PERFIL DEL ASTROLOGO DEL SIGLO XXI
"Prefiero
molestar con la verdad que complacer con adulaciones."
SENECA
"La
Astrología, antes que para los demás, sirve para uno mismo, y más que para uno
mismo, sirve para comprender el sentido de la vida."
ANTONIO
CANGELOSI
"El
cosmos está callado: no sopla brisa.
Con todo
ello quisiera consolarte.
Desearía
hacer de tu mundo cubierto de
nubarrones
otro despejado y limpio;
y sin
embargo ser los dos iguales
en
fortaleza y en entendimiento,
quisiera
darte un consejo franco."
KHALIL
GIBRAN
Sé positivamente que muchos de los que se
autodenominan "astrólogos" o son considerados como tal por la opinión
pública en general, se van a sentir tremendamente ofendidos por las palabras
que serán mencionadas a continuación. Pero es preciso que, de una vez por todas
y como vienen haciendo astrólogos de renombre, competencia, seriedad y valía
indiscutibles, emprendamos una acción firme y decidida para que la Astrología,
sin que tenga que demostrar nada a nadie que no la haya estudiado en
profundidad o que no la dedicó el suficiente tiempo como para comprenderla,
ocupe el lugar que la corresponde y sea entendida o por lo menos no
malinterpretada como ocurre en la sociedad actual.
El paso más importante para poder comenzar
esta cruzada no consiste en intentar convencer a los detractores de la
Astrología que ésta es una ciencia, pues su propia historia y tradición así lo
confirman, sino que reside más bien, en "limpiar de parásitos" el
infestado campo astrológico. En otras palabras, y como acertadamente lo expresó
Stephen Arroyo: "La Astrología se encuentra ahora en el umbral de un
importante salto potencial que la lleve a ocupar un lugar más significativo en
la vida moderna si continúa desarrollándose de una manera inteligente y con un
lenguaje moderno. O puede recaer en su previo status de predicción de la
fortuna o juego de salón, imagen que desafortunadamente todavía muchos
astrólogos parecen alentar al centrarse en la predicción de acontecimientos,
aunque se hagan llamar "astrólogos científicos" o con otros nombres
aún más respetables. El hecho de que la Astrología cruce o no este umbral en la
próximas dos décadas dependerá más de las acciones, la competencia y la
profesionalidad de los astrólogos que de lo que hagan o digan los poderosos
enemigos de la Astrología."[1] Es
decir, que los astrólogos debemos convertirnos en una especie de
"inquisidores" de nosotros mismos. Hasta que no hayamos
"limpiado" la Astrología de embaucadores, estafadores, charlatanes,
necios e ignorantes que sólo pretenden venerar al poderío, la fama y la riqueza
a costa de los demás, no podremos empezar a inculcar una nueva visión,
comprensión, tergiversación y mala información de la realidad astrológica.
Parafraseando de nuevo a Arroyo: "Mientras el público vea a la Astrología
como un método de adivinación, en muchos sentidos será muy complicado ser
"astrólogo" (...) y por eso creo que actualmente, la educación del
público es tan importante como cualquier problema astrológico."[2]
No obstante, algunos se preguntarán entonces:
¿Cuál es el verdadero astrólogo y qué le diferencia de los engatusadores?
Dejemos que sea Dane Rudhyar, uno de los más grandes astrólogos de este siglo,
quien nos conteste: "El astrólogo verdadero es un especialista en valores
estructurales concernientes al desarrollo de la personalidad, un especialista
en el destino humano. Se le puede consultar sobre todos los asuntos que afecten
la concreción del potencial de un individuo, es decir, sobre todos los asuntos
que se refieran a esta cuestión: "Cómo podré llegar a ser lo que yo soy
innatamente como una totalidad orgánica de la existencia humana?". Al
menos teóricamente, ese astrólogo podrá responder tal pregunta y sus muchas
ramificaciones como consultor. Pero como consultor, no podrá esperarse que le
diga a su cliente lo que ocurrirá el mes que viene, ni lo que deberá hacer;
esto sería competencia de un adivino o un oráculo. La distinción es muy
importante y debe ponerse muy en claro a fin de evitar engaños e
ilusiones."[3] Cuando el público empiece
a considerar a los astrólogos de esta manera, entonces -pero solamente
entonces- ña Astrología podrá cumplir su misión: contribuir a esclarecer al ser
humano qué es él mismo, para ayudarlo a estar en conformidad con las leyes
eternas que actúan en él, a fin de que desborden las estructuras que tiene en
común con la naturaleza. Misión al servicio de la felicidad humana, que permite
evocar con entusiasmo, tal como lo hizo Kant, "el cielo estrellado por
encima de nuestras cabezas y la moral que rige en el fondo de nuestros
corazones", reuniéndolos como partes de un mismo todo.
