El dominio mental


Lo creamos o no, existe todo un mundo de tácticas y estrategias, de trucos y engaños, perfectamente planificados, diseñados e implementados, para conseguir el poder definitivo: el dominio mental.
 
Pedro Baños
El dominio mental
 
 
 
 
Aunque ahora la relacionemos con intereses encubiertos que buscan nuestro perjuicio u opresión, la manipulación es parte de nuestro instinto más primario. Precisamente por eso, si dedicásemos al conocimiento de nuestro cerebro el esfuerzo y el tiempo requeridos, podríamos convertirnos en maestros de la manipulación y el control mental; pero también podríamos aprender a protegernos ante los mecanismos de control que nos intenten imponer. O, por lo menos, a ser más conscientes de su existencia.
 
Pedro Baños
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LA TRANQUILA RANA HERVIDA
 
Imaginemos que metemos una rana en una cazuela llena de agua fría; nadará tranquilamente. Si vamos calentando el recipiente a fuego lento, lo normal es que el animal no se dé cuenta y siga flotando apaciblemente. La temperatura sigue aumentando y, aunque ya no sea la ideal para la rana, más que malestar, se adormece con gusto. Una vez que el agua está demasiado caliente, al batracio ya no le agrada la situación, pero su estado de debilidad le impide rebelarse y escapar. Pronto, estará hervida. Esta metáfora * demuestra que el deterioro, si es lento, nos pasa inadvertido y no suscita oposición ni resistencia, ninguna rebeldía. Tal y como ocurre con la lenta deriva de la sociedad, a la que nos vamos acostumbrando sin rechistar. Las peores aberraciones, los recortes de libertad y los atropellos a nuestra privacidad y nuestros valores se han llevado a cabo de forma subliminal y discreta. Y los hemos aceptado como víctimas a las que les pasa inadvertido el daño que se les está imponiendo. El agua se calienta a través de técnicas y herramientas que apelan, todas ellas, a nuestras emociones, lo más débil de nuestro sistema.
 
Pedro Baños
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El éxito de las campañas de manipulación, sean de la índole que sean, radica en conseguir que los sujetos manipulados no se den cuenta del engaño, ni del cómo ni el quién lo realiza. Todavía mejor, que piensen que la idea o la decisión son propias. O bien que estén profundamente convencidos de que el objetivo es su seguridad o bienestar.
 
Pedro Baños
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Lo único cierto es que, si nos colman de entretenimiento estéril, jamás podremos adquirir conocimientos enriquecedores que nos permitan construir nuestro propio pensamiento crítico, dudar de las permanentes imposiciones. Con gran habilidad, consiguen que confundamos estar entretenidos con estar informados. Pero no es así, no estamos bien informados y, aún menos, formados.
 
Pedro Baños
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Desconectar la mente es, hoy en día, sinónimo de sentarse en el sillón y poner una película o una serie. No una cualquiera, sino de las que ya eligen por nosotros las plataformas a las que estamos suscritos. Así, en nuestro momento de mayor pasividad, cuando lo que buscamos es dejar de pensar, llega la oportunidad idónea para que puedan ejercer sobre nuestra mente una profunda y sutil manipulación psicológica.
 
Pedro Baños
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Las películas y las series estadounidenses han forjado la imagen de un estilo de vida muy atractivo y motivador, por más que sea artificial, materialista y no necesariamente haga más felices a las personas, y con esa imagen, han provocado cambios en los modelos sociales de los países en los que se emiten. Caer en esta trampa es sencillo. En la mayoría de los casos, las personas atrapadas ni siquiera son conscientes de su situación, con lo que es imposible salir de esta dinámica que condiciona, en gran medida, las vidas de millones de personas en todo el mundo.
 
Pedro Baños
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VIDEOJUEGOS: ABSORBENTES Y MANIPULABLES
 
Con el objetivo de infantilizar a la población mientras nos proporcionan la placentera sensación de ser partícipes de la acción y no meros observadores, los videojuegos se han convertido en los reyes del entretenimiento. Por tanto, también de la propaganda. La ilusión de ser parte del juego lleva al jugador a involucrarse emocionalmente; tanto que, en ocasiones, las vivencias de los videojuegos terminan por reemplazar a las de la vida real. Es el culmen del adormecimiento, la puerta grande para el control mental. De hecho, la inmersión en realidades artificiales puede llegar a una desensibilización respecto a los acontecimientos del mundo real: si a diario vemos como cercanos los disparos y las mutilaciones, no nos afectará verlos por la tele aunque los sufran personas reales. No sabremos diferenciar. Por otra parte, los videojuegos nos arrebatan incluso la posibilidad de imaginar, ya que crean por nosotros los escenarios por donde debe moverse nuestra mente. Limitan así nuestras acciones y movimientos a lo que el creador del juego haya decidido. Es la metáfora de la sociedad en la que vivimos y los límites que a diario nos imponen tanto las normas sociales como los juicios externos. Al igual que en el videojuego, nos creemos con poder para escoger nuestro camino. Pero es tan solo dentro de unos márgenes muy bien delimitados. Todo de forma natural y sin darnos cuenta de la manipulación que supone. 8 Además del impresionante efecto de distracción, la adicción que producen los videojuegos puede alterar las funciones del cerebro, así como la estructura de su sistema neuronal. A largo plazo, el abuso de los videojuegos podría afectar a la capacidad de aprendizaje o incluso el estado emocional del jugador.
 
Pedro Baños
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Si nos cuesta tanto leer es también porque nuestra capacidad de atención se ha reducido notablemente. En este mundo caracterizado por la inmediatez y la aceleración de acontecimientos, la atención es un bien escaso y en constante descenso. En el año 2000, Microsoft hizo un estudio que calculaba la atención del ser humano en doce segundos; para 2013, ese tiempo ya había caído a nueve segundos. Actualmente, se estima que las personas no prestamos atención durante más de ocho segundos seguidos. Tanto es así que, si una página web no se carga en menos de tres segundos, casi la mitad la abandonamos. Por eso tienen tanto éxito los vídeos, cada vez más cortos. Se han convertido en la fórmula perfecta para captar la atención, sobre todo de los más jóvenes. Este concepto lo ha entendido a la perfección TikTok, la red social diseñada para crear, editar y compartir vídeos de no más de quince segundos. Así se entiende que se rechacen los libros por el esfuerzo de atención que requieren, prefiriéndose tecnologías que dan las respuestas hechas, por simplistas y viciadas que sean, de modo que resulten fácilmente asimilables sin cavilación alguna.
 
Pedro Baños
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¡Vivan los libros impresos!
 
Pedro Baños
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El poder de los olores es tan grande que, en el plano científico, en ocasiones se utilizan para tratar afecciones psicológicas. Con tal fin se emplean aromas que alteran el comportamiento al influir sobre las estructuras sinápticas del cerebro y no en la mente consciente.
 
Pedro Baños
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Esta relación entre el equilibrio químico y la nutrición es determinante para comprender el comportamiento y los sentimientos de una persona. Tan importante es la alimentación que se convierte en el principal agente químico que puede alterar el cerebro. Está demostrado que, si en los primeros años de vida hay una deficiente nutrición, el desarrollo de las capacidades cognitivas será menor: la atención y la concentración quedarán reducidas, afectando directamente a la actividad cerebral en la edad adulta.
 
Pedro Baños
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La dieta es una cuestión básica para comprender el carácter de las personas. Una vez que se conoce que la dopamina, la noradrenalina y la serotonina son los principales neurotransmisores responsables del estado anímico, saber qué alimentos influyen en su producción ayuda a controlar las emociones. Por ejemplo, el chocolate contiene un ingrediente clave: la feniletilamina. Esta sustancia se metaboliza en el cuerpo, pero siempre llegan al cerebro algunas cantidades, que provocan un aumento de la producción de dopamina. Por tal razón, después de consumir chocolate se puede tener una sensación de bienestar, incluso de euforia. De la misma manera, aunque en sentido contrario, la falta de ácidos grasos poliinsaturados en el cerebro está asociada a comportamientos agresivos y antisociales. La comida puede facilitar el buen funcionamiento del cerebro. En definitiva, una nutrición adecuada es de gran importancia para mejorar las habilidades mentales, la concentración, la memoria y la vigilancia.
 
Pedro Baños
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Todos somos esclavos de nuestras emociones. Y esta esclavitud moderna consiste en hacernos llegar la información directamente al corazón sin pasar por la cabeza, sin que medie la reflexión ni el análisis, sin darnos tiempo para pensar y dudar. De este modo se consigue la manipulación perfecta, el control absoluto de las mentes, pues la información no ha llegado a la parte reflexiva de nuestro cerebro, sino al centro de gravedad de nuestras emociones. Los argumentos emocionales siempre han sido los más eficaces para conseguir levantar pasiones en la audiencia por encima de su raciocinio, para alterar su voluntad sin que tengan en cuenta razones o argumentos. Para doblegar la racionalidad se apela a las emociones básicas del ser humano. Y resultan tan importantes porque quien consigue controlar las emociones es capaz de condicionar las decisiones de las personas.
 
