A la muerte de Lope de Vega
¡Qué oscura pompa, que alto mausoleo
con fúnebre lamento España ordena,
si del que solemniza en tanta pena,
no ha llevado la muerte el gran trofeo?
Su canto escucho, sus canciones veo
en el campo, en la corte y en la escena;
¿qué parte alumbra el sol donde no suena
la dulce lira del Hispano Orfeo?
No murió al fin; que de la muerte impía
le alcanzaron sus versos inmortales
nueva exención por fénix sin segundo.
Mas a ocupar los coros celestiales
siguió de su instrumento la armonía,
que no cupