Howard Phillips Lovecraft

“A mi parecer, no hay nada más misericordioso en el mundo que la incapacidad del cerebro humano de correlacionar todos sus contenidos. Vivimos en una plácida isla de ignorancia en medio de mares negros e infinitos, pero no fue concebido que debiéramos llegar muy lejos.”

H. P. Lovecraft


“¿Acaso el destino preservaba mi razón sólo para arrastrarme irresistiblemente a un final más horrible e impensable de lo que haya podido soñar nadie?”

Howard Phillips Lovecraft



"Ahora bien, sobre “los libros terribles y prohibidos”, me fuerzan a decir que la mayoría de ellos son puramente imaginarios. Nunca existió ningún Abdul Alhazred o el Necronomicon, porque inventé estos nombres yo mismo. Luwdig Prinn fue ideado por Robert Bloch y su De Yermis Mysteriis, mientras que el Libro de Eibon es una invención de Clark Ashton Smith… En cuanto a libros escritos en serio sobre temas oscuros, ocultos, y sobrenaturales, en realidad no son muchos. Esto se debe a que es más divertido inventar trabajos míticos como el Necronomicon y el Libro de Eibon."

Howard Phillips Lovecraft
Tomado del libro de Jesús Callejo, Misterios de la Edad Media, página 85



"Al Oeste de Arkham, las colinas se yerguen selváticas, y hay valles con profundos bosques en los cuales no ha resonado nunca el ruido de un hacha. Hay angostas y oscuras cañadas donde los árboles se inclinan fantásticamente, y donde discurren estrechos arroyuelos que nunca han captado el reflejo de la luz del sol. (...) Pero todas ellas están ahora vacías, con las amplias chimeneas desmoronándose y las paredes pandeándose debajo de los techos a la holandesa."

Howard Phillips Lovecraft


“Algo terrible llegó a las colinas y valles con aquel meteoro, y algo terrible -aunque ignoro en qué medida- sigue estando allí.”

Howard Phillips Lovecraft



“Ante ese faro han desfilado por espacio de un siglo los majestuosos barcos de los siete mares. En tiempos de mi abuelo eran multitud; en los de mi padre no tanto, y ahora son tan pocos que a veces me siento extrañamente sólo, como si yo fuese el último hombre sobre nuestro planeta.”

Howard Phillips Lovecraft



"Aquel espantoso peligro final que farfulla de forma indecible fuera del universo ordenado, al cual los sueños no llegan; aquella última y amorfa plaga, profunda confusión que blasfema y burbujea en el centro de toda la infinitud. el demonio sin límites, el sultán Azathoth, cuyo nombre ningún labio se atreve a pronunciar en voz alta; el que en inconcebibles y oscuras cámaras roe ávidamente más allá del tiempo, en medio del amortiguado y enloquecedor batir de horribles tambores y el leve y monótono gemido de flautas malditas."

Howard Phillips Lovecraft
Tomado del libro de Donald Tyson, El Necronomicon, página 130



Continuidad

Hay en algunas cosas antiguas una huella
De una esencia vaga... más que un peso o una forma,
Un éter sutil, indeterminado,
Pero ligado a todas las leyes del tiempo y el espacio.
Un signo tenue y velado de continuidades
Que los ojos exteriores no llegan a descubrir;
De dimensiones encerradas que albergan los años idos,
Y fuera del alcance, salvo para llaves ocultas.
Me conmueve sobre todo cuando los rayos oblicuos del sol poniente
Iluminan viejas granjas en la ladera de una colina,
Y pintan de vida las formas que permanecen inmóviles
Desde hace siglos, menos quiméricas que todo esto que conocemos.
Bajo esa luz extraña siento que no estoy lejos
De la masa inmutable cuyos lados son las edades.

Howard Phillips Lovecraft



"Cuando el mundo se hizo viejo y el espíritu humano perdió su capacidad de asombro; cuando las ciudades en penumbra alzaron a los humeantes cielos altas torres, lúgubres y feas, a cuya sombra nadie podía soñar con el sol o los prados floridos de la primavera; cuando el saber despojó a la tierra de su manto de belleza y los poetas no cantaban ya más a que distorsionados espectros que veían sus ojos empañados e introvertidos; cuando esas cosas habían desaparecido para siempre, hubo un hombre que viajó más allá de la vida en busca de los espacios adonde habían huido  los sueños del mundo."

Howard Phillips Lovecraft



"Cuando hablo del pobre Norrys, me acusan de algo odioso; pero deben saber que yo no lo hice. Deben saber que fueron las ratas, las ratas que se deslizan, que se escurren; esas cuyos correteos no me dejan nunca dormir; las diabólicas ratas que corren detrás de los acolchados de este cuarto y me invitan a horrores aún mayores de los que nunca haya conocido; las ratas que nunca llegan a escuchar; las ratas, las ratas en las paredes."

H. P. Lovecraft
Las ratas en las paredes



"Debía tratarse de una enfermedad natural... Aunque resultaba imposible conjeturar qué clase de enfermedad producía aquellos terribles resultados."

Howard Phillips Lovecraft


"Decididamente, no hay que subestimar la importancia gigantesca que pueden tener los sueños"


Howard Phillips Lovecraft


“… Divagan eternamente las sombras en esta tierra,
Soñando con siglos que se fueron para siempre..”

Howard Phillips Lovecraft



Donde alguna vez Poe caminó


"Lo Eterno nutrió a las sombras sobre este terreno,
Soñando con los siglos que han pasado,
Grandes olmos se alzan solemnes en la hierba,
Arqueados sobre el oculto mundo de antaño.
En torno a la escena la luz de la memoria juega,
Y las hojas muertas susurran los días perdidos,
Anhelando las figuras y los sonidos que ya no serán.

Solitario y triste, un espectro se desliza
Por los corredores, donde una vez sus pies caminaron;
Nada común se adivina en él, aunque su canción
Se sumerge en el tiempo con un extraño encanto.
Sólo los pocos que conocen el secreto de la hechicería,
Observan entre estas tumbas la sombra de Poe."

Howard Phillips Lovecraft



“El demonio me dijo que él me llevaría a mi hogar
en la pálida y sombría tierra que yo recordaba…”

Howard Phillips Lovecraft



El libro

El lugar era oscuro y polvoriento, un rincón perdido
en un laberinto de viejas callejas junto a los muelles,
que olían a extrañas cosas venidas de ultramar,
entre curiosos jirones de niebla que dispersaba el viento del oeste.
Unos cristales romboidales, velados por el humo y la escarcha,
apenas dejaban ver los montones de libros, como árboles retorcidos
pudriéndose del suelo al techo... huellas
de un saber antiguo que se desmoronaba a precio de saldo.

Entré, hechizado, y de un montón cubierto de telarañas
tomé el volumen más cercano y lo leí al azar,
temblando al ver las raras palabras que parecían guardar
algún arcano, monstruoso, para quien lo descubriera.
Después, buscando algún viejo y taimado vendedor,
sólo encontré el eco de una risa.

Howard Phillips Lovecraft



“El lugar lógico para encontrar una voz de otros tiempos es un cementerio de otros tiempos.”

Howard Phillips Lovecraft



“El océano es más antiguo que las montañas y está cargado con los recuerdos y los sueños del tiempo.”

Howard Phillips Lovecraft


“El periodismo es un oficio fácil. Es cuestión de escribir lo que dicen los demás.”

Howard Phillips Lovecraft


"En el ataúd había un amuleto de exótico diseño, que al parecer estuvo colgado del cuello del durmiente. Representaba a un sabueso alado, o a una esfinge con un rostro semicanino, y estaba exquisitamente tallado al antiguo gusto oriental en un pequeño trozo de jade verde. La expresión de sus rasgos era sumamente repulsiva, sugeridora de muerte, de bestialidad y de odio. Alrededor de la base llevaba una inscripción en unos caracteres que ni St. John ni yo pudimos identificar; y en el fondo, como un sello de fábrica, aparecía grabado un grotesco y formidable cráneo. En cuanto echamos la vista encima al amuleto supimos que debíamos poseerlo; que aquel tesoro era nuestro lógico botín. Aun en el caso de que nos hubiera resultado completamente desconocido lo hubiéramos deseado, pero al mirarlo más de cerca nos dimos cuenta de que nos resultaba algo familiar. En realidad, era ajeno a todo arte y literatura conocidos por los lectores cuerdos y equilibrados, pero nosotros reconocimos en el amuleto la cosa sugerida en el prohibido Necronomicon del árabe loco Abdul Alhazred; el horrible símbolo del culto de los devoradores de cadáveres de la inaccesible Leng, en el Asia Central. No nos costó ningún trabajo localizar los siniestros rasgos descritos por el antiguo demonólogo árabe; unos rasgos, escribe, extraídos de alguna oscura manifestación sobrenatural de las almas de aquellos que fueron vejados y devorados después de muertos."

