La Astrología actual tiene dos “mitos” que, dada su
popularidad, hace que se la confunda con ellos mismos. Uno es el del signo
solar: “yo soy Tauro”, luego lento y testarudo; pues “yo soy Piscis”, soñador,
adaptable y enamoradizo. El otro mito es el de “la Era de Acuario”, la Arcadia
que nos espera al término de la insufrible Era de Piscis (el cristianismo,
porque los Apóstoles eran primero pescadores de peces, luego de almas, y los
cristianos se identificaban en tiempos de la persecución romana por el signo de
los peces). Y en la vidriera del rosetón de Notre Dame está el signo de Piscis
representado por dos peces, y en Chartres, en Amiens… Pero no singularizados,
sino que se hallan completos los 12 signos del Zodíaco, como en tantas otras
iglesias románicas y góticas.
Relacionar las Eras zodiacales con la constelación sobre la que se produce el punto vernal cada primavera es una invención reciente de algunos esotéricos, más acostumbrados al dogma, al liderazgo fanatizador y al adoctrinamiento sectario que a asentar sus investigaciones sobre lo que otros han hecho anteriormente, a contrastar sus teorías en los hechos y en las pruebas. He aquí a modo de ejemplo una perla de Max Heindel, respecto a lo que pretendemos desmitificar, la llamada “Astrología Precesional”: Cuando el Sol estaba en Tauro, el signo del “Toro” en el equinoccio vernal, los egipcios de la antigüedad adoraron el sagrado “Buey Apis” y sus sacerdotes llevaron el “Uraeus”, o símbolo de la serpiente, que corresponde a Escorpión, el signo de la serpiente opuesto a Tauro, para indicar la posesión de la sabiduría esotérica.
Cuando el Sol pasó a Aries por precesión, vino la idolatría al “pueblo elegido” y empezó éste a adorar al “Toro” o becerro de oro; abandonando, por consiguiente, “Egipto” y llevando su fe hacia el “cordero” o “carnero” que entonces fue sacrificado. Pero en armonía con el símbolo esotérico de Libra, la “balanza de la justicia” que es el opuesto de Aries, volverá otra vez como juez…
… Durante los 2.000 años que han transcurrido desde que el equinoccio entró dentro de la órbita de Piscis, los peces, los ritos religiosos requirieron que los hombres se ungieran a sí mismos con las “aguas de Piscis” a la puerta de la iglesia, siendo realizado el servicio por un sacerdote que se tocaba la cabeza con una prenda parecida a la “cabeza de un pez” y se les mandaba que se abstuvieran de comer carne en épocas determinadas, pidiéndoles que “comieran pescado en su lugar”. También se les enseñaba que “adorasen una virgen inmaculada por Virgo es el signo opuesto al de Piscis”…
José Luis Pascual Blázquez
Sobre la “astrología precesional”
El “invento” de aplicar la precesión de los equinoccios a la
interpretación del devenir de las sociedades humanas tiene otros representantes
como Rudolf Steiner, Paul Le Cour, Guy Ballard, Samael Aun Weor o Serge Raynaud
de la Ferrière, todos ellos líderes de grupos más o menos esotéricos. También
tenemos otro autor francés, Raoul Auclair, autor de La fin des temps. Le
Nouveau libre des cycles (Fayard. París, 1973), un excelente estudio sobre la
cronología bíblica, pero que fantasea igualmente con el fenómeno de la
precesión.
(…)
Más tarde vendría la película, así que, “la Era de Acuario”,
aquella en la que la fraternidad universal pacificaría el mundo
definitivamente, se hizo conocida en todo el mundo occidental, junto al
“horóscopo diario o semanal”, al que todo el mundo tuvo acceso con los
“astroflash” de Barbault y posteriormente la llegada de las computadoras
personales. Fueron años dorados para algunos astrólogos como Cristoff, un
superventas que dio la campanada con Astrología precesional. Buenos Aires,
1969; La gran catástrofe de 1983. ¿Se encamina la Tierra hacia su fin?
Barcelona, 1979; El destino de la humanidad. Razones para el apocalipsis. El
porqué de la gran catástrofe de 1983 (Barcelona, 1981). El denominador común de
todos ellos es la ausencia de bibliografía al respecto, pese a haber una
riquísima tradición astrológica sobre los ciclos sociales (no de la precesión,
sino de la interpretación cronológica y simbólica de la Historia). Pero ninguno
de los precesionalistas se molestó en ir a las bibliotecas a buscarla, y menos
aún, a consultarla. Ciertamente, el acceso no era fácil entonces, ni se habían
digitalizado los fondos bibliográficos, ni existía Internet. Pero idénticas
dificultades tuvo Demetrio Santos, y en sus Investigaciones sobre Astrología
(Madrid, 1978) apareció un extensísimo catálogo de textos astrológicos datados entre
-460 y 1977, citando las referencias y los lugares donde se hallaban
disponibles. Entre ellos estaban los autores que trataron de los ciclos
planetarios aplicables a la Historia, los cuales llegaron a la Europa medieval
a través de los árabes, doctrinas que se gestaron en los tiempos de esplendor
de la Persia sasánida. Este cuerpo bibliográfico se llamó más tarde “doctrina
de las grandes conjunciones”. De ella trataron Abumassar, Messahallah, Ibn
Ezra, Ibn Jaldún, Pierre d’Ailly, y en tiempos más recientes, el aragonés Pedro
Ciruelo (siglo XVI). Incluso el mismo Demetrio Santos dedicó un Capítulo del
Libro I de Investigaciones al ciclo de 800 años que se aplica a imperios y
culturas.
(…)
He aquí las referencias que se saltaron los precesionalistas
al redactar sus elucubraciones:
Abumassar: El libro de las religiones y dinastías (sobre las
grandes conjunciones).
Messahallah. Siglo VIII. Sobre las conjunciones, religiones
y pueblos.
También Epístola sobre las conexiones de los planetas.
Mṻsà Ibn Nawbajt. Siglo X. Tratado de Astrología Mundial.
