Yong-Cong Chen

“Demostramos que los dos fotones pueden efectivamente tener una mayor tasa de entrelazamiento bajo ciertas condiciones.”
 
Yong-Cong Chen

William G. Roll

"Creo que hay cierta evidencia de que las personas creativas pueden ser mejores para la ESP, especialmente artistas, y eso es probablemente porque se necesita tener algún tipo de conexión con el público y para tener éxito, por lo que quizás es una conexión entre la creatividad."
 
 William G. Roll 
 
 
 
"Creo que hay energías fuera del cuerpo, pero a que estas entidades se presentan en forma de los seres conscientes, esa es otra cuestión."
 
 William G. Roll 
 
 
 
"Creo que lo que estamos buscando se mete en la pregunta acerca de la supervivencia después de la muerte, pero para ello se necesitan tener evidencias de la conciencia independiente y la autonomía, para decir apariciones o fantasmas, tienen que aparecer como personas independientes, como tu o como yo, y no me he encontrado con una evidencia convincente hasta ahora."
 
 William G. Roll 
 
 
 
 
"Los Poltergeist son casos  muy raros.  Y no son continuados , si quieres investigar un caso sabes que es algo temporal. Por lo general, sólo duran un par de meses y desaparecen. Además, no pueden ser revividos por regla general."
 
 William G. Roll 
 
 
 
"Yo no uso el término  poltergeist. El término «poltergeist» es alemán y significa un espíritu bullicioso o ruidoso, un fantasma, y se refiere al movimiento repentino de los objetos y sonidos de una extraña ocurrencia físicas. Esto lo piensan tanto en el pasado como  la gente de hoy en día, especialmente las personas que ven películas de Spielberg , estos piensan que una entidad espiritual, un fantasma, está lanzando literalmente las cosas, y crea el caos. Hoy en día, tenemos otra palabra para estas cosas como usted sabe: «psicokinesis espontánea recurrente», porque pensamos que no lo son debido a los fantasmas,espíritus o demonios, o algo así.Son una expresión de una capacidad humana que probablemente todos tenemos, pero que solamente algunos disponen en una versión más extrema. Por ejemplo, Tina en un período de un par de meses, cuando ella tenía catorce años disponía de esta capacidad extraordinaria. Ella fue, por supuesto, muy consciente de que estaba causando este tipo de sucesos de alguna u otra manera. La explicación más probable es que los fenómenos se debían -por lo general- dependiendo de su presencia y sólo ocurriendo cuando ella estaba en casa y despierta."
 
William G. Roll 
 
 
 
"Yo realmente no lo sé. Mi conjetura es que el cerebro emocional está activado, ese es el sistema límbico que compartimos con otros animales, pero el sistema límbico por sí mismo, obviamente no es suficiente, porque a los niños pequeños y a los animales no les sucede esto a su alrededor, el sistema límbico es una parte más de las estructuras más altas del cerebro, la amígdala, que tiene que ver con la ira, la rabia y es muy sensible a la entrada electromagnética y el hipocampo, sostiene nuestros registros de memoria también es muy sensible al  electromagnetismo. Los objetos que se movían representan los recuerdos emocionales de Tina, por lo que creo que esos dos centros, probablemente estarían involucrados."
 
 William G. Roll 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Jack Tuszyński

"Enfocar la luz hacia los microtúbulos y medir el tiempo que demoran en emitirla es un indicador indirecto de la estabilidad de ciertos estados cuánticos postulados. Lo cual es fundamental para la teoría que sugiere que estos microtúbulos pueden albergar superposiciones cuánticas coherentes que podrían estar relacionadas con la mente o la conciencia." 
 
Jack Tuszyński

Álex Gómez-Marín

"Antes la gente moría en casa y el duelo estaba integrado en la vida cotidiana. Hoy todo ocurre en hospitales, medicalizado y aséptico. Se ha escondido socialmente. Y también es un tabú psicológico, porque es el final de algo. A eso se suma lo que yo llamo el ‘parásito ideológico del materialismo’: durante décadas se nos dijo que no había nada después de la muerte. El resultado ha sido un silencio cultural. Pero la sociedad empieza a estar harta de ese vacío espiritual."
 
 Álex Gómez-Marín
 
 
 
“Creo que morirse es algo muy bonito. Tenemos mucho miedo, pero los que hemos estado con un pie allí y hemos vuelto sabemos que es una experiencia hermosa. Y mientras tanto, hay que recordar que también hay vida antes de la muerte.”
 
 Álex Gómez-Marín
 
 
 
 
"Durante muchos años, en nombre de la ciencia, se nos dijo: sabemos que no. Eso ha cambiado. Ahora podemos decir que no sabemos, o incluso que parece que sí. Y ese simple giro abre un espacio para que todos podamos salir del armario y reconocer lo que ya intuíamos: que estas experiencias son reales y forman parte de la vida."
 
 Álex Gómez-Marín
 
 
 
“Estaba en un pozo (un pozo muy parecido a uno que conozco bien). Miré hacia arriba. Vi a tres figuras que me esperaban amorosamente en la luz, esta era amarilla (parecida a la de los animales mitológicos del encuentro interior). El contorno del rostro y cabello de cada una de esas figuras se delineaba a la perfección a contraluz. Sus cabezas configuraban un triángulo perfecto en el círculo de la apertura. Sabía quién era cada uno de ellos; no eran familiares difuntos, sino guías espirituales. No sentí miedo. Me ofrecían una especie de cañas para salir del pozo.”
 
Álex Gómez-Marín
 
 
 
“Estuve muerto durante 7 segundos. Vi una luz dorada y tres figuras que vinieron a recibirme, pero decidí volver.”
 
 Álex Gómez-Marín
 
 
 
“La ciencia, durante mucho tiempo, ha dado desesperanza. En nombre de la ciencia se decía: ‘Cuando se muera tu abuelito, ya está, no le vas a volver a ver; esto es un hecho científico’. No, queridos, en nombre de la ciencia no se puede decir esoa: Venimos de un desierto de desesperanza.”
 
 Álex Gómez-Marín
 
 
 
"La ciencia que cuento es una que celebra el misterio."
 
 Álex Gómez-Marín
 
 
 
"Lo sorprendente fue descubrir que ya a finales del XIX se hablaba de la mente más allá del cerebro. William James hablaba del ‘cerebro permisivo’, que no genera conciencia sino que la permite. Yo llevaba años en neurociencias y nunca nadie me había mencionado esa posibilidad."
 
 Álex Gómez-Marín
 
 
 
 
“Muchos de estos experimentos no se pueden hacer en laboratorio y colaboramos con hospitales, para poder hacer, por ejemplo, los estudios de testimonios de experiencias cercanas a la muerte.”
 
 Álex Gómez-Marín
 
   
 
 
“Y si hay gente que contacta con espíritus de verdad y una persona que necesita contactar con su familiar difunto, de hecho, contacta, ¿quiénes somos nosotros para decirle que no lo haga? También hay timadores entre los abogados o los periodistas.”
 
 Álex Gómez-Marín
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Joan Oró i Florensa

"Algunos de los procesos prebióticos son reproducibles, en líneas generales en el laboratorio y se ha comprobado que el medio acuoso o líquido es el más idóneo para su desarrollo. Por tanto, es casi seguro que la vida brotó en lo que se ha llamado mar primordial u océano primitivo."

 Juan Oró
 
 
 
"La lectura de la secuencia del genoma humano es el gran reto del siglo."
 
 Juan Oró
 
 
 
"La opinión científica sobre la vida extraterrestre ha cambiado en los últimos 10 a 20 años. De un optimismo que esperaba encontrar planetas habitados en todo el Universo, casi alrededor de cada estrella, hemos pasado a un realismo más pesimista."
 
 Juan Oró
 
 
 
"Somos polvo de estrellas."
 
Joan Oró i Florensa o Juan Oró
 
 
 
"Tiene razón la Biblia cuando dice que somos polvo y al polvo hemos de volver, pero somos polvo de estrellas y volveremos a ser polvo de estrellas."
 
