Al oráculo de Manzanares
Vierte sus abundancias Amaltea
sobre el suelo español, Ceres ufana
las trojes llena y la codicia insana
del labrador, por ávido que sea.
Vuela la paz, y en tanto que recrea
a Europa su ocio, la nación hispana
en castigar la audacia Mauritania
su celo ejerce y su valor emplea.
Los astros que faltaban a la esfera
y robó el cielo al carpetano suelo
resarce hoy Luisa a la región ibera
en uno y otro cándido gemelo.
¡Oh, qué felicidad si estable fuera!
¡Pues qué! ¿No basta un géminis al cielo?
Vicente Antonio García de la Huerta
Amor constante
"Antes al cielo faltarán estrellas,
al mar peligros, pájaros al viento,
al sol su resplandor y movimiento,
y al fuego abrasador vivas centellas;
antes al campo producciones bellas,
al monte horror, al llano esparcimiento,
torpes envidias al merecimiento,
y al no admitido amor tristes querellas;
antes sus flores a la primavera,
ardores inclementes al estío,
al otoño abundancia lisonjera,
y al aterido invierno hielo y frío,
que ceda un punto de su fe primera,
cuanto menos que falte el amor mío."
Vicente Antonio García de la Huerta
"Don Antonio de Zamora, Gentilhombre de la casa de S.M., oficial de la Secretaria de Indias, autor de esta comedia, floreció á principios de este siglo. Fue de agudísimo ingenio, y cultivó las musas con felicidad. Compuso varias comedias, entre las cuales ésta es la más célebre. Publicó, viviendo, una colección de ellas en un tomo impreso en Madrid. Sus herederos repitieron la impresión en el año de 1774. Fray Juan de la Concepción, Carmelita descalzo, que murió habiendo pasado al orden de Trinitarios calzados, en la aprobación que precede á estas comedias, se explica en los siguientes términos: En estas comedias he hallado las invenciones raras, pero verisímiles: las trazas ingeniosas, pero sin violencia: los Príncipes introducidos, pero sin desdoro: los Santos imitados, pero sin desacato: las mujeres despejadas, pero sin bajeza: las máximas políticas vivas, pero sin sátira: los chistes agudísimos, pero cristianos: los teatros vistosos, pero no traídos: la verdad vestida, pero no manchada: los conceptos frecuentes, pero no pesados: los versos suaves, pero no inútiles: el estilo propiamente poético, pero no afectado: el todo no con todo lo que debe tener, pero faltándole menos que á los mas. Esta censura de un sujeto acreditado por su ingenio y sus producciones poéticas, darán siempre honor al nombre de Don Antonio de Zamora."
Vicente García de la Huerta
Theatro Hespañol
El loco de chinchilla. fábula a la moda, esto es, insulsa y fría
"Andaba en Chinchilla un loco
con la bellaca manía
de dar de palos a cuantos
topaba por su desdicha.
No hubo quien se libertase
de su locura maldita:
al que no descalabraba
magullaba las costillas.
Y fuese compasión,
fuese por majadería,
ninguno entre tantos quiso
querellarse a la Justicia.
Ni ella pensó en recogerle,
por estar la policía
algo atrasada en el tiempo
de que se cuenta esta hablilla.
Hasta que uno de Albacete,
murciano en la mala tripa,
manchego en lo mal sufrido,
a Chinchilla subió un día.
Atísbale el loco, llega
a hablarle y por bienvenida
le da tal palo en la chota
que a ir sin montera le birla.
El de Albacete, mohíno
de la ruin burla, le quita
el palo y con él le toma
la más horrenda paliza,
moliéndole de manera
entre nuca y rabadilla,
que, a no acudir gente, allí
acaba el loco sus días.
Escápase en fin, y temiendo
hallarle tras cada esquina,
iba corriendo y gritando:
«¡Otro loco anda en Chinchilla!».
De aquí procedió el refrán,
y de aquí la medicina,
de aquel loco. ¡Cuántos uno
de Albacete necesitan!
Cada cual el cuento aplique
a su caso y se corrija,
o hallará uno de Albacete
cuando menos lo imagina.
A muchos parecerá
insulsa la fabulilla,
mas ¿qué falta es ésta en tiempo
en que tanta insulsez priva?"
Vicente García de la Huerta
El pedo exterminador caga-siete. fábula medio verdad y medio mentira
"Del traductor de la Xaira,
heridos de la advertencia,
murmuraban en un corro
siete sabios de la legua.
Cada cual se iba apropiando
una de sus indirectas
muy pagado de no estar
comprehendido en todas ellas.
Clamaba un versiblanquista
contra el traductor poeta,
amenazándole hacer
pepitoria de sus piezas.
Otro prosador pedante
ponderaba en larga arenga
de todos los prosadores
la atroz e inaudita ofensa.
Un anti—epigramatista
de musa baja y ratera
en mil críticas pueriles
fulmina mil anatemas.
De un traductor insulso
resonaban las querellas
concitando en su venganza
la turba traduccionera.
Gritando un sectario triste,
de la frígida francesa:
«Juro hacer con la Raquel,
por ser judía una hoguera».
Habló un sátiro que tiene
de tal catadura señas
y dijo, medio rumiando,
«él me llevará otra vuelta,
que para eso tengo yo
cosecha de desvergüenzas,
y, aunque no letras, barberos
que desde Aragón afeitan».