Howard Phillips Lovecraft
El sabueso


"En una losa, en el interior de un nicho, descubrió un ataúd viejo, pero vacío, en cuya deslustrada placa reza esta simple palabra: "Jervas". En ese ataúd y en esa cripta me ha prometido que seré sepultado."




Howard Phillips Lovecraft


“Entre las angustias de los días que siguieron está el mayor de los suplicios: la inefabilidad. Jamás podré explicar lo que vi y conocí durante esas horas de impía exploración, por falta de símbolos y capacidad de sugerencia de los idiomas.”

Howard Phillips Lovecraft




“Eran sensaciones; pero dentro de ellas había elementos increíbles de tiempo y de espacio...Cosas que en el fondo poseen una existencia clara y definida.”

Howard Phillips Lovecraft


“Es una lástima que la mayor parte de la humanidad tenga una visión mental tan limitada a la hora de sopesar con calma y con inteligencia aquellos fenómenos aislados, vistos y sentidos sólo por unas pocas personas psíquicamente sensibles, que acontecen más allá de la experiencia común.”

Howard Phillips Lovecraft


"Esas gentes son tan silenciosas y hurañas que uno tiene la impresión de verse frente a un recóndito enigma del que más vale no intentar averiguar nada. Y ese sentimiento de extraño desasosiego se recrudece cuando, desde un alto del camino, se divisan las montañas que se alzan por encima de los tupidos bosques que cubren la comarca."

Howard Phillips Lovecraft



Espejismo

No sé si alguna vez existió ese mundo,
flotando a la deriva en las aguas del tiempo.
A menudo lo he visto con su bruma púrpura,
parpadeando en el abismo de algún sueño vago:
Sus torres extrañas, insólitos ríos,
laberintos gigantes, luminosas cavernas,
y cielos enmarañados, como esos que tiemblan,
ansiosos, al presagio infernal de la noche.

Sus pantanos llegan a la costa desolada
donde se retuercen aves inmensas;
y en la cima ventosa
un pueblo antiguo yergue sus blancos campanarios
cuyos tañidos vespertinos aún oigo.
No sé qué tierra es ésa ... no me atrevo
a indagar cuándo, ni por qué fui o iré hacia ella.

Howard Phillips Lovecraft



"¡Estúpido!, gritó, ¿No puedes adivinar mi secreto? ¿es que no tienes cerebro en el que puedas reconocer la voluntad que durante seiscientos años ha mantenido la espantosa maldición sobre tu casa.? ¡Te digo que soy yo! ¡Yo!, que he vivido durante seiscientos años para mantener mi venganza, porque ¡soy CARLOS EL BRUJO!"

Howard Phillips Lovecraft
El Alquimista




“Hay quien dice que las cosas y los lugares tienen alma, y hay quien dice que no; por mi parte, no me atrevo a pronunciarme, pero quiero hablar de la Calle.”

Howard Phillips Lovecraft



“Infeliz es aquel a quien los recuerdos de su infancia sólo le traen miedo y tristeza.”


Howard Phillips Lovecraft




La lámpara

"Encontramos la lámpara dentro de aquellos
acantilados huecos cuyo signo cincelado ningún
sacerdote en Tebas podría leer, y de cuyas
cavernas los temerosos jeroglíficos advertían a
todas las criaturas vivientes de las razas de la
Tierra. Nada más había allí…, sólo ese único
recipiente de bronce con vestigios de un raro
aceite en su interior; erosionado con alguna
rúbrica oscuramente modelada, y símbolos
sugiriendo un extraño pecado.
Poco significaban los miedos de cuarenta siglos
para nosotros mientras extraíamos nuestro
exiguo botín y cuando lo examinamos en nuestra
tienda a oscuras encendimos una cerilla para
probar el antiguo aceite. Ardió ¡gran Dios!…
Pero las vastas formas que vimos en ese destello
loco han consumido nuestras vidas con el temor."

Howard Phillips Lovecraft

  


"La locura cabalga a lomos del viento..."

Howard Phillips Lovecraft
El sabueso



“La muerte es misericordiosa, ya que de ella no hay retorno; pero para aquel que regresa de las cámaras más profundas de la noche, extraviado y consciente, no vuelve a haber paz.”

Howard Phillips Lovecraft

  

"La satisfacción de un momento es la ruina del siguiente."

Howard Phillips Lovecraft

  

"Lo más misericordiosa del mundo, creo yo, es la incapacidad de la mente humana para correlacionar todo su contenido. Vivimos en una plácida isla de ignorancia en medio de los negros mares de infinitud, y no se planteaba el que viajáramos lejos... pero algún día la reunión de las piezas del conocimiento disociado se abrirán a tan terroríficas vistas de la realidad, y de nuestra espantosa posición en esto, que enloqueceremos por la revelación o huiremos de la luz mortecina hacia la paz y seguridad de una nueva era de oscuridad."

Howard Phillips Lovecraft


"Lo que siguió entonces fue una exhaustiva comparación de detalles y un momento de pavoroso silencio cuando el detective y el científico llegaron a la conclusión de la práctica identidad de la frase común a aquellos dos rituales diabólicos pertenecientes a mundos tan diferentes y distantes entre sí."

Howard Phillips Lovecraft


“(...) Lo único que le pide a la vida es no pensar. Por alguna razón, pensar es espantoso para él, y huye como una plaga de todo lo que pueda estimular su imaginación. Es un sujeto muy flaco, gris y arrugado, aunque algunos dicen que no es tan viejo como aparenta. El miedo ha clavado en él sus truculentas garras, y cualquier sonido le hace dar un respingo, con los ojos muy abiertos y la frente cubierta de sudor.”

Howard Phillips Lovecraft



“Los hombres de ciencia sospechan algo sobre ese mundo, pero lo ignoran casi todo. Los sabios interpretan los sueños, y los dioses se ríen.”

Howard Phillips Lovecraft



“Los hombres de más amplia mentalidad saben que no hay una distinción clara entre lo real y lo irreal; que todas las cosas parecen lo que parecen sólo en virtud de los delicados instrumentos psíquicos y mentales de cada individuo, merced a los cuales llegamos a conocerlos; pero el prosaico materialismo de la mayoría condena como locura los destellos de clarividencia que traspasan el velo común del claro empirismo.”

Howard Phillips Lovecraft




"Los libros son cosas muy endebles. Ni Vd. ni yo, con todos los clásicos que hemos leído, disfrutamos de la centésima parte de Grecia y Roma de lo que disfruta el millonario cuyos yate y coche le permiten vagabundear bajo los cielos mediterráneos. "

Howard Phillips Lovecraft
Tomado del libro de Donald Tyson, El Necronomicon, página 23



"Los teósofos anuncian cosas que helarían la sangre de terror si no fuesen expuestas con un optimismo tan apaciguador como beato."

Howard Phillips Lovecraft
Tomado del libro de Jacques Bergier, Los libros condenados, página 28


"Los teósofos y, de una manera general, las personas que se fundan en la tradición india, hablan de dilatadísimos períodos de tiempos pasados, en términos que helarían la sangre si no se anunciase todo con un edulcorado optimismo. Pero ¿qué sabemos en realidad?"

Howard Phillips Lovecraft


"Los términos que mejor pueden sugerir el carácter general de nuestras experiencias son los de inmersiones o ascensiones; pues en cada revelación, una parte de nuestra mente se separaba de cuanto es real y presente, y se precipitaban etéreamente en espantosos, oscuros y sobrecogedores abismos, traspasando a veces ciertos obstáculos definidos y característicos que sólo podría describir como viscosas y groseras nubes de vapor."

Howard Phillips Lovecraft


"Más maravilloso que la sabiduría de los ancianos, y que la sabiduría de los libros, es la sabiduría secreta del océano."

Howard Phillips Lovecraft


"¡Me he encontrado a mí mismo como habitante de este terrible mundo de sueños! Aquella primera noche dejó paso al alba y me pregunté sin propósito alguno sobre las solitarias tierras cenagosas. Cuando llegó la noche, todavía estaba vagando y esperando el amanecer. Y cada día ha sucedido lo mismo. La noche siempre me lleva a aquel lugar de horror. He tratado de no moverme desde el anochecer, pero en mi sopor, tengo que caminar, despertando siempre con la horrible cosa aullando delante de mí a la pálida luz de la Luna, mientras yo me revuelvo y huyo locamente."¡Dios mío! cuándo despertaré?"

Howard Phillips Lovecraft
The Thing in the Moonlight


"Mientras la mayor parte de nuestras visiones nocturnas no son, quizá, más que vagos y fantásticos reflejos de nuestras experiencias en estado de vigilia, en contra del pueril simbolismo de Freud, hay todavía un cierto remanente cuyo carácter etéreo y no mundanal imposibilita cualquier interpretación ordinaria. Su mismo efecto preocupante y vagamente apasionante sugiere posibles y breves ojeadas a una esfera de existencia mental no menos importante que la vida física, aunque separada de esta vida por una barrera casi infranqueable."