 Juan Oró

José Luis Dibildos Alonso

"En un guión me venía tachado un adjetivo. O sea, una escena que una pareja entonces bajaba de un coche y tal. Y entonces, al describir a la mujer que bajaba del coche yo había puesto a la palabra "piernas de mujer maravillosas", unas piernas "maravillosas". Entonces, con lápiz rojo me habían tachado el adjetivo 'maravilloso'. O sea, quiero decir, de psiquiatra, ¿no?"
 
José Luis Dibildos Alonso

Ana de los Ángeles Monteagudo

"Este tiempo de confusión."
 
Ana de los Ángeles Monteagudo o Ana Monteagudo Ponce de León

Ana de Jesús

EL REY DE REYES
 
Mirad al Rey de los reyes
que por hacernos señores
se sujeta a nuestras leyes
y se carga de dolores. 
 
Ana de Lobera Torres, conocida en su vida religiosa como Ana de Jesús
 
 
 

Mushkil Gushá

Historia de Mushkil Gushá, El Disipador de todas las Dificultades
 
Había una vez, a menos de mil millas de aquí, un pobre leñador viudo que vivía con su hija pequeña. Todos los días iba a la montaña a cortar leña para hacer fuego, que traía a casa y ataba en haces.

Después de tomar el desayuno caminaba hasta el pueblo más cercano, donde vendía la leña y descansaba un rato antes de regresar. Un día, al volver ya tarde a casa, la niña le dijo:

–Padre, a veces desearía tener mejor comida, más cantidad y diferentes clases de cosas para comer.

–Muy bien hija mía –dijo el viejo– mañana me levantaré más temprano que de costumbre, me adentraré en la montaña donde hay más leña y traeré una cantidad mucho mayor que la habitual. Llegaré a casa más temprano y así podré atar la leña antes para luego ir al pueblo a venderla; conseguiré de esta forma más dinero y te traeré toda clase de cosa ricas para comer.

A la mañana siguiente el leñador se levantó antes del alba y se fue las montañas. Trabajó duramente cortando leña, e hizo un enorme haz que acarreó sobre su espalda hasta la casa.

Cuando llegó, todavía era muy temprano. Puso la carga en el suelo y golpeó la puerta diciendo:

–Hija, hija, abre la puerta que tengo hambre y sed, y necesito tomar algún alimento antes de ir al mercado.

Pero la puerta permaneció cerrada. El leñador estaba tan cansado que se acostó en el suelo y pronto se quedó dormido al lado del atado de leña.

La niña, que había olvidado la conversación de la noche anterior, estaba profundamente dormida. Cuando el leñador se levantó, unas horas después, el sol ya estaba alto. Golpeó nuevamente la puerta y dijo:

–Hija, hija, ven pronto. Debo comer algo e ir al mercado pues es mucho más tarde que otros días.

Pero como la niña había olvidado aquella conversación de la noche anterior, mientras el padre dormía, se había levantado, arreglado la casa, y había salido a dar un paseo. Dejó la cabaña cerrada, suponiendo, en su olvido, que su padre estaba todavía en el pueblo.

Así que el leñador se dijo: “Ya es demasiado tarde para ir al pueble, regresaré al las montañas y cortaré otro haz de leña, que llevaré a casa, así mañana tendré doble carga para llevar al mercado”.

Trabajó duramente ese día en las montañas, cortando leña y dando forma a la misma. Era ya de noche cuando llegó a su casa con la leña sobre los hombros. Puso el atado detrás de le casa, golpeó la puerta y dijo:

–Hija, hija, abre que estoy cansado y no he comido nada en todo el día. Tengo doble cantidad de leña que espero llevar mañana al mercado. Esta noche tengo que dormir bien para poder sentirme fuerte.

Tampoco hubo respuesta, pues la niña, como sintió mucho sueño al regresar a su casa, se preparó la comida y se fue a la cama. Al principio estuvo preocupada por la ausencia de su padre, pero luego se tranquilizó pensando que se había quedado a pasar la noche en el pueblo.

