Así se domina el mundo



Pensamos que somos libres, que podemos elegir de forma autónoma nuestro destino, nuestros gustos, la manera de vestir o de comportarnos, lo que comemos o a qué dedicamos el tiempo libre, pero estamos permanentemente inducidos a adoptar acciones, decisiones y actitudes. Con creciente sutileza, los que deciden por nosotros nos imponen formas de vida, modelos sociales e ideologías, de modo que quedamos sometidos a sus designios. Esto es más cierto que nunca hoy en día, cuando se ha puesto de moda la palabra «posverdad» para definir el contexto global de desinformación, aunque en realidad sería más acertado denominarlo «prementira», «multimentira» o «plurimentira», pues lo que principalmente llega al público no es más que una gran falsedad disfrazada de verdad.

Pedro Baños
Así se domina el mundo, página 8


En griego, historia significa «investigación». Investigar sobre lo que ocurre y orientar a las personas sobre lo que se puede esperar del futuro, porque, como expresaba Cicerón, la Historia es magistra vitae, es decir, la maestra de la vida que enseña y guía, y «no saber lo que ha sucedido antes de nuestro nacimiento es como seguir siendo aún niños». Pero la Historia no es una ciencia experimental, ni mucho menos práctica, en la que tras una serie de operaciones matemáticas o de estudios estadísticos se llegue a una serie de conclusiones positivas, medibles, cuantificables e irrefutables. Más bien es una ciencia humanística que estudia al ser humano en un tiempo y espacio concretos, atendiendo a hechos y acciones, evaluando también sus repercusiones en la actualidad, tanto en el plano material como de pensamiento, creencias, etcétera. Por tanto, la Historia permite configurar el presente mediante el análisis de sus acciones pasadas. Quizá por ello sea una materia tan controvertida y sensible a la manipulación.

Pedro Baños
Así se domina el mundo, página 65





LA VISIÓN DE LA LEGALIDAD INTERNACIONAL DESDE CHINA 

Según los militares chinos Guangqian y Youzhi, las leyes internacionales se pueden resumir en diez principios (que comento entre paréntesis):

Respeto mutuo de la soberanía y la integridad territorial. (La situación actual de Siria pone en duda la aplicación real de este principio.)

No agresión contra los demás.
(Cada vez se respeta menos, según se ve en los recientes conflictos.)

No interferencia en los asuntos internos ajenos.
(Es uno de los valores que ofrece China a los países con los que negocia, por su capacidad de veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.)

Igualdad y beneficio mutuo.
(Los países más débiles tienen menos probabilidades de ser respetados, sobre todo cuando hay intereses enfrentados.)

Coexistencia pacífica.
(Los intereses económicos y geopolíticos garantizan poca paz y mucha competencia.) No emplear la fuerza ni la amenaza de su empleo.

(La amenaza del empleo de la fuerza es permanente, pues forma parte del juego geopolítico y es uno de los pilares de la disuasión.)

Autodeterminación nacional.
(Habría que comenzar por definir «nación», pues solo se la reconoce como tal cuando interesa a los poderosos. Pensemos en los kurdos o los pastunes —unos 40 millones de personas en cada caso—, los suníes en Irak y Siria, los grupos que pretenden su independencia en varios países africanos o los rusófilos en Ucrania. También se podría hablar de otros grupos humanos, partes de un país o las colonias que todavía existen en el mundo, para ver que realmente no se permite la aplicación plena de este principio ni que la población pueda votar sobre su autodeterminación para ser verdaderamente dueña de su destino.)

Respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales.
(China es el primer país acusado de no cumplirlos. Muchas veces son empleados como palanca geopolítica para intervenir allí donde se cree conveniente.)

Cooperación internacional y honesto cumplimiento de las obligaciones internacionales. (Dependerá de los intereses del momento, pues abunda más la competencia que la cooperación.)

Resolución pacífica de las disputas internacionales.
(Así será siempre que la guerra no se vea como más rentable. Mientras tanto, la guerra se hace cada vez más a través de terceros.)