Pedro Baños
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El que sabe tocar la fibra de los individuos, removiendo sus emociones, llega a lo más profundo de su alma y los lleva por donde desea.
 
Pedro Baños
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LA INFANTILIZACIÓN DE LA SOCIEDAD
 
Cuanto más pequeños son los niños, más influenciables.
LUIS ROJAS MARCOS
 
El mantener a los ciudadanos en un estado de «infantilización» es una estrategia clásica llevada a cabo por todos los poderes. El motivo es sencillo: la infancia es el periodo en el que somos más influenciables, más proclives a la sugestión. Así, ese infantilismo equivale a la no asunción de responsabilidades, al convencimiento de que alguien solucionará los problemas a los «niños». Las élites no tienen interés en dar a las personas las herramientas precisas para la vida, para valerse por sí mismas. En su lugar, optan porque se las pidan a ellas, consiguiendo así el control absoluto. Y nada mejor para ello que mantenerlas en un estado infantil. El sistema se encarga de crear «adultos-niños», con poca capacidad de crítica, inmaduros, volubles y manipulables. El proceso empieza muy pronto. En cuanto el niño es capaz de absorber ideas. A partir de entonces, el bombardeo manipulador es constante. En el colegio, en los medios, en todos los ámbitos de la sociedad. Los padres pueden poner algunos límites, pero para eso hace falta que ellos no estén ya afectados por la manipulación. Conviene tener en cuenta que lo que aprendemos de niños cala de tal forma en nuestra mente que luego, ya adultos, lo aplicamos de forma inconsciente. Cualquier experiencia durante la infancia, sea en el entorno familiar, escolar o de amistades, terminará por ser replicada en mayor o menor medida en la vida adulta, incluso si en su momento se la criticó. Y así intentan mantenernos a lo largo de la vida.
 
Pedro Baños
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¿Crees que lo que haces es fruto de una decisión personal tras una reflexión profunda? Si piensas así, te equivocas. Hacemos lo que hacemos simplemente porque alguien lo ha decidido por nosotros. Nos dejamos arrastrar por lo que vemos, por lo que nos dicen y por los actos de las personas que nos rodean.
 
Pedro Baños
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Después de todo, es verdad que las personas piensan como viven, pero ¡cuán fácil es cambiar su forma de vida para que cambien de pensamiento!
 
Pedro Baños
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Llegamos al extremo de leer un diario u otro para que confirmen nuestra propia opinión, no para informarnos.
 
Pedro Baños
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Asistimos en nuestros días a una manipulación por parte de los medios de comunicación que desborda las fronteras ya no de la debida profesionalidad, sino de la decencia personal. Cualquier persona medianamente avezada en cualquier tema siente vergüenza ajena al ver o leer algunas noticias tan sumamente condicionadas, tergiversadas —en ocasiones, de forma burda—, parciales e ideologizadas. Y lo que es aún peor, muchas veces ofrecidas por medios que presumen de imparcialidad y objetividad. Todo ello con el descarado objetivo de condicionar el pensamiento de la audiencia, imponerle normas sociales y forzarla a aceptar decisiones gubernamentales que, de otro modo, jamás se plantearían. Como, en el colmo del cinismo, dicen algunos: «No necesito demostrarlo, solo tengo que publicarlo».
 
Pedro Baños
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El hecho de que haya vencido la cantidad por encima de la calidad es la razón por la que nos comunicamos a través de mensajes, cortos pero frecuentes, en lugar de llamar por teléfono una sola vez. Por la que manifestamos nuestra opinión en unos pocos caracteres; por la que compartimos titulares, aunque no hayamos ni abierto el artículo. Y, obviamente, es la razón de que el periodismo se preocupe más por generar titulares irresistibles que contenidos con un mínimo de rigor y profundidad. De que haya caído en la trampa de intentar ser el primero en dar la última noticia. Sin reflexión ni verificación.
 
Pedro Baños
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Ya que «tenemos prisa» y la censura colectiva se cierne sobre los medios, estos siguen el juego y mastican la información para que, incluso sin tiempo, podamos formar o perpetuar nuestra opinión. Los medios, que juegan, pero también manejan el juego, deciden qué debemos pensar, qué debemos comprar, cómo debemos sentirnos. Y a nosotros nos conviene que nos ahorren tiempo y esfuerzo. Pensar agota. No por nada, los tan aclamados influencers, que no son más que generadores de opinión, se han convertido en los nuevos líderes: ellos, hechos a nuestra imagen y semejanza, se encargan de fabricar para nosotros lo que debemos pensar, cómo debemos vestirnos y arreglarnos, y hasta qué debemos comer.
 
Pedro Baños
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Los modelos de comportamiento mostrados en los medios pueden generar una gran autocensura, sin necesidad de ser explícitamente impuesta; saldrá de la propia persona antes de enfrentarse al ostracismo social.
 
Pedro Baños
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Las formas en que se materializan las noticias falsas y la desinformación son múltiples, y algunas son muy desconocidas o, al menos, pasan desapercibidas. La primera medida para falsear una noticia es ocultarla, no proporcionar la información. Suele ocurrir cuando una noticia no coincide con el relato y la narrativa del poder, cuando consideran que les puede perjudicar de algún modo. No dar una noticia es desinformar.
 
Pedro Baños
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La noticia falsa perfecta, pues es tan astuta que ni siquiera lo parece.
 
Pedro Baños
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Es tan abundante la información que tenemos que procesar, son tantos los casos de corrupción, de burla hacia los ciudadanos, de desfachatez y de manipulación, que necesitaríamos varias vidas para enfrentarnos a todos ellos. El ruido que nos anula, el caos de datos falsos, de afirmaciones inconexas, de medias verdades que nos envuelve, desdibuja aún más nuestra lucidez y nuestra capacidad de análisis incluso ante el más flagrante de los delitos. Por eso, por más que nos parezca inimaginable que nadie reaccione ante el constante abuso del poder que sufrimos —y del que los medios informan, aunque sea de forma interesada—, es muy entendible que ocurra dentro del contexto de sobreinformación, colapso e hipnotización en el que vivimos inmersos. Tanto... que se convierte en nada
 
Pedro Baños
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Es tan abundante la información que tenemos que procesar, son tantos los casos de corrupción, de burla hacia los ciudadanos, de desfachatez y de manipulación, que necesitaríamos varias vidas para enfrentarnos a todos ellos. El ruido que nos anula, el caos de datos falsos, de afirmaciones inconexas, de medias verdades que nos envuelve, desdibuja aún más nuestra lucidez y nuestra capacidad de análisis incluso ante el más flagrante de los delitos. Por eso, por más que nos parezca inimaginable que nadie reaccione ante el constante abuso del poder que sufrimos —y del que los medios informan, aunque sea de forma interesada—, es muy entendible que ocurra dentro del contexto de sobreinformación, colapso e hipnotización en el que vivimos inmersos. Tanto... que se convierte en nada
 
Pedro Baños
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Tras muchos años de análisis y experimentos, hoy sabemos con certeza que estamos sometidos sin cesar a anuncios de publicidad que ni siquiera percibimos y que nos influyen en grados de los que no somos plenamente conscientes.
 
Pedro Baños
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Tras muchos años de análisis y experimentos, hoy sabemos con certeza que estamos sometidos sin cesar a anuncios de publicidad que ni siquiera percibimos y que nos influyen en grados de los que no somos plenamente conscientes.
 
Pedro Baños
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Nuestra cibervida, especialmente la de los adolescentes, se convierte en una farsa, para nosotros y para los demás. Esta situación está cambiando incluso la vida íntima de los más jóvenes. Por ejemplo, la mayoría de las adolescentes estadounidenses tienen una percepción de la feminidad que han obtenido de la exposición desmedida a la sexualidad disponible en internet, principalmente del porno. Esto las lleva a presentarse a sí mismas en las redes con unas poses y un lenguaje con reminiscencias de la industria del sexo. Las nuevas formas de comunicación han modificado sustancialmente no solo la manera en que nos relacionamos, sino también quiénes somos. Nuestra propia identidad ha mutado con la evolución de la tecnología.
 
Pedro Baños
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Si, como se dice, en la era de internet los datos son oro, los relacionados con la salud son un diamante en bruto. El valor de dichos datos también queda reflejado en que los ciberdelincuentes han puesto en su punto de mira las instalaciones (hospitales, clínicas...) y las compañías del sector de la salud, que, precisamente por la sensibilidad de la información que guardan, deben estar especialmente protegidas.
 
