Antonio Luis Ginés

COSTUMBRE

No existe la noche pasada, sólo la próxima. En medio
una extensión de luz trata de manteneros despiertos, y
escuece esa claridad, escuece el primer amor que nos
seduce con pocas palabras y gestos torpes. Resistimos.
Mientras vuelve la oscuridad en una inercia a no
quedarnos quietos, quisieras regalar todas las noches que
conducen a ninguna parte, a rostros que jamás conociste;
sombras pasando por la puerta de tu casa. Quisieras
cambiar
la vieja cerradura,
si es que aún
estás a tiempo.

Antonio Luis Ginés




FUGAS EN BLANCO

Dime quién pasará por cada lugar que hemos pisado,
qué vehículo cruzará puertos, carriles oscuros, se
detendrá en miradores, viajará hacia sitios que hace años
que no pronuncio. ¿Acaso no nos pertenece ni un trozo
de cada camino recorrido, queda al menos el surco de
nuestros dedos en la tierra?, ¿qué huella se recoge en
formol aunque una y otra vez nos venciera la certeza de
que el trayecto éramos, únicamente,
nosotros mismos?

Antonio Luis Ginés




MERENDERO

Sólo una vez me detuve en el merendero. Me han
contado que aquí muchas tardes fumabas tus cigarros,
como si siempre fueran los últimos, en silencio, perdido
en un paisaje que se desmoronaba vacío, artificial, lejos
ya de ti. Llegar a la vejez para qué, si más que nunca los
sentidos te abandonan a un espacio en el que nadie se
adentra, en el que nadie te oye.
Tabaco negro, un poco de tos, de dos días.
Cuando paso por el merendero, aún te veo ahí, apoyado
en tu bastón, serio. Lanzas el humo de tu cigarro contra
un cielo inquietante: pareces llamarnos con el afecto de
quien aún no ha partido, de quien pide la última calada,
ese segundo de despedida que nunca se acaba
sino con nosotros mismos.

Antonio Luis Ginés




MITADES

Piensa en todo lo que ha dejado de hacer.
Nunca pudo estar en dos sitios al mismo tiempo. Por
más que intentó desdoblarse, su sombra pisaba un lugar
y él otro. Lo que vivió no parece tanto, y presiente que
es mucho más lo que dejó de tener entre las manos,
mucho lo que la mente y el cuerpo jamás conocieron:
quizás demasiado para respirar tranquilo los días que aún
le quedan por llenar.
Pero es de noche, invierno cerrado, y las imágenes, los
pensamientos, se suceden sin orden; caen como una
rapaz sobre su presa. Él está aturdido, no puede respirar,
por más que abre la boca, nadie le oye
pedir oxígeno.

Antonio Luis Ginés




UNA VIDA

El joven que se ganaba la vida haciendo fotocopias ahora
limpia cristales en los semáforos. Hay días que no pasa de
los diez euros. Sus movimientos son rápidos, aprendió
la mecánica y no repara en quién está al otro lado; puede
limpiar el parabrisas del tipo del banco que lo hundió;
un impago y el sistema te premia. Ya no es tan joven, no
dispone de futuro, ha vuelto a la calle, a dejar pulcros
grandes automóviles donde la dignidad y la rabia nunca
ocupan asiento. Si llueve, mala suerte, amarga publicidad
en sus labios, aunque sus manos parezcan esquivar el
tiempo, caen tristes, resignadas con la languidez de esos
días que nunca terminan
de irse
del todo.

Antonio Luis Ginés
















Claudia González Caparrós

dispongo de esta casa,
de sus interferencias, de las interrupciones
que sus paredes generan en la luz

dispongo de esta casa

vacía
vaciada

como si en ella nunca hubieras habitado, como si en ella nunca
te hubiera permitido entrar

Claudia González Caparrós




(en esta desprotección
está la intimidad)
me abro camino a través de tu imagen, igual
que un reguero de agua crea su caudal entre la arena blanda:

con la violencia suave que supone sesgar
aquello que no opone resistencia

Claudia González Caparrós





en los bordes de algo que termina, uno ya no sabe si saltar
o quedarse a mirar cómo las ruinas crecen
Y si ya nunca dejo la puerta abierta no es porque no tenga esperanza

sino porque no creo en las puertas

Claudia González Caparrós





la luz es la continuidad de la luz, el recorrido de la luz a lo largo de mi pasillo,
como una mano que avanza tanteando la superficie uniforme de la pared

como un cuerpo
que se mueve a tientas
recordando los pasos que todavía faltan hasta el final del corredor

la mano acaricia la pared como si acariciara un cuerpo

líquido
homogéneo

la luz interrumpida
en una casa que conozco de memoria
es también un ejercicio de renuncia

Claudia González Caparrós




no sé si es posible salvar el abismo entre dos mundos,
entre dos cuerpos

entre dos bocas que se mueven sin emitir ningún sonido, no sé
si es posible hacerle frente al frío de los pies descalzos sobre las baldosas

al frío que sube como un insecto por el cuerpo

(el cuerpo
se mueve
sin emitir ningún sonido)

la piel contra la piel como si hubiese guerra

como si te mirara y en mi mirada ya te estuviera deformando

y no sé si es posible salvar el abismo
entre dos ojos que se oponen 


(tocándote, tocándome, el cuerpo era lo único recíproco)

Claudia González Caparrós











Gonzalo Gragera

DESPEJANDO LAS DUDAS

Volvíamos del parque, y cruzando
soportales y direcciones conocidas
me dijiste:
“Hijo, los niños vienen de París”.