Dicho esto, queda bastante claro, excepto
para aquellos que siguen empecinados en vivir en un estado de inmadurez e
ignorancia perpetuos, que la finalidad de la Astrología no consiste en fomentar
confusión, fragmentación, tensión mental ni ansiedad acerca del futuro, y que
el uso apropiado de la información astrológica es para promover una comprensión
profunda a fin de que las personas vivan más conscientemente, no para que den
excusas para eludir sus deberes o patrocinar ilusiones de felicidad última. Es
necesario añadir, para quien aún no lo conozca, que la Astrología "en su
aspecto más profundo, es el esfuerzo del hombre para darle a la naturaleza,
tanto dentro como fuera, el significado de orden, de cosmos. Por supuesto,
todas las ciencias trabajan hacia esa meta. Pero l Astrología, que es muy
probable que las anteceda a todas, persigue la meta de un modo más vasto y más
estructural que cualquier otro método de pensamiento, porque no es una mera
ciencia, tabuladora de hechos; sino que también es una filosofía que interpreta
estos hechos en términos de ideas, y un arte que aplica las interpretaciones a
casos individuales."[4] Por
consiguiente, sin la Astrología nos privaríamos ciertamente de la mejor
posibilidad de investigación de la persona humanas.
El verdadero astrólogo es el incesante
investigador desinteresado que profundiza en el conocimiento y se esfuerza en
sanearlo y en desarrollarlo y, el valor de la Astrología no reside en el hecho
de que permite determinar con lo abstracto los acontecimientos de la vida, de
un ser viviente desconocido, cuyas condiciones desconocemos; reside en el hecho
que nos permite ayudar a una persona en particular, que vive en un entorno
conocido, a hacer frente a problemas particulares con la totalidad de su ser y
de la manera más significativa posible, en lugar de afrontarlos sobre la base
de impulsos momentáneos y superficiales. Entonces, una de las más grandes
pruebas que el astrólogo actual afronta es la de convencer a los clientes que
lo que necesitan es conocimiento de sí mismos, no conocimiento del futuro.
Por consiguiente, es necesario una entrevista
preliminar tanto para el astrólogo como para su cliente a fin de que puedan
tener un previo conocimiento uno del otro. Así mismo, el cliente tendrá su
propio juicio sobre el astrólogo y éste le informará sobre su forma de trabajar
o su especialidad dentro del campo astrológico. Con este propósito e
intercambio de información anterior a la interpretación, el cliente podrá
determinar si el astrólogo encuadra en lo que espera y necesita de él, o si no,
puede y debe desecharlo antes de que invierta más tiempo (y dinero). El
astrólogo por su parte, no debe ni dominarle ni controlarle, sino que quiere
ayudarle a que usted halle lo suyo. No será ni su gurú, ni su terapeuta, ni
tomara decisiones por usted, ni le quitará el mínimo de su responsabilidad en
su propio crecimiento, sino que le mostrará donde está usted y cómo puede
moverse hacia el nivel superior de funcionamiento. Acepta de buen grado sus
preguntas, ideas e interrogantes y buscará una reacción en cadena respecto de
lo correcto de su interpretación. André Barbault nos dice: "Interpretar,
es trabar amistad con la colaboración íntima del intérprete y del interpretado.
Es sobre todo, con estas condiciones básicas, proceder a la comparación de los
dos cuadros: el de las astralidades con sus potenciales iniciales, y el de lo
vivido, el balance de que ha devenido el individuo. Así se permite establecer
en qué medida, cómo, y de qué forma, éste deja expresar sus pulsiones vitales,
qué felices opciones ha realizado de acuerdo consigo mismo, o al contrario, si
no ha dado la espalda a alguna de sus tendencias esenciales, hasta pisar en
falso sobre su realidad profunda y romper con su centro de gravedad. Es,
finalmente, en esta cuestión de acuerdo o desacuerdo consigo mismo, en su
relación con su tendencia, más que en la tendencia en sí donde se sitúa el
interés en los límites de determinismo astral."[5]
El hecho de que algunos astrólogos sigan
representando el papel de adivinos o del canal omnisciente de la sabiduría
cósmica es mero índice de que tales "profesionales" tienen sus egos
excesivamente envueltos en ese papel. Por lo tanto, la Astrología, repito, no
debe ser considerada como ciencia predictiva. Los astrólogos, no importa cómo
se vean ni cómo los vea el público, son meramente seres humanos parecidos a
cualquier otro, con conocimiento limitado, entendimiento limitado, y
experiencia limitada. Difieren de los demás sólo en que estudiaron (es de
esperar que con alguna profundidad) este sistema de símbolos cósmicos que les
proporciona una herramienta que podrá permitirles penetrar debajo de la
superficie del ego, el autoengaño y de los roles sociales. O, volviendo a
Rudhyar: "La tarea del astrólogo es ayudar al individuo a comprender las
consecuencias más profundas, objetivas y transformadoras de lo que ocurre en el
momento de la consulta astrológica -o, como mucho, la naturaleza de las
tendencias que ya han sido comprendidas en el espíritu de la evolución
espiritual- (...) El problema fundamental para el astrólogo es, por tanto, cómo
evaluar la capacidad de su cliente de reaccionar constructivamente a lo que se
le menciona como posibilidad o tendencia en la que debería concentrar su
atención. Se requiere sumo cuidado para evitar las reacciones psicológicas
negativas y morbosas."[6] Aunque
el astrólogo no es un verdadero gurú puede ayudar a dirigir a las personas
hacia una dirección más refinada y espiritual en sus vidas, al ponerlas al
corriente del poder, la belleza y verdad de la Unidad de todo el Universo y del
orden más elevado de toda manifestación de la vida. En este sentido la
Astrología sirve un propósito "espiritual" al elevar y refinar la
mente de aquellos que la usan o la estudian.