Pedro Baños
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Más allá de que un sistema de reconocimiento facial puede identificarnos con un mayor o menor porcentaje de acierto —cada vez son más perfectos—, o que pueda situarnos en un lugar y momento concretos, uno de los riesgos es que, gracias a la IA y los algoritmos, una imagen, foto o vídeo con nuestra cara aporte metadatos que permitan un conocimiento muy detallado de cómo somos, de lo que sentimos, de nuestras preferencias e intereses. Para ello, basta con analizar lo que miramos y cómo lo hacemos. Desde pararnos cierto tiempo ante un escaparate o en la estantería de un supermercado, a cómo reaccionamos ante determinadas situaciones o personas. No debemos olvidar que los gestos faciales son un lenguaje no verbal muy explícito, que aportan mucha información sobre nuestros sentimientos y emociones reales, más allá de las palabras. Incluso el mero movimiento de los ojos puede servir para conocernos mejor. No será lo mismo que, al cruzarnos en la calle, miremos de determinada forma a un chico que a una chica. En este sentido, puede que, muy pronto, las pantallas de televisión detecten el movimiento de nuestros ojos y nuestras reacciones emocionales. Con lo que podrán averiguar qué tipo de persona nos atrae o de qué pie flojean nuestras preferencias. Incluso antes de que nosotros seamos conscientes de ello. Ya existen métodos que, colocando una supercomputadora detrás de una cámara, consiguen detectar los microimpulsos de sangre en un rostro a través de una ecuación matemática. De este modo, la supercomputadora puede captar el ritmo cardiaco y el nivel de estrés de la persona frente a la cámara. Lo que permitirá enviar un mensaje personalizado en concordancia con el ritmo cardiaco y la dilatación ocular del consumidor o votante.
 
Pedro Baños
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No olvidemos que lo que se sube a internet se queda ahí. Por más esfuerzos que hagamos para intentar su borrado, en algún recóndito lugar, que muy pocos conocen, quedará guardado. Por tanto, debemos pensar muy bien lo que compartimos y con quién. Sin caer en paranoias. Pero tenemos que mantenernos alerta ante cualquier dispositivo que nos pueda grabar en situaciones embarazosas, hoy tan sencillo con los medios que todos tenemos a mano constantemente. Y que no nos engañen con la gran mentira de que no somos nadie, que no suponemos ninguna amenaza, que no aspiramos a ningún cargo público, que nuestra vida es insulsa y anónima. Una vez más, pensemos no en lo que somos hoy, sino en lo que podemos llegar a ser el día de mañana. En cómo nos puede afectar una foto inadecuada meses o años más tarde. Para conseguir un trabajo, en una relación sentimental o para hacernos un seguro de vida o de accidentes. Raro es el día en que no encontramos algún ejemplo en los medios de comunicación del enorme daño que nos podemos causar a nosotros mismos con actitudes pueriles y nada previsoras. En ocasiones extremas degeneran en el suicidio, pues, una vez que se ponen en marcha y se empiezan a extender, los efectos del perjuicio son imparables. Y aunque luego se puedan reparar hasta cierto punto, lo habitual es que el daño social sea permanente. Estas recomendaciones son de especial validez para la gente joven, la cual tiene por delante toda una vida que una mala decisión puede torcer. Si hacemos un uso racional del ciberespacio, tendremos menos probabilidades de caer en sus muchos campos minados. Un buen consejo es utilizar lo mínimo posible los dispositivos conectados a internet.
 
Pedro Baños
El dominio mental
 
 
Se podría decir que las personas tenemos el alma en la nube. O, mejor dicho, en las diferentes nubes, donde además es inmortal.
 
Pedro Baños
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Se podría decir que las personas tenemos el alma en la nube. O mejor dicho, en las diferentes nubes, donde además es inmortal. Allí está toda nuestra vida, totalmente desnuda, con todos nuestros más íntimos secretos, nuestras emociones, nuestros pensamientos, nuestras aficiones, nuestras debilidades... Y pervivirá para siempre.
 
Pedro Baños
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En esta vida, nada es gratis. No debemos nunca olvidar esta máxima: si algo te lo ofrecen gratis, el producto eres tú.
 
Pedro Baños
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Pero la principal amenaza para el ciudadano es la pérdida de su intimidad. Con el pago digital se puede obtener mucha información sobre una persona. Todo está expuesto: estado de salud (compras en farmacias y supermercados, pagos a facultativos), gustos y preferencias (colonias, ropa, películas, comidas, restaurantes), medios de transporte utilizados (autopistas, gasolineras, alquileres), viajes realizados (hoteles, horarios, lugares), posible uso fraudulento de efectivo (si se dejan de hacer pagos rutinarios con tarjeta), religión (cepillos digitales), aficiones y adicciones (juego presencial y online , artículos comprados). Basta con rastrear las transacciones realizadas para obtener estos datos y elaborar un perfil muy definido de una persona, incluso ideológico y político, además de, por supuesto, económico. No es, en absoluto, un sistema inocuo o inocente. De nuevo, una vez que se conoce a fondo al ciudadano, será mucho más fácil manipularlo, imponerle normas y hasta castigarlo si no hace, come o practica lo que el Gobierno le ha ordenado o «aconsejado». De este modo, perderemos nuestros últimos resquicios de libertad. Seremos totalmente transparentes para cualquiera que ponga interés en nuestras intimidades.
 
Pedro Baños
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Es más que obvio que estamos asistiendo a los últimos días de la banca tradicional, y el final del dinero físico va íntimamente ligado a ello. Pero esto es un arma de doble filo, pues la pérdida del anonimato que proporciona el metálico va en contra de la privacidad. Aspecto nada baladí que será aprovechado por los poderes para estrechar aún más el cerco sobre las personas. Nos lo venden como comodidad —al igual que con los móviles e internet—, pero perdemos intimidad y ofrecemos aún más datos que, cruzados con otros, permiten saber todo sobre nosotros. En definitiva, el dinero digital será otro instrumento, y no poco importante, tanto de vigilancia como de manipulación social.
 
Pedro Baños
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Nos hemos convertido en esclavos de dispositivos que se suponen están a nuestro servicio. Ahora, quien les da las órdenes no es el que manda. Somos meros vasallos digitales del que gobierna, desde la opacidad, ese aparato tan gracioso con el que hablamos, y que, al paso que vamos, puede convertirse en nuestro único compañero de piso.
 
Pedro Baños
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Nuestra vida está permanentemente vigilada, analizada y condicionada. Pero que no cunda el pánico. ¡Seguro que es por nuestro bienestar y para ganar en felicidad! ¿O no?
 
Pedro Baños
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¿Crees que puedes evitar que tu móvil te delate desactivando la función de localización? La respuesta debería ser un rotundo sí. Pero la realidad es que no. Si leemos con detenimiento los largos términos y condiciones de uso de nuestro iPhone, por ejemplo, veremos que la propia Apple nos advierte de que, independientemente de si hemos activado los servicios de localización, es posible (eufemismo para decir «seguro») que se haga uso de la ubicación del móvil en caso de que realicemos una llamada de emergencia, para así facilitar el socorro. Como es habitual en estos casos, la vigilancia se justifica aduciendo que se hace por nuestro bien ¿Alguien lo dudaba? En definitiva, que, al margen de lo que hagamos, una vez que llevamos un móvil con nosotros, estamos localizados sí o sí, de forma constante y permanente.
 
Pedro Baños
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Deberíamos grabarnos a fuego que, cuando veamos un aparato electrónico que lleva el apellido smart , esta palabra equivale a «espía». Y, además de proporcionarnos el lógico servicio para el que fue fabricado, puede servir para conocer todos y cada uno de los aspectos de nuestra existencia. Una vigilancia que servirá, luego, para manipularnos mejor.
 
Pedro Baños
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El verdadero poder de las palabras reside en las imágenes que evocan, no en su significado real. De ahí que se juegue con ellas, haciendo un uso prioritario de las que condensan las aspiraciones inconscientes de los individuos.
 
Pedro Baños
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La tecnología permite una manipulación cada vez mayor. Hay una gran diferencia entre hacer política siguiendo la pista de la opinión pública y crear esa opinión pública. No es lo mismo escuchar los miedos de la gente que crear miedos en ella. No podemos consentir que se haga política para los políticos en lugar de para el pueblo. La actividad política se está transformando, pero debe ser para favorecer a la sociedad, para crear un mundo mejor y más justo.
 
Pedro Baños
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Las dictaduras han empleado con asiduidad diversas armas de manipulación psicológica de la sociedad, y las han puesto en práctica en mayor o menor medida dependiendo del momento y las circunstancias. Domingo Pastor Petit las resume así: desinformación (ocultar verdades), intoxicación (deformar la realidad presente y pretérita), propaganda (envolver con una sagrada aureola al líder y a su régimen), adoctrinamiento sociopolítico (lavado de cerebro e inculcación de un programa), legislación (depuraciones y purgas), censura previa (esconder los hechos y divulgar bulos), represión política (arrestos y registros) y uso del espionaje masivo (escucha telefónica, censura postal, seguimientos).
 
