Si conectar con el alma es tocar la cima de la montaña, la llamada del espíritu es una invitación a seguir subiendo.
Jorge Bucay
El camino de la espiritualidad, página 34
Son infelices los que en lugar de enfrentarse a la realidad intentan huir de ella.
Son infelices los que en vez de intentar poner su trabajo y su energía al servicio de superar un problema, los consagran a negar su existencia y sus circunstancias.
Son infelices los que, en lugar de aceptar el dolor de una frustración o una pérdida, se llenan de sustitutos y escapismos para no pensar en ello.
Son infelices los que, por no aceptar que no pueden ser queridos por todos, se inventan un personaje agradable y complaciente con las personas que les rodean.
Son infelices los que creen que su realización depende de lo que otros hagan o piensen.
Son infelices, finalmente, aquellos a los que nada les parece nunca suficiente.
Jorge Bucay
El camino de la espiritualidad, página 36
Confianza en mis recursos. Humildad para aprender de mi prójimo. Libertad para validar cada una de mis decisiones. Amor a la vida y a la verdad.
Jorge Bucay
El camino de la espiritualidad, página 39
El camino espiritual, hasta donde puedo comprender hoy, es el último, el más elevado de todos y diferente de los otros de principio a fin. Diferente en el final, porque posiblemente nunca termine y no haya una salida, ni siquiera a otro plano; diferente en el principio porque la mayoría de las personas que lo recorren nos aseguran que se lo encontraron, que tropezaron con él, a veces hasta sorprendidos, sin ninguna conciencia de haber estado buscándolo. Un camino que emerge, como si fuera una balsa a la que poder subirse cuando uno se da cuenta de que es una especie de náufrago que flota en el mar insondable de sus carencias. Un vacío, a veces infinito, que descubrimos dentro de nosotros, recién después de creer que hemos conseguido más o menos armonizar (oh... vana ilusión) lo interior con lo exterior. Uno puede hacerse el tonto, puede mirar hacia otro lado, puede tratar de menospreciar la vivencia de lo espiritual. Puede esconderse en el intelecto más racional y controlador, o puede anestesiar sus sensaciones con desaforado consumo de objetos y bienes de confort, pero eso no será suficiente (nunca lo es), la espiritualidad seguirá ahí, reclamando su atención, y se dará cuenta de ello cada vez que lo agobie esta odiosa sensación de carencia. Guías, maestros y místicos te alertan una y otra vez de que llegará un momento en el que todo lo que aprendiste, todo lo que has llegado a hacer, todo lo que sientes y todo lo que has cosechado, todo lo que tienes y lo que deseas tener, no alcanzará, te faltará algo más. Y te darás cuenta, aunque nadie te lo diga, de que ese algo que precisas para completarte, no tiene nada que ver con lo material, ni con el éxito, ni con la gloria. Ha llegado el momento de ocuparte activamente de darle lugar a tu aspecto más espiritual, con conciencia y responsabilidad. Puede producirse en cualquier momento de tu vida, puede tardar décadas, pero siempre llega; de una forma o de otra, siempre se ingresa en el plano espiritual. A veces suavemente, sin conciencia de lo que está pasando, como mucho con una ligera sensación subjetiva de un cambio que no se comprende del todo; otras, turbulentamente como una gran explosión. La mitad de las veces, el estallido toma la forma de algo que llama desde nuestro interior empujando para que lo dejemos salir (como el aire a presión que hace saltar la válvula de seguridad de una olla exprés); otras tantas, como una «implosión» de afuera hacia adentro, en la que todos los límites con el entorno se desvanecen brutalmente y volvemos a ser un todo con el universo. Lo cierto es que, a pesar de las diferencias, todos coinciden en describir su entrada en el plano espiritual como una vivencia trascendente que se impone a la persona, como una fusión entre lo maravilloso y lo inevitable.
Jorge Bucay
El camino de la espiritualidad, página 42
El camino de la espiritualidad es un recorrido cuyo éxito no se corona con aplausos ni con el reconocimiento ajeno, sino con la serenidad interna del que ha buscado fuera pero ha encontrado dentro.
Jorge Bucay
El camino de la espiritualidad, página 57
Todo pesa cuando ya no sirve
Jorge Bucay
El camino de la espiritualidad, página 59
…el verdadero problema del hombre no está basado en el poco respeto que se siente por las ideas ajenas sino, sobre todo, en el poco sostén que se tiene para las propias.
Jorge Bucay
El camino de la espiritualidad, página 116
…es bueno saber que cualquiera de nosotros terminará siendo incongruente... si trata de satisfacer a otro y renuncia a ser el centro de su propia existencia; si pretende responder o ajustarse a un modelo que no es el propio; si intenta aparentar que es lo que debiera ser, en vez de ser lo que es; si divorcia lo que piensa de lo que siente, y lo que siente de lo que hace; si negocia su autenticidad a cambio de una mirada de aprobación.