Casi veinte años han pasado
de esta respuesta
y ya se han desplomado,
como un castillo de arena,
de su conclusión, hasta las sombras
de los abecedarios.
Pero es una decepción que no nos importa:
hoy es el turno de otra duda,
de averiguar otra inquietud,
mucho más grave y decisiva,
necesaria, acaso verdadera.

Y antes de preguntar confirmo mis sospechas
en estos silencios tuyos de domingo y de rutina.
Con ellos es suficiente.
Con ellos alcanzo.
Con ellos respondes.

Ahora sé de dónde vienen los dioses.

Gonzalo Gragera




HABLAR CON PROPIEDAD

Caminas por la calle,
y es estrecha y sinuosa
como una cicatriz.

Pero no cicatriza:
porque no es una calle
y se llama memoria.

Gonzalo Gragera












Aleyda Quevedo

BRAZADA

Curtida la piel, gastados los ojos, aprendí a bucear desnuda entre corales y piedras
cortantes. Brazada abriendo el lenguaje: mantener el codo más alto que el brazo,
las imágenes más brillantes son música.

Aleyda Quevedo





CORALES

No importa la profundidad del descenso
o la imposible maleza derramada en el camino.
Es largo y frío el viaje sobre oscuros caballos.
Ejercicio de inmersión y belleza piadosa
hasta pisar altos jardines de coral negro.
Entre mi dolor —que conozco tanto desde el lodo—
y el universo poco explorado por la falta de tus palabras,
me quedan flotando la impenetrabilidad de la música y la sal.
Las medusas atrapadas entre mis pestañas me jalan rápido.
Más no importa el precio del descenso.
Es necesario volver al camino consciente del miedo
y el aliento del océano golpeándome en la nuca.

Aleyda Quevedo




Cortadas a media noche,
las flores de verano iluminan la habitación del hotel.
Las de color naranja excitan
hasta afectar
en esa zona que las mujeres confunden con:
deseo,
desgarro,
defectos.
Las flores fucsia y las excesivamente moradas
distraen y llegan a enervar.
Pero estoy húmeda,
lista para la noche en este hotel del mundo.
Piso un jardín de intimidades.
A las ramas verdes del follaje
las chupo una por una.
La clorofila aceitada me va dejando
las ganas de ir hasta el fondo,
Mas lo que hago antes de dormir
es leer los poemas de Szymborska.

Aleyda Quevedo




DILEMAS

Hay palabras puentes dolorosos que no separan de la luz.
Llegan flotando, inútiles.
Palabras suplicantes, hirientes, rabiosas, porque que a veces los puentes rotos
de palabras se vuelven estambres flotantes y puntiagudos dilemas que te enredan y ahogan.

Aleyda Quevedo





HAIKU DE LOS PÁJAROS

Cuidaré de tus pájaros
pero me niego a hacer
el amor en la jaula

Aleyda Quevedo
















Ismael Ramos

EN CADA UNIDAD FAMILIAR HAY UN CARPINTERO, FABRICA ATAÚDES

El padre fabrica su propia muerte. Se afana en la figura. Cuida la forma de los dedos. Los signos del desfallecimiento.
Estoy pensando qué me enseñó mi padre. Estoy recordando: no quise aprender nada.
Lo que no quería decir es: tendré siempre diecisiete años.
El padre construye los órganos del hijo a su semejanza. Se confía a la piedad.
El padre se construye dentro del hijo. En madera. Luego arde.

Ismael Ramos




Fábula

Hubo un día en que mi padre me pidió que me pegase un tiro.
Esto no es un poema.
En casa de mis abuelos hay dos escopetas.
Hacía sol y decidí caminar cuesta abajo.

Ismael Ramos



La muerte son los hijos

El poema es el poema de los padres.
La herida es la herida de los padres.
La herida de los hombres.
Las cicatrices también.
Las cicatrices son uno de los frutos de la herida.
Los hijos somos cicatrices.