Howard Phillips Lovecraft
Beyon the Wall of Sleep
El saber del sueño por Christopher Frayling tomado del libro de Donald Tyson, El Necronomicon, página 122



"Ni la muerte ni la fatalidad ni la ansiedad pueden producir la insoportable desesperación que resulta de perder la propia identidad."

H. P. Lovecraft



“Ninguna escuela de arte conocida había alentado la creación de este terrible objeto, pero cientos e incluso miles de años parecían estar marcados sobre su oscura y verdosa superficie de piedra cuya identificación resultaba imposible.”

Howard Phillips Lovecraft




"No cabía duda de que las descripciones de sueños y los recortes recopilados por el profesor venían a corroborar los hechos, pero la racionalidad de mi mente y la extravagancia de todo este tema me llevaron a adoptar lo que a mi juicio eran las conclusiones más sensatas."

Howard Phillips Lovecraft


“(...) No era fruto de los planetas y soles que brillan en los telescopios y en las placas fotográficas de nuestros observatorios. No era ningún soplo de los cielos cuyos movimientos y dimensiones miden nuestros astrónomos o consideran demasiado vastos para ser medidos. No era más que un color surgido del espacio...Un pavoroso mensajero de unos reinos del infinito situados más allá de la Naturaleza que nosotros conocemos; de unos reinos cuya simple existencia aturde el cerebro con las inmensas posibilidades extra cósmicas que ofrece a nuestra imaginación.”

Howard Phillips Lovecraft


"No está muerto quien reposa en la Eternidad, pues, llegado el momento, hasta la muerte morirá."

Howard Phillips Lovecraft


"No puedo revelar los detalles de nuestras impresionantes expediciones, ni catalogar siquiera en parte el valor de los trofeos que adornaban el anónimo museo que preparamos en la enorme casa de piedra donde vivíamos St. John y yo, solos y sin criados. Nuestro museo era un lugar sacrílego, increíble, donde con el gusto satánico de neuróticos «dilettanti» habíamos reunido un universo de terror y de putrefacción para excitar nuestras viciosas sensibilidades. Era una estancia secreta, subterránea, donde unos enormes demonios alados esculpidos en basalto y ónice vomitaban por sus bocas abiertas una extraña luz verdosa y anaranjada, en tanto que unas tuberías ocultas hacían llegar hasta nosotros los olores que nuestro estado de ánimo apetecía: a veces el aroma de pálidos lirios fúnebres, a veces el narcótico incienso de unos funerales en un imaginario templo oriental, y a veces —¡cómo me estremezco al recordarlo!— la espantosa fetidez de una tumba descubierta. Alrededor de las paredes de aquella repulsiva estancia había féretros de antiguas momias alternando con hermosos cadáveres que tenían una apariencia de vida, perfectamente embalsamados por el arte del moderno taxidermista, y con lápidas mortuorias arrancadas de los cementerios más antiguos del mundo. Aquí y allá, unas hornacinas contenían cráneos de todas las formas, y cabezas conservadas en diversas fases de descomposición. Allí podían encontrarse las podridas y calvas coronillas de famosos nobles, y las tiernas cabecitas doradas de niños recién enterrados. Había allí estatuas y cuadros, todos de temas perversos y algunos realizados por St. John y por mí mismo. Un portafolio cerrado, encuadernado con piel humana curtida, contenía ciertos dibujos atribuidos a Goya y que el artista no se había atrevido a publicar. Había allí nauseabundos instrumentos musicales, de cuerda, de metal y de viento, en los cuales St. John y yo producíamos a veces disonancias de exquisita morbosidad y diabólica lividez; y en una multitud de armarios de caoba reposaba la más increíble colección de objetos sepulcrales reunidos nunca por la locura y la perversión humanas. Acerca de esa colección debo guardar un especial silencio. Afortunadamente, tuve el valor de destruirla mucho antes de pensar en destruirme a mí mismo."

Howard Phillips Lovecraft
El sabueso




"No soy el único en ver un problema realmente serio para el esteta sensible que quiera mantenerse vivo en medio de las ruinas de la civilización tradicional. De hecho, en el hombre moderno interesado por lo creativo es tan general una actitud de alarma, dolor, disgusto, retroceso y estrategia defensiva, que muchas veces he intentado permanecer callado por temor a que mi sentimiento personal pudiera ser confundido con un sentido de imitación afectada. Dios, hombre, observad esta lista. Ralph Adams Cram, Joseph Wood Krutch, James Truslow Adams, John Crowe Ransom, T.S. Elliot, Aldous Huxley, etc. Cada uno tenía un plan de escape diferente, aunque cada uno reconoce que es lo mismo aquello de lo que hay que escapar."

Howard Phillips Lovecraft
Tomado del libro de Donald Tyson, El Necronomicon, página 15



“No teníamos constancia del paso del tiempo, porque el tiempo se había convertido para nosotros en una mera ilusión.”

Howard Phillips Lovecraft



Nostalgia

Cada año, al resplandor melancólico del otoño,
Los pájaros remontan el vuelo sobre un océano desierto,
Trinando y gorjeando con prisa jubilosa
Por llegar a una tierra que su memoria profunda conoce.
Grandes jardines colgantes donde se abren flores
De vivos colores, hileras de mangos de gusto delicioso
Y arboledas que forman templos con ramas entrelazadas
Sobre frescos senderos... todo esto les muestran sus vagos sueños.

Buscan en el mar vestigios de su antigua costa,
Y la alta ciudad blanca, erizada de torres...
Pero sólo las aguas vacías se extienden ante ellos,
Así que al fin dan media vuelta una vez más.
Y mientras tanto, hundidas en un abismo infestado de extraños pólipos,
Las viejas torres añoran su canto perdido y recordado.

Howard Phillips Lovecraft



"Nunca olvidaré la noche de la gran aurora, cuando jugaban sobre el pantano los horribles centelleos de la luz demoníaca. Después de los destellos llegaron las nubes, y luego el sueño. Y bajo una luna menguante y cornuda, vi la ciudad por primera vez. Se asentaba, callada y soñolienta, sobre una meseta que se alzaba en una depresión entre extraños picos. Sus murallas eran de horrible mármol, al igual que sus torres, columnas, cúpulas y pavimentos. En las calles había columnas de mármol en cuya parte superior se alzaban esculpidas imágenes de hombres graves y barbados. El aire era cálido y manso. Y en lo alto, apenas a diez grados del cénit, brillaba vigilante esa Estrella Polar. Mucho tiempo estuve contemplando la ciudad sin que llegara el día. Cuando el rojo Aldebarán, que parpadea a baja altura sin ponerse, llevaba ya hecho un cuarto de su camino por el horizonte, vi luz y movimiento en las casas y las calles. Formas extrañamente vestidas, a un tiempo nobles y familiares, dembulaban bajo la luna menguante y cornuda; los hombres hablaban sabiamente en una lengua que yo entendía, si bien era distinta de la que conocía. Y cuando el rojo Aldebarán hubo recorrido más de la mitad de su trayecto, volvió el silencio y la oscuridad.
(...)
Y mientras escribo en mi culpable agonía, frenético por salvar a la ciudad cuyo peligro aumenta a cada instante, y lucho en vano por liberarme de esta pesadilla en la que parece que estoy en una casa de piedra y de ladrillos, al sur de un siniestro pantano y un cementerio en lo alto de una loma, la Estrella Polar, perversa y monstruosa, mora desde la negra bóveda y parpadea horriblemente como un ojo insensato que pugna por transmitir algún mensaje; aunque no recuerda nada, salvo que un día tuvo un mensaje que transmitir."

H. P. Lovecraft
Polaris


"¡Nunca pasa nada! Quizá este es el motivo de que mi fantasía salga a explorar extraños y terribles mundos. Mi vida cotidiana es una especie de letargo desdeñoso, desprovisto por igual de virtudes y de vicios. No soy de este mundo, sino un espectador de él, divertido y algunas veces disgustado. Detesto la raza humana, sus apariencias y concupiscencias. Para mí, la vida es un arte delicado. aunque creo que el universo es un caos sin sentido desprovisto de valores últimos."

Howard Phillips Lovecraft
Tomado del libro de Donald Tyson, El Necronomicon, página 24


“Nuestra capacidad para evitar un sueño prolongado era sorprendente, ya que rara vez sucumbíamos más de una hora o dos a esa oscuridad que ahora se había convertido en espantosa amenaza.”

Howard Phillips Lovecraft



Oceanus

A veces me detengo en la orilla,
Donde las penas vierten sus flujos,
Y las aguas turbulentas suspiran y se quejan
de secretos que no se atreven a confesar.
Desde las simas profundas de valles sin nombres,
y desde colinas y llanuras que ningún mortal ha hollado,
la mística marejada y el áspero oleaje
sugieren como taumaturgos malditos
un millar de horrores, henchidos por el temor
que ya contemplaron épocas hace tiempo olvidadas.
¡Oh vientos salados que tristemente barréis
las desnudas regiones abisales;
Oh pálidas olas salvajes, que recordáis
el caos que la Tierra ha dejado tras de sí;
Una sola cosa os pido:
Guardad por siempre vuestro antiguo saber!