Pedro Baños
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La terca realidad es que, para una capa de la población, la tolerancia es un término flexible, unidireccional y selectivo. Al tiempo que la exigen para sus ideas y actitudes, la niegan a todo aquel que piensa o actúa diferente. Se dan casos paradójicos en los que, algunos que presumen de haber luchado por la libertad en su país, de haber hecho frente a cualquier forma de opresión, llegan a clamar ahora que, si es preciso, se quemen libros cuya temática vaya en contra de sus postulados. Estamos asistiendo con pasividad suicida a la exclusión de los que abogan por la inclusión. A la muerte de la libertad a manos de los que presumen de defenderla a ultranza. Se silencia cualquier disidencia a los dogmas oficiales. Se impide el ejercicio intelectual de la duda, de la réplica, aunque se presenten argumentos solventes o datos avalados por investigaciones científicas. Prospera el fanatismo de unas ideas que, alegando buscar la igualdad, no hacen más que crear desigualdades entre los diversos seres humanos. Solo se valoran las opiniones de intelectuales y científicos afines. De los que siguen los mantras, de los que corean las consignas e ideas impuestas por el poder. A estos, muy complacientes y agradecidos, se los premia con su participación en textos escritos (libros, artículos), conferencias y debates televisivos. Lo que hace mella en profesores universitarios o periodistas, generalmente mal pagados en sus respectivas profesiones, que ven con el mayor agrado la llegada de ingresos extras sin plantearse quién se los proporciona y qué se persigue en realidad. Y si alguno, más avispado, se plantea ciertas dudas, prefiere cerrar los ojos y seguir hablando o escribiendo sobre lo que le digan, aunque no se crea una palabra y todo sea una impostura. Pero la necesidad es mucha, las deudas agobian, las necesidades familiares son perentorias... y, al final, se claudica. Después de todo, siempre es más cómodo servir al poder de turno que enfrentarse a él, con riesgo para su prestigio y su vida, y hasta la de su familia. La deontología profesional y el prurito personal pueden esperar a tiempos mejores. Mientras, nos seguirán hablando, hasta llenarse la boca, de libertad de expresión, libertad de cátedra o libre albedrío. Nobles palabras, que solo dejarán aplicar a aspectos muy banales, únicamente a aquellos que no entorpezcan los objetivos de las superélites. Parecería que estamos hablando de dictaduras —de derechas o izquierdas—, de regímenes autoritarios, pero es lo que sucede en las democracias, incluso en algunas de las más antiguas y que han servido de referencia para expandir este sistema por el mundo, como la estadounidense. Es tremendamente preocupante. A todos nos debería llevar a una profunda reflexión. Retrocedemos en libertad día tras día mientras se va imponiendo el pensamiento único, lo que es inaceptable en democracia. Nadie debe decirnos lo que tenemos que leer, ver o escribir, lo que debemos pensar. Si seguimos así, antes o después, de una forma u otra, todos y cada uno de nosotros sufriremos las consecuencias. ¿Hasta cuándo y dónde estamos dispuestos a consentirlo? ¿Todavía estamos a tiempo de ponerle coto? Las respuestas las debemos encontrar entre todos.
 
Pedro Baños
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El procedimiento psicológico para conseguir que nuestras mentes otorguen todo el poder a las élites dominantes es bien sencillo: basta con que nos hagan sentir idiotas. Necesitados de una sabia mano, dejamos que guíen el timón de nuestras vidas.
 
Pedro Baños
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La actual aplicación del gobierno terapéutico Los Estados han dividido a la sociedad en un interminable abanico de identidades. Y a cada una le han asignado una disfunción psicoemocional, una victimización. En este nuevo escenario social, el Estado se arroga el derecho de tomar partido en la vida privada de las personas. No para imponer el orden social, sino como terapeuta de la psicología social. Así, su paternalismo nos salva de caer en pecados sociales. Nos dirigen, con su superior sabiduría, hacia un nuevo mundo, diseñado al milímetro, que nos debe hacer alcanzar la verdadera felicidad. Y, como sabemos, solo se puede ser absolutamente feliz cuando se vive en perfecta ignorancia, cuando se ha matado cualquier atisbo de intención de progreso o mejora, cuando nos han convertido en perfectos autistas sociales. Eso sí, para llegar a ese estado de perfección social, el individuo ha tenido que ceder buena parte de su libertad, cuando no toda. Por más que lo convenzan de lo contrario, comenzando por decirle que así gana en seguridad. Y si la sociedad no termina de convencerse, ya surgirá —de forma natural, espontánea o intencionada— una crisis en forma de guerra, terrorismo, pandemia o catástrofe natural. Con ella, los dirigentes conseguirán que las medidas, por extremas e inaceptables que se hubieran considerado días antes, sean no solo aceptadas, sino insistentemente requeridas por esa sociedad finalmente doblegada. El gobierno terapéutico nos lega ciudadanos sumidos en la introspección personal, convencidos de que son víctimas de algún tipo de vulnerabilidad. Ha roto la dicotomía de la división social entre izquierdas y derechas y la ha sustituido por un universo de individuos atomizados. Pero no es por azar. Está más que demostrado que, cuanto más solitaria es una persona, cuanto menor es el apoyo de familiares y amigos, cuantas más horas pasa en la soledad de su domicilio consumiendo la información que alguien le quiere transmitir (y que no tendrá con quien debatirla), mucho más fácilmente se la puede manipular y más sencillo es inculcarle ideas y sentimientos para dirigir su vida. De este modo, convencida la sociedad de que todo se hace por su bien, el líder hará y deshará a su antojo. Con mínima o ninguna oposición. Y al desgraciado que ose ir en contra se lo condenará a la muerte social, un instrumento muy eficaz hoy en día. Mientras, los adláteres y algunos medios de comunicación interesados se limitan a repetir las consignas impuestas sin preocuparse de realizar la menor reflexión, sin ni siquiera dignarse a considerar otros puntos de vista. Así, se llega a considerar al ciudadano como enemigo de la sociedad por tener actitudes perjudiciales para el conjunto, sea por ignorancia, maldad o descuido. La élite dirigente se arroga el derecho de imponerle hábitos en cualquier aspecto de su vida, desde la salud y la alimentación a sus aficiones y tendencias.
 
Pedro Baños
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La política debería generar ilusión en los ciudadanos, quienes ponen su vida y hacienda en manos de unas personas de teórica confianza. Pero se ha transformado cada vez más en un ejercicio practicado por ilusionistas, por magos creadores de falsas realidades y quiméricas esperanzas. De apariencia inofensiva e inocua, la política es una forma blanda de ejercer el poder. Esto hace que sea aceptada no solo con pasividad, sino con agrado por los así sometidos. Y si a algún elemento díscolo le da por pensar y cuestionarse la bondad del sistema, simplemente se ejerce sobre él una mayor dosis de narcotización, sea mediante más entretenimiento o con drogas químicas, cada vez más asequibles y variadas. Pero este poder blando es más duro de lo que parece. No significa, ni mucho menos, que no haya personas que lleguen a la política por verdadera vocación, y no para medrar o simplemente subsistir. Políticos dedicados en cuerpo y alma al servicio de la colectividad, con honradez y transparencia. Los hay, y en abundancia. Pero, lamentablemente, su buena labor queda eclipsada por las malas artes de sus colegas, los magos de la política, que tanto daño hacen —tanto a la sociedad como a la propia práctica de tal actividad— y que parecen imposibles de extirpar incluso de los sistemas democráticos más perfectos.
 
Pedro Baños
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Una democracia falseada, dominada por oligarquías que no permiten que desde abajo se alcancen sus posiciones de privilegio, anulándose así el esencial principio democrático de la movilidad social.
 
Pedro Baños
El dominio mental
 
 
Habrá verdadera democracia cuando los mejores —bien pagados y mejor exigidos— nos gobiernen, en lugar de hacerlo advenedizos, oportunistas y aprovechados del ejercicio de la política que solo piensan en sus propios intereses y los de su partido, desatendiendo la finalidad para la que han sido elegidos: satisfacer las necesidades de sus conciudadanos y de su país. Mientras, seguiremos sometidos a la dictadura de la mentira política, a una trama tan bien urdida por desaprensivos. El ensimismamiento social —alimentado con entretenimiento y comodidad— debe acabar, y sin perder tiempo.
 
Pedro Baños
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En el escenario político no triunfa el que cuenta la verdad, sino el que crea la mejor «verdad».
 
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Si hace sesenta años era relativamente sencillo manipular el voto, en la actualidad estamos por completo a merced de los grandes embaucadores políticos de la era digital.
 
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Solo el día que seamos capaces de condenar, en igualdad de condiciones, todo tipo de violencia, física o psíquica, cometida por cualquier persona contra otra, sin importar las condiciones y características de ninguna de ellas, sin destacar si es rubia o morena, alta o baja, delgada o gorda, ni ninguna otra, ese día habremos en verdad avanzado como civilización.
 
