La mente es la herramienta más afilada del hombre y teniendo
el filo sutil de una navaja, puede herir a aquel que la maneja sin habilidad.
La mente eleva al hombre de la oscuridad de la ignorancia a la luz de la
verdad, rompe los grilletes que encadenan las manos mentales del esclavo y hace
alcanzar a la aspirante humanidad una condición próxima a la Divinidad.
(…)
La misma mente ha creado, también, todos los esclavos del mundo; porque el astuto intelecto de los déspotas ha llenado la tierra de sufrimiento y desesperación. Aunque el hombre ha usado la mente para hacer su mundo más hermoso, la utiliza también, para abatir el espíritu y destrozar el alma de sus semejantes. La mente - el amigo más grande y verdadero - puede ser, también su peor y más destructivo enemigo. Su potencialidad, ya sea para el bien o para el mal, es difícil de ser concebida.
Manly Palmer Hall
La Cultura de la Mente, página 3-4
El mundo está lleno de mediocres déspotas tiranos - Judas en
potencia - que podrían ser grandes poderes del mal si tuvieran suficiente
cerebro. Su impotencia mental es la protección del mundo. Hay también miles de
filósofos y sabios mediocres - pequeños soñadores, poetas, artistas, músicos,
reformadores, y maestros que serían grandes poderes para el bien si tuvieran el
desarrollo mental suficiente. La falta de intelecto es una pérdida incalculable
para la humanidad. No obstante, si el conocimiento fuera diseminado sin
reservas entre toda la humanidad, no sólo fortalecería el bien para el logro de
grandes fines, sino también reforzaría multiplicaría las obras del mal. En la
antigüedad, por lo tanto, se hacía toda clase de esfuerzos para evitar que el
conocimiento llegara a aquellos que eran viciosos, egoístas, innobles y faltos
de sinceridad. En el siglo veinte, sin embargo, se han abierto las compuertas
del pensamiento y un verdadero torrente de conocimiento se ha esparcido por el
mundo. Por esto, el pequeño tirano obtiene el poder para ser un gran tirano, y,
el mediocre pensador el poder para ser un gran pensador. El bien y el mal están
aumentando igualmente, por la revelación del conocimiento. Esto presenta un
grave problema a las masas, las cuales, careciendo de la capacidad para hacer
grandes decisiones, se ven obligadas a seguir las huellas de aquellos que
aparentan ser sabios. Hace algunos siglos, era peligroso ser un pensador;
ahora, es peligroso no poder pensar. Para protegerse contra el intelecto del
vecino y al mismo tiempo, adquirir el discernimiento que lo capacita a
reconocer lo real y lo falso, cada individuo debe desarrollar su propio
intelecto Para el bien del mundo y de aquellos que necesitan su ayuda y
comprensión. Nuestras escuelas, desgraciadamente, no enseñan a discernir; sus
programas de estudio no incluyen la técnica para el desarrollo de las
cualidades del alma. Ninguna educación o sistema de desarrollo intelectual es
completo a menos que, edifique o desarrolle a la vez los valores o cualidades
espirituales y éticas que ayuden a la mente a llegar a ser no sólo grande, sino
verdadera, bella y pura.
Manly Palmer Hall
La Cultura de la Mente, página 3
Hace algunos siglos, era peligroso ser un pensador; ahora,
es peligroso no poder pensar.
Manly Palmer Hall
La Cultura de la Mente, página 4
Un definido estancamiento mental se produce cuando la mente
ha estado concentrada, tan exclusivamente, en un solo tema, que llega a no
responder a otro estímulo.
Manly Palmer Hall
La Cultura de la Mente, página 5
Así como el ejercicio apropiado fortalece al cuerpo físico,
el ejercicio mental - cuando se dirige también de manera apropiada - desarrolla
las células del cerebro y fortifica la mente. ¿Os habéis detenido alguna vez a
pensar qué significa cualidad orgánica? ¿Sabéis en qué difiere el individuo
culto del patán? Una analogía adecuada puede ser tomada del mundo animal. Notad
las voluminosas líneas del caballo de tiro, atado al carro que reparte el
hielo. Sus gruesas y peludas piernas, rústicos y pesados cascos gruesa crin y
cabeza cuadrada, todo denota la fuerza física. Tal animal puede arrastrar pesos
casi inconcebibles. Puede ser dejado, también, en el campo, durante la noche,
sin protección especial de los elementos. Basta darle abundante ración y agua para
que trabaje reciamente por largos años y, salvo accidentes, llega a una edad
avanzada. Por otra parte, el sangre pura árabe tiene finas y delicadas piernas
y una crin y cola sedosa. Su fino temperamento nervioso lo hace estar haciendo
cabriolas y tascar el freno, y está sujeto a males totalmente extraños para el
caballo de tiro. La cualidad orgánica es la clave para el poder intelectual y
ejecutivo. Mientras más inferior es la cualidad orgánica más depende el
individuo de la fuerza bruta. Entre más finos son los átomos que componen al
cuerpo, mayor es su eficiencia como vehículo de la conciencia.