Howard Phillips Lovecraft


“¡Ojalá los dioses misericordiosos, si existen efectivamente, protejan esas horas en que ningún poder de la voluntad, ni las drogas inventadas por el ingenio del hombre, pueden mantenerme alejado del abismo del sueño!”

Howard Phillips Lovecraft


"… Pero la mayor parte de esas leyendas y esas visiones se refería a una raza relativamente tardía, de constitución extraña y complicada, distinta de cualquier forma de vida conocida por la ciencia actual, que se había extinguido tan sólo cincuenta millones de años antes de la aparición del hombre. Según los mitos había sido la raza más poderosa de todas, porque únicamente ella había conquistado el secreto del tiempo. Esta raza conocía la ciencia de todas las civilizaciones pasadas y futuras de la Tierra, ya que sus espíritus más poderosos poseían la facultad de proyectarse en el pasado y en el futuro, salvando incluso abismos de millones de años, con objeto de estudiar el saber de cada época. De las conquistas de esta raza derivaban todas las leyendas de profetas, incluidas las pertenecientes a ciclos mitológicos humanos. Sus inmensas bibliotecas conservaban innumerables textos y grabados que resumían toda la historia de la Tierra. En ellos se describía cada una de las especies que existieron o llegarían a existir, con especial referencia a sus artes, sus realizaciones, sus lenguas y su psicología."

H. P. Lovecraft
La sombra surgida del tiempo, página 210



“Pero más maravilloso que la sabiduría de los ancianos y que la sabiduría de los libros es la sabiduría secreta del océano.”

Howard Phillips Lovecraft



"Pero más prodigioso que el saber de los viejos y de los libros es el saber secreto del océano. Azul, verde, gris, blanco, negro; tranquilo, agitado o montañoso, ese océano nunca está en silencio (...)
Y estas visiones eran tanto de las rutas que existieron o pudieron existir, como de las que existen aún; porque el océano es más antiguo que las montañas, y transporta los recuerdos y los sueños del Tiempo."

H. P. Lovecraft
La nave blanca
Tomnada del libro de Aldebarán Los tiempos de los signos, página 318


“… ¡Pero por cada sueño que nos traen estos vientos
Nos arrebatan una docena de los nuestros!”

Howard Phillips Lovecraft



"Pero ya en mi noveno año, mientras leía los mitos griegos en sus poéticas traducciones estándar —adquiriendo así inconscientemente el gusto por el inglés de la reina Ana—, se sentaron las bases reales de mi escepticismo. Fascinado por las imágenes de instrumentos científicos que ilustraban la contracubierta del Webster’s Unabridged, comencé a interesarme por la filosofía natural y la química; y no tardé en tener un prometedor laboratorio instalado en mi sótano y una buena cantidad de libros de texto científicos en mi creciente biblioteca. A partir de entonces fui más un estudioso de las ciencias naturales que un soñador pagano. En 1897, mi principal creación «literaria» fue un «poema» titulado «La Nueva Odisea», y en 1899 un compendioso tratado de química en varios «volúmenes» garabateados a lápiz. Pero la mitología no fue descuidada en modo alguno. En este período leí mucho sobre mitología hindú, egipcia y germánica, y experimenté intentando creer en cada una de ellas a fin de ver cuál contenía mayor cantidad de verdad. ¡Nótese que ya entonces había adoptado el método y la actitud científicos! Naturalmente, poseyendo como poseo una mente abierta e inconmovible, fui pronto un completo escéptico y materialista. Mis estudios científicos se ampliaron para incluir rudimentos de geografía, geología, biología y astronomía, y adquirí el hábito de aplicar un riguroso método analítico en todas las disciplinas. En mi pomposo «libro» titulado Poemata Minora, compuesto cuando tenía once años y dedicado a «los Dioses, Héroes e Ideales de los Antiguos», resonaban los tonos melancólicos y hastiados del mundo del pagano arrebatado de su antiguo panteón. Algunos ejemplos de esta extremadamente juvenil «poemata» fueron reimpresos en The Tryout en abril de 1919, bajo nuevos títulos y seudónimos.
Hasta entonces, mi filosofía había sido claramente juvenil y empírica: una rebelión contra la fealdad y las falsedades más obvias, que no involucraba ninguna teoría cósmica o ética particulares. La cuestión ética no tenía interés analítico para mí, incapaz como era de verla como tal cuestión. Acepté la ideología victoriana —consciente de la prevalencia de no poca hipocresía, además de excrecencias fanáticas y sobrenaturales— sin reservas..., no habiendo oído hablar nunca de búsqueda alguna que llegara «Más allá del bien y del mal». Aunque en ocasiones me sentí interesado en las reformas, especialmente en la ley seca (jamás he probado una bebida espiritosa), las polémicas de índole moral tendían a aburrirme, convencido como estoy de que la conducta es una cuestión de gusto y crianza, con la virtud, la delicadeza y la sinceridad como prendas de bonhomía."

H. P. Lovecraft
Confesiones de un incrédulo


Persecución

"Llevaba el libro apretado bajo el abrigo,
Escondiéndolo como podía en semejante lugar,
Mientras apretaba el paso por las viejas calles del puerto
Volviendo con recelo la cabeza a cada instante.
Ventanas sombrías y furtivas de tambaleantes casas de ladrillo
Espiaban extrañamente mi paso apresurado,
Y al pensar en la que cobijaban ansié violentamente
Una visión redentora de puro cielo azul.
Nadie me había visto cogerlo… y sin embargo
Una risa hueca seguía resonando en mi aturdida cabeza,
Dejándome adivinar qué mundos nocturnos de maldad
Acechaban en aquel volumen que había codiciado.
El camino se me hacía extraño, los muros demenciales…
Y a mi espalda, en la distancia, se oían pasos invisibles."

Howard Phillips Lovecraft



"Sabía que un tal Randolph Cárter, de Boston, había existido; no podía, empero, saber si aquel Randolph Cárter era él, fragmento o receta de entidad más allá de la Última Puerta, o si era otro. Su "yo" había sido destruido, y, sin embargo, gracias a alguna facultad inconcebible, tenía igualmente conciencia de ser una legión de "yos". Ello si, en un lugar en que estaba abolida la menor noción de existencia individual, podía sobrevivir, bajo cualquier forma, una cosa tan singular. Era como si su cuerpo hubiese sido bruscamente transformado en una de esas imágenes de múltiples miembros y cabezas de los templos hindúes. En un esfuerzo insensato, contemplando esta aglomeración, trataba de separar de ella su cuerpo original… si es que aún podía existir un cuerpo original… «Durante estas terroríficas visiones, el fragmento de Randolph Cárter que había franqueado la Última Puerta, fue arrancado con horror todavía más profundo y que, esta vez, venía del interior: era una fuerza, una especie de personalidad que bruscamente le plantaba cara y lo rodeaba a la vez, se apoderaba de él, e, incorporándose a su propia esencia, coexistía con todas las eternidades y era contigua a todos los espacios. No había ninguna manifestación visible, pero la percepción de esta entidad y la temible combinación de los conceptos de identidad y de infinitud le producían un terror que le paralizaba. Este terror rebasaba con mucho todos los que, hasta entonces, habían podido sospechar las múltiples facetas de Cárter… Esta entidad era todo en uno y uno en todo, un ser a la vez infinito y limitado, que no pertenecía solamente a un continuo espacio-tiempo, sino que formaba parte integrante del torbellino eterno de fuerzas vitales, del último torbellino sin límites que sobrepasaba tanto las matemáticas como la imaginación. Esta entidad era tal vez aquella que evocan en voz baja algunos cultos secretos de la Tierra y que los espíritus vaporosos de las nebulosas espirales designan con un signo que no se puede transcribir… Y, en un relámpago, proyectado aún más lejos, el fragmento Cárter conoció la superficialidad, la insuficiencia de lo que acababa de experimentar, de esto mismo, de esto mismo…"

H. P. Lovecraft
Tomado del libro de Louis Pauwels y Jacques Bergier, El retorno de los brujos, páginas422-423
De la novela, A través de las Puertas de la Llave de Plata, que Bergier y yo hemos publicado en francés en una selección titulada Demonios y Maravillas (Colección Lumiére Interdite), Éditions des Deux Rives, París.



"¿Se atreverá a ir más lejos?, le pregunté con una esperanza respetuosa.
¿Lejos? Lo que he visto lo petrificaría. ¡Atrás, atrás! ¿Adelante, adelante!
¡Mire, pues, imbécil tímido!"

Howard Phillips Lovecraft



"Según mi experiencia personal, no puedo dudar de que el hombre, al perder consciencia de los lazos que le atan a la tierra, habita realmente en otra vida incorpórea, de la cual, al despertar, no guarda más que vagos y confusos recuerdos."


Howard Phillips Lovecraft


“Si a uno no le gustaba el arsénico, eso no significa que ahora deba preferir el cianuro.”

Howard Phillips Lovecraft


“(...) Siempre que las estrellas estuvieran en posición, podían saltar de un mundo a otro a través de los cielos; mas cuando las estrellas no eran propicias, Ellos no podían vivir. Pero aunque no pudieran vivir, tampoco morirían realmente.”

Howard Phillips Lovecraft


"Silenciosamente, la Estrella Polar mira hacia abajo con malicia desde su sede en la negra bóveda, parpadea horriblemente como un ojo loco y vigilante que se esfuerza en enviar algún mensaje; pero no recuerda nada, salvo que una vez tuvo un mensaje por enviar."

Howard Phillips Lovecraft


"Sobre tumbas y sepulcros ya era mucho lo que sabía e imaginaba, aunque por mi peculiar carácter me había apartado de todo contacto con camposantos y cementerios. La extraña casa de piedra en la ladera representaba para mí una fuente de interés y especulaciones; y su interior frío y húmedo, dentro del que vanamente trataba de ojear a través de la abertura tan incitantemente dispuesta, no tenía para mí connotaciones de muerte o decadencia."

Howard Phillips Lovecraft



Soneto XIV de Hongos de Yuggoth

Es cierta hora de la penumbra crepuscular,
Casi siempre en otoño, cuando el viento estelar se derrama
Por las calles altas de la colina, que están desiertas
Pero muestran luces tempranas en cómodes habitaciones.
Las hojas muertas se precipitan con giros fantásticos, raros
Y el humo de las chimeneas se arremolina con gracia extraña
Siguiendo geometrías del espacio exterior,
Mientras Fomalhaut vigila a través de las nieblas del sur.

Esta es la hora en que los poetas lunáticos saben
Qué hongos brotan en Yuggoth, y qué perfumes
Y matices de flores llenan los continentes de Nithon,
tales que no se propagan en los pobres jardines terrestres.
Pero, por cada sueño que estos vientos nos traen,
¡barren otra docena de los nuestros!"

Howard Phillips Lovecraft



"St. John abría siempre la marcha, y fue él quien descubrió el maldito lugar que acarreó sobre nosotros una espantosa e inevitable fatalidad."

Howard Phillips Lovecraft
El sabueso


"St. John es un cadáver mutilado. Yo sólo sé por qué, y tal es mi conocimiento de ello que estoy a punto de ver apagarse mi cerebro por miedo a ser despedazado de la misma forma. Los corredores oscuros y sin fin de la fantasía ancestral barren la negra y amorfa Némesis que me lleva a la autoaniquilación."

Howard Phillips Lovecraft
El sabueso



"Sucedió en junio, alrededor del aniversario de la caída del meteoro, y la pobre mujer empezó a gritar que había cosas que se movían en el aire y que no podía describir. En su desvarío, no pronunció ni un solo nombre específico, tan solo verbos y pronombres. Aquellas cosas se movían, cambiaban, aleteaban y hacían que los tímpanos reverberasen ante estímulos que no eran propiamente sonidos. Le estaban arrebatando algo, la estaban drenando, algo la atenazaba que no debía estar ahí…, alguien tenía que echarlo fuera de una vez por todas; nada se estaba quieto por la noche; las paredes y las ventanas se movían. Nahum no la envió al manicomio del condado, sino que la dejó vagar por la casa mientras fuese inofensiva tanto para sí misma como para los demás. Incluso cuando la expresión de su cara cambió, él no hizo nada, pero en el momento en que los chicos comenzaron a tenerle miedo y Thaddeus casi se desmayó al contemplar la mueca desencajada con la que le miraba, Nahum decidió encerrarla en el desván. Al llegar julio, ella ya había dejado de hablar y se arrastraba a cuatro patas, y antes de que el mes hubiese acabado, Nahum aceptó la delirante idea de que su mujer irradiaba cierta luminiscencia en la oscuridad, al igual que la vegetación de los alrededores.
Esto ocurrió un poco antes de que los caballos saliesen en estampida. Algo los había agitado durante la noche y los relinchos y las patadas en sus establos fueron terribles. Parecía que no nada prácticamente se podía hacer para calmarlos. Nahum abrió la puerta del establo y todos salieron corriendo, como atemorizados ciervos del bosque. Les llevó una semana localizar a los cuatro, y cuando los encontraron, se los veía bastante inservibles e ingobernables. Algo los había vuelto locos y Nahum se vio obligado a sacrificarlos por su propio bien. Nahum le pidió prestado a Ammi un caballo para acarrear el heno, pero el animal ni siquiera quiso acercarse al granero. Dio un respingo, se resistió, relinchó y al final Nahum no pudo hacer nada más que llevarlo al corral y los hombres tuvieron que utilizar todas sus fuerzas para acercar el pesado carro al henil con el fin de hacer la tarea más fácil. Entretanto, la vegetación se iba tornando gris y quebradiza. Incluso las flores de curiosas tonalidades ahora se agrisaban y la fruta salía gris, enana e insípida. Los ásteres y las varas de oro florecían grises y deformes, y las rosas y las cinias y las malvas del patio delantero tenían un aspecto tan horrendo que Zenas, el hijo mayor de Nahum, las cortó todas. Por esa época los insectos murieron, hinchados de forma extraña, incluidas las abejas que habían abandonado sus colmenas y se habían ido al bosque."

H. P. Lovecraft
El color que cayó del espaci



"(...) Sus voces hacen tremolar el viento y sus conciencias trepidar la tierra. Doblegan bosques enteros y aplastan ciudades, pero jamás bosque o ciudad alguna ha visto la mano destructora."

Howard Phillips Lovecraft



“Un extraño impulso me llevó a encaramarme a la amplia losa, apagar la vela y yacer dentro de la caja desocupada.”

Howard Phillips Lovecraft



"Una cosa viva es conservada y alimentada en secreto en una vieja casona."

Howard Phillips Lovecraft
Libro de apuntes


“… Una sola cosa os pido:
Guardad por siempre oculto vuestro antiguo saber!”

Howard Phillips Lovecraft




H. P. Lovecraft Viajes al otro mundo

 
De este modo, cuando cumplió los cincuenta años, perdió toda esperanza de paz o de felicidad, en un mundo demasiado atareado para percibir la belleza y demasiado intelectual para tolerar los sueños.
 
H. P. Lovecraft
Viajes al otro mundo, página 36
 
 
Entre los herederos de Randolph Carter se habla de repartir sus bienes, pero yo pienso oponerme firmemente a ello porque no creo que haya muerto. Existen repliegues en el tiempo y en el espacio, en la fantasía y en la realidad, que sólo un soñador puede adivinar; y, por lo que sé de Carter, creo que lo que ha sucedido es que ha descubierto un medio de atravesar estos nebulosos laberintos. Si volverá o no alguna vez, es cosa que no puedo afirmar. Él buscaba las perdidas regiones de sus sueños y sentía nostalgia por los días de su niñez. Después encontró una llave, y me inclino a creer que logró utilizarla para sus extraños fines.
 
H. P. Lovecraft
Viajes al otro mundo, página 52
 
 
Hace algún tiempo le envié aquí, a nuestro amigo el swami Chandraputra, el dibujo de alguna de aquellas letras, hecho de memoria, y una fotocopia del manuscrito de Carter. El cree que podrá aportar alguna luz sobre tales caracteres después de realizar ciertas investigaciones y consultas. En cuanto a la llave, Carter me envió una fotografía. Sus extraños arabescos no son letras, pero parece como si perteneciesen a la misma tradición cultural que el pergamino. Carter decía siempre que estaba a punto de resolver el misterio, aunque nunca llegó a darme detalles. Una vez casi se puso poético hablando de todo este asunto. Aquella antigua llave de plata, según decía, abriría las sucesivas puertas que impiden nuestro libre caminar por los imponentes corredores del espacio y del tiempo, hasta el mismo confín que ningún hombre ha traspasado jamás desde que Shaddad, empleando su genio terrible, construyó y ocultó en las arenas de la Pétrea Arabia las prodigiosas cúpulas y los incontables alminares de Irem, la ciudad de los mil pilares. Según escribió Carter, han regresado santones hambrientos y nómadas enloquecidos por la sed, para hablar de su pórtico monumental y de la mano esculpida sobre la clave del arco; pero ningún hombre lo ha cruzado y ha vuelto después para decirnos que sus huellas atestiguan su paso por las arenas del interior. Carter suponía que la llave era precisamente lo que la mano ciclópea intentaba agarrar en vano. Lo que no sabemos es por qué razón no se llevó Carter el pergamino lo mismo que la llave.
 
H. P. Lovecraft
Viajes al otro mundo, página 52
 
 
Tan pronto como Randolph Carter volvió a las colinas, comprendió que se encontraba cerca de las puertas que sólo unos pocos hombres temerarios y execrados han logrado abrir a través de las titánicas murallas que separan el mundo y lo absoluto. Presentía que aquí y ahora podría poner en práctica con éxito el mensaje, descifrado meses antes, que se ocultaba en los arabescos de aquella enmohecida e increíblemente antigua llave de plata. Ahora sabía cómo hacerla girar y cómo alzarla bajo los rayos del sol poniente, y qué fórmulas ceremoniales debían entonarse en el vacío, al dar la novena y última vuelta. En un lugar tan próximo al vértice transdimensional y a la puerta mística, era imposible que la llave fallara en la misión para la que había sido creada.
 