Nuevamente el leñador, al ver que no podía entrar en su casa, cansado, hambriento y sediento, se acostó junto a la leña y de inmediato se quedó dormido. Le fue imposible permanecer despierto a pesar de la preocupación que sentía por lo que hubiera podido pasarle a su hija. Como el leñador tenía tanto frío, tanta hambre, y estaba tan cansado, despertó muy, muy temprano, a la mañana siguiente, aun antes de que hubiera luz. Se sentó y miró a su alrededor pero no pudo ver nada. Entonces ocurrió algo extraño, le pareció escuchar una voz que decía:

–Rápido, rápido, deja tu leña y ven aquí. Si lo necesitas mucho y lo deseas poco, tendrás una comida deliciosa.

El leñador se puso de pie y caminó en dirección hacia donde venía la voz. Anduvo, anduvo y anduvo, pero no encontró nada. Entonces sintió más cansancio, frío y hambre que antes, y además se encontraba perdido. Había tenido muchas esperanzas, pero eso no parecía haberlo ayudado.

Ahora se sintió triste, con ganas de llorar, pero se dio cuenta de que llorar tampoco le ayudaría. Así que se acostó y se durmió. Muy poco después despertó nuevamente, tenía demasiado frío y hambre para poder dormir.

Fue entonces cuando se le ocurrió relatarse a sí mismo, como si fuera un cuento, todo lo que había ocurrido después de que su hija le hubiera pedido una clase diferente de comida.

Tan pronto como terminó su historia, le pareció oír otra vez, en algún lugar por encima de él, como saliendo del amanecer, que decía:

–¿Qué haces ahí?

–Estoy contándome mi propia historia –respondió el leñador.

–¿Y cuál es esa historia? –preguntó la voz.

El leñador repitió su narración.

–Muy bien –dijo la voz. Y a continuación le indicó que cerrara los ojos y subiera por la escalera.

–Pero yo no veo ninguna escalera –dijo el viejo.

–No importa, haz lo que te digo –ordenó la voz. El hombre hizo lo que se le indicaba. Tan pronto como hubo cerrado los ojos, descubrió que estaba de pie y, levantando el pie derecho, sintió algo como un escalón debajo de él. Comenzó a subir lo que parecía ser una escalera. De repente los escalones comenzaron a moverse, se movían muy deprisa, y la voz le dijo:

–No abras los ojos hasta que yo te lo indique.

No había pasado mucho tiempo cuando le ordenó abrirlos. Al hacerlo, se encontró en un lugar que parecía un desierto, con el sol ardiente sobre su cabeza. Estaba rodeado de cantidades y cantidades de pequeñas piedras de todas clases: rojas, verdes, azules y blancas. Pero parecía estar solo; miró a su alrededor y no pudo ver a nadie.

Pero la voz comenzó a hablar de nuevo:

–Toma todas las piedras que puedas, cierra los ojos y baja los escalones.

El leñador hizo lo que se la decía y, cuando abrió los ojos por orden de la voz, se encontró delante de la puerta de su propia casa. Llamó a la puerta y la hija le abrió. Ella le preguntó que dónde había estado y el padre le contó lo ocurrido, aunque la niña apenas entendió lo que él decía porque todo le sonaba muy confuso.

Entraron en la casa, y la niña y su padre compartieron lo último que les quedaba para comer: un puñado de dátiles secos. Cuando terminaron, el leñador creyó oír nuevamente la voz, una voz como la otra que le había dicho que subiera los escalones. La voz dijo:

–A pesar de que quizá tú aún no lo sabes, has sido salvado por Mushkil Gusha. Recuerda: Mushkil Gusha siempre está aquí. Asegúrate de que todos los jueves por la noche comerás unos dátiles, darás otros a alguna persona necesitada y contarás la historia de Mushkil Gusha. De lo contrario, harás un regalo en su nombre a alguien que ayude a los necesitados. Asegúrate de que la historia de Mushkil Gusha nunca, nunca sea olvidada. Si tú haces esto y otro tanto hacen las personas a quienes tú cuentes esta historia, los que tengan verdadera necesidad siempre encontrarán su camino.