Ibn Ezra. Sefardí de Tudela (Navarra), siglos XI-XII: Libro
del mundo (versiones I y II) y Tratado de los juicios de las estrellas.
Ibn Jaldún. Árabe tunecino de origen sevillano (1332-1406):
Introducción a la historia universal (Al-Muqaddimah).
Pierre d’Ailly (1350-1420). Tratado sobre el acuerdo entre
la verdad astronómica y la narración histórica.
Pedro Ciruelo (Daroca 1470, Salamanca 1548). Apothelesmata
astrologiae Christianae. 1521.
Gonzalo Antonio Serrano. Crisis Astrologica, Physica,
Mathematica, y Chronologica; y pronostico universal sobre la maxima conjunción
del año 1723. dia 9. De Enero… Editado en Córdoba.
Demetrio Santos. Dedicó un capítulo entero de
Investigaciones sobre Astrología a los ciclos sociales (C-800), y dos
conferencias sobre ellos en los congresos de Poio 1992, C-800. El Imperio del
próximo milenio, y Palma de Mallorca 1993, Ciclos sociales en España.
José Luis Pascual Blázquez
Sobre la “astrología precesional”
La mayor contribución de André Barbault a la Astrología del
siglo XX fue el estudio de los ciclos planetarios en relación a la Historia.
José Luis Pascual Blázquez
Sobre la “astrología precesional”
Por fin, se ha encontrado un orden definitivo en la
Historia. Y éste ha venido de donde menos se le esperaba: del orden
caracterológico que expresan los doce signos o arquetipos zodiacales de la
Astrología Occidental. En su obra maestra “El destino de la humanidad”, el
astrólogo y escritor búlgaro-uruguayo Boris Cristoff nos da a conocer su
descubrimiento de que el movimiento terrestre de precesión de los equinoccios
incide, de manera determinante, en los ritmos históricos a nivel mundial. Así,
la existencia de las denominadas Eras astrológicas es cierta, como también que
podemos conocer su exacta duración: unos 2100 años.
Ante una seguridad y una contundencia semejantes, uno no
puede sino conmoverse y gritar: ¡eureka! La solución final, el non plus ultra.
Ya podemos echarnos a descansar, que hemos llegado a la estación término.
Sinceramente, al adquirir, en tiempo muy tardío, lo
reconozco, el libro de Marimón, pensé encontrar en él explicación de cuadros,
de imágenes, estatuas, bajorrelieves, de detalles constructivos que proliferan
en toda la cultura europea, infiltrada de orientalismo. Un tema más que
interesante, y, además, inagotable. Pero no, nada de eso. Toda letra de
principio a final, ni un solo icono o imagen, e idéntico argumento que el de
Cristoff: la precesión y las eras precesionales. ¿Qué fuentes tomó Marimón para
su trabajo de tesis de licenciatura, que es el objeto del libro citado? Pues no
se molestó mucho, no se mató la cabeza:
Los tres únicos astrólogos que aparecerán citados en este
ejercicio serán Boris Cristoff, André Barbault y Oskar Adler…
José Luis Pascual Blázquez
Sobre la “astrología precesional”
Actualmente estoy investigando sobre el origen del Zodíaco,
el real, no el que sostienen los esotéricos sobre eso de la Era Acuaria y
demás, que no tiene fundamento alguno. Si tuvieran alguna idea de la verdadera
historia no darían pie a ello. El Zodíaco solamente es un calendario anual del
Paleolítico, del tiempo de la caza, y se refiere a los animales cazados que
eran la “faena de caza” de cada luna del ciclo anual, lo demás son
elucubraciones. Y, por otra parte, siempre se ha referido al Zodíaco móvil, es
decir, el que empieza y toma como referencia el Equinoccio de Primavera. El
sistema quedó fijado como referencia en las estrellas y constelaciones en
tiempo de Hiparco (-160), desde cuyo tiempo siguió retrogradando, pero antes de
ello no se tomaban, lógicamente, los meses en el cielo, sino en el Equinoccio.
Por tanto, todo eso de la Era Táurica, de la Era Piscis, etc., es un cuento. En
el año -2.000 se introduce en Egipto el Carnero como símbolo zodiacal,
anteriormente era el perro, al menos desde el -5.000 aproximadamente, cuando el
Equinoccio se hallaba coincidiendo con la constelación de los dos Perros (sirio
y Betelgeuse), y empezando en Orión, la constelación más brillante de todo el
cielo. Ahí empieza la astrología estelar actual. Pero eso de que se
sacrificaban carneros en la Era de Aries es un cuento, porque todavía Balaám,
hacia el -1200 sacrifica toros, y en la época griega, aún más tarde, se hacen
hecatombes (Pitágoras), lo que ocurre es que el toro venía siendo ya un animal
muy caro y escaso, y sólo los ricos podían hacerlo. La Era de Piscis tiene las
mismas pegas. Si era píscica, ¿por qué a Jesús se le llama El Cordero de Dios?
Es la misma contradicción.
José Luis Pascual Blázquez
Sobre la “astrología precesional”
¿Genera la precesión
un campo zodiacal?
Tratar el Zodíaco como una serie cerrada de “rasgos
caracterológicos” o de símbolos representativos de cualquier ciclo es
sencillamente pasar por alto lo que nos proporciona el fundamento real de toda
ciencia: la teoría. A este respecto es bueno repasar aquí la Teoría de las
Ecuaciones Fundamentales de Demetrio Santos, de la que se deduce el concepto
actualizado de “campo zodiacal” y “aspectos”, que son la base del entramado
astrológico. ¿Podría la Astrología escapar a lo que se exige al resto de
ciencias naturales? Mucho nos tememos que eso no es deseable ni admisible en
absoluto:
En un cuerpo que gira en campo anisótropo se desarrolla un
influjo de forma ondulatoria que responde a la función y = k sen x.
Por ejemplo, en una espira metálica que gira en un campo
magnético atravesando sus líneas de fuerza se desarrolla una tensión eléctrica
que responde a dicha fórmula. Igualmente, el flujo recibido por un punto de la
superficie terrestre procedente del exterior responde a una fórmula de este
tipo, como es el flujo luminoso, radiación hertziana, etc…
… A la representación de este conjunto de ondas o fenómenos
en coordenadas angulares lo denominamos campo zodiacal angular.