H. P. Lovecraft
Viajes al otro mundo, página 54
 
 
El sólo sabía que deseaba cruzar la barrera que le separaba de las regiones ilimitadas de sus sueños, de los abismos donde todas las dimensiones se disuelven en lo absoluto.
 
H. P. Lovecraft
Viajes al otro mundo, página 56
 
 
Entonces sacó la llave, hizo ciertos movimientos y entonó determinados cánticos cuyo origen recordaba confusamente. ¿Habría olvidado algo? El sólo sabía que deseaba cruzar la barrera que le separaba de las regiones ilimitadas de sus sueños, de los abismos donde todas las dimensiones se disuelven en lo absoluto.
 
H. P. Lovecraft
Viajes al otro mundo, página 56
 
 
Resulta difícil explicar con palabras lo que sucedió entonces. Fue una sucesión de paradojas, de contradicciones, de anomalías que no tienen cabida en la vida vigil, pero que llenan nuestros sueños más fantásticos, donde se aceptan como cosa corriente, hasta que regresamos a nuestro mundo objetivo, estrecho, rígido, encorsetado por los principios de una lógica tridimensional.
 
H. P. Lovecraft
Viajes al otro mundo, página 56
 
 
Cuando hubo concluido el ritual, Carter se dio cuenta de que no se hallaba en ninguna región descrita por los geógrafos de la Tierra, ni en época alguna cuya fecha pudieran determinar los historiadores. Sin embargo, lo que estaba sucediendo le era en cierto modo familiar. En los misteriosos fragmentos pnakóticos figuraban alusiones a procesos análogos y, una vez descifrados los símbolos grabados en la llave de plata, todo un capítulo del Necronomicon, obra del árabe loco Abdul Alhazred, había adquirido significado. Acababa de abrir una puerta. No se trataba de la Última Puerta, desde luego, sino de la que daba acceso, desde el tiempo terrenal, a aquella extensión de la Tierra situada fuera del tiempo, en la que, a su vez, se halla la Última Puerta. Esta comunica con los pavorosos misterios del Vacío Final que se extiende más allá de todos los mundos, de todos los universos y de toda la materia.
 
H. P. Lovecraft
Viajes al otro mundo, página 57
 
 
Ante ella habría un Guía verdaderamente terrible, un Guía que había morado en la Tierra hace millones de años, cuando la existencia del hombre ni siquiera podía imaginarse, cuando formas ya olvidadas pululaban por el planeta cubierto todavía de vapores, construyendo extrañas ciudades entre cuyas ruinas retozaron más tarde los primeros mamíferos. Carter recordaba la manera vaga con que el abominable Necronomicon describía a este Guía:
 
Y hay quienes se han atrevido a asomarse al otro lado del Velo, y a aceptarle a Él como guía —había escrito el árabe loco—, más habrían dado muestras de mayor prudencia no aceptando trato alguno con El; porque está en el Libro de Thoth cuán terrible es el precio de una simple mirada. Y aquellos que entraren no podrán volver jamás, porque en los espacios infinitos que transcienden nuestro mundo existen formas tenebrosas que atrapan y envuelven. La Entidad que fluctúa en la noche, y la Malignidad capaz de desafiar al Signo Arquetípico, y la Horda que vigila el portal secreto de cada tumba y medra con lo que se forma en los moradores de ésta…, todos estos Horrores son inferiores al del que guarda el Umbral, al de ESE que guiará al temerario, más allá de todos los mundos, hasta el Abismo de los devoradores innominados. Porque EL es “UMR AT-TAWIL, El Más Antiguo, nombre que el escriba traduce por EL DE LA VIDA PROLONGADA”
 
H. P. Lovecraft
Viajes al otro mundo, página 58
 
 
Un momento después, Carter comprobó que así era, en efecto, ya que la Silueta había hablado directamente a su espíritu sin recurrir a ningún lenguaje ni emitir un solo sonido. Y aunque el nombre con que se dio a conocer era pavoroso y terrible, Randolph Carter no se dejó vencer por el miedo. Al contrario, contestó sin emplear tampoco ningún sonido ni lenguaje, y le rindió el homenaje que había aprendido del Necronomicon. Porque esta silueta era nada menos que la de Aquel ante quien ha temblado el mundo entero desde que Lomar emergió de las aguas y los Hijos de las Brumas de Fuego habían bajado a la Tierra para enseñarle al hombre la Sabiduría Arquetípica. Era, en efecto, el espantoso Guía y Guardián del Umbral: UMR AT-AWIL, El Más Antiguo, cuyo nombre ha traducido el escriba por EL DE LA VIDA PROLONGADA.
 
» El Guía estaba enterado, puesto que El todo lo sabe, del viaje y la llegada de Carter, y también de que este buscador de sueños y secretos se mantenía sin miedo ante su presencia. De Él no irradiaba horror ni malignidad alguna, y Carter comenzó a preguntarse si las alusiones horrendas y blasfemas del árabe loco no obedecerían a la envidia y al deseo jamás cumplido de haber hecho lo que él estaba a punto de realizar. O acaso el Guía reservase su horror y su malignidad para aquellos que le temían. Como la comunicación telepática continuaba, Carter acabó finalmente por interpretar el mensaje en forma de palabras:
 
» “Soy, en efecto, ese Más Antiguo que tú sabes —dijo el Guía—. Los Primigenios y Yo te hemos estado esperando. Aunque has tardado mucho, te doy la bienvenida. Tienes la llave y has abierto la Primera Puerta. Ahora tienes que atravesar la Última Puerta, que ya está preparada para tu prueba. Si tienes miedo, no debes seguir. Todavía puedes regresar sin peligro por donde viniste. Pero si decides proseguir…”.
 
» Hubo un silencio ominoso, pero la irradiación seguía siendo amistosa. Carter no dudó un segundo, porque ardía en deseos de seguir adelante.
 
» ‘Continuaré —replicó—, y te acepto como Guía’.
 
H. P. Lovecraft
Viajes al otro mundo, página 60
 
 
“El Hombre-Que-Conoce-La-Verdad está más allá del bien y del mal —entonaba una voz que no era voz—. El-Hombre-Que-Conoce-La-Verdad ha comprendido la identidad de lo Uno y el Todo. El-Hombre-Que-Conoce-La-Verdad ha comprendido que la Ilusión es la Realidad Única y que la Sustancia es la Gran Impostora”.
 
H. P. Lovecraft
Viajes al otro mundo, página 65
 
 
Pero el tiempo del silencio había terminado, las olas le hablaban con un lenguaje sin sonidos ni palabras articuladas:» “El Hombre-Que-Conoce-La-Verdad está más allá del bien y del mal —entonaba una voz que no era voz—. El-Hombre-Que-Conoce-La-Verdad ha comprendido la identidad de lo Uno y el Todo. El-Hombre-Que-Conoce-La-Verdad ha comprendido que la Ilusión es la Realidad Única y que la Sustancia es la Gran Impostora”.
 
H. P. Lovecraft
Viajes al otro mundo, página 65
 
 
Sabía que en Boston había existido un Randolph Carter, pero no estaba seguro de si él —el fragmento componente de la entidad que ahora se hallaba al otro lado de la Última Puerta— había sido ése o algún otro. Su yo había sido aniquilado; y no obstante, él —si es que efectivamente podía, ante aquella absoluta falta de existencia individual, decir él con entera propiedad— tenía conciencia de ser igualmente una legión de yos. Era como si su cuerpo se hubiese transformado repentinamente en una de esas efigies de brazos y cabezas múltiples que se adoran en los templos de la India, y contemplase el conglomerado resultante de un atolondrado intento de distinguir su cuerpo original de dichas reproducciones, si es que realmente (¡qué idea majestuosa!) había un original distinto de las infinitas encarnaciones.
 
H. P. Lovecraft
Viajes al otro mundo, página 67
 
 
Por todos lados sentía el agobio de la ilimitada inmensidad del vacío.
 
H. P. Lovecraft
Viajes al otro mundo, página 70
 
 
El mundo de los hombres y de los dioses humanos es tan sólo una fase infinitesimal de un ser infinitésimo: la fase tridimensional de la pequeña totalidad que termina en la Primera Puerta, donde ‘Umr at-Tawil’ dicta sus sueños a los Primigenios. Aunque los hombres la proclamen como única y auténtica realidad, y tachen de irreal todo pensamiento sobre la existencia de un universo original de dimensiones múltiples, la verdad consiste en todo lo contrario. Lo que llamamos sustancia y realidad es sombra e ilusión, y lo que llamamos sombra e ilusión es sustancia y realidad.
 