Además, exponen que solo hay tres condiciones por las que la guerra puede ser una opción legítima: un Estado que ejerce su derecho de autodefensa; la acción militar efectuada bajo un mandato del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas; y un movimiento de independencia o liberación nacional que lucha contra el colonialismo o la dominación extranjera en el marco del derecho a la autodeterminación nacional. Este último punto está muy adaptado a la mentalidad china y a las acciones que durante años Pekín ha apoyado en terceros países, muchos de ellos africanos, que luchaban contra los colonizadores. Pero probablemente China no lo consideraría igual de «legítimo» si entre los tibetanos o los uigures, por ejemplo, surgiera un movimiento que luchara por su independencia.

Pedro Baños
Así se domina el mundo, página 185


Las operaciones de falsa bandera han sido una constante a lo largo de la historia, una práctica tan antigua como la propia política y el empleo de los ejércitos. Culpar a otros países, organizaciones o grupos de actos que no han cometido se ha empleado y se emplea para justificar reacciones que de otro modo no habrían sido admitidas por la ciudadanía o por los aliados.

Pedro Baños
Así se domina el mundo, página 218

… si no nos damos cuenta de que nos están lavando el cerebro, probablemente es que ya lo han hecho.

Pedro Baños
Así se domina el mundo, página 232


LOS MIL COLORES DEL CALEIDOSCOPIO

Cada vez que te encuentres del lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexionar. MARK TWAIN

En su poema Las dos linternas, Ramón de Campoamor decía que «el mundo es del color del cristal con que se mira». Parafraseando a este poeta asturiano, hoy en día bien puede decirse que la vida es del color del cristal con que nos la dejan ver, del tono con que nos obligan a observarla. La tonalidad dependerá del periódico que se lea, la televisión que se vea o la radio que se escuche. Los medios de comunicación crean un escenario «artificial» e interesado que pocas veces coincide con la realidad objetiva. En ocasiones ni siquiera se percibe ningún color, dejándose traslucir apenas las penumbras de la verdad. El mundo se puede observar a simple vista, con prismáticos, telescopio o microscopio, y todas estas maneras son igual de válidas y complementarias. Al inundarnos de información, podría dar la impresión de que nos han puesto delante de los ojos un microscopio para diseccionar mejor la realidad, o unos prismáticos para ver más lejos. Pero lo que nos han colocado es un caleidoscopio, lleno de espejos y cristales de colores muy atractivos y divertidos, tan llamativo e hipnotizante que cuesta sustraerse a él. Un mero entretenimiento que impide vislumbrar lo que de verdad ocurre entre bambalinas, lo que se cuece a espaldas de los ciudadanos, lo realizado por los directores de una orquesta de la que no somos más que los mariachis, los que aplauden o silban según lo que se nos vaya indicando. Como dice Noam Chomsky, el cuadro del mundo que se nos presenta no tiene la más mínima relación con la realidad, ya que la verdad sobre cada asunto queda enterrada bajo montañas de mentiras. Y es que la verdad es ocultada por negación de la información o por su exceso. Cuando se debería recibir música movilizadora, tan solo llega a los ciudadanos un ruido paralizante que consigue anular la capacidad de crítica individual.

Pedro Baños
Así se domina el mundo, página 232


Los Estados, al igual que las empresas —por medio del marketing y la publicidad—, motivan a la sociedad a comprar, desechar y reemplazar sus bienes de consumo a un ritmo cada vez más acelerado. El objetivo es infundir en los consumidores el deseo de poseer los últimos productos, apenas un poco mejores que los anteriores, para que los adquieran mucho antes de que tengan auténtica necesidad de ellos. Es lo que en psicología se conoce como «obsolescencia percibida». Curiosamente, la propaganda de la sociedad de consumo actual ha llegado a convencer a las poblaciones de que, llegado el caso, se desechen objetos que todavía son perfectamente útiles. Es decir, que la gente adopte decisiones alineadas con sus caprichos y deseos —cuyo canon suele estar determinado por la moda imperante—, dejando en un segundo plano el sentido común, que es el que permite utilizar el dinero para satisfacer las verdaderas necesidades. La paradoja es que el deseo conecta a los ciudadanos a una ficción construida sobre lo que no tenemos, impidiéndonos valorar y disfrutar lo que sí está a nuestro alcance.