Pedro Baños
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El concepto de gobernar mediante la psicología no es nuevo, ya el psicólogo y sociólogo francés Michel Foucault lo plasmó en la teoría del panóptico. En ella exponía que se puede controlar y condicionar el comportamiento de una sociedad si se inculca a sus integrantes la idea de que están siendo vigilados. Esto había sido esbozado ya por el filósofo inglés Jeremy Bentham, quien utilizó el término panóptico para describir un modelo de cárcel circular en la que todas las celdas se veían desde el centro, donde se erigía una torre de vigilancia opaca que no permitía observar lo que hacía el vigilante. No saber si estaban siendo vigilados impulsaba a los presos a evitar acciones por las que podrían ser castigados. La enseñanza es que la sospecha de estar siendo observado disuade de comportamientos alejados del reglamento. Foucault extrapoló el concepto carcelario de Bentham a toda la sociedad, convencido de que el poder busca controlarla mediante la vigilancia, lo que provoca el autocontrol de la población, a la vez que modifica sus comportamientos. Merced a este paradigma de gobierno psicológico, el control lo ejerce el propio individuo, sin tener que recurrir a la coerción física.
 
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Lo que en verdad se persigue es conocer mejor a los individuos y el conjunto de la sociedad para hacer aún más eficaz el ejercicio de la manipulación.
 
Pedro Baños
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Un pueblo se resigna a su destino cuando cree que está indefenso ante el poder, que no existe una salida. A veces lo hace por miedo, por el temor que le infunden las autoridades mediante sus fuerzas policiales o sus servicios de inteligencia. Los dirigentes emplean la resignación con astucia para someter a los pueblos y evitar las discrepancias, las desobediencias. Esta situación queda bien reflejada en una frase que cada vez se oye más: «Es lo que hay». Como si fuera imposible mejorar la situación, como si ya nos diéramos por vencidos, cayendo en una derrota preventiva, inermes incluso ante los abusos más flagrantes. Se convence a las poblaciones de que ya están en democracia, por imperfecta que esta sea, y de que cualquier otro camino sería aún más perjudicial para ellas. Amparándose en ese temor, se inocula la creencia entre los ciudadanos de que deben aceptar su destino con paciencia, resignarse a él. Se los convence de que tienen más que perder que ganar si se rebelan contra el sistema. Además, se les transmite la idea de que no deben preocuparse, pues el Estado se encargará de velar por ellos y de solucionar sus problemas. Y por más que los ciudadanos vean que nunca se llega a producir, que solo viven con la esperanza de que un día ocurra, ponen su propia vida en manos del poder con sumisa y resignada aceptación.
 
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El mundo parece girar inevitablemente hacia el más descarado populismo, que más que servir al pueblo beneficia a los que inesperadamente, hasta para ellos mismos, alcanzan el poder. Y, especialmente, a los que, desde la oscuridad impenetrable, los dirigen a su vez. ¿Cuándo despertaremos de esta ensoñación inducida? ¿Cuándo romperemos las cadenas con las que nos han silenciado? La democracia necesita una reforma en profundidad y solo puede hacerse de abajo hacia arriba. Pacíficamente, pero no en silencio. No podemos dejar nuestras vidas y haciendas en manos de ilusionistas de la política, de prestidigitadores de alto copete, pero baja estofa. Empecemos a romper el dominio mental.
 
Pedro Baños
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El tiempo apremia y hay que encontrar otra vía democrática, fortalecida, respetada y respetable, en la que primen la honradez, la transparencia y una verdadera vocación de servicio. Hay que plantearse con seriedad los vicios en los que ha caído la vieja democracia para recuperar su espíritu original. Lo que bajo ningún concepto podemos tolerar los ciudadanos es la actual política de ilusionistas mentales, el engaño constante. No podemos vivir con una fabulación psicológica. Como personas y ciudadanos, exigimos que se respeten nuestros pensamientos, genuinos, realmente propios, sin contaminarlos por la política mental actual.
 
Pedro Baños
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¡Ya se sabe dónde reside la consciencia! Al menos es lo que aseguran investigadores de la Universidad de Wisconsin. Concretamente, se originaría en el tálamo lateral central del cerebro. Este descubrimiento permitiría, por ejemplo, recuperar a personas en estado de coma. ¿Y cómo se haría? Mediante electroestimulación cerebral profunda. De momento, se ha probado con monos anestesiados, con los que han conseguido comportamientos normales, como abrir los ojos y estirar los miembros, lo que dejaron de hacer finalizada la estimulación. El riesgo de esta técnica es que se desarrolle un «interruptor de consciencia», que permita activar o desactivar el cerebro de las personas a voluntad.
 
Pedro Baños
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Por lo que nos dicen, en el marco de la Iniciativa BRAIN, las diez principales áreas de investigación que actualmente financia DARPA son las siguientes:
 
• Neurotecnología Basada en Sistemas para Terapias Emergentes (SUBNETS). Ayuda a tratar, desde una óptica clínica, enfermedades neuropsicológicas mediante sistemas de diagnóstico y terapéuticos implantados de bucle cerrado. Su finalidad es paliar los daños cerebrales en las tropas y los veteranos. Con este objetivo, la empresa estadounidense Cortera Neurotechnologies investiga la estimulación profunda del cerebro y está desarrollando una interfaz implantable neuronal capaz de grabar y estimular el sistema nervioso central del cerebro, con idea de ser empleado en el tratamiento de afecciones como el estrés postraumático. Como hemos comentado, para el Ejército estadounidense estas investigaciones revisten gran importancia dado el elevado número de veteranos que sufren enfermedades mentales e incluso se suicidan (cuatro veces más que la media nacional), siendo en ocasiones insuficientes los tratamientos convencionales con drogas o terapia. Una de las líneas de investigación está enfocada a eliminar el miedo de los soldados con estrés postraumático mediante la actuación sobre la amígdala, la parte del cerebro involucrada en los recuerdos emocionales.
• Entrenamiento de Neuroplasticidad Dirigida (TNT). Su finalidad es mejorar el entrenamiento de habilidades cognitivas mediante la activación de los nervios periféricos, de manera que se fomenten y fortalezcan las conexiones neuronales del cerebro. Tiene como finalidad disminuir costes y tiempos en la instrucción de soldados, así como mejorar sus resultados. En el ámbito de la inteligencia, facilitaría aprender idiomas, por ejemplo.
• Prescripciones Eléctricas (ElectRx). Busca crear dispositivos de neuromodulación microscópicos, aproximadamente del tamaño de una fibra nerviosa, que se inserten con inyecciones mínimamente invasivas, para ayudar al cuerpo humano a curarse a sí mismo.
• Propiocepción de la Mano e Interfaces Táctiles (HAPTIX). Desarrolla microsistemas de interfaz neuronales inalámbricos, modulares, implantables y reconfigurables que ofrezcan sensibilidad natural a los amputados.
• Diseño de Sistema de Ingeniería Neuronal (NESD). Su objetivo es mejorar la resolución de la señal y el ancho de banda de transferencia de datos entre interfaces neuronales y dispositivos implantables, es decir, entre el cerebro y el mundo digital.
• Neuro Función, Actividad, Estructura y Tecnología (NeuroFAST). Persigue visualizar y decodificar la actividad cerebral con el fin de identificar y mitigar los riesgos y mejorar los comportamientos funcionales. Ha desarrollado el revolucionario método Clarity, dirigido a preservar los tejidos y basado en recientes hallazgos en genética, grabaciones ópticas e interfaces cerebro-ordenador.
• Neurotecnología no quirúrgica de próxima generación (N3). Se orienta a leer y escribir simultáneamente múltiples puntos en el cerebro mediante una interfaz neuronal portátil implantada sin cirugía.
• Restauración de la Memoria Activa (RAM). Se propone ayudar a las personas cuyos recuerdos han sido dañados a crearlos y recuperarlos mediante una interfaz neuronal inalámbrica e implantable.
• Restauración de la Memoria Activa por Repetición (RAM Replay). El objetivo es mejorar los recuerdos, de acontecimientos y habilidades, para una mejor comprensión de cómo la repetición neuronal ayuda a formarlos y recuperarlos.
• Revolucionar las Prótesis. Trabaja con el objetivo de mejorar los sistemas de prótesis desarrollados por DARPA para las personas que han perdido las extremidades superiores.
 
Como vemos, en principio, los fondos de DARPA estarían principalmente dirigidos a desarrollar implantes cerebrales para leer, controlar y regular las emociones de los enfermos mentales. Pero no cabe duda de que el mero hecho de que DARPA esté involucrada de forma tan directa y relevante hace que surjan sospechas de que, en realidad, hay finalidades mucho más opacas y menos altruistas. Después de todo, la finalidad primigenia de esta agencia es dotar a Estados Unidos de unas capacidades tecnológicas que hagan al país imbatible en el campo de batalla.
 
Pedro Baños
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La interrelación del humano con el mundo digital online será cada vez más complicada, con miles de aplicaciones disponibles para conseguir derribar la barrera entre el cuerpo físico y el mundo virtual, sea para regular nuestra salud o para estar conectados con el trabajo. Pero también hay un riesgo: el día que los chips cerebrales sean de uso corriente, poca duda hay de que alguien los aprovechará para controlar la parte inconsciente de nuestro cerebro con finalidades inconfesables, como si de un ordenador infectado por un virus malicioso se tratase.
 
Pedro Baños
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MAÑANA: ADIÓS, CEREBRO, ADIÓS
 
Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad. El mundo solo tendrá una generación de idiotas.
ALBERT EINSTEIN
 
Si los adelantos relacionados con el cerebro que ya existen asustan por su potencial como medio para el dominio total y absoluto de las mentes —y, por tanto, de los cuerpos, individuos y sociedades completas—, los que están actualmente en proceso de investigación parecen más propios de una película de terror que de ciencia ficción. La manipulación mental que han realizado y realizan a diario con los ciudadanos quedará desfasada. Parecerá primitiva, burda e imperfecta en comparación. El salto en los procedimientos de dominación será sustancial. Lo pasado será visto como un juego de niños.
Cuando llegue ese momento, se extenderá el dominio mental a través del cerebro.
Dentro de poco, solo nos quedará decir adiós a nuestro cerebro. Aunque lo cierto es que será él quien se despida de nosotros para seguir las instrucciones de quienes lo dirigen. Lo peor es que ni nos daremos cuenta de que está ocurriendo, de que ya ha sucedido.
Ligar cerebros y máquinas: la «robotlución»
El big data representa un gran reto para el ser humano. Mientras los datos se mueven por las redes a la velocidad de la luz, el cerebro tiene una reducida capacidad para analizar datos, existiendo un claro desfase entre las capacidades requeridas y las proporcionadas por la naturaleza. Si se ensamblara en un cerebro un dispositivo que procesara datos a una velocidad muy superior a la suya, la capacidad biológica quedaría bloqueada, incapaz de dar sentido a la información proporcionada por la máquina.
Antes de combinar cerebros y máquinas, hay que plantearse si es posible que estas hagan por sí solas el trabajo, ya que se supone que el objetivo del progreso es facilitar la vida de la humanidad. De otro modo, una interacción directa entre persona y máquina representaría un peligro para la cognición humana, que quedaría saturada en cuanto fuera conectada.
En el plano teórico, se especula con el ensamblaje completo con las máquinas, pero, en la práctica, se necesita experimentar mucho más para conseguir un resultado óptimo. Ya hay muchos ensamblajes que son efectivos hasta cierto punto, pero aún tardará en llegar el momento en que se pueda conectar el cerebro a un procesador o un disco de almacenamiento de datos.
La neurociencia, y en concreto la sociología neuronal, muestra que tanto la biología como el comportamiento del cerebro humano pueden cambiar y modificarse a lo largo de la vida, entre otras cosas con las interacciones sociales. Lo que nos lleva a pensar que la biología de una persona puede variar al interactuar con las máquinas.
Cierto es que las máquinas pueden modificar nuestro modelo de toma de decisiones, reducir nuestra fatiga, aumentar nuestra atención o mitigar los efectos de enfermedades neurodegenerativas. Pero todavía queda conseguir que puedan complementarse de forma eficaz con el cerebro para crear una inteligencia superior. Sin duda, el siguiente paso en la integración cerebro-máquina es que esta se sincronice con la consciencia y pueda interactuar con ella.
El resultado literal sería disponer de una segunda voz en la cabeza junto a la interior de siempre, al lado de nuestro ser consciente. De este modo, podríamos solicitarle información sobre cualquier tema. Con el riesgo de que la máquina descargara en un segundo tantos miles de documentos sobre nuestra mente consciente que saturara su capacidad cognitiva en términos físicos y psicológicos. Como resultado, las neuronas serían incapaces de procesar tanta información y la propia consciencia se bloquearía.
Es obvio que esta idea futurista de supermente no es factible en los términos planteados, y que se requiere seguir investigando para conseguir una mente que se pueda sincronizar con un ordenador de forma realmente beneficiosa para la persona. Sin embargo, el objetivo último es un sistema híbrido de inteligencia, en el que las capacidades de la mente humana y de una máquina se aúnen para alcanzar un nivel de inteligencia superior.
 
 
Pedro Baños
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Antes de combinar cerebros y máquinas, hay que plantearse si es posible que estas hagan por sí solas el trabajo, ya que se supone que el objetivo del progreso es facilitar la vida de la humanidad. De otro modo, una interacción directa entre persona y máquina representaría un peligro para la cognición humana, que quedaría saturada en cuanto fuera conectada.
 
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En próximas décadas, la inteligencia no biológica producirá la mayor parte del conocimiento. El ser humano que disponga de él conseguirá que su cuerpo biológico transcienda a una nueva forma de existencia.
 
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Al ritmo que avanza la tecnología, todo parece posible.
 
Pedro Baños
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Los peligros que acechan a la manipulación del cerebro de las personas son numerosos y crecientes. Este órgano es el centro de mando de nuestro cuerpo y de nuestra mente, rige todo lo que hacemos, sentimos o pensamos. Por tanto, quien tenga acceso a nuestro cerebro, nos poseerá en su totalidad y nos manejará a su antojo.
 
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La realidad, por más que parezca sacada de una película de terror, es que se puede moldear la personalidad de una persona mediante nanotecnología insertada o acoplada al cuerpo.
 
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Los avances en este campo han conseguido, en un decenio, logros que parecen propios de una novela de ciencia ficción: transmitir a miles de kilómetros de distancia palabras de un cerebro a otro; recrear en laboratorio las imágenes que ve una persona mediante el análisis de sus ondas cerebrales; leer con electroencefalografía las palabras que se están pensando; o determinar estados de ánimo y sentimientos.
 
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Hemos entrado en la era de la guerra mental total.
 
Pedro Baños
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El problema con el que se ha topado la neurociencia es que los procedimientos para influir externamente en el cerebro pueden trastocar la estructura psicológica del individuo, lo que exige cautela a la hora de emplear dispositivos externos dirigidos a mejorar las capacidades mentales. No consiste solo en insertar un artilugio que dinamice la parte física del cerebro, sino que hay que conectarlo y sincronizarlo con algo tan discutido y confuso como son la mente y la consciencia.
 
Pedro Baños
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En el ámbito militar, con los implantes cerebrales se persigue, además de tratar el estrés postraumático, estimular el cerebro para incrementar la atención y la capacidad de reacción durante largos periodos de tiempo, al tiempo que limitar la interferencia de las emociones y otras actividades mentales no necesarias para la ejecución de la misión. El uso masivo de este tipo de tecnología cambiará por completo el escenario del combate, al hacer que el cerebro procese más rápido, acelere los pensamientos y ayude a la correcta toma de decisiones, tanto por parte del soldado en el campo de batalla como de los mandos en los centros de operaciones. También se espera lograr la comunicación telepática sintética entre los soldados, y entre estos y sus superiores, así como el control telepático del armamento.
 
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Todo apunta a que entre los objetivos a corto plazo está aplicar sobre los soldados tecnologías genómicas de mejora biológica para que duerman menos, necesiten menos nutrientes y se incrementen sus capacidades físicas.
 
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La combinación de manipulación genética y el cultivo de biomateriales * y biosintéticos produce escalofríos, principalmente por dos motivos: que a la biotecnología de China solo puedan acceder sus etnias; y —lo que da más miedo aún— que se emplee como un arma ofensiva a la que los chinos sean inmunes. Por ello, la tecnología etnogenética es de vital importancia en el ámbito estratégico-militar, pues permite disponer de armamento que afecte únicamente a la mente y al proceso racional y cognitivo de soldados pertenecientes a ejércitos de etnias diferentes a la propia.
 
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Es de esperar que la primera generación de modificación genética corrija defectos congénitos causados por un solo gen, pero todavía resta por conocerse muchas cualidades y disfunciones del ser humano sobre las que interactúan varios genes. Si la predisposición genética nos ayuda a lograr los objetivos que nos propongamos, ahora, la edición genética nos brinda una segunda oportunidad para ser más inteligentes, fuertes, resistentes y sociables, y todo ello de una manera «natural». Las ventajas de la ingeniería genética frente a la tecnológica son obvias, pero han de compaginarse con hábitos que las potencien. El objetivo último es que todas las mejoras que facilita la tecnología se inserten en el cuerpo biológico y se conviertan en parte indisoluble del nuevo ser. Muchos transhumanistas apuestan por integrar en el ser humano cualidades biológicas que poseen otros animales, como la visión nocturna de ciertas especies o la percepción por infrarrojos de algunas serpientes, lo que sería de gran utilidad en el campo de batalla. Al ritmo actual, la modificación genética no tendrá más límite que la imaginación. Se supone que, cuando se complete el desarrollo de esta tecnología, las armas genéticas sustituirán a las neuronales. Entonces, el objetivo no será únicamente desconcertar o condicionar una mente, sino desmontar toda la estructura genética de un ser vivo. Si la guerra neuronal tenía a la neurona como objetivo, la genética tiene al ADN.
 