Manly Palmer Hall
La Cultura de la Mente, página 5
En el siglo veinte, particularmente, vivimos una vida
discordante en lo arquitectónico, musical y artístico. Los edificios están
amontonados en extraño diseño cubista; instrumentos musicales que no tienen
nada en común, son ejecutados a la vez; y el artista moderno ha encontrado
fórmulas de color que no tienen su contraparte ni en el cielo, la tierra o el
infierno. La barahúnda y confusión generada por esta civilización no podía
dejar de producir efectos perjudiciales sobre la triple constitución del
individuo - mental, moral y física -. En consecuencia, su mente es tan
desorganizada como su arquitectura; su moral tan discordante como su música, y
su cuerpo físico tan desagradable como su arte.
Manly Palmer Hall
La Cultura de la Mente, página 7
Si queremos producir una raza de hombres y mujeres capaces
de tener pensamientos racionales e inteligentes - una nueva orden de
superhombres y supermujeres - debemos rodearlos de ejemplos de estabilidad y proporción,
los cuales evoquen esos mismos principios latentes en el alma humana.
Manly Palmer Hall
La Cultura de la Mente, página 8
Un gran número de gente sufre de indigestión mental porque
están tratando de asimilar pensamientos demasiado grandes para su capacidad
intelectiva. Deslumbrados por la magnitud de alguna realidad cósmica, esas
mentes, parcialmente desarrolladas, no son capaces de funcionar. Por eso,
debemos dar énfasis, previamente, al problema de la capacidad mental. En lugar
de gastar nuestro tiempo en tratar de llenar nuestra mente con un vasto surtido
de pensamientos, es imperativo que la capacidad mental sea desarrollada, de
manera que los nuevos pensamientos que sean admitidos no se desparramen y
pierdan. La mente debe, ser preparada para el influjo de grandes pensamientos.
Debe volverse amplia, así podrá recibir y considerar sin perjuicio cualquier
declaración o relato por más asombroso o improbable que parezca, y luego
aceptarlo o rechazarlo por la facultad de razonar y no por las emociones. La
mente puede ser comparada a una corriente, y para su protección o seguridad es
esencial que los procesos mentales fluyan constantemente. El pensamiento puede
ser relacionado al agua. El agua en movimiento es pura; el pensamiento, aunque
posiblemente incompleto, es también, en parte, limpio. El agua estancada y el
pensamiento estancado, ambos son una amenaza para el bienestar público. El agua
estancada puede serlo por una obstrucción en la corriente; el pensamiento
estancado se encuentra, habitualmente en una mente “cerrada”, en la cual,
alguna noción preconcebida, ocasiona la obstrucción e impide el natural fluir.
Si la mente es amplia, como debe serlo, y abierta en sus dos extremos, está
siempre pasando a través de ella una corriente de pensamientos vivientes,
hermosos y plácidos. Si en cambio se cierran todas las puertas de entrada, la
mente pronto queda vacía, porque el río de los pensamientos sigue corriendo y
no vuelve a llenarse. Esto es lo que ocurre, precisamente, con la persona que
teme una nueva idea y rechaza su admisión. Por otra parte, si cerramos toda
salida de la mente para que no se nos vaya algún precioso pensamiento, el río
del pensamiento al entrar rápidamente desborda y por el deseo de conservar un
solo pensamiento, cien mas no encuentran lugar. Si cerramos toda entrada y
salida, tendremos pensamientos estancados y decadentes, los cuales, al final,
incubarán sus propios característicos males. La mente que no recibe ni produce
nuevas ideas, pronto queda vacía y su propietario se vuelve un insensato en el
mundo de la Mente. Por todo ello, es evidente lo esencial que es mantener la
mente continuamente renovada; que nuevos pensamientos deben dejarse entrar y
dar salida a los viejos; que ninguna mente puede desarrollarse, a menos que
cambie diariamente los métodos de satisfacer las necesidades que le crea un
mundo en crecimiento continuo. Tampoco debemos almacenar pensamientos. Nuestro
poder mental consiste en el desarrollo y ejercicio de la facultad de pensar y
no en almacenarlos. Es igual que el carpintero haciendo una silla. Cuando
termina la silla, comienza a hacer otra más; porque es más precioso que la
silla en sí, el conocimiento de hacer sillas. ¡Ah del carpintero intelectual
que, habiendo hecho una silla, se sienta en ella por el resto de sus días!