…Todos estos campos angulares son idénticos, o, lo que es lo
mismo, el campo zodiacal angular es un invariante.
… En la Tierra, o en cualquier cuerpo, debido a su giro
dentro del campo de flujo enviado por otros cuerpos siderales, se forma un
campo zodiacal angular que responderá a la forma senoidal anteriormente vista.
De igual modo, y debido a su movimiento de traslación en
órbita alrededor del Sol, se forma también un campo zodiacal angular.
Así pues, esta teoría nos permite ir más allá de simples
especulaciones simbólicas u opiniones subjetivas. El campo zodiacal causado por
el giro de la Tierra sobre sí misma no es otro que el de las Casas y ángulos,
uno de los factores indispensable de cualquier horóscopo. Sobre los ángulos, la
única discusión posible es la diferencia entre los astronómicos (matemáticos) y
los influenciales (fotoeclípticos), algo que ya Ptolomeo insinúa con su
doctrina del anímodar (por eso el Libro conplido sugiere “enderezar” 5º por
término medio el grado saliente, hacia atrás). El resto de las Casas depende
del gusto del usuario, y, como se sabe, hay diversos sistemas (Placidus,
Regiomontano, Koch, Casas iguales, fotoeclípticas, etc.).
Sobre lo que no hay duda es que el giro diario de la Tierra
causa el ciclo climático de los cuatro cuadrantes, con distintos ambientes y
temperaturas. Los antiguos daban mucha importancia al cambio de “temperatura”
de mediodía y medianoche, y no se referían con ello a lo que marca el termómetro
(que aún no existía), sino al cambio de “temperamento” del medio, término del
que deriva etimológicamente “temperatura”. Vemos aún más claro el concepto en
la medicina hipocrática, donde el paso del Sol por los ángulos, y especialmente
por el FC (medianoche), en los que se observó la preferencia del agravamiento o
resolución las enfermedades o se refiere a ello considerando un sistema formado
por subconjuntos y superconjuntos, lo que implica que, en vez de una, haya
varias oscilaciones, armónicas de la principal o de resonancia.
(…)
Por otro lado, el giro de la Tierra alrededor del Sol causa
el ciclo de las estaciones; cuatro (cuadrantes) en latitudes medias
(templadas), y dos en las tropicales, la estación seca y la de las lluvias.
Vemos así la importancia del fenómeno de la resonancia según la latitud. Pero,
podemos preguntarnos: ¿por qué es tan potente en el año (ciclo estacional) el
Zodíaco de signos? Ciertamente, las Casas nos dan doce horas, que al
duplicarlas se convierten en las 24 de nuestros horarios civiles (las “horas
planetarias” de los babilonios, como es sabido, eran desiguales). Pero los 12
Signos del año (meses) son mucho más evidentes, al ser reforzada la división en
doce partes (armónico T/12), muy alejado del fundamental T = 1, por el hecho de
la reunión mensual de la Luna con el Sol (12 meses lunares y fracción en un
año), que es una secuencia con repercusiones físicas, y también por el hecho de
que Júpiter se reúne con el Sol cada año en el Signo siguiente al del que lo
hizo en el año anterior. Esta es la potencia del Zodíaco de 12 signos iguales.
Así que podemos preguntarnos con motivo: ¿produce el giróscopo terrestre y su
cono de precesión un tercer campo zodiacal, lo cual daría la razón a los
precesionalistas, con sus 12 Eras?
José Luis Pascual Blázquez
Sobre la “astrología precesional”
Algunos detalles
sobre la precesión
El modo tajante de expresarse desplegado por Cristoff apenas
tiene precedentes en la literatura astrológica seria. Con frecuencia se
expresaba de manera hierática, apabullante:
De este modo, en esta obra, he podido eliminar los vocablos:
tesis, hipótesis, teorías y postulados, y todos aquellos supuestos necesarios
que se usan cuando no se puede probar lo que se afirma. Por el contrario,
afirmo que la A. P. [Astrología Precesional] ya es una ciencia porque
monopoliza “la crema del conocimiento”, esto es, la predicción general de los
hechos por venir.
Menos mal, porque ahora casi que nos entra la risa. Tenemos
un ejemplar de segunda mano escrito por Boris, publicado en España en 1979, que
lleva el título de La gran catástrofe de 1983. ¿Se encamina la Tierra hacia su
fin? Contiene escritos a mano varios apuntes de su propietaria original (es
letra temblorosa, de mujer entrada en años). Uno de ellos dice:
“¡Se podía haber callado el Sr. Boris Cristoff! ¡Qué cara!
El libro lo escribió en el 79 y se equivocó en todo.” Para reclamo de ingenuos
ávidos de flipar en colorines y editores necesitados de ventas, este libro,
publicado por la misma editorial que el anterior, anunciaba en la
contraportada: “¡Un libro
apocalíptico! La elaboración de una teoría que predice la catástrofe mundial que se registrará en 1983. La superconjunción de los planetas en la que la actividad del Sol será excepcional y se producirán terremotos de proporciones devastadoras.” ¡Nada más y nada menos! Un verdadero maestro en la venta de humo. Dios los cría y ellos se juntan (autor y editor).
Porque, de la importancia suprema de la precesión, pasa en
esta contraportada a la de la “superconjunción” como factor determinante, a
capricho de conveniencia.
En todas sus obras Cristoff muestra unas mal digeridas
enseñanzas tomadas de André Barbault, sus propios métodos de direccionar un
tema astral y las omnipresentes eras precesionales, de las que, por supuesto,
es capaz de corregir incluso los cálculos de los propios astrónomos: En un
principio, esta A. P. se basó en la velocidad precesional actual de 50,25´´ por
año, lo que dio una era de 2.149 años, que no sincronizó con las
características zodiacales que podían atribuirse a los hechos históricos
producidos entre sus límites. Entonces preferí agruparlos libremente, lo que
finalmente me llevó a la era de 2.100 años que sincronizó perfectamente en más
de 5.000 años. La velocidad se deducía muy otra: 51,43´´.