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Quien construye instrumentos de poder jamás piensa en compartirlo... y mucho menos en perderlo.
 
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Está científicamente demostrado que el cuerpo humano es un organismo electromagnético cuyo funcionamiento puede alterarse mediante ondas emitidas a determinadas frecuencias. Del mismo modo, las emociones, pensamientos y pasiones de una persona pueden convertirse a frecuencias y potencias, lo que permite cuantificarlas. Basadas en estas premisas, algunas armas electromagnéticas emplean las mismas ondas de extrema baja frecuencia (ELF) que el cerebro —entre los 14 y los 35 Hz— para alterar la percepción humana y provocar efectos psicosomáticos, que van desde producir alucinaciones a enfermedades.
 
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Está demostrado que alterar la ionización del aire afecta a los estados mentales, pudiendo provocar comportamientos antisociales masivos.
 
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El ser humano nunca ha dejado de buscar tormentos que aplicar a sus semejantes, incluidos los métodos psicológicos más crueles y perturbadores.
 
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En algunos casos, los daños psicológicos que sufren los individuos recluidos hacinados son de tal gravedad que se necesita casi una vida entera para la reconstrucción mental y cognitiva. Tras dejar el confinamiento, muchas de las víctimas padecen histerias, alucinaciones u obsesiones recurrentes al exponerse al más mínimo estímulo que evoque el tiempo pasado en esa situación extrema, lo cual hace que la vida social en libertad se convierta en una continuación de la tortura. En definitiva, cualquier privación de las necesidades biológicas básicas rompe el equilibrio fisiológico, lo que acaba por afectar, en mayor o menor grado, al cerebro, provocando que la mente cambie.
 
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Engañar a toda una sociedad para que asuma argumentos creados al efecto como normas sociales es un auténtico truco de ilusionismo. Todos los días hay numerosos «cibermagos» que actúan en redes sociales y medios con el propósito de hacernos creer que las narrativas que imponen son la única opción racional, sensata y beneficiosa. Estos «ciberilusionistas» nos convencen de que las demás son fruto de la ignorancia, el odio, el radicalismo, el resentimiento, la frustración o la manipulación realizada por aquellos a los que se considera adversarios. En muchos casos, son prestidigitadores profesionales y de renombre quienes crean esa mentalidad mágica recurriendo a los mismos trucos clásicos, pero, esta vez, en el mundo digital.
 
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Al parecer, la comunidad de inteligencia conocida como «los Cinco Ojos» —los servicios de inteligencia de Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda— ha creado una unidad de «cibermagos». Su misión: lanzar información falsa, condicionar la percepción de la audiencia y seguir las opiniones de disidentes, empleando para ello técnicas científicas de manipulación social. Es un secreto a voces que los servicios de inteligencia de muchos países están involucrados en manipular la opinión de la ciudadanía. Existen evidencias solventes de que múltiples agencias secretas hacen uso de estos «cibermagos» para dirigir, condicionar y amañar los debates de las redes sociales. De hecho, el mundo cibernético es mágico en sí mismo.
 
Pedro Baños
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La principal preocupación de los soviéticos era encontrar y controlar la señal o la energía que provocaba el efecto psíquico. Todas las investigaciones en esa dirección perseguían conocer cómo la mente podría controlar la materia.
 
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Al conseguir que las personas vivan con el miedo en el cuerpo, las élites consiguen —ya con el dominio mental de la sociedad en sus manos— que, mansamente, la población les entregue todo el poder. Será a ellas a quienes busquen para que resuelvan la situación. Lo grave es que, precisamente, son esas mismas élites quienes crean o mantienen en el tiempo dicha situación. Además, en situaciones en las que impera el miedo, se tiende a buscar culpables, lo que habitualmente aprovecha el poder para acabar con sus adversarios. Así, el pueblo recurre a sus gobernantes para que lo libre de ellos y les castigue por el trastorno ocasionado. Por tanto, si alguien osa rebelarse, será señalado, culpabilizado de lo sucedido, y recibirá las justas penas.
 
Pedro Baños
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El control a través de la culpa es un medio bien conocido por las religiones. Por ejemplo, el miedo a pecar y la posterior confesión en busca de redención. Sin embargo, este método está también ampliamente extendido en las sociedades actuales, aunque no se trate de la salvación divina. A los dirigentes no les es desconocido el gran potencial que posee la culpa para controlar a la población. En la crisis del coronavirus, la culpa está presente en el miedo al contagio de los demás si no seguimos a rajatabla las normas que nos imponen. Y eso está sirviendo una excusa en bandeja de plata a aquellos que ven en ello un gran filón para aumentar el archicontrol que ya ejercen sobre nuestras vidas. Durante el confinamiento decretado a causa de la COVID-19, los medios mostraban a helicópteros de las fuerzas de seguridad aterrizando en playas o parajes desiertos para multar a ciudadanos. No importaba que estuvieran paseando en la más absoluta soledad, que el riesgo de contagio fuese nulo. Al haberse suspendido el derecho de los ciudadanos a salir de sus casas para pasear, la audiencia televisiva aprobaba estas medidas. Los medios dibujaban a esas personas como egoístas contagiadores que ponían en peligro la salud de los demás. Habían deshumanizado a todos aquellos ciudadanos que osaban incumplir las nuevas normas. Los habían cubierto de innumerables descalificativos que justificaban ser castigados por la ley y por la sociedad. De este modo, los medios educaban a la sociedad al definir perfectamente quiénes eran los arquetipos del mal y quiénes los buenos ciudadanos que seguían las cambiantes y controvertidas reglas administrativas impuestas desde el poder ejecutivo. En situaciones de crisis, los Gobiernos tienen la astucia de descargar su responsabilidad en los ciudadanos. Así, en caso de que la situación se alargue en el tiempo, se agrave o no se resuelva satisfactoriamente, pueden recurrir a culpabilizar a las personas por no haber cumplido a pies juntillas sus instrucciones. No importa que estas sean ambiguas, desconcertantes, contradictorias, cambiantes, limitadoras de derechos y libertades o perjudiciales para los intereses económicos de los individuos. O que resulte prácticamente imposible su pleno cumplimiento. Una vez más, el pueblo estará tan psicológicamente conquistado que no se percatará del subterfugio. Es más, no serán pocos los ciudadanos que, voluntaria y animosamente, se lancen a la caza de su vecino infractor, felices de hacer el juego a un poder que, aunque lo ignoran, los maneja como a títeres. Precisamente por ello, en tales circunstancias se incrementarán todo tipo de entretenimientos, incluso los más absurdos, para que la ciudadanía no preste atención a los verdaderos intereses políticos. Se hará uso de procedimientos psicológicos de distracción social, con mensajes oficiales tan reiterados como indescifrables y carentes de auténtico contenido. Un contenido casi inútil para los expertos y estéril para los profanos, es decir, la inmensa mayoría de la población. Aunque con suficiente efecto adormecedor como para evitar que nadie dude del buen hacer gubernamental. No en vano, las mejores mentes del país trabajarán para este fin, no al servicio de su pueblo, como deberían, sino del poder de turno.
 
Pedro Baños
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En cualquier caso, queramos o no, nos guste o lo detestemos, no quedará mucho para que a todos se nos implanten microchips. Ya lo hacen con los animales; los próximos, los humanos.
 
Pedro Baños
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Vamos hacia un nuevo mundo de verdaderos «zombis digitales».
 
Pedro Baños
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Enseguida se olvida que una piedra angular de los regímenes totalitarios es el colaboracionismo, fomentar la delación entre ciudadanos.
 