Manly Palmer Hall
La Cultura de la Mente, página 8
Cierta vez un antiguo filósofo judío, declaró que el Señor
ha colocado en el rostro humano las instrucciones para alcanzar la
inmortalidad. De acuerdo con normas artísticas, el rostro está dividido,
horizontalmente, en cuatro partes. La sección inferior, desde la barba hasta la
base de la nariz, representa la parte material de la naturaleza. De la base de
la nariz hasta el puente de ella, están los elementos vitales, o acuosos,
correspondientes al éter, o aliento. Del puente de la nariz al nacimiento del
cabello están las facultades aéreas, o intelectuales; y desde la línea del
cabello hasta la coronilla está lo ígneo, o poderes espirituales. El rabino
daba énfasis, particularmente, al hecho de que hay siete aberturas en la cabeza
humana; dos ojos; dos oídos, dos ventanas de la nariz, y una boca. De las
siete, seis están dedicadas a la recepción del conocimiento, o sea, ver por los
ojos, oír con los oídos e inhalar el principio de la vida por las ventanas de
la nariz. La séptima, hace ambas cosas, recibe y da. Recibe alimento para el
mantenimiento del cuerpo físico, y por medio de la lengua revela el
conocimiento adquirido por los ojos y oídos, y los varios sentidos de
percepción. De estas siete aberturas, seis están destinadas a la acumulación de
conocimiento, en tanto que sólo la séptima es la que revela o disemina aquello
que ha sido logrado. Conforme a esta proporción, el hombre debería recibir seis
veces más que lo que da.
Manly Palmer Hall
La Cultura de la Mente, página 10
Pitágoras sostenía que el mejor modo de entrenar la mente
era dedicarla, exclusivamente, por un definido período de tiempo, a la
recepción del conocimiento. Aquellos que querían ser sus discípulos aceptaban
el voto llamado “silencia pitagórico”, esto es, controlar el habla por un
período de cinco años. No pudiendo tomar parte en ninguna discusión, los
discípulos fueron, gradualmente, comprendiendo profundamente que era mucho más
provechoso el ser oyente; porque como interviniente, uno se vuelve,
invariablemente, tan personalmente interesado en sostener su posición que
pierde de vista la proposición como un todo. El segundo objetivo perseguido por
Pitágoras era el logro del autocontrol; porque un individuo que puede controlar
su palabra por cinco años, con seguridad, posee un cierto grado de autocontrol.
El tercer propósito era eliminar los buscadores superficiales del conocimiento.
La mera curiosidad, Pitágoras lo sabía, no podía resistir esa rigurosa prueba,
en tanto que aquellos que eran capaces de esperar cinco años sin perder su
interés, eran también suficientemente sinceros para responder a las
instrucciones conferidas.
Manly Palmer Hall
La Cultura de la Mente, página 10
La palabra educación viene del latín educo, significando
“extraer”, “educir”, “dar de sí”. Quiere decir, entonces, que la más elevada
forma de educación es aquella que más evoca, y por la cual el individuo se
expresa al máximo, desarrollando su propia naturaleza. El sistema educacional
del mundo moderno, sin embargo, ha sido diseñado para suplir las necesidades de
las masas y, en consecuencia, es injusto para el individuo, ya que no estimula
el esfuerzo individual de cada intelecto. La teoría moderna de enseñanza está
mayormente basada en el esfuerzo de instruir al estudiante en qué debe pensar más
que en cómo aprender a pensar.