Pedro Baños
Así se domina el mundo, página 248


La actual avalancha constante de información crea el espejismo de pensar que somos plenamente libres y, por tanto, dueños de opiniones propias e independientes. Pero muchas veces este bombardeo constante de noticias solo lleva a que se nos bloqueen las mentes de tal manera que es imposible pensar con claridad. E incluso, en ocasiones, corremos el riesgo de creer que verdaderamente estamos pensando y alcanzando conclusiones por nosotros mismos…
Hasta los analistas más expertos realizan valoraciones erróneas, y no por desconocer los procedimientos, sino por ignorar de dónde procede la información con la que han elaborado sus análisis. La información que nos llega siempre —de una forma u otra, y a veces hasta involuntaria— es parcial, está tergiversada, carece de objetividad o está intencionadamente contaminada. La información se ha convertido, más que nunca, en el medio perfecto para controlar a las masas e imponerles gustos, tendencias, pensamientos, modos de vida y hasta acciones u omisiones. Salir de esta dinámica es una complicada tarea incluso para aquellos plenamente conscientes de la situación. Obtener información alternativa y recurrir a fuentes diversas no solo es complicado, sino que también supone un gasto y, sobre todo, requiere tiempo, algo que en este mundo precipitado que nos ha tocado vivir es un lujo que pocos se pueden permitir.

Pedro Baños
Así se domina el mundo, página 249


Vivimos en un mundo donde, a pesar de la libertad que creemos gozar, se ningunea a aquel cuya opinión no se quiere que se escuche. Donde se puede «matar» socialmente a una persona, excluirla de todos los ámbitos, simplemente por plantearse pensamientos alternativos a los impuestos a la población. Donde los que triunfan son los que repiten sin cesar los mantras, los tópicos, sin reflexionar sobre ellos. Por el contrario, los que se arriesgan a poner en tela de juicio lo impuesto, a replantear conceptos considerados universales, están abocados al fracaso más estrepitoso. La marginación también se vive en el ámbito académico y en el de las conferencias, pues tener opiniones alternativas, o simplemente atreverse a dudar y a hacer dudar de las generalizadas, indefectiblemente lleva a ser excluido por la «mafia de los conferenciantes», ese cerrado grupo de amigos que se retroalimentan exponiéndose los unos a los otros las mismas ideas de modo continuo. Nadie que no piense como ellos entra en ese restringido club, en muchas ocasiones sostenido económicamente —de modo lo más indirecto posible para intentar pasar inadvertido— por servicios de inteligencia estatales a los que interesa que se transmitan mensajes favorables a su país. De aquí que surjan grandes interrogantes. ¿Realmente pensamos por nosotros mismos, somos autónomos, o bien nos dicen lo que tenemos que pensar? ¿Nos condiciona el ambiente, la sociedad? ¿Podemos pensar diferente? ¿Es posible expresar ese pensamiento diferente en sociedades avanzadas? ¿Tanta información solo sirve para transformarnos en «tontos ilustrados»?

Pedro Baños
Así se domina el mundo, página 264


El triunfo del pensamiento único demuestra que resulta más fácil llenar una mente de ideas creadas por otros con fines espurios que permitir que se ilumine, piense por sí misma y desarrolle ideas que vayan en contra de los intereses de la clase dominante. También es importante señalar que se suele dar la circunstancia, no especialmente novedosa por otro lado, de que precisamente los que más claman por la libertad y dicen luchar por ella son los que pretenden restringir la de los demás.

Pedro Baños
Así se domina el mundo, página 269


Disponer de más información no implica necesariamente mayores garantías de éxito. Al contrario, el exceso de información se convierte en una pesada carga capaz no solo de ralentizar el proceso de toma de decisiones, sino incluso de hacerlo fracasar estrepitosamente. Es más, disponer de abundante información puede llegar a generar un exceso de confianza que provoque falsa seguridad e impida que haya opiniones contrarias. Conviene recordar que, cuando se tienen demasiadas opciones, el mecanismo de pensamiento de una persona normal tiende a bloquearse.

Pedro Baños
Así se domina el mundo, página 393


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