Los eternos dubitantes siguen diciendo que en el mundo paranormal «no hay hechos comprobados». Efectivamente, para el que tiene la mente cerrada nunca habrá casos ni pruebas suficientes. Pero «la sarna no está en las sábanas». La sarna está en la cerrazón de mollera de algunos «intelectuales».

Salvador Freixedo
La granja humana, pág. 2


Los otros científicos, los «graduados», que no son meros obreros de la ciencia, repetidores de experimentos o de recetas, sino que se remontan por encima de las fórmulas para filosofar sobre el porqué de la vida, y en vez de seguir planos o pautas que otros trazaron, diseñan nuevas vías para la mente, constituyéndose en arquitectos y estrategas de la Humanidad, ésos no nos criticarán. Sencillamente se limitarán a observar cuál es el fruto de nuestras investigaciones en los campos del misterio, sabiendo que la vida en sí es un gigantesco misterio.

Salvador Freixedo
La granja humana, pág. 4


Privar al fenómeno OVNI de su contenido psíquico, parafísico y hasta trascendente es no tener idea de lo que es el fenómeno. Lo mismo que creer que los milagros de todas las religiones son puramente «divinos» sin tener nada que ver con los fenómenos que estudia la parapsicología, es ser simplemente un pobre fanático; y negarse a admitir que en este mundo hay muchos hechos extraños que contradicen las teorías científicas más serias, es ser un miope cerebral aquejado de «ciencifitis».

Salvador Freixedo
La granja humana, pág. 24


Ahora sólo me resta decirles a los «ufólogos» de primera enseñanza que todavía se dedican a llevar estadísticas de las horas de los avistamientos y a recopilar «pruebas científicas» de que el fenómeno existe, que acaben de convencerse de que los OVNIS o la mayoría de ellos no son exclusivamente unas simples naves tripuladas por habitantes de otros planetas, sino que mayormente son una de las manifestaciones de estos variadísimos mundos extradimensionales e invisibles que nos rodean.

Salvador Freixedo
La granja humana, pág. 137


Somos una granja. Una granja de animales racionales. Ésta es una terrible verdad y lo seguirá siendo durante mucho tiempo. Es muy difícil para los animales de una granja rebelarse contra los granjeros porque éstos son más inteligentes y saben prever las posibles rebeliones. Y como somos una granja de «racionales» nos hacen creer ideologías que no sólo nos impiden rebelarnos, sino que hasta nos llevan a pensar que es bueno estar sometidos A los animales irracionales basta con echarles bien de comer y mantenerlos en un clima agradable para que se sientan satisfechos. Pero a los animales racionales no les basta esto: hay que inventarles «valores morales» que seguir, «ideales» por los que luchar, y con eso se mantendrán entretenidos, peleando los unos con los otros y olvidados del propio progreso y del de la Humanidad entera. Y sobre todo, ignorantes de que están siendo usados. Esos «ideales» y «valores morales» son las patrias, las religiones y las ideologías sociales y económicas en que la Humanidad está dividida y que tanto daño le han hecho.