¡Acabáramos! ¡Los astrónomos al paro por incompetentes!
Ahora resulta que calculamos la precesión por los hechos históricos… a capricho
de Boris. Hace falta ser muy ingenuos o muy bisoños para entrar al trapo. La
realidad es muy otra, y, la precesión, un fenómeno más complicado de lo que
imaginaba Cristoff.
La migración gradual de los cuatro puntos cardinales
(equinoccio de primavera, solsticio de verano, equinoccio de otoño y solsticio
de invierno) a lo largo de la órbita de la Tierra está causada por el achatamiento
de nuestro planeta en relación con ella. El Sol, la Luna y también los planetas
atraen más al abultamiento ecuatorial terrestre por su mayor cercanía,
generando que el eje de rotación genere el conocido cono de la precesión, como
una peonza. Es lo que provoca el movimiento retrógrado de los cuatro puntos
cardinales respecto a las estrellas fijas, el cual, tomando como referencia la
Tierra, tiene un período de unos 26.000 años.
José Luis Pascual Blázquez
Sobre la “astrología precesional”
Cada precesión completa contiene más de 1.300 ondulaciones
Pero he aquí nuevas injerencias perturbadoras. Mientras el eje terrestre
describe ese cono, a causa de la atracción de los demás planetas, la órbita
terrestre gira lentamente en sentido contrario de la precesión, de modo que,
tomando el perihelio terrestre como referencia, los puntos cardinales
(solsticios y equinoccios) no tardan 26.000 años en dar un giro completo, sino
solamente 21.000. Esto, en detrimento de los “cálculos” de Cristoff y demás
epígonos precesionalistas.
(precesión con referencia al perihelio de la Tierra)
Ciertamente, este período depende de la referencia que
tomemos.
¿Con cuál de los dos quedarnos? T = 21.000 años es el que se
toma en la Teoría de Milankovitch por su repercusión en el clima terrestre, por
tanto, tiene una realidad física. T = 26.000 años es una referencia sideral,
pero se aleja del verdadero período influencial (el clima sí que tiene
repercusiones, a veces decisivas, en el desarrollo de las culturas humanas).
Pero aún hay más. En realidad, el tal “cono de la precesión”
se complica por la presencia cercana de la Luna, unas veces encima del plano de
la órbita terrestre y otras por debajo, lo cual incide también en la atracción
sobre el abultamiento ecuatorial de nuestro planeta. Esta influencia, ligada al
ciclo de retrogradación de los Nodos lunares, con un período de 18,6 años, hace
que ese cono de precesión se ondule hacia dentro y hacia fuera del círculo
perfecto, describiendo una figura muy parecida al molde para hacer ciertas
pastas. Este movimiento extra se conoce en astronomía como “nutación” (por su
relación con los Nodos). En una precesión completa se producen más de 1.300
ondulaciones completas.
Después de considerar todo esto ya estamos en condiciones
ventajosas para volver a hacernos la pregunta: ¿genera el movimiento de
precesión un campo zodiacal, al igual que el giro diario y el anual de la
Tierra? Pues en principio no lo hemos de descartar, y menos cuando es uno de
los factores que tiene en cuenta la teoría de Milankovitch para interpretar la
cronología de las grandes eras climáticas de nuestro planeta, en combinación
con la variación de la inclinación del eje de giro terrestre respecto al plano
eclíptico (entre 21º39´ y 24º 36´, el valor medio actual es de 23º27´, con las
variaciones debidas a la nutación en el ciclo de 18,6 años), con T ≈ 40.000
años; y el de variación de la excentricidad de la órbita terrestre, con T ≈
92.000. Con toda probabilidad, la mezcla de todos estos factores simultáneos
debe enmascarar ese campo zodiacal precesional hasta hacerlo irreconocible,
porque no hay ciclo climático conocido de T = 21.000 años ni de sus armónicos
cercanos a la resonancia. Y si físicamente no hay constancia, simbólicamente
(es decir, en planos más elevados) difícilmente podremos hallar
correspondencias en un mundo jerarquizado en niveles donde todo está
interrelacionado.
Es por ello que la astrología dirigió su mirada hacia el
movimiento planetario como influjo principal, dando lugar a la doctrina de las
conjunciones y aspectos, y en especial, en materia de asuntos mundanos
(socio-políticos, culturas, civilizaciones, imperios), a las “grandes
conjunciones”. Precisamente el que los precesionalistas, siempre tan livianos,
pasaron por alto.
José Luis Pascual Blázquez
Sobre la “astrología precesional”
Lo que los precesionalistas debieran tener en consideración
La precesión, como acabamos de ver, tiene su causa en que la Tierra no es
perfectamente esférica, sino que conforma un geoide con una panza ecuatorial
debido a la rotación sobre sí misma, lo cual, combinado con la atracción
gravitatoria de la Luna, del Sol y de los planetas, provoca que se comporte
como un giróscopo (peonza). ¿Cabría esperar que las distintas configuraciones y
aspectos de estos cuerpos, y entre ellos, especialmente las conjunciones y los
stelliums, fuesen inocuas para el clima y el desarrollo de los ecosistemas
terrestres? ¿Y por tanto de los ciclos sociales humanos?
Difícilmente, y menos aun cuando sabemos que los ciclos de
actividad solar, unido a las conjunciones y aspectos planetarios, modulan el
flujo de rayos cósmicos y radiación dura y blanda sobre nuestro planeta, con
múltiples repercusiones de todo tipo, en el corto y en el largo plazo.
A este respecto, los antiguos concedieron una importancia
capital a Júpiter y Saturno, los planetas de mayor tamaño del Sistema Solar (el
primero, además, el de mayor masa), que ocupan una posición central. Por lo
cual debemos admitir en ellos un mayor peso influencial respecto de sus
compañeros de viaje.