Manly Palmer Hall
La Cultura de la Mente, página 12
Si vosotros tendríais que elegir entre uno y otro, sed
optimistas; porque es casi seguro que el pesimismo tendrá como resultado:
reumatismo, anquilosis prematura, disminución o endurecimiento de las arterias,
y una legión de otros males físicos. El pesimismo es una actitud, que
fundamentalmente, nos retrae, limita, estrecha y enceguece, mientras que el
optimismo, a menudo, expande la naturaleza física, y siempre, la mental.
CUATRO ELEMENTOS PRIMARIOS
Siguiendo el ejemplo de los caldeos, enseñaron los griegos,
egipcios y hebreos que el universo inferior consistía de un compuesto de los
cuatro elementos primarios: tierra, agua, fuego y aire. Los egipcios encarnaron
estos elementos en el símbolo de la esfinge, como lo habían hecho antes, con
similar intento, los asirios al fabricar su monstruo mitológico, el hombre
toro.
Los hebreos, también, fabricaron una extraña bestia, llamada cherubin, que tenía cuatro cabezas, una de hombre, otra de león, otra de águila y la última de toro. A estas cuatro cabezas se asignaron los signos fijos del zodíaco: también, los cuatro evangelistas: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Con relación a los cuatro elementos, el toro se asignó a la tierra, el águila, al agua, el fuego al león, y el aire a la cabeza humana. Sobre la cruz, compuesta de estos cuatro elementos, fue crucificado el Cristo-hombre, o Alma del Mundo.
El prototipo tierra, agua, fuego y aire de los antiguos, devino el carbono, hidrógeno, nitrógeno y oxígeno de la ciencia moderna - las cuatro sustancias primarias que son la base de toda estructura corpórea.
No sólo el cuerpo físico del mundo tiene esta constitución cuaternaria primaria, pues también encontramos en el reino del pensamiento cuatro elementos tan indispensables como aquéllos para la naturaleza mental. Por ejemplo, en el plano del pensamiento, el elemento tierra se manifiesta como practicidad, el elemento agua como versatilidad, el elemento fuego como impetuosidad y el elemento aire como idealidad. En consecuencia, se puede decir que es perfecta la mente en la cual se encuentran estos cuatro elementos en proporciones iguales.
Cuando los griegos construían una ciudad, elegían un sitio en el cual estuvieran reunidos armoniosamente estos cuatro elementos (tierra, agua, fuego y aire). Si había demasiada agua, la humedad hacía peligrar la salud; si demasiado calor, se quemaría la vitalidad. La tierra se consideraba la polaridad del frío; el agua, la polaridad de la humedad, y el aire, la polaridad de la sequedad. Así como la armonía de estos elementos producía el ambiente ideal para el desarrollo de la cultura, la armonía de las analogías mentales de estos elementos producía un ambiente ideal para el desarrollo y bienestar mental.
Si la mente es demasiado práctica, la naturaleza deviene fría como la tierra. Si es demasiado impetuosa, la razón se ofusca como si estuviera rodeada por un consumidor fuego. Cuando el elemento terreno del pensamiento (practicidad) predomina, se produce el materialista: cuando el elemento ácueo del pensamiento (versatilidad) predomina, tenemos al inconstante; cuando el elemento ígneo del pensamiento (impetuosidad) predomina, nace el fanático; cuando el elemento aéreo del pensamiento (idealidad) predomina, el idealista sin sentido práctico, o el soñador se produce. Sin embargo, cuando todo se mezcla de modo adecuado, la idealidad es controlada por la practicidad, la impetuosidad es dirigida por la idealidad, y la naturaleza rígida de la practicidad brilla por la influencia de la versatilidad.
Si después de analizar cuidadosamente su equipo mental, el
individuo encuentra deficiencias en algunas de esas cualidades mentales, deberá
comenzar de inmediato a cultivar ese elemento particular hasta el punto en que
la deseada armonía de su expresión mental sea establecida. Así considerados,
estos cuatro constituyentes pueden ser denominados los elementos primarios del
pensamiento humano.
Manly Palmer Hall
La Cultura de la Mente, página 20
El mero entrenamiento intelectual no producirá nunca un
filósofo, como no hará al artista una caja de colores. Un filósofo es aquel
cuya vida está tan enteramente en armonía con el ritmo natural - tan penetrado
con la realización y entendimiento del orden natural del cual es parte -, que
involuntariamente sus pensamientos son verdaderos y su lógica segura.