El leñador puso todas las piedras que había traído del desierto en un rincón de su casita. Parecían simples piedras y no supo qué hacer con ellas. Al día siguiente llevó sus dos enormes atados de leña al mercado y los vendió muy fácilmente, a muy buen precio. Al regresar a su casa, llevó a su hija toda clase de ricos manjares, que ella hasta entonces jamás había probado.

Cuando terminaron de comer, el viejo leñador dijo:

–Ahora te voy a contar toda la historia de Mushkil Gusha. Muskhil Gusha significa el disipador de todas las dificultades. Nuestras dificultades han desaparecido gracias a Mushkil Gusha, y debemos siempre recordarlo.

Durante una semana el hombre siguió como de costumbre. Fue a las montañas, trajo leña, comió algo, llevó la leña al mercado y la vendió. Siempre encontró un comprador sin dificultad.

Llegó el jueves siguiente y, como es común entre los hombres, el leñador olvidó contar la historia de Mushkil Gusha. Esa noche, ya tarde, se apagó el fuego en casa de los vecinos, los cuales no tenían nada con lo que volver a encenderlo; fueron a casa del leñador y le dijeron:

–Vecino, vecino, por favor, danos un poco de fuego de esas maravillosas lámparas que vemos brillar a través de tu ventana.

–¿Qué lámparas? –preguntó el leñador.

–Ven fuera y verás –le respondieron. El leñador salió y vio claramente toda clase de luces que brillaban, desde dentro, a través de su ventana. Entró en casa y vio que la luz salía de montón de piedrecitas que había colocado en un rincón. Pero los rayos de luz eran fríos y resultaba imposible emplearlos para encender fuego, así que salió y les dijo:

–Vecinos, lo lamento, no tengo fuego –y les dio con la puerta en las narices. Los vecinos se sintieron molestos y sorprendidos, y volvieron a su casa refunfuñando. Pero ellos aquí abandonan nuestra historia.

El leñador y su hija, rápidamente, taparon las brillantes luces con cuanto trapo encontraron, por miedo de que alguien viera el tesoro que tenían. A la mañana siguiente, al destapar las piedras, descubrieron que eran luminosas piedras preciosas. Una por una, las fueron llevando a las ciudades de los alrededores, donde las vendieron a un enorme precio. El leñador, entonces, decidió construir un espléndido palacio para él y su hija. Eligieron un lugar que quedaba justamente frente al castillo del rey de su país. Poco tiempo después había tomado forma un maravilloso edificio.

Ese rey tenía una hija muy bella, que al despertar una mañana vio un castillo que parecía de cuento de hadas frente al de su padre y se quedó muy sorprendida. Preguntó a su servidumbre:

–Quién ha construido ese castillo? ¿Con qué derecho hacen algo así tan cerca de nuestro hogar?

Los sirvientes salieron e investigaron y, al regresar, le contaron a la princesa la historia, hasta donde pudieron saberla. Entonces la princesa, muy enojada, mandó llamar a la hija del leñador, pero cuando las dos niñas se conocieron y hablaron, pronto se hicieron buenas amigas. Se veían todos los días e iban juntas a jugar y a nadar un arroyo que habían sido hecho para la princesa por su padre.

Algunos días después del primer encuentro, la princesa se quitó un hermoso y valioso collar, y lo colgó en un árbol próximo al arroyo. Al volver olvidó llevárselo, y al llegar a casa pensó que lo había perdido. Mas la princesa, recapacitando, decidió que la hija del leñador se lo había robado. Se lo dijo a su padre, quien hizo arrestar al leñador, confiscó el castillo y le embargó todos sus bienes; el leñador fue puesto en prisión y la hija internada en un orfelinato.