Partiendo de una primera conjunción en 0º A, por ejemplo
(máximo efecto gravitatorio), al cabo de aproximadamente 20 años vuelven a
reunirse en el cielo, pero a 243º de distancia de la anterior conjunción, cerca
de 3º I; transcurridos 20 años más su reunión se repetirá a otros 243º más allá
(6º E).
Al cabo de 60 años (en realidad el cálculo del promedio indica
que deberán transcurrir 58,2 años), la tercera conjunción será visible 243º más
allá de donde se produjo la segunda, por tanto, a unos 9º A (243 x 3 = 729º, es
decir, dos vueltas completas de 360º + 9º), por tanto, cercana a la primera de
las conjunciones mencionadas.
Dado que el avance ha sido de 8, 93º, en unos 60 años (valor
promedio exacto 58,2), el tiempo que se requiere para que se produzca una
conjunción Júpiter-Saturno en el mismo grado del Zodíaco es de (360/8,93) x
58,2 =
2346,25 años, lo que nos da un ciclo astronómico candidato a
poseer un notable peso influencial sobre los ecosistemas terrestres de un valor
próximo a los 2400 años. Este es el ciclo de primer orden de conjunciones V-W.
Si consideramos equivalentes las tres conjunciones del primer
ciclo de 60 años tenemos que aproximadamente cada 2.400/3 = 800 años se repite
una de ellas en un mismo grado del Zodíaco; este es el período del ciclo de
segundo orden V-W, y 60 años el de tercer orden.
Estos ciclos fueron empleados en la Edad Media para tratar
de explicar los tiempos y la duración de las culturas y de las dinastías por
los árabes.
José Luis Pascual Blázquez
Sobre la “astrología precesional”
Podríamos citar diversos autores, pero como todos dicen lo
mismo, veámoslo en Ibn Jaldún, un notable historiador tunecino del siglo XIII
de origen sevillano, cuya importante obra ha llegado hasta nosotros: Las
predicciones referentes a cosas de interés general, como, por ejemplo, el
futuro de los imperios y las dinastías, se deducen de las conjunciones
planetarias y sobre todo de las de los dos planetas superiores, Saturno y
Júpiter. Una conjunción de estos astros ocurre cada veinte años; luego se
reproduce en el mismo trígono, pero en un signo que está en trino diestro.
Después reaparece en otro signo del trígono, y así
sucesivamente hasta que se presente doce veces en el mismo trígono. Después de
haber empleado sesenta años en mostrarse en los signos que componen el trígono,
los recorre de nuevo en el mismo espacio de tiempo; luego se muestra allí
todavía por tercera y cuarta vez. Es así como emplea doscientos cuarenta años
para aparecer doce veces en el mismo trígono y mostrarse cuatro veces en cada
signo del trígono. Al trasladarse de un signo a otro, se dirige al trino
aspecto diestro, y pasa al trígono siguiente, es decir, en el signo que toca
inmediatamente al último signo del trígono en el que se había presentado
primero. Tales son las conjunciones de los dos planetas superiores. Se les
especifica en tres clases: grandes conjunciones, pequeñas y medianas. La grande
conjunción es el retorno simultáneo de los dos planetas superiores al mismo
grado (de un mismo signo) del zodíaco (lo cual ocurre) a la expiración de
novecientos sesenta años. La mediana conjunción es la reunión de dichos planetas
en cada trígono, lo cual sucede doce veces (seguidas) en el espacio de
doscientos cuarenta años, luego se produce en otro trígono. La pequeña
conjunción se origina cuando los propios planetas, después de estarse reunidos
en un mismo signo, se muestran juntos veinte años más tarde, en otro signo en
trino diestro, y en el mismo grado y minuto que en el signo precedente. Así,
por ejemplo, si la conjunción ocurre en el primer minuto de Aries, veinte años
más tarde ocurrirá en el primer minuto de Sagitario, y, al cabo de otra
veintena de años, se efectuará en el primer minuto del León. Todos estos signos
son de naturaleza ígnea. He aquí en qué consiste la pequeña conjunción. Sesenta
años más tarde, se reitera en el primer minuto de Aries. Eso se llama la revolución,
o el retorno de la conjunción. Después de la expiración de doscientos cuarenta
años, la conjunción no se efectúa ya en los signos ígneos, sino en los signos
térreos, porque éstos están colocados inmediatamente después de los ígneos.
Esta es la mediana conjunción. Las conjunciones van en seguida a operar en los
signos aéreos, luego en los signos ácueos; seguidamente, al cabo de novecientos
sesenta años, reaparecen en el primer (minuto) de Aries. Esta es la grande
conjunción. Ella indica el acontecimiento de grandes cosas, tales como el
cambio de imperios o de dinastías, y el traslado de la soberanía de un pueblo a
otro. La conjunción mediana anuncia la aparición de conquistadores y de
aspirantes a la soberanía. La pequeña presagia el surgimiento de rebeldes, de
fundadores de sectas y la devastación de las ciudades o de su progreso…
Se observarán algunas imprecisiones matemáticas en este
texto, pero lo creemos suficientemente ilustrativo por la descripción que
aporta y por su autoría, la de uno de los historiadores medievales más
conspicuos. También puede encontrarse la descripción de este mismo ciclo en uno
de los trabajos de Kepler, Mysterium Cosmographicum (El secreto del
Universo17).
Representando el ciclo de segundo orden por el giro de un
vector se ve que éste recorre 359,0816º en 794,3723 años (precisión de 1º), lo
cual implica una vuelta completa al cabo de 796,12 años (genéricamente C-800).
Si buscamos resonancias en el plano físico (climáticas en
nuestro caso, para poder tener consecuencias sociopolíticas), nos basta con
recurrir a los armónicos más bajos del C-800, es decir, no habremos de ir más
allá del aspecto de oposición18, (tal como vemos en los brazos de las áreas
ciclónicas de la atmósfera o de las galaxias espirales), dado que afecta
principalmente a los armónicos 1 y 2 (curva de resonancia):
3T = 2.400 años
2T = 1.592 “
T = 796 “(genéricamente 800)
T/2 = 398 “(“400)
T/3 = 266 “
El armónico 3T de 2.400 años se acopla con el C-2.400, por
lo que físicamente ha de evidenciarse por encima del resto.
