LA PATOLOGIA DE LA NORMALIDAD



Hablamos tan a menudo de calamidades cono la enfermedad, la locura, el alcoholismo y qué sé yo, que no tenemos presente que una de las peores dolencias es el aburrimiento y que la gente puede llegar a cualquier extremo, no ahorrar ningún esfuerzo, no para evitarlo, porque no es tan fácil, sino para escapar de él, para encubrirlo. En realidad, podríamos decir que durante ocho horas diarias no nos aburrimos porque trabajarnos, y agradecemos a Dios habernos dado la necesidad de dormir, con lo que llenamos otras ocho horas, pero nuestro mayor problema es cómo llenar las ocho horas restantes y afrontar el aburrimiento que suscita constantemente nuestra forma de vida.

Pág. 30-31


Cuando uno habla de política y de reforma social sin empezar por revisar su propia actitud, sin reforzar nada en sí mismo, no se trata más que de vanas palabras o de algo peligroso, porque a lo que uno aspira, lo que uno quiere conseguir, no está relacionado con una experiencia interior que pueda decidir si tal reforma es buena o mala.

Pág. 96

Por lo general el interés sexual, por si solo, no constituye la base de una relación sexual muy constante en la vida de los adultos.

Pág.114


El principio matriarcal es el del amor incondicional, la igualdad natural, el acento en los vínculos de sangre y suelo, la compasión y la piedad; el principio del amor patriarcal es el del amor condicional, la estructura jerárquica, el pensamiento abstracto, las leyes hechas por el hombre y el Estado.

Pág. 127


Lo que distingue al neurótico de la persona "normal" es el hecho de que ésta ha adaptado con éxito su estructura instintiva a sus verdaderas necesidades en la vida, en tanto que la estructura de los instintos de aquél ha tropezado con ciertos obstáculos que le impiden adaptarla en forma satisfactoria a la realidad.

Pág. 168


La familia es el medio con que la sociedad o la clase social ponen el sello de su estructura específica sobre el niño, y por consiguiente sobre el adulto. La familia es el agente psicológico de la sociedad.

Pág. 175


La finalidad de la vida que corresponde a la naturaleza del hombre en su situación existencial es la de ser capaz de amar, ser capaz de emplear la razón y ser capaz de tener la objetividad y la humildad de estar en contacto con una realidad exterior e interior sin desfigurarla. En este tipo de relación con el mundo se encuentra la mayor fuente de energía, aparte de la que produce la química del cuerpo. No hay nada más creativo que el amor, si es auténtico. Estar en contacto con la realidad, eliminar la ficción, tener la humildad y la objetividad de ver lo que hay, y no hablar de cosas que nos aparten de la realidad, es el principal fundamento de todo sentido de seguridad, de sentirme "yo", de no necesitar ninguna clase de muletas que suplan la falta de este sentido de la propia identidad.

Pág. 35

Podría decirse que la felicidad es una de las formas en que se manifiesta una vida intensa.

Erich Fromm


La depresión es la incapacidad de sentir. La depresión es una sensación de estar muerto aunque el cuerpo esté vivo. La depresión no es de ningún modo lo mismo: ni siquiera tiene relación con el dolor y la tristeza. Es la falta de todo sentimiento. Es una sensación de embotamiento, insoportable para el deprimido. Y por eso es totalmente insoportable, por la misma incapacidad de sentimiento.

Pág. 52



La alegría, la energía y la felicidad dependen de hasta qué punto fomentemos nuestras relaciones y nuestro interés, lo cual quiere decir de cuánto contacto tengamos con la realidad de nuestros sentimientos, con la realidad de otras personas, sin entenderlas como abstracciones que podamos considerar del mismo modo que los productos del mercado. En segundo lugar, en este estar relacionados nos sentimos como seres vivos, como un yo que está relacionado con el mundo. Yo me hago uno con el mundo en mi relación con el mundo, pero me siento yo también como un ser propio, como un individuo, como alguien singular, porque en este estar relacionado yo soy al mismo tiempo el sujeto de esta actividad, de este relacionarme. Yo soy yo y soy el otro. Yo me hago uno con el objeto de mi interés, sintiéndome a la vez como sujeto.

Pág. 70-71


La hostilidad que encontramos en los individuos es la hostilidad del hombre atemorizado. Creo que vivimos en un mundo de hombres atemorizados... Pero, ¿por qué tiene miedo hoy el hombre? Esta es otra cuestión. Tiene que ver con la misma enajenación. Tiene que ver con la misma falta de cohesión social, con la atomización de la gente y con que todo el mundo está profundamente aburrido de una vida que no tiene mucho sentido.

Pág. 116



Nos encontrarnos en una grave crisis del sistema patriarcal, centrado en la obligación y en la obediencia corro valores supremos: no en la vida, el interés, el desarrollo, ni la actividad; y que se guía por los objetivos de tener y usar, no por el objetivo de ser. Así, no es sorprendente que, bajo el efecto de la crisis social y cultural, se dude de antiguas doctrinas y empiece a pensarse en si el placer interior de la actividad no podrá valer más que el placer exterior del dinero y del consumo.

Pág. 143



Lo que Freud entendía por narcisismo está claro: el narcisismo es una actitud por la que lo subjetivo, mis sentimientos, mis necesidades físicas, mis demás necesidades, tienen una realidad muchísimo mayor que lo objetivo, lo exterior. El ejemplo más claro se encuentra, desde luego, en el niño, especialmente, en el recién nacido, y en el psicótico. Para el recién nacido no hay más realidad que la interior de sus necesidades. Y lo mismo es cierto del psicótico. La psicosis -si hay que dar una definición general- es precisamente un narcisismo total, con una falta casi total de relación con el mundo objetivo, tal como es.

Pág. 105-106

Fue Hegel, si no el primero que lo empleó en toda la historia, sí el que lo empleó sistemáticamente por primera vez el concepto de la enajenación. Hegel entiende por enajenación no el que yo me estime como sujeto de mi propio acto, como hombre que piensa, siente y ama, sino que me estime a mí mismo y a mis facultades en el objeto que produzco. Es decir, yo siento que no soy nada, pero me estima sólo en el objeto externo que yo he creado. Y estoy en relación conmigo mismo y con mis facultades estando en relación con el objeto de mi creación. A esto se llama en el Antiguo Testamento "idolatría" Es decir, el hombre adora la obra de sus manos, en vez de sentirse como creador suyo... Empobrecerse el hombre para enriquecer el objeto que él crea: ésta es la esencia de la enajenación.
Queda claro que el hombre enajenado está atemorizado y que depende del objeto: cosas, aparatos, bienes, burocracias, el Estado, los jefes, los caciques y otras muchísimas formas suyas, todas con la misma función de ofrecer al hombre un sentido pleno de identidad, porque sólo puede estar en relación consigo mismo rindiéndose a un gran poder, o a un gran personaje, o gran institución, que le hacen caer en el espejismo de estar en relación con sus propias facultades.

Pág. 113-114


 Ediciones Paidós Ibérica, S.A., 1994- Barcelona








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