LO INCONSCIENTE SOCIAL



Mi orientación ha sido siempre sociobiológica y, en este sentido, no se desvía mucho de la de Freud, pero sí es muy contraria a ese pensamiento conductista en psicología y antropología para el cual el hombre nace como una hoja de papel en blanco, en que la cultura escribe su texto a través del influjo omnipresente de la educación y de las costumbres, es decir, con otras palabras, del aprendizaje y del condicionamiento.

Pág. 20


Todo pensador creativo descubre más de lo que puede darse cuenta y es capaz de expresar. Para enunciar teorías, tiene que desatender a menudo cierto terreno del conocimiento, sin llegar a darse cuenta de que hay otras posibilidades válidas. Naturalmente, escogerá las observaciones y las ideas de las que tenga más pruebas y mejor se ajusten a su filosofía, política o religión. Si no hace tal selección, quedará demasiado disperso entre las varias posibilidades de considerar y explicar los hechos como para poder construir una teoría sistemática.

Pág. 38


... La necesidad de ídolos es menos intensa cuanto más logre una persona deber su existencia a sus propios esfuerzos activos; cuanto más desarrolle su capacidad de amor y razón; cuanto más tenga un sentimiento de identidad, no transmitido por su papel social, sino arraigado en la autenticidad de su ser; cuanto más sepa dar y más relacionado esté con otros sin perder su libertad e integridad; y cuanto más conozca su inconsciente, de modo que nada humano en sí mismo en los demás le sea ajeno.

Pág. 70



Una laguna que la teoría clásica ha dejado completamente intacta es la comprensión del cuerpo como medio para comprender lo inconsciente. La cual tiene dos aspectos: primero, uno teórico, siendo el cuerpo un “símbolo del alma”. La forma del cuerpo, la postura, el paso, los gestos, las expresiones faciales y la manera de respirar y hablar dicen tanto, o más, sobre lo inconsciente de una persona que casi cualesquiera otros datos de los que suele emplear el psicoanálisis.
En sus movimientos físicos, no sólo se ve el carácter de una persona –en especial, sus aspectos inconscientes-, sino también aspectos particularmente importantes de perturbaciones neuróticas. Una de las mayores contribuciones de Wilhelm Reich fue haber comprendido la relación entre la persona física y la resistencia, por una parte, y la relajación corporal con la desrepresión y la salud, por otra.

Pág. 87


No es el pasado en sí lo interesante para el psicoanálisis, sino el pasado en tanto está presente.”

Pág. 91

No puede haber cambio de estado mental y sensible si no se acompaña de un cambio en la forma de vida.

Pág. 95

La existencia humana es absurda: sería imposible sentir plenamente el conflicto de la existencia humana y seguir cuerdos. La “cordura” es la “normalidad” que se adquiere a costa de anestesiar la plena conciencia mediante la conciencia errónea, el ajetreo rutinario, las obligaciones, los sufrimientos, etc. la mayoría de las personas viven gracias a haber compensado su locura potencial y, así, son cuerdos para todos los efectos, es decir, para el efecto de la supervivencia física y social. Sin embargo, cuando queda amenazado cualquier sector de su compensación, la locura potencial puede manifestarse. Por ese motivo, todo ataque a ideas, figuras o instituciones compensatorias encuentra como reacción una agresión violenta.
Sólo hay un medio para vencer la locura potencial: la plena conciencia de sí mismo. Lo cual significa estar en comunicación con las fuerzas irracionales, arcaicas, de nuestro interior, así como con aquellas de las que estamos preñados y no hemos dado a luz todavía: sentir el asesinato, el loco y el santo que tenemos y tienen otros dentro. En estas condiciones, cuando no hay ninguna necesidad de represión, hay la posibilidad de que surja el yo, como sujeto integrador de auténtico ser, frente al ego, como objeto que uno “tiene”. (“Ego”, en el sentido vulgar de centro del propio egoísmo) En el ser, no hay nada a que aferrarse y, por tanto, nada hay que temer (...)
Nuestras categorías de “realidad” no son sólo otros tantos engaños: son necesarias, si queremos sobrevivir y vivir..., que es la base de cualquier experiencia, incluso la de morir. El “cuerdo” padece la dificultad de que, si tiene un atisbo de sus honduras, una experiencia de percepción extraordinaria, fuera de lo corriente, se asusta y tapa lo que ha visto, lo olvida, y quizá lo recuerde de manera intelectual, no sensible.
Hay muchos métodos para alcanzar este objetivo de iluminación. El problema con todos estos métodos es el de conseguir una nueva sensación de hondura sin perderse en el laberinto del propio “infierno” y hacerse incapaz de ver el mundo y los demás como deben verse si se quiere vivir. (Me refiero a la necesidad de poder ver el mundo “exterior” en un marco de referencia que lo haga “manejable”. No se trata de la determinación cultural de nuestra percepción, que varía de cultura a cultura, sino del marco de referencia presente en todas las culturas, dentro del cual “fuego” es el fuego que puede dañar y puede calentar, no el amor o la pasión que hay en el mundo “interior”.)

Pág. 97-98

La fabricación en serie de la sociedad informatizada de comienzos de la Segunda Revolución Industrial requiere una personalidad que encuentre su satisfacción en el gasto y el consumo: es el homo consumens, atareado, pero íntimamente pasivo.

Pág. 103


Ediciones Paidós Ibérica, S.A., Barcelona, 1992







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