Se observarán algunas imprecisiones matemáticas en este
texto, pero lo creemos suficientemente ilustrativo por la descripción que
aporta y por su autoría, la de uno de los historiadores medievales más
conspicuos. También puede encontrarse la descripción de este mismo ciclo en uno
de los trabajos de Kepler, Mysterium Cosmographicum (El secreto del
Universo17). Representando el ciclo de segundo orden por el giro de un vector
se ve que éste recorre 359,0816º en 794,3723 años (precisión de 1º), lo cual
implica una vuelta completa al cabo de 796,12 años (genéricamente C-800). Si
buscamos resonancias en el plano físico (climáticas en nuestro caso, para poder
tener consecuencias sociopolíticas), nos basta con recurrir a los armónicos más
bajos del C-800, es decir, no habremos de ir más allá del aspecto de
oposición18, (tal como vemos en los brazos de las áreas ciclónicas de la
atmósfera o de las galaxias espirales), dado que afecta principalmente a los
armónicos 1 y 2 (curva de resonancia): 3T = 2.400 años 2T = 1.592 “ T = 796 “
(genéricamente 800) T/2 = 398 “ ( “ 400) T/3 = 266 “ El armónico 3T de 2.400
años se acopla con el C-2.400, por lo que físicamente ha de evidenciarse por
encima del resto.
José Luis Pascual Blázquez
Sobre la “astrología precesional”
Veamos a continuación si hay posibilidad de relacionar este
ciclo astronómico, inductor potencial de resonancias terrestres con los ciclos
climáticos, tal como los conocemos hoy.
Los estudios de los climatólogos nos informan de las
siguientes secuencias climáticas sobre la Tierra (en tiempos geológicos
relativamente recientes):
-8.000 a -5.000: período boreal.
-5.000 a -3.000: período atlántico.
-3.000 a -500: período sub-boreal.
Entre -800 y -400 el clima se suavizó. Suele tomarse -500
como hipotético mojón temporal para el inicio de nuestro actual período
climático, el subatlántico. Durante los últimos 2.500 años ha habido en nuestro
planeta cierta continuidad climática, es decir, de los patrones de la
circulación general de la atmósfera. Por eso, los climatólogos sospechan que
nos encontramos ahora en el umbral de un nuevo período, dado que 2500 años,
aproximadamente, es un número adecuado para tratar con estos ciclos (véase la secuencia
anterior).
Ahora hemos de tener en cuenta que no todos los puntos del
Zodíaco tienen idéntico peso influencial, por lo que para el inicio del C-800 deberemos
seleccionar el o los de mayor criticidad; salta a la vista que 0º A y 0º G
resultan privilegiados en el círculo zodiacal desde el punto de vista físico,
como vemos en el caso de las mareas equinocciales y los trastornos
meteorológicos que vienen parejos al paso del Sol y de la Luna por ellos (no en
vano son los puntos de corte del Ecuador Celeste con la Eclíptica).
Veamos por tanto dónde recayeron las conjunciones
Júpiter-Saturno cercanas a los puntos equinocciales durante el período
subatlántico (entre -500 y nuestros días):
16-10- (-463): VqW 5º G (genéricamente -400). Inicio de
C-800 y 2400
21-5- (-7): VqW 19º L “0, inicio de nuestra Era.
5-10-392: VqW 12º G “400. Inicio de C-800
13-2- 789: VqW 15º L “800
8-11-1186: VqW 12º G “ 1.200. Inicio de C-800
2-5-1583: VqW 20º L “ 1.600
31-12-1980: VqW 9º G “ 2.000. Inicio de C-800 y 2400
José Luis Pascual Blázquez
Sobre la “astrología precesional”
Sobre el comienzo de
las “Eras precesionales” y sus divisiones
Cristoff atribuye por cuenta propia una duración a las eras
precesionales de 2.100 años. A esta arbitrariedad añade otra, la de poner el
origen de la “era Piscis” en el mismo lugar que empezamos a contar la Era
cristiana. Este inicio también es arbitrario, y se lo debemos a uno de los
computistas, el monje conocido como Dionisio el Exiguo, o el Menor, quien en el
año 532 comenzó a contar los años desde la Encarnación del Señor, “para así
hacer el fundamento de nuestra esperanza más conocido y la causa de la
redención del hombre más preclara”. A partir de entonces Dionisio empezó a
añadir las siglas a. D. (anno Domini) detrás de cada fecha, y con el tiempo fue
imitado hasta sustituir otras cronologías en uso por aquel entonces (como la
Era de los Mártires, el annus Diocletiani, etc.). La Historia de Beda el
Venerable siguió este plan, y al ser obra muy leída contribuyó a la aceptación
de la nueva cronología.
Pero ya hemos dicho que el inicio de la Era cristiana, que
Cristoff hace coincidir con el de la Era Piscis, es absolutamente arbitrario,
carece de fundamento astronómico. Es hora de que hablemos de los Reyes Magos,
cuya celebración el 6 de enero ha sido propuesta por muchos astrólogos como
“día de la Astrología”. Y no por otro motivo, sino por el de que los Evangelios
narran la búsqueda de esos discutidos personajes de un niño importante cuyo
nacimiento fue señalado “por una estrella”, es decir, por un stellium, por una
conjunción múltiple. Nada de precesión, nada de “eras”. Volvemos al abc de la
Astrología, el de la importancia de la conjunción, y, sobre todo, de las
conjunciones múltiples como jalones que marcan las épocas y el nacimiento de
sus personajes señeros.
José Luis Pascual Blázquez
Sobre la “astrología precesional”
Vayamos ahora con las subdivisiones de las eras
precesionales.