Salvador Freixedo
La granja humana, pág. 215


Y hablar de «entidades», «espíritus», «inteligencias» y hasta «extraterrestres» es entrarse en ese «más allá» en el que la psique se siente muy incómoda y se defiende llamando locos a los que hablan de él. He aquí lo que creo acerca de estas entidades inteligentes no humanas: Son ordinariamente invisibles al ojo humano. Algunas son visibles para los niños de corta edad y para los animales domésticos, que reaccionan con terror ante ellas. Otras son invisibles también para los animales domésticos, que sin embargo las detectan con algún sexto sentido, mostrándose muy inquietos ante ellas. Son variadísimas y existen enormes diferencias entre ellas. Diferencias mucho mayores que las que existen entre las diversas razas y clases de seres humanos. Las hay más inteligentes y más evolucionadas que el hombre y menos que él. Proceden de «otros niveles de existencia», que lo mismo pueden pertenecer a este planeta físico que a otros mundos desconocidos. Algunas intervienen intensamente en las vidas de los humanos a nivel individual y más aún a nivel social o global. Algunas intervienen negativamente o por puro juego sin importarles el que con su interferencia perjudiquen al ser humano. Otras interfieren positivamente y tratan de ayudar. Creo que abundan más las que interfieren negativamente que las que lo hacen positivamente. Algunas de ellas tienen muchas limitaciones cuando actúan en nuestro mundo y todas distan mucho de ser «omnipotentes». Todas, incluso las que ayudan, buscan primordialmente su bien propio. Algunas se encaprichan con determinadas personas o pueblos y los ayudan abiertamente, y no tienen inconvenientes en perjudicar a otros por ayudar a sus protegidos. Viceversa, algunas se encaprichan contra determina das personas o pueblos a los que hacen víctimas de sus bromas pesadas y en ocasiones macabras. Alguna especie de estas entidades tiene una gran tendencia a entrometerse en las relaciones matrimoniales o sexuales de los humanos. Con frecuencia le han pronosticado descendencia a parejas de las que por diversas circunstancias no se podía esperar lógicamente que tuviesen hijos. Su intromisión en asuntos sexuales no sólo es pronosticando descendencia a parejas de humanos, sino interviniendo ellas en uniones sexuales, apareciéndose en forma humana o haciendo que el hombre o mujer sienta físicamente la cópula carnal con una entidad invisible. Hay miles de ejemplos pasados y presentes. Las más evolucionadas pueden influir con mucha facilidad las mentes de los humanos y son no sólo capaces de leer sus mentes sino de hacer que tomen decisiones sin que se den cuenta de que están siendo manipulados. Camuflan sus actividades tras fenómenos naturales. A veces hacen aparecer como «extranatural» algo que es puramente natural y a veces, al contrario, hacen que algo que es causado directamente por ellos aparezca como un fenómeno natural. No son «puros espíritus» tal como la Iglesia nos presenta a sus ángeles. Estas entidades, incluidos los ángeles del cristianismo, tienen cuerpos físicos compuestos de campos de ondas, algunos de los cuales se pueden detectar en muchos de los aparatos que la tecnología humana usa en la actualidad. Por esto, muchas de ellas son muy sensibles a campos electromagnéticos, a radiaciones o a energías sutiles provenientes del mundo atómico y subatómico. Algunas de estas energías producidas por nuestros aparatos o provenientes naturalmente de la Tierra o las bioenergías producidas por las mentes de algunos psíquicos, propician su presencia en nuestra dimensión, mientras que otras la impiden. En el futuro la Humanidad usará estas energías como medio para defenderse de la intromisión indebida de estas entidades o para ponerse en contacto con ellas. Algunos de estos seres entran con toda facilidad en el nivel humano, sea por su proximidad a él, sea por su elevado grado de evolución, mientras que otros lo hacen sólo por accidente o con mucho trabajo. La lógica de sus acciones con respecto a nosotros es totalmente diferente a la nuestra; por eso en muchas ocasiones no nos podemos explicar lo que hacen, v, menos aún, por qué lo hacen. En general no tienen religión tal como nosotros la entendemos. Han superado la infantil idea de un Dios personal y «humanizado»; pero la usan para dominarnos a nosotros, sabiendo el gran arraigo que semejante idea tiene en la mente humana. Las más evolucionadas de ellas tienen un gran dominio sobre la materia: suelen manifestarse bajo formas diferentes que pueden variar instantáneamente a voluntad. Otras usan formas variadas cuando se aparecen, pero necesitan tiempo para crearlas y no las pueden cambiar a voluntad. Otras siempre se presentan de la misma forma y por fin otras se manifiestan con su propia forma y no pueden variarla. Las menos evolucionadas, a duras penas pueden manifestarse en nuestro nivel de existencia: únicamente son capaces de hacerlo bajo la forma de luces más o menos grandes; cuando lo hacen bajo formas más sólidas suelen rehuir todo contacto con los humanos. Las instrucciones que las más evolucionadas les dan a sus contactados varían mucho. Muy frecuentemente son sobre materias científicas (por ejemplo para construir un aparato - que en muchas ocasiones nunca llega a construirse o a funcionar -) o elaboradas teorías y fórmulas de alta matemática o física. También es corriente que les hablen del Cosmos y del movimiento y origen de los cuerpos celestes. Los contactados de tipo religioso son lanzados a fundar religiones o a reformar las ya existentes, llevándolos esto muchas veces a ser agredidos o muertos por otros fanáticos. Otros contactados, en cambio, reciben toda una jerga de conceptos pseudo-filosóficos ininteligibles, que la mayor parte de las veces se van a la basura cuando muere el que los recibió, después de haberlos tenido celosamente guardados por años. A veces esa jerga plúmbea y llena de disparates encuentra el camino de la imprenta y se convierte en un libro famoso o «sagrado» que entontece las mentes de miles o de millones de hombres.Tal ha sido el caso del Libro de Mormon, el Oashpe, los libros de Urantia, el Libro de la Luz, el Corán, los Vedas, el Zend Avesta, etc., etc., y por supuesto la Biblia cristiana Sin embargo, algunas obras maestras, tanto de la literatura como del arte, han sido dictadas o inspiradas por «ellos». Éstos son los señores invisibles del mundo.

Salvador Freixedo
La granja humana, pág. 216


La liberación de la Humanidad no llegará mientras no haya muchos más hombres libres internamente que sean capaces de asumir sin corromperse la dirección de sus hermanos menores o menos evolucionados. Y la verdadera libertad del hombre está dentro de sí. Tiene que liberarse internamente de sus ambiciones, de sus miedos y de sus dependencias voluntarias y tiene que llegar a una adultez intelectual para no dejarse engañar y para que su mente se haga más creativa y se prepare para futuras etapas, fuera ya de este planeta rudimentario. Mientras la mayor parte de los hombres procedan como borregos, acudiendo en manada a ver y a oír a sus «líderes» políticos o religiosos, y sientan entusiasmos patrióticos al ver desfilar a falanges de robots con un arma al hombro o gocen en juntarse como rebaños en estadios o en catedrales para ver espectáculos o para recibir bendiciones, será señal de que la Humanidad aún no ha superado su etapa infantil. Hace falta un fermento de seres humanos evolucionados, que poco a poco vayan cumpliendo la ardua tarea de convencer a sus hermanos de que ya va siendo hora de que nos rebelemos contra los «señores invisibles» y empecemos a comportarnos como seres realmente racionales, repudiando a unos líderes marionetas que lo único que hacen es defender sus posiciones de privilegio y mantener vivas las discordias que dividen a la Humanidad.

Salvador Freixedo
La granja humana, pág. 220






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