Ismael Ramos
















Pablo García Casado

DIXÁN

por qué se secará tan lenta la ropa por qué persisten
las manchas de grasa de fruta y de tus labios
si dixán borra las manchas de una vez por todas

por qué la aspereza de las prendas la sequedad de su tacto
si pienso en tus manos en tu modo de mirarme de decirme
que por culpa del amor habrá que lavar las sábanas de nuevo

preguntas tristes tristes como todos los anuncios de detergente
y es que no encuentro mejor suavizante que tus manos
en esos bares supermercados desnudos de la noche

Pablo García Casado





GINEBRA BESOS

me dices que la cama de tu cuarto
está sin hacer que bajaste y todas
las tiendas estaban cerradas que hoy

es domingo que ayer sábado dijimos
muchas cosas mucho amor ginebra besos
que si tengo algo de pan o de ternura

que prestarte

Pablo García Casado




SWEET JANE

                                                                 lou reed

yo he vivido mucho tiempo pendiente de un hilo
telefónico de un buzón sin cerradura de las manos
de unos hombres que no quisieron encontrarme

acumulando toda clase de pastillas esquivando
como pude los domingos por la tarde yo he vivido
demasiado tiempo al otro lado de la pantalla

mirando el amor por los anuncios

Pablo García Casado













Matilda O’Donnell McElroy

“Antes de la aparición de los humanos. La Tierra es un pequeño planeta al borde de una estrella en la galaxia. Esto hace que la Tierra esté muy aislada geográficamente de las culturas planetarias más concentradas más cercanas al centro de la galaxia.”

Matilda O’Donnell McElroy
La contestación cuando Matilda le preguntó a Airl cuánto tiempo había estado visitando la Tierra




“Estos hechos obvios han hecho que la Tierra sea adecuada solo para su uso como zoológico o jardín botánico, o para uso actual como prisión, pero nada más. Estas criaturas fueron capturadas, atrapadas y transportadas a la Tierra desde varias partes del ‘Viejo Imperio’. Las estaciones subterráneas donde se conservaron (o aún se conservan) estas criaturas se establecieron en Marte y la Tierra en las montañas Rwenzori en África, en los Pirineos (entre España y Francia) y en las estepas de Mongolia.”

Matilda O’Donnell McElroy



“Mucha gente fue asesinada para descartar la posibilidad de revelar conocimientos y eso me ha hecho ocultarlo a la sociedad hasta ahora. Solo un puñado de personas en la Tierra ha visto y oído lo que he mantenido en secreto durante sesenta años. Todos estos años, pensé que las autoridades habían cometido un gran error, creyendo que su objetivo era proteger a la humanidad del conocimiento de que la vida extraterrestre no solo existe, sino que continúan y continúan controlando agresivamente e invadiendo la vida diaria de cada persona en la Tierra.”

Matilda O’Donnell McElroy o MacElroy



“Nuestra comunicación no fue por el habla en el sentido convencional, el cuerpo alienígena ni siquiera tenía boca para hablar. Nuestra comunicación fue a través de la telepatía. Al principio no podía entender pero podía percibir imágenes, sentimientos e impresiones, pero me costaba expresarlos oralmente. Una vez que Airl aprendió inglés, pudo enfocar sus pensamientos con mayor precisión usando símbolos y significados de palabras que yo podía entender. Aprender inglés fue una gran gracia para mí. Fue más para mí que para ella.”

Matilda O’Donnell McElroy
















Lawrence R. Spencer

"¿Qué mayor brutalidad puede imponérsele a alguien, que la de borrarle o negarle la conciencia de la propia identidad espiritual y la memoria que es la esencia de uno mismo?"

Lawrence R. Spencer 

Alice Kyteler

“¡Aquí está la marca del demonio!”, grita con furia al hombre de Dios, señalando un lunar en el hombro. “Esta es la prueba inequívoca de que tuvo relaciones carnales con un demonio de nombre Robin Artisson. La bajeza de una mujer que ha copulado con un ser del averno, merece la muerte.”

Alice Kyteler
En su juicio por brujería

Elly Kedward

"¿Ach ar an meid ata me ag ioc as a bpinsin?"

¿Pero por qué pago penitencia?

Elly Kedward




"Me llamo Elly. Elly Kedward. Nací en Glengarriff, Irlanda, el 21 de octubre del año de Nuestro Señor de 1729."

Elly Kedward



"Mi consejo solo ha existido en mis sueños. Mi seguridad solo ha existido en mis fantasías. Es cuando ambos se combinan que me siento seguro. Es al despertar que se disipa. Y es entonces cuando mis fantasías se convierten en pesadillas."

Elly Kedward



"(Mis muñecos hechos de ramitas son mis) compañeros y protectores contra las bestias del mundo."

Elly Kedward nació con el nombre de Eilis Abaigeal Kedward




"Nior mhothaigh se nach raibh me ach leanbh. Mhothaigh se nach raibh me ach cailin og. Mhothaigh se nach raibh iospartach orm. Chun an tsochai, ni raibh me ar bith nios mo na breagach."

No importaba que fuera solo una niña. No importaba que fuera solo una jovencita. No importaba que fuera una víctima. Para la sociedad, no era más que una prostituta.

Elly Kedward