H. P. Lovecraft
Viajes al otro mundo, página 71
 
 
Todas las estirpes de los seres pertenecientes a dimensiones limitadas —prosiguieron las ondas— y todas las fases evolutivas de cada uno de esos seres, son meras manifestaciones de un ser arquetípico y eterno. Cada ser aislado —hijo, padre, abuelo, y así sucesivamente— y cada fase evolutiva de un mismo ser —niño, muchacho, joven, hombre— es tan sólo una de las infinitas facetas de ese mismo ser arquetípico y eterno, originada por una variación del ángulo de la conciencia-plano que lo corta. Randolph Carter en todas sus edades, Randolph Carter y todos sus antepasados, humanos y prehumanos, terrestres y preterrestres, no son sino meras facetas de un ‘Carter’ último y eterno, exterior al espacio y al tiempo, proyecciones fantasmales diferenciadas únicamente por el ángulo con que el plano de la conciencia había incidido en cada caso sobre el arquetipo eterno. »Una ligera modificación del ángulo podría convertir al sabio de hoy en niño de ayer; a Randolph Carter en Edmund Carter, el brujo que huyó de Salem a las montañas de Arkham en mil seiscientos noventa y dos, o en Pickman Carter, que empleó extraños procedimientos para rechazar a las hordas mongolas de Australia; al Carter humano en una de aquellas entidades primordiales que habitaron en la arcaica Hyperborea y adoraron al negro y pastoso Tsathoggua, después de huir de Kythamil, el planeta doble que un día giró en torno a Arcturus; al Carter terrestre en un antepasado remotísimo y rudimentario, morador del propio Kythamil, o incluso en las criaturas aún más remotas de las transgalácticas Stronti, o en una conciencia etérea y tetradimensional de un continuo espacio-temporal aún más antiguo, o en una mente vegetal del futuro, habitante de un cometa radiactivo de órbita inconcebible. Y así sucesivamente en infinitos ciclos cósmicos. »Los arquetipos —vibraron las ondas—, son los pobladores del Ultimo Abismo; son informes, inefables, y en los mundos inferiores apenas los vislumbran unos pocos soñadores. Por encima de todos ellos está el mismo ser que comunica estas revelaciones, el cual, en verdad, es justamente el arquetipo del propio Carter. El insaciable deseo de Carter y de todos sus antepasados por descubrir los secretos cósmicos era el resultado natural de la procedencia del propio Arquetipo Supremo. En cada mundo, todos los grandes hechiceros, todos los grandes pensadores, todos los grandes artistas, son facetas de Él.
 
H. P. Lovecraft
Viajes al otro mundo, página 73
 
 
—«Todo esto les habrá parecido difícil de creer —dijo—, pero aún más increíble les van a parecer las cosas materiales y tangibles que vienen a continuación. Esa es nuestra forma de proceder. Lo maravilloso resulta doblemente increíble al trasladarlo de las regiones vagas de los sueños posibles a este mundo tridimensional.
 
H. P. Lovecraft
Viajes al otro mundo, página 77
 
 
Sabía que, para él, aquel lugar debió de tener alguna vez un significado supremo; pero no podía recordar en qué época ni en qué encarnación lo había visitado, ni si había sido en sueños o en vigilia. Vislumbraba vagamente alguna fugaz reminiscencia de una primera juventud lejana y olvidada, en la que el gozo y la maravilla henchían el misterio de los días, y el anochecer y el amanecer se sucedían bajo un ritmo igualmente impaciente y profético de laúdes y canciones, abriendo las puertas ardientes de nuevas y sorprendentes maravillas. Pero cada noche en que se encontraba en esa elevada terraza de mármol, ornada de extraños jarrones y balaustres esculpidos, y contemplaba, bajo una apacible puesta de sol, la belleza sobrenatural de la ciudad, sentía el cautiverio en el que le tenían los dioses tiranos del sueño; de ningún modo podía dejar aquel elevadísimo lugar para bajar por la interminable escalinata de mármol hasta aquellas calles impregnadas de antiguos sortilegios que le fascinaban…
 
H. P. Lovecraft
Viajes al otro mundo, página 93
 
 
Le recordaron también que no sólo no había llegado jamás hombre alguno a Kadath, sino que nadie podía sospechar dónde se halla, si en los países del sueño que rodean nuestro mundo o en aquellas regiones que circundan alguna insospechada estrella próxima a Fomalhaut o a Aldebarán. Si estuviera en la región de nuestros sueños, no sería imposible llegar a ella. Pero desde el principio de los tiempos, sólo tres seres completamente humanos han cruzado los abismos impíos y tenebrosos del sueño; y de los tres, dos regresaron totalmente locos. En tales viajes había incalculables peligros imprevisibles, así como una tremenda amenaza final: el ser que aúlla abominablemente más allá de los límites del cosmos ordenado, allí donde ningún sueño puede llegar. Esta última entidad maligna y amorfa del caos inferior, que blasfema y babea en el centro de toda infinidad, no es sino el ilimitado Azathoth, el sultán de los demonios, cuyo nombre jamás se atrevieron labios humanos a pronunciar en voz alta, el que roe hambriento en inconcebibles cámaras oscuras, más allá de los tiempos, entre los fúnebres redobles de unos tambores de locura y el agudo, monótono gemido de unas flautas execrables, a cuyas percusiones y silbos danzan lentos y pesados los gigantescos Dioses Finales, ciegos, mudos, tenebrosos, estúpidos; y los Dioses Otros, cuyo espíritu y emisario es Nyarlathotep, el caos reptante.
 
H. P. Lovecraft
Viajes al otro mundo, página 94
 
 
En uno de sus sueños ligeros, descendió los setenta peldaños que conducen a la caverna de fuego y habló de su proyecto a los sacerdotes Nasht y Kaman-Thah de luenga barba. Y los sacerdotes, cubiertos con sus tiaras, movieron negativamente la cabeza, augurando que sería la muerte de su alma. Le dijeron que los Grandes Dioses habían manifestado ya sus deseos y que no les agradaría sentirse agobiados por súplicas insistentes. Le recordaron también que no sólo no había llegado jamás hombre alguno a Kadath, sino que nadie podía sospechar dónde se halla, si en los países del sueño que rodean nuestro mundo o en aquellas regiones que circundan alguna insospechada estrella próxima a Fomalhaut o a Aldebarán. Si estuviera en la región de nuestros sueños, no sería imposible llegar a ella. Pero desde el principio de los tiempos, sólo tres seres completamente humanos han cruzado los abismos impíos y tenebrosos del sueño; y de los tres, dos regresaron totalmente locos. En tales viajes había incalculables peligros imprevisibles, así como una tremenda amenaza final: el ser que aúlla abominablemente más allá de los límites del cosmos ordenado, allí donde ningún sueño puede llegar. Esta última entidad maligna y amorfa del caos inferior, que blasfema y babea en el centro de toda infinidad, no es sino el ilimitado Azathoth, el sultán de los demonios, cuyo nombre jamás se atrevieron labios humanos a pronunciar en voz alta, el que roe hambriento en inconcebibles cámaras oscuras, más allá de los tiempos, entre los fúnebres redobles de unos tambores de locura y el agudo, monótono gemido de unas flautas execrables, a cuyas percusiones y silbos danzan lentos y pesados los gigantescos Dioses Finales, ciegos, mudos, tenebrosos, estúpidos; y los Dioses Otros, cuyo espíritu y emisario es Nyarlathotep, el caos reptante.
 
H. P. Lovecraft
Viajes al otro mundo, página 94
 
 
Así que, tras pedir a los sacerdotes su bendición solemne y maquinar con astucia su expedición, descendió audazmente los trescientos peldaños que conducen al Pórtico del Sueño Profundo y emprendió el camino a través del bosque encantado.
 
H. P. Lovecraft
Viajes al otro mundo, página 95
 
 
Se sabe en la tierra de los sueños que los Dioses Otros tienen muchos agentes mezclados entre los hombres; y todos estos enviados, casi o enteramente humanos, están dispuestos a cumplir la voluntad de esas entidades ciegas y estúpidas, a cambio de obtener los favores de su horrible espíritu y mensajero el caos reptante Nyarlathotep.
 
H. P. Lovecraft
Viajes al otro mundo, página 108
 
 
Entonces, a través de aquellas tinieblas estrelladas le llegó un sonido familiar que retumbó por los montes y resonó en todos los picos desgarrados, y sus ecos se propagaron dilatándose en una especie de coro demoníaco. Era el maullido del gato a media noche, y Carter comprendió por fin que las gentes del pueblo tenían razón cuando decían en voz baja que los gatos son los únicos que conocen las regiones misteriosas, y que los más viejos las visitan a escondidas, por la noche, saltando a ellas desde los más elevados tejados. En verdad, es a la cara oscura de la luna adonde van a saltar y retozar por las colinas, y a conversar con sombras antiguas.
 
H. P. Lovecraft
Viajes al otro mundo, página 113
 
 
¡Mira! A través de esa ventana brilla la luz eterna de las estrellas.
 