Ya he reiterado que el conocimiento
astrológico puede darle a una persona sabiduría y objetividad acerca del ego
para que trabaje con más eficacia en procura de su autotransformación, lo cual
es ciertamente verdad. Pero, y esto es lo más importante, hasta el más delicado
sistema puede usarse mal y jamás podrá lograrse que abarque y cubra todos los
aspectos de la experiencia. Fundamentalmente, a fin de crecer y evolucionar,
todos tenemos que aprender a enfrentarnos con situaciones de la vida sin contar
con ayuda, juicios y creencias. Consultar constantemente a un astrólogo acerca
de cada situación importante de la vida puede interferir en ese crecimiento y
evolución.
Espero que se hayan aclarado algunos
conceptos del valor de la Astrología y de cómo deberían los que verdaderamente
se denominan y consideran astrólogos mostrarse en sus consultas y desempeñar su
valiosa y delicada función. Dejaré en palabras del ya citado André Barbault la
conclusión de esta necesaria exposición: "No he dejado de repetir, desde
hace muchos años, que era necesario sacar a la Astrología de su ghetto. Es la
única manera de reducir al silencio la charlatanería de los incapaces, de los
estúpidos, y de reabsorber la malsana inflación que le ha infligido el pueblacho.
Pues, declarar falsamente que la Astrología es falsa, como lo realizan
periódicamente algunos procuradores del rechazo, sólo puede agravar lo
producido por dicho rechazo. Impotente y vana en su deseo de destruirla
definitivamente, la crítica bloquea el proceso evolutivo de la Astrología hacia
su estado de madurez y de elevada realización, haciéndose cómplice de sus
manifestaciones inferiores, bastardas y charlatanescas; en este sentido, la
"antiastrología" es un parásito del espíritu. No es por el camino de
la ironía, de la broma pesada o del desprecio como se encuentra la
verdad."
La única solución es cargarla a cuestas, con
los medios de que disponen las disciplinas reconocidas, para hacer pie en lo
verdadero y lo falso, para retener de ella lo que lo merezca y desechar el
resto, no dejando librada al abandono a la opinión que exista sobre ella, es
decir, abandonada a la estupidez pública, sino convirtiéndola en asunto de
organismos especializados, que contribuyan a la información del público."[7]
FERNANDO SORDO
BIBLIOGRAFIA
- Stephen Arroyo,
Manual de interpretación de la carta natal; Urano, 1991.
- Stephen Arroyo,
Cosmos. La conexión perdida; Kier, 1987.
- Dane Rudhyar, La
astrología y la psique moderna; Kier, 1982.
- Dane Rudhyar, Astrología
de la personalidad; Kier, 1989.
- Dane Rudhyar,
Dimensión galáctica de la astrología; Edaf, 1988.
- Alexander Ruperti,
La rueda de la experiencia individual; Luis Cárcamo editor, 1986.
- Bernard Rosenblum, Guía de
asesoramiento astrológico; Kier, 1989.
- André Barbault,
Defensa e ilustración de la astrología; Iberia, 1981.
- André Barbault, El
conocimiento de la astrología; Dédalo, 1979.
[1] Stephen
Arroyo, Manual de interpretación de la carta natal, pág 28. Urano, 1991
[2] Stephen
Arroyo, Cosmos, La conexión perdida, pág 53. Kier, 1987
[3] Dane
Rudhyar, La Astrología y la psique moderna, pág 237-238. Kier, 1982
[4] Dane
Rudhyar, Astrología de la personalidad, pág 158. Kier, 1989
[5] André
Barbault, El conocimiento de la astrología, pág 151. Edaf, 1988
[6] Dane
Rudhyar, Dimensión galáctica de la astrología, pág 212-213. Edaf, 1988
[7] André
Barbault, El conocimiento de la astrología, pág 201. Dédalo, 1979