Como era costumbre en ese país, después de cierto tiempo, el leñador fue sacado de su celda y llevado a la plaza pública, donde se le encadenó a un poste, con un letrero alrededor del cuello que decía:

“Esto es lo que les ocurre a aquellos que roban a los reyes”

Al principio, la gente se reunía a su alrededor, burlándose de él y tirándole cosas. El leñador se sentía muy desdichado. Pero, como es común entre los hombres, pronto se acostumbraron a ver al viejo sentado junto al poste y le prestaban cada vez menos atención. A veces le tiraban restos de comida, a veces no.

Un día escuchó decir a alguien que era jueves por la tarde. Repentinamente, llegó a su mente el pensamiento de que pronto sería la noche de Mushkil Gusha, el disipador de todas las dificultades, y que había olvidado conmemorarlo desde hacía tanto tiempo. Tan pronto como este pensamiento llegó a su mente, un hombre caritativo que pasaba por allí le arrojó unas monedas. El leñador lo llamó:

–Generoso amigo, me has dado un dinero que para mí no es de ninguna utilidad, si de alguna manera tu generosidad alcanzara comprar uno o dos dátiles y venir a sentarte conmigo para comerlos, yo te quedaría eternamente agradecido.

El hombre fue y compró algunos dátiles, se sentó a su lado y comieron juntos. Al terminar, el leñador le contó la historia de Mushkil Gusha.

–Creo que debes estar loco –le dijo el hombre generoso cuando la hubo escuchado. Pero era una persona comprensiva y, a su vez, tenía bastantes dificultades. Al llegar a su casa, después de este incidente, encontró que todos sus problemas habían desaparecido. Y esto le hizo pensar más seriamente acerca de Mushkil Gusha. Pero él aquí abandona nuestra historia.

A la mañana siguiente la princesa volvió al lugar donde solía bañarse y, cuando estaba a punto de entrar en el agua, vio algo que parecía ser su collar en el fondo del arroyo. Pero en el momento en que iba a recogerlo, sintió ganas de estornudar y, al echar la cabeza hacia atrás, vio que lo que había tomado por su collar era sólo su reflejo en el agua, porque el verdadero collar estaba colgado en la rama del árbol, en el mismo lugar en que lo había dejado hacía mucho tiempo.

Tomándolo, corrió emocionada y le contó lo ocurrido al rey. Éste ordenó que el leñador fuera puesto en libertad y que se le dieran públicas disculpas. La niña fue sacada del orfelinato y todos fueron felices para siempre.

Estos son algunos de los incidentes de la historia de Mushkil Gusha. Es un cuento muy largo y nunca termina. Tiene muchas versiones; algunas ni siquiera se llaman la historia de Mushkil Gusha y por eso la gente no las reconoce. Pero es por causa de Mushkil Gusha por lo que su historia, en cualquiera de sus formas, es recordada por alguien, en algún lugar del mundo, día y noche, donde quiera que haya gente. Así como su historia siempre ha sido relatada, así seguirá siendo contada siempre.

¿Quieres repetir la historia de Mushkil Gusha los jueves por la noche y ayudar así al trabajo de Mushkil Gusha?
 
Cuento muy antiguo de la tradición oral iraní
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Jiří Wackermann

"La fotografía me permite compartir mis exploraciones en el mundo visual con el público. La noción esencial aquí es la de encontrar. Hasta algunas excepciones, mis imágenes se encuentran, no preconcebidas, no inventadas. Se podría decir que son “trouvées de imagen”, por analogía con el concepto de “objet trouvé” en el surrealismo temprano. En otro lugar definí mis imágenes como “descubrimientos de los reinos entre la facticidad y la fantasía”; no tengo mejor fórmula."
 
Jiří Wackermann
 
 
 
"Para mí, la fotografía en blanco y negro siempre ha sido la fotografía; el color nunca ha sido una opción. La fotografía es todo acerca de la estructura. Una imagen monocromática revela y comunica una estructura; por el contrario, el color es algo así como una pintura colocada sobre la estructura, no esencial y bastante distractora. Robert Häusser, un destacado fotógrafo alemán, resumió en pocas palabras: “Farbe ist zu geschwätzig” — “el color es demasiado verboso”. Esto lo dice todo."
 
 Jiří Wackermann