Pedro Baños
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No importa a qué hora se encienda la televisión, se escuche la radio o se lean las noticias, el coronavirus reina. Y no solo en los telediarios. Ningún programa de televisión, incluso los más frívolos, se resisten a participar en un juego que cautiva al espectador, ávido de noticias cada vez más llamativas. El grado de obsesión es máximo por la información constante sobre la enfermedad, los insistentes datos de fallecidos y contagiados, su apocalíptica repercusión mundial y su desastroso impacto social y económico. Cualquiera puede pensar que han desaparecido de la faz de la Tierra las grandes calamidades, como el hambre. Solo para que tomemos perspectiva, más de veinticuatro mil personas mueren de hambre y malnutrición cada día en el mundo; de ellas, dieciocho mil son niños. También parecen erradicadas del planeta las demás enfermedades que se cobran la vida de innumerables personas todos los años. Solo de malaria fallecen más de cuatrocientas cincuenta mil personas anualmente. Por no hablar del ignorado drama de los suicidios: unas ochocientas mil personas se quitan la vida cada año en el mundo. En España, diez personas al día se suicidan; el doble que los fallecimientos por accidentes de tráfico y unas ochenta veces más que las muertes por violencia de género. Sin embargo, el suicidio sigue siendo un tema tabú que a nadie interesa sacar en los medios de comunicación. * A esto se podría sumar el número, en incremento, de muertes causadas por la resistencia microbiana que están desarrollando nuestros organismos por la innecesaria cantidad de antibióticos que se usan, principalmente en la ganadería. Según datos de la OMS, más de setecientas mil personas fallecen anualmente en el mundo por no hacerles efecto los antibióticos; de ellas, treinta mil en Europa. O los miles de muertes que provoca fumar tabaco. No podemos dejar de mencionar el sedentarismo, un fenómeno que afecta a más del 60 % de los habitantes del planeta, y que es una de las principales causas de muerte. Tanto que la OMS estima que cada diez segundos fallece una persona en el mundo por las dolencias causadas o agudizadas por la inactividad física. ¿Dónde están las medidas necesarias para prevenir todas estas muertes? Cierto es que, a diferencia de lo sucedido con el coronavirus, para la mayoría de las demás enfermedades se dispone de medidas preventivas, vacunas y tratamientos eficaces. Al menos en los países más desarrollados. Pero no deja de sorprender el modo en que nos hemos olvidado de las otras tragedias sanitarias y de las principales causas de mortandad —cardiopatía isquémica, afección cerebrovascular, infecciones de las vías respiratorias inferiores, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, enfermedades diarreicas, VIH/sida y cánceres de tráquea, bronquios o pulmón—, como si se hubieran volatilizado por arte de magia.
 
Pedro Baños
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En medicina, la empatía con el paciente, al igual que la falta de ella, juega un papel que, en algunos casos, puede ser determinante para superar con éxito la afección, haciendo que incluso se reaccione de forma diferente a los fármacos recetados. Según estudios recientes, entre el 25 y el 50 % de los enfermos de dolencias comunes consiguen mejorar, e incluso curarse, debido al efecto placebo. Aunque no sea más que un proceso de sugestión creado por el propio paciente en su mente, lo cierto es que las múltiples investigaciones realizadas así lo certifican. No sorprenderá, por tanto, saber que, para que un nuevo medicamento sea aprobado de forma oficial, debe conseguir un requisito básico: que sus beneficios sean estadísticamente superiores a los de un placebo. Así, y haciendo una extrapolación, cuando los medios de comunicación se limitan a transmitir con abrumadora insistencia noticias de salud pesimistas, indicando con todo lujo de detalles las cifras de fallecidos y contagiados, las deficiencias en la sanidad o el sacrificio del personal sanitario o del Ejército, están produciendo un negativo efecto nocebo en muchas personas. Como consecuencia de la sucesión constante de escenas fúnebres, ciudadanos sin ningún síntoma de enfermedad pueden haberse visto afectados por este efecto mental. Y aunque, por intereses políticos, no se ofrezcan imágenes especialmente escabrosas del propio país, sí se emiten de otros lugares, lo que al final crea la misma psicosis. El impacto incide con mayor potencia en aquellas personas fácilmente sugestionables, las que se crean más proclives a padecer la enfermedad o enfermedades sobre las que se habla, o las que ya de por sí padezcan hipocondría. Las imágenes negativas afectan psicológicamente a las personas, les generan miedo, por ellos y por sus seres queridos, especialmente niños y ancianos, vistos como los más indefensos. En situaciones como las pandemias, la influencia negativa puede ser tan constante y masiva que afecte a una parte importante de la población, de una u otra forma, tanto física como psicológicamente, ayudando a la aparición de paranoias y psicosis, que poco tienen que ver con la realidad. Por eso mismo, jamás se debe desdeñar el poder que tienen las palabras, máxime cuando proceden de una fuente autorizada, desde un médico a un medio de comunicación reconocido como solvente y serio. Incluso el mero hecho de estar continuamente hablando de los síntomas de enfermedades con personas cercanas puede hacer que estos aparezcan sin causa aparente. Lo preocupante es que, con los mensajes adecuados —incluso subliminales—, se podría condicionar a toda una población. Al menos una parte importante de ella reaccionaría como deseara quien emitiese los mensajes, las narrativas. Por ejemplo, ante el miedo a una presunta enfermedad o situación que se estime capaz de provocar ciertos malestares, se puede inducir a la gente a meterse en la cama por sentirse enfermo, tomar ciertos medicamentos o someterse a los dictados del que emite el mensaje, que, por supuesto, le ofrecerá la «receta mágica». Al mostrarse imágenes dantescas, se estará actuando psicológicamente de igual forma sobre la población, pues se le infunde tanto pavor que, al margen de agravar la enfermedad que pudiera padecer, termina por exigir mansamente de sus líderes la aplicación de medidas extremas. Incluso aunque estas atenten contra sus más elementales derechos y libertades. Todo contribuye por igual a la sugestión colectiva, son factores potenciadores del efecto nocebo.
 
Pedro Baños
El dominio mental
 
 
Al igual que en un baile de disfraces, las mascarillas reducen las inhibiciones, ya que ocultan parte de nuestro rostro y, por tanto, de nuestras expresiones. Aunque podría parecer baladí, las inhibiciones son socialmente positivas, pues limitan las acciones por cuestiones morales o legales, aquello que no se hace por vergüenza o porque está mal visto. En contraste, las mascarillas nos pueden proporcionar una sensación de seguridad al aumentar de forma clara nuestro anonimato. Eso explica, que, durante ciertas épocas, los embozos, prendas que permitían ocultar el rostro, estuvieran prohibidos. De ahí también la gran polémica en torno a la prohibición o autorización de velos, gorras y prendas similares en lugares públicos como, por ejemplo, escuelas o aeropuertos. Sin olvidar que cualquier prenda que tape parte de nuestro cuerpo dificulta a nuestros interlocutores leer nuestros gestos, tan importantes para la comunicación no verbal. Por otro lado, reprimir parte de nuestra expresividad puede llegar a anular el sentido que tenemos de nosotros mismos. Como en el colegio en el que se obliga a llevar uniforme, la personalidad individual pasa a un segundo plano. Al no poder adoptar una identidad propia de manera abierta, el individuo pierde la capacidad de producir un pensamiento independiente y tiende a comportarse más fácilmente como parte de la manada, del rebaño. Al anular una parte de quienes somos, algo tan importante como el rostro, al vernos subyugados y sin la libertad más básica de poder respirar naturalmente el aire exterior, las élites pueden interferir con mayor facilidad en nuestro comportamiento o nuestro punto de vista religioso y político. Aniquilan así la anterior identidad de la persona y acaban con la independencia del individuo, lo que conduce a una mayor manipulación social, a ciudadanos más conformistas y obedientes. En definitiva, a que esas élites ejerzan el dominio mental sobre la población. No menos importante es el contexto que propician las mascarillas para la sospecha ajena. Mientras todo lo demás se vuelve borroso, predomina una clara premisa: cumplir la norma, llevar la mascarilla. Que la diferencia entre el bien y el mal sea tan ínfima como llevar una prenda o no, puede generar un sentido de superioridad y suponer una tentación para mirar mal al disidente, y considerarlo un criminal y un enemigo de la sociedad. Es una forma de otorgar a millones de personas que vagan por esta vida, sin rumbo ni aspiración alguna, un objetivo mesiánico. Una razón para salir a la calle y vigilar a los demás. Un patrón que no deja lugar a dudas sobre cómo actuar para ser un ciudadano modélico. En otras palabras, un símbolo de servilismo.
 
Pedro Baños
El dominio mental
 
 
El «ocio gratuito» será el complemento perfecto para tener a los ciudadanos preocupados de banalidades y de lo que hacen y dicen las personas que vean en películas, series y reality shows, como forma de que no presten atención a sus propias vidas.
 
Pedro Baños
El dominio mental
 
 
En definitiva, para que los ciudadanos, especialmente los subvencionados y la clase inferior, no tengan el menor deseo de rebelarse contra el sistema, se les mantendrá en la inopia digital, ajenos al pensamiento propio. El dominio mental de las masas será más necesario que nunca.
 
Pedro Baños
El dominio mental
 
 
El proceso para desintoxicarnos de la narcotización en la que nos han sumido no será fácil. Liberarnos del yugo del dominio mental nos llevará tiempo y el camino será tortuoso. Los que ven peligrar su poder y sus privilegios nos pondrán infinidad de trabas y trampas. Pero hay que hacerlo. El resultado final merece la pena. Lo que está en juego es lo más importante que tenemos: nuestra libertad.
 
Pedro Baños
El dominio mental
 
 
La privacidad es un derecho al que no debemos renunciar.
 
Pedro Baños
El dominio mental
 
 
…no cabe la menor duda de que se avecinan cambios muy profundos que la mayoría de nosotros no acertamos ni a imaginar.
 
Pedro Baños
El dominio mental
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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