Enójase el autor con una dama, que el enamorarla fue causa de que hiciera versos
Por mujer que no pide apasionado,
a tus partes estuve muy rendido,
y viendo celebrabas lo entendido,
procuré de escribirse con cuidado.
Hálleme a tu discurso enamorado,
y para las disculpas de atrevido,
mi amor de codicioso, te ha metido
a Poeta; por ser más Licenciado.
Pidiérasme dinero, hermosa Anarda,
y no hacerme caer en tan perversos
delitos, que no hay forma que me cobre.
No he de verte en mi vida, guarda, guarda,
que pues eres la causa que haga versos,
sin pedirme ni darte me haces pobre.
Alberto Diez i Foncalda
Quéjase un galán de que lo ha olvidado su dama por otro
No he de vengarme, Lisi, de agraviado,
del golpe de mi gusto penetrante,
mejor acuerdo, en caso semejante,
es dejar el castigo de olvidado.
Mi sentimiento, aunque disimulado,
lo miraré contento de triunfarte,
que cuando fácil te verá tu amante,
se ha de mudar, y quedaré vengado.
Escarmiento seré de mi porfía
con tan cruel, y desdichada estrella,
pues que de amor me falta confianza.
O mal haya mil veces quien se fía
de mujer, aunque sea la más bella,
que tiene la firmeza en la mudanza.
Alberto Díez
Responde un enamorado a su dama, que le mandó que se ausentase, para probar su firmeza
Aunque pretendas, Nise, con rigores
probar de mi firmeza los quilates,
no tan cruel a mis amores trates,
mira que debes más a mis amores.
No tus afectos han do ser menores,
por más que los oprimas, los maltrates,
que no temen de ausencia los combates,
si, de tu olvido riesgos por mayores.
Y aunque sea costosa la experiencia,
que es la mayor de Amantes excelencia.
La pena me consuela, y me afianza,
que quien no se mudare con ausencia,
merece posesión de la esperanza.
Alberto Díez
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