Jorge Bucay
El camino de la espiritualidad, página 119
Para los terapeutas que nos consideramos humanistas, los cambios que son verdaderamente útiles para las personas sólo pueden suceder cuando el individuo no se siente presionado para producirlos.
Jorge Bucay
El camino de la espiritualidad, página 132
El mejor camino para llegar a ser la mejor persona que cada quien puede ser, es, paradójicamente, permitirse ser quien cada uno es.
Jorge Bucay
El camino de la espiritualidad, página 133
En El camino del encuentro escribía yo sobre el amor: Hay muchas cosas que puedo hacer para demostrar, para mostrar, para corroborar, para confirmar o para legitimar que te quiero, pero hay una sola que puedo hacer con mi amor, y es quererte, ocuparme de ti, actuar mis afectos como yo los sienta. Y ésa será mi manera de quererte.
Jorge Bucay
El camino de la espiritualidad, página 145
Definir es «de-finir», saber dónde empieza y dónde termina lo que defino. Saber algunas cosas de mí seguramente no alcanza para poder definir (ni siquiera ante mí mismo) quién soy. Ante la imposibilidad de abarcarla, ya no con palabras, sino vivencialmente, la identidad queda reducida a poco más que una ilusión, a un esquema de referencia avalado por las pequeñas historias que nos contamos (como los terapeutas sabemos, no siempre verdaderas) para hacer nuestra vida posible y nuestro pensamiento congruente. Quizá debamos aceptar con resignación o con coraje que en el fondo la idea que tenemos sobre nosotros mismos es en gran medida una construcción más o menos conveniente y que la aceptamos sin cuestionarla porque nos proporciona un marco referencial más o menos seguro. Todo este desarrollo no parece ser un motivo de inquietud, pero debemos reconocer que si nos conformamos con «ser» solamente esas cosas que conocemos de nosotros y que estamos acostumbrados a creer que nos definen, terminaremos finalmente atados a ellas y le pondremos un cepo a toda posibilidad de cambiar y por ende a toda posibilidad de seguir creciendo. Encerrados en la cárcel de nuestra identidad perdemos toda alternativa de explorar cómo es eso de ser alguien nuevo cada día.
Jorge Bucay
El camino de la espiritualidad, página 192
Cuando tú y yo nos encontremos Seremos dos universos en contacto Tú, un universo con centro en ti Y yo, un universo con centro en mí ¡Será maravilloso cuando tú y yo nos encontremos Y seamos... dos mundos que se encuentran...!
Jorge Bucay
El camino de la espiritualidad, página 213
Para definir la conducta neurótica, Freud usaba una imagen que retrata bien lo que quiero decir. Imagínate condenado a disimular tu verdadera inclinación hacia algo. Supón que, porque «te conviene», debes vivir adulando a un jefe gritón; imagínate que, porque así lo decidieron tus padres, te ves forzado a estudiar una carrera universitaria que no te agrada; ponte en el lugar de alguien que no tiene otra alternativa que compartir gran parte de su vida junto a una persona con quien tiene afinidad cero... Digamos ahora que para poder llevar adelante la situación y no pagar los costos de mostrar lo que te pasa realmente, tú decides esconder tus verdaderos sentimientos en un barril de madera y clavar después la tapa. Como en este imaginario no puedes darte el lujo de dejar entrever que has escondido algo en el barril, decides esconderlo hundiéndolo bajo el agua. En esta situación deberás estar pendiente todo el tiempo de mantener oculto el barril, porque si no lo sostienes activamente, empujándolo hacia el fondo, saldrá a flote y quedará expuesto a la vista de todos. Tal vez no te parezca demasiado esfuerzo mantenerlo allí, comparado con el beneficio que obtienes o el perjuicio que evitas, pero piensa... No puedes alejarte del lugar, no puedes descuidarte, no puedes descansar, no puedes más que resignarte a esa condena de alguna manera autoelegida.
Jorge Bucay
El camino de la espiritualidad, página 226
“Desconfía de lo que te digo.
Desconfía con la mirada del investigador, no con la del incrédulo.
Pero desconfía de lo que digo.
Desconfía con la mentalidad de un buscador, no con la de un escéptico. Pero desconfía de lo que digo.
Desconfía con el corazón abierto y el deseo de aprender, no con la soberbia del que cree que todo lo sabe.
Pero desconfía de lo que digo.
Desconfía de mí, pero no de ti.”
Jorge Bucay
El camino de la espiritualidad, página 314