Manly Palmer Hall
La Cultura de la Mente, página 26
Es muy difícil imaginar un científico moderno danzando en la
cima de alguna montaña, en las primeras horas de la mañana. Sin embargo, si él
pudiera hacer el experimento, podría descubrir, posiblemente, que uno de los
modos más rápidos y seguros de comprender la naturaleza es permitir a ella que
fluya a través nuestro.
Manly Palmer Hall
La Cultura de la Mente, página 27
Lo visible discierne lo visible; lo invisible, lo invisible.
Manly Palmer Hall
La Cultura de la Mente, página 3
(…)
La misma mente ha creado, también, todos los esclavos del mundo; porque el astuto intelecto de los déspotas ha llenado la tierra de sufrimiento y desesperación. Aunque el hombre ha usado la mente para hacer su mundo más hermoso, la utiliza también, para abatir el espíritu y destrozar el alma de sus semejantes. La mente - el amigo más grande y verdadero - puede ser, también su peor y más destructivo enemigo. Su potencialidad, ya sea para el bien o para el mal, es difícil de ser concebida.
La Cultura de la Mente, página 3-4
La Cultura de la Mente, página 3
La Cultura de la Mente, página 4
La Cultura de la Mente, página 5
La Cultura de la Mente, página 5
La Cultura de la Mente, página 7
La Cultura de la Mente, página 8
La Cultura de la Mente, página 8
La Cultura de la Mente, página 10
La Cultura de la Mente, página 10
La Cultura de la Mente, página 12
CUATRO ELEMENTOS PRIMARIOS
Los hebreos, también, fabricaron una extraña bestia, llamada cherubin, que tenía cuatro cabezas, una de hombre, otra de león, otra de águila y la última de toro. A estas cuatro cabezas se asignaron los signos fijos del zodíaco: también, los cuatro evangelistas: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Con relación a los cuatro elementos, el toro se asignó a la tierra, el águila, al agua, el fuego al león, y el aire a la cabeza humana. Sobre la cruz, compuesta de estos cuatro elementos, fue crucificado el Cristo-hombre, o Alma del Mundo.
El prototipo tierra, agua, fuego y aire de los antiguos, devino el carbono, hidrógeno, nitrógeno y oxígeno de la ciencia moderna - las cuatro sustancias primarias que son la base de toda estructura corpórea.
No sólo el cuerpo físico del mundo tiene esta constitución cuaternaria primaria, pues también encontramos en el reino del pensamiento cuatro elementos tan indispensables como aquéllos para la naturaleza mental. Por ejemplo, en el plano del pensamiento, el elemento tierra se manifiesta como practicidad, el elemento agua como versatilidad, el elemento fuego como impetuosidad y el elemento aire como idealidad. En consecuencia, se puede decir que es perfecta la mente en la cual se encuentran estos cuatro elementos en proporciones iguales.
Cuando los griegos construían una ciudad, elegían un sitio en el cual estuvieran reunidos armoniosamente estos cuatro elementos (tierra, agua, fuego y aire). Si había demasiada agua, la humedad hacía peligrar la salud; si demasiado calor, se quemaría la vitalidad. La tierra se consideraba la polaridad del frío; el agua, la polaridad de la humedad, y el aire, la polaridad de la sequedad. Así como la armonía de estos elementos producía el ambiente ideal para el desarrollo de la cultura, la armonía de las analogías mentales de estos elementos producía un ambiente ideal para el desarrollo y bienestar mental.
Si la mente es demasiado práctica, la naturaleza deviene fría como la tierra. Si es demasiado impetuosa, la razón se ofusca como si estuviera rodeada por un consumidor fuego. Cuando el elemento terreno del pensamiento (practicidad) predomina, se produce el materialista: cuando el elemento ácueo del pensamiento (versatilidad) predomina, tenemos al inconstante; cuando el elemento ígneo del pensamiento (impetuosidad) predomina, nace el fanático; cuando el elemento aéreo del pensamiento (idealidad) predomina, el idealista sin sentido práctico, o el soñador se produce. Sin embargo, cuando todo se mezcla de modo adecuado, la idealidad es controlada por la practicidad, la impetuosidad es dirigida por la idealidad, y la naturaleza rígida de la practicidad brilla por la influencia de la versatilidad.
La Cultura de la Mente, página 20
La Cultura de la Mente, página 26
La Cultura de la Mente, página 27
La Cultura de la Mente, página 3
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