Y del malvado Linguet
otro pesoró en defensa
inspirado del furor
de cierta sibila renca.
Aparécese a este punto
Huerta y sin que lo advirtieran
tan embebecida estaba
la mentecata asamblea.
Arrímase poco a poco,
y cuando estaba más cerca,
con horror de los malsines,
un tronante pedo suelta.
Aturdidos del estruendo
vuelven todos las cabezas
y al verle más aturdidos
se escabullen y dispersan.
Hácese público el caso
y todo el mundo celebra
del pedo dispertador
la ridícula historieta.
De suerte que aún los muchachos
gritan cuando a alguno encuentran:
«Allá va uno de los siete
en que se ha cagado Huerta».
Semejantes casos pasan
a necios de malas lenguas,
y al que ladra por detrás
que le caguen o le pean."
Vicente García de la Huerta
El verdadero amor
Antes al cielo faltarán estrellas
Al mar peligros, pájaros al viento,
Al sol su resplandor y movimiento,
Y al fuego abrasador vivas centellas;
Antes al campo producciones bellas,
Al monte horror, al llano esparcimiento,
Torpes envidias al merecimiento,
Y al no admitido amor tristes querellas;
Antes sus flores a la primavera,
Ardores inclementes al estío,
Al otoño abundancia lisonjera
Y al aterido invierno hielo y frío,
Que ceda un punto de su fe primera,
Cuanto menos que falte el amor mío.
Vicente García de la Huerta
En la ausencia
"Si es muerte, si es infierno, Lisi mía,
el punto que me roba a tu presencia,
del vulgo la mordaz impertinencia
o de mi hado infeliz la tiranía,
¡cuánta habrá sido, Lisi, mi agonía,
mi confusión, mi pena, mi dolencia,
considerada bien la eterna ausencia
de las eternas horas de este día!
¡Ay, dulce prenda mía, si el no verte
un breve tiempo tiene tanta parte
de sentimiento, que me da la muerte!
¡cuánta será mi pena al contemplarte
capaz, por mi desdicha, de perderte,
incapaz por mi mal, de recobrarte!"
Vicente García de la Huerta
Esperanza fundada
"En el tropel de males que padezco,
de la común envidia combatido,
nuevos tormentos a mi suerte pido
y más gustoso cada vez me ofrezco.
Al odio, a las venganzas agradezco
los duros trances a que me han traído;
pues los meDios, mi bien, ellos han sido
de lograr galardón que no merezco.
Muerda la envidia pues, el odio invente
calumnias nuevas, no me asusta nada,
ni haber mal puede que mi gloria impida.
Pues todo es fuerza que tu amor aumente,
pues quien así me quiere enamorada
me ha de amar mucho más compadecida."
Vicente García de la Huerta
Ponderación justa de un amor verdadero
Arde mi corazón, y su violento
incendio por las venas se derrama,
siendo pábulo noble de esta llama
amor, que en mis entrañas alimento.
Ardiente exhalación es cada aliento,
que el aire vago a su contacto inflama,
si es que más propiamente no se llama
bostezo del volcán de mi tormento.
Este es, Lisi, mi amor voraz y altivo,
a quien es imposible hallar segundo,
milagro que obro en mí naturaleza;
superior al amor más excesivo,
mayor que cuanto en sí comprende el mundo;
sólo, Lisi, inferior a tu belleza.
Vicente Antonio García de la Huerta
"¡Qué gustoso es el mando aun en medio de peligros!"
Vicente Antonio García de la Huerta
Reflexiones amantes
Si nadie puede verte sin amarte,
dulce bien mío, y nadie puede verte
sin que le abrase con rigor de muerte
ardentísimas ansias de agradarte;
quien logra tan de cerca contemplarte,
y tanto como yo sabe quererte,
difícil es que a contenerse acierte
en los límites sólo de mirarte.
Abrásome a tu vista, dueño mío,
pretendo triunfos, pero al conocerte
repugnante, desisto en mis trofeos;
que a mi ciego furioso desvarío
refrena más el miedo de ofenderte,
que le mueve el tropel de mis deseos.
Vicente Antonio García de la Huerta
Soneto la desconfianza
¿Qué es esto, amante corazón rendido?
¿De qué te sirve tan dichoso estado,
si tus penas parece se han doblado
de que empezaste a ser favorecido?
La imagen horrorosa del olvido
turba mi gloria y crece mi cuidado,
y aun al alma, confieso, ha penetrado,
no celos, un recelo mal nacido.
¡Ay, Lisi mía, en qué mortal quebranto
despedazado el corazón me siento,
de un temor a la rústica violencia!
Y si sólo un temor me aflige tanto,
cuánto será bien mío mi tormento,
si a ser este temor llega evidencia.
Vicente Antonio García de la Huerta
Temores justos y continuos
"¿Qué es esto, amante corazón rendido?
¿De qué te sirve tan dichos estado,
si tus penas parece se han doblado
de que empezaste a ser favorecido?
La imagen horrorosa del olvido
turba mi gloria y crece mi cuidado,
y aun al alma confieso, a penetrado
(no celos) un recelo mal nacido.
¡Ay, Lisa mía, en qué mortal quebranto
despedazado el corazón me siento
de un temor a la rústica violencia!
Y si sólo un temor me aflige tanto,
¡cuánto será, bien mío, mi tormento,
si a ser este temor llega a evidencia!"
Vicente García de la Huerta
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