H. P. Lovecraft
Viajes al otro mundo, página 217
 
 
Vuela hacia Vega a través de la noche, pero tuerce tu rumbo cuando oigas los primeros cánticos. No olvides mi consejo, no vayas a ser absorbido por horrores inconcebibles hacia un abismo de locura. Acuérdate de los Dioses Otros, son inmensos y terribles, carecen de alma y acechan en los vacíos exteriores. Ellos son los dioses que a todo trance debes evitar.
 
H. P. Lovecraft
Viajes al otro mundo, página 219
 
 
¡Hei! ¡Aa-shanta 'nygh! ¡Eres libre! Devuelve los dioses terrestres a la morada que poseen en la ignorada Kadath, y ruega a todo el espacio que jamás llegues a verme en ninguna de mis otras mil encarnaciones. ¡Adiós, Randolph Carter, y guárdate de mí, porque yo soy Nyarlathotep, el Caos Reptante!».
 
H. P. Lovecraft
Viajes al otro mundo, página 220
 
 
De pronto, de la bóveda resplandeciente que le envolvía descendió un silencio premonitorio, y todos los vientos y horrores se escabulleron como se disipan las sombras de la noche con las claridades del alba. En oleadas temblorosas de luz sobrenatural, comenzaron a hacerse audibles los primeros atisbos de una melodía lejana cuyos apagados acordes resultaban ajenos a nuestro universo. Y cuando estos acordes crecieron, el shantak levantó las orejas y se lanzó adelante, y Carter se inclinó para escuchar también aquella fascinante melodía. Era una canción; pero una canción que no provenía de voz alguna, una canción que cantaban la noche y las esferas, y que ya era vieja cuando nacieron el espacio, y Nyarlathotep, y los Dioses Otros.
 
H. P. Lovecraft
Viajes al otro mundo, página 220
 
 
Adelante seguía el viaje enloquecedor, a través de unos abismos henchidos de aullidos cósmicos y poblados de oscuras criaturas sin nombre… Y entonces, en la mente del predestinado Randolph Carter surgió una imagen y un pensamiento venidos desde algún lejano y brumoso lugar de paz. Nyarlathotep había planeado demasiado bien su burla y su tormento al despertarle recuerdos que ni la más aterradora experiencia podría borrar totalmente de su alma: su casa, Nueva Inglaterra, Beacon Hill, su mundo vigil.
 
H. P. Lovecraft
Viajes al otro mundo, página 222
 
 
Y entonces el predestinado soñador saltó de aquella enorme abominación hipocéfala, y cayó por los vacíos infinitos de palpitante negrura. Devanáronse vertiginosamente millones y millones de años, se consumieron los universos y nacieron otra vez, se fundieron las estrellas en oscuras nebulosas y las nebulosas se hicieron estrellas, y Randolph Carter siguió cayendo por ilimitados vacíos de palpitante negrura. Luego, en el curso lento y sinuoso de la eternidad, el cielo supremo del cosmos llegó al término de una de sus consunciones y todas las cosas volvieron a ser nuevamente como habían sido innumerables kalpas antes. La materia y la luz nacieron una vez más, tal como habían sido antes en el espacio, y los cometas, los soles y los mundos se lanzaron inflamados a la vida, pero nada sobrevivió para atestiguar que habían existido y habían desaparecido después, que habían existido y dejado de existir una y otra vez, desde siempre, sin un primer principio ni un último fin. Y surgieron nuevamente un firmamento, y un viento, y un resplandor de luz purpúrea ante los ojos del soñador, que seguía cayendo. Y aparecieron dioses, y presencias, y voluntades que se hacían obedecer, y la belleza y la maldad, y el grito ululante de la noche maligna privada de su presa. Porque, a través del ignorado ciclo final, había sobrevivido un pensamiento y una visión que pertenecían a la juventud de un soñador; y en torno a esa visión y a ese pensamiento se habían reconstruido un mundo vigil y una vieja y amable ciudad que los encarnaba y justificaba. El gas violeta S’ngac había indicado el camino, y el arcaico Nodens había gritado desde insospechadas profundidades la dirección conveniente. Las estrellas dieron paso a amaneceres, y los amaneceres reventaron en mil fuentes de oro, carmín y púrpura, y el soñador aún seguía cayendo. Horribles gritos rasgaron el éter en el momento en que inmensos haces de luz esplendorosa dispersaban a los demonios del exterior. Y el venerable Nodens lanzó un aullido de triunfo cuando Nyarlathotep, cerca de su presa, se detuvo desconcertado por un resplandor que convertía en polvo gris los cuerpos informes de sus horribles perros de caza. Randolph Carter había descendido finalmente las inmensas escalinatas de mármol y se hallaba en su maravillosa ciudad. Porque, efectivamente, había regresado otra vez al mundo limpio y puro de la Nueva Inglaterra que le había dado la vida. Y así, a los acordes de los mil susurros matinales, a la luz inflamada del amanecer que teñía de púrpura los cristales de la gran cúpula dorada de State House, en lo más alto de la ciudad, Randolph Carter saltó gritando del lecho en su habitación de Boston. Cantaban los pájaros en ocultos jardines, y el perfume de las enredaderas se elevaba de los cenadores que había construido su abuelo. Luz y belleza resplandecían en la chimenea de esculpida cornisa y en las paredes adornadas con figuras grotescas. Un gato negro y lustroso se levantó bostezando del sueño hogareño que el sobresalto y el alarido de su dueño habían interrumpido. Y, a una distancia infinita de infinitos, más allá de la Puerta del Sueño Profundo, y del bosque encantado, y del país de los jardines, y del Mar Cerenerio, y de los límites crepusculares de Inquanok; Nyarlathotep, el caos reptante, penetró ceñudo en el castillo de ónice que se eleva en la cúspide de la ignorada Kadath, en la inmensidad fría, e insultó enojado a los amables dioses de la Tierra, a quienes acababa de arrancar violentamente de las terrazas perfumadas de la maravillosa ciudad del sol poniente.
 
H. P. Lovecraft
Viajes al otro mundo, página 223
 
 
Lo que más me disgusta de Lovecraft es su amor por los gatos… Lo que más me confunde es su capacidad de soñar, de imaginar, de inventar, de ver lo invisible, de intuir lo infinito del universo, y su sentido de la angustia, del terror, del pánico ante lo insondable —desconocido, adivinado, buscado, vislumbrado— que siempre se halla presente en los límites de la percepción humana, pero que, cuando ésta intenta captarlo, se evade como algo gelatinoso, informe, aterrador… Lo que me maravilla es el lado mágico de su delirio verbal, rico en palabras enteramente cinceladas por la belleza de su consonancia y el poder conjurador de su arquitectura sonora: Nyarlathotep, Inquanok, Kadath… En ellas se evoca Babilonia, y, a la vez, a los indios chickasha y el espacio intersideral.
 
H. P. Lovecraft
Viajes al otro mundo, página 225
 
 
¿Por qué ese deseo de comprender? ¿Para qué intentar retener lo que no hace más que pasar?
 
H. P. Lovecraft
Viajes al otro mundo, página 226
 
 
 
 
 
 
 
 

Ricardo Labra

"El bárbaro que lleva dentro y que le amenaza con sus devastaciones, sus oprobios y sus incendios."

Ricardo Labra



"El carnaval de los artistas y sus sueños elitistas. Las máscaras de los cortesanos."

Ricardo Labra





"El poder literario siempre sabe cómo castigar a sus insurrectos."

Ricardo Labra



"La ecuación de la luz y sus sorprendentes resultados."

Ricardo Labra




"La máscara que le defiende, la máscara que le reafirma, la máscara que le otorga su identidad."

Ricardo Labra



"La precaria identidad del presente."

Ricardo Labra



"Los que se aprovechan de los pobres explotándolos y los que les explotan defendiéndolos. La dolce vita de los adalides de sendos mercados."

Ricardo Labra




"Nada en la realidad se aproxima a lo anhelado. La tragedia del platonismo."

Ricardo Labra



"Qué poca consideración merece la tarea del escritor en esta época. Los demonios del mercado y los demonios mediáticos han logrado corromper cualquiera de sus fundamentos."

Ricardo Labra



"Un hombre honrado. La quiebra del sistema."

Ricardo Labra











Javier Puche

"Algún día el capitalismo insertará publicidad en nuestros sueños."

Javier Puche




"Antes de nacer, fuimos aquella mirada de nuestros padres."

Javier Puche




"El espejo multiplica por dos la soledad."

Javier Puche




"El medio de transporte más seguro es el libro."

Javier Puche





"Hay ausencias imponentes como catedrales góticas."

Javier Puche




"Hay gente con cara de poca persona."

Javier Puche





"No parece casual que las letras de la palabra yo, sean una conjunción copulativa
y una disyuntiva."

Javier Puche




PALABRAS

Palabras. Palabras.

Palabras. Palabras. Palabras.

Amontonar palabras y palabras y palabras.

Como si las palabras fueran trozos de leña contra el frío.

Javier Puche




"Para un pez, la pecera es Auschwitz."

Javier Puche