que, en el álbum, en el álbum se quedaron. El álbum que Rodrigo nunca vio. ¡Qué decepción verlo! Con valentía se mira al espejo y se encuentra a sí misma. Las pupilas frías y densas, de un marrón matizado, son las que veía tantas veces cuando consultaba el tocador de su madre y se decía: yo no soy ésta, no soy nada como creen. Entonces algo (una víbora, una serpiente, un animal parecía) que estaba enroscada dentro de él salía y a veces en esos momentos se volvía sensible, palpitante, cerrándose y abriéndose irreprimiblemente. Así que no era capaz de odiar, sino de despreciar. Una mala criatura que actuaba en él en esos momentos, pero al mismo tiempo una facultad, un sentido adivinatorio. Sin ningún elemento, fue el que reveló la ignorancia de los maestros, el idealismo inútil del padre, la estatura de la madre y la anomalía que eran Rui y ella, provenientes de la mezcla de esos dos. En esa época, la palabra “amor” aún no era conocida y, si la hubiera conocido, no la habría asociado con el padre y la madre durmiendo en la misma cama."

Marta de Lima seudónimo de Zulmira Pires de Lima Castilho
Um dia são días























Norman G. Shidle

"Un grupo se convierte en un equipo cuando cada miembro está lo suficientemente seguro de sí mismo y de su contribución como para alabar las habilidades de los demás."

Norman G. Shidle o Norman Glass Shidle

Jane Ripley

"La colaboración comienza centrándose en el bien colectivo más que en el beneficio personal."

Jane Ripley


































C. B. Cook

"Solos somos malvaviscos y espagueti, pero juntos podemos ser algo más grande."

C. B. Cook

Lori Meyers

Nosotros = poder.

Lori Meyers

Alex Jones

 “Esta gente miente a propósito. Yo cometo errores por accidente.”

Alex Jones



“Nunca esperé que Trump se metiera en un nido de duendes y no le cayera un poco de vómito, baba y sangre de duende.”

Alexander Emric (o Emerick) Jones