Cristoff las divide en doce partes-signos, y sigue
subdividiendo. Aquí se aplica la “propiedad holográfica” o “fractal” de un tema
astral. Si la primera, al subdividir se obtiene una imagen semejante, pero
menos nítida; si la segunda, “en la parte está el todo y viceversa”. Veamos los
números que le salen a Cristoff y comparemos tomando T = 21.000 años: Super-era
25.200 años
21.000 años
Era
2.100 “
1.750 “
Sub-era
175 “
145,8 “
Micro-era
14 años 7 meses
12 años 56 días
Mini-era
1 año 2 meses
1 año 5 días
Sin embargo, Cristoff tuvo a su alcance otra manera de
contemplar el desarrollo de las “eras”, la dinámica de los aspectos. Al fin y
al cabo, el Zodíaco parte de un origen (conjunción), tiene un punto opuesto
(oposición) y se divide en cuatro cuadrantes con dos cuadraturas. Posee cuatro
signos cardinales de cambio, cuatro signos fijos de estabilidad (sextiles y
trígonos) y cuatro signos mutables o dobles de preparación para el cambio.
Parece mentira, porque conociendo a André Barbault podría haber considerado lo
que éste expone repetidamente en sus obras:
q w1 e1 r1 t1 u1 i1 w1 p w2 i2 u2 t2 r2 e2 w2 q inicio
fase constructiva
deconstrucción
nueva
síntesis
involución
síntesis
antítesis
final e inicio
Y esto es lo que, sobre el fondo de las eras precesionales,
aplicó Suzanne Reiss para la interpretación histórica del desarrollo de
diversas religiones, aparte de la cristiana, como la budista o la musulmana. No
partiendo del punto cero precesional, totalmente hipotético, y del que se han
dado tantos inicios de la Era de Acuario como astrólogos trataron de ello, sino
del tiempo de nacimiento de los fundadores, Buda, Jesús o Mahoma, considerado
como crítico. No dividiendo en 12 partes iguales y proyectándoles el
significado simbólico (puramente conjetural y subjetivo) de cada signo del
Zodíaco, sino empleando la dinámica aspectal, que sí tiene fundamento físico.
Es decir, interpretando los tiempos correspondientes a sextiles y trígonos como
de viento a favor, y cuadraturas y oposición como tiempos de crisis (transformación,
cambio palpable); de crecimiento y expansión la primera cuadratura (y, en
general, toda la primera mitad del ciclo), y de involución y de preparación
para el ciclo siguiente la segunda.
Pero Reiss lo aplica a las grandes religiones troncales, y aquí
volvemos a las conjunciones climatéricas como inicio de nuevos tiempos
climatéricos.
Jesús de Nazareth nace con un stellium en Piscis (Júpiter,
Saturno y Urano) opuesto a Plutón en Virgo; y veamos el cielo de la huida de
Mahoma (año 622, que da lugar a la Hégira): de nuevo una acumulación de
planetas en Leo y Virgo, a los que se opone Júpiter desde Piscis. Y, si
analizamos, como hace Reiss, el ascenso actual del islamismo en el mundo
(grandes emigraciones de musulmanes hacia Europa, Asia, expansión en África y
Estados Unidos), volvemos a lo mismo: el índice cíclico mínimo del siglo XX
(los 5 lentos en Libra, Escorpión y Sagitario de 1982-83) y la triple
conjunción Saturno-Urano-Neptuno en Capricornio a la que se opuso Júpiter en
Cáncer.
José Luis Pascual Blázquez
Sobre la “astrología precesional”
El sistema de Reiss es correcto en cuanto que toma puntos
críticos como comienzo de un ciclo, y aplica la dinámica aspectal para
interpretar y predecir su desarrollo. Si algo se le puede objetar, es el período
elegido (2.100 años), basado en el mes precesional, aunque, como se acerca al T
= 2.400, obtiene resultados aproximados coherentes. Los precesionalistas puros
parten, en cambio de puntos absolutamente hipotéticos y arbitrarios
(equinoccios en 0º Tauro, 0º Aries, 0º Piscis sideral, unos puntos tan
caprichosos como las estrellas que componen estas constelaciones, y sin
significado físico, por tanto). De los citados, ninguno de ellos habla de
grandes conjunciones o stelliums, ni de puntos climatéricos, salvo Cristoff,
cuando aderezó su “astrología precesional” con las “superconjunciones” de
1982-83 (sin citar para nada el Índice Cíclico de Barbault e intentar
apoderarse él solo de todo el protagonismo de unas predicciones apocalípticas).
El veredicto de los hechos, es bien conocido.
José Luis Pascual Blázquez
Sobre la “astrología precesional”
A modo de epílogo
En todo caso, el esoterismo es la vía fácil del
conocimiento. Hay esotéricos en todas las materias, en política (aplicación de
teorías a lo social, que no se han comprobado), en religión y en ciencia,
medicina, etc. Esto es lo fácil y sencillo, y producto de mentes de nivel
suboficial o medio, donde no hay más que dejar rodar unas leyes no comprobadas
hasta su final (los médicos en una gran parte aplican la rutina de lo que han
descubierto los verdaderos médicos). Los indios en esto y sus teorías solamente
indican su incultura y falta de esfuerzo.
Efectivamente, hay individuos notables, como en cualquier
otro lugar, pero su tendencia al esoterismo es paralela a su vagancia en el
pensamiento, y lo único que se muestra es miseria y falta de trabajo intenso y
descubrimientos reales.
Es significativo que quienes relacionan la Historia con la
precesión provengan del campo esotérico y no directamente del astrológico,
porque ni siquiera en las numerosas obras existentes en las bibliotecas
españolas, que guardan el tesoro cultural traído por los árabes (procedente de
Egipto, la India y Bizancio), se encuentra una sola referencia al influjo
precesional. Ni Abumassar, ni Messahallah, ni Al-Kindi, ni Abenragel, ni Ibn
Ezra, ni tampoco Platón en el Timeo, y, por supuesto, Ptolomeo en el Tetrabiblos,
y muchos otros, hacen referencia alguna a la precesión, y menos aún a su
relación con los desarrollos de religiones, culturas e imperios. Y, por
supuesto, los autores europeos posteriores que bebieron de estas fuentes (como
los españoles Juan de Sevilla, Pedro Ciruelo, Esteban Casellas, Francisco
Navarro, Antonio Gonzalo Serrano, y un largo etc.).
Ahora bien, ¿ha podido llegar hasta los esotéricos actuales
alguna noticia de la gran importancia “oculta” de la precesión? Mucho nos
extrañaría, pero tampoco hay que descartarlo. Porque David Ulansey, en su obra
The origins of the Mithraic Mysteries. Cosmology and Salvation in the Ancient
World (1989), interpreta de un modo muy minucioso la conocida tauroctonía de
Mithra como un mapa celeste, y argumenta del mismo modo que un grupo de
“iniciados” en esos misterios pudo haber conocido el fenómeno de la precesión.
Con lo que el “dios” capaz de mover el eje del mundo como una peonza sería el
más poderoso, por lo cual lo habrían adorado en secreto en el riguroso secreto
de los mitreos primitivos: Reconstrucción moderna de la imagen clásica de
Mithra La hipótesis que quiero poner en marcha aquí es que la matanza del toro
representa de hecho el ecuador celestial, pero que lo hace como era cuando los
equinoccios tenían lugar en Tauro y Escorpio, no en Aries y Libra.
Para resumirlo brevemente, un grupo de intelectuales amantes
del estoicismo en Tarso [donde también nació San Pablo], la capital de Cilicia,
interesados en la tradición estoica concerniente a la astrología, la religión
astral y los ciclos astronómicos aprendidos del descubrimiento de Hiparco de la
precesión de los equinoccios, especularon sobre la existencia de una nueva
divinidad responsable de este nuevo fenómeno, una divinidad capaz de mover la
estructura del cosmos entero y, por tanto, de inmenso poder.
Al modo típico estoico, personificaron entonces este nuevo
ser cósmico en la forma de su propio dios nativo, Perseo, héroe tanto de Tarso
como de los cielos (debido a ser también una constelación). El hecho de que un
muy apropiado símbolo para la precesión sería la muerte de un toro (debido a
que la última constelación del equinoccio de primavera había sido, de acuerdo
con el descubrimiento de Hiparco, Tauro) fue combinado entonces con el hecho de
que la constelación de Perseo se halla justo encima de Tauro, produciendo la
imagen del toro que lo está matando el héroe desde esa posición. Esta imagen
significaba el tremendo poder del dios, que era capaz de finalizar la Era de
Tauro moviendo el universo entero de tal modo que el equinoccio de primavera
ocurriera fuera de la constelación de Tauro. La elección del símbolo de la
muerte de un toro para representar la precesión fue facilitada por el hecho de
emblema tradicional de la ciudad de Tarso, que dibujaba la matanza del toro.
Una vez se unió la imagen central de la matanza del toro, las otras
constelaciones que subyacían en el ecuador celeste cuando el equinoccio de
primavera se producía en Tauro se fueron añadiendo para mostrar que el dios
tenía un poder no sólo sobre la posición de los equinoccios, sino también sobre
la posición del ecuador por entero...
Así pues, que haya podido haber una corriente temprana y
subterránea de conocimiento continuado de la precesión entre los esotéricos, no
podemos descartarlo, pero también nos extrañaría mucho. Ahora bien, de aquí a
admitir y argumentar la existencia de una relación estrecha entre precesión e
Historia, media un abismo, y menos como una sucesión de etapas identificadas
con el simbolismo de los signos del Zodíaco. Por más que se empecinen sus
partidarios en asegurar que “a ellos les funciona”. A todos los creyentes les
funcionan sus creencias, por erráticas que éstas puedan ser.
José Luis Pascual Blázquez
Sobre la “astrología precesional”
Relacionar las Eras zodiacales con la constelación sobre la que se produce el punto vernal cada primavera es una invención reciente de algunos esotéricos, más acostumbrados al dogma, al liderazgo fanatizador y al adoctrinamiento sectario que a asentar sus investigaciones sobre lo que otros han hecho anteriormente, a contrastar sus teorías en los hechos y en las pruebas. He aquí a modo de ejemplo una perla de Max Heindel, respecto a lo que pretendemos desmitificar, la llamada “Astrología Precesional”: Cuando el Sol estaba en Tauro, el signo del “Toro” en el equinoccio vernal, los egipcios de la antigüedad adoraron el sagrado “Buey Apis” y sus sacerdotes llevaron el “Uraeus”, o símbolo de la serpiente, que corresponde a Escorpión, el signo de la serpiente opuesto a Tauro, para indicar la posesión de la sabiduría esotérica.
Cuando el Sol pasó a Aries por precesión, vino la idolatría al “pueblo elegido” y empezó éste a adorar al “Toro” o becerro de oro; abandonando, por consiguiente, “Egipto” y llevando su fe hacia el “cordero” o “carnero” que entonces fue sacrificado. Pero en armonía con el símbolo esotérico de Libra, la “balanza de la justicia” que es el opuesto de Aries, volverá otra vez como juez…
… Durante los 2.000 años que han transcurrido desde que el equinoccio entró dentro de la órbita de Piscis, los peces, los ritos religiosos requirieron que los hombres se ungieran a sí mismos con las “aguas de Piscis” a la puerta de la iglesia, siendo realizado el servicio por un sacerdote que se tocaba la cabeza con una prenda parecida a la “cabeza de un pez” y se les mandaba que se abstuvieran de comer carne en épocas determinadas, pidiéndoles que “comieran pescado en su lugar”. También se les enseñaba que “adorasen una virgen inmaculada por Virgo es el signo opuesto al de Piscis”…
Sobre la “astrología precesional”
Sobre la “astrología precesional”
Sobre la “astrología precesional”
Sobre la “astrología precesional”
Sobre la “astrología precesional”
Sobre la “astrología precesional”
apocalíptico! La elaboración de una teoría que predice la catástrofe mundial que se registrará en 1983. La superconjunción de los planetas en la que la actividad del Sol será excepcional y se producirán terremotos de proporciones devastadoras.” ¡Nada más y nada menos! Un verdadero maestro en la venta de humo. Dios los cría y ellos se juntan (autor y editor).
Sobre la “astrología precesional”
Sobre la “astrología precesional”
Sobre la “astrología precesional”
Sobre la “astrología precesional”
Sobre la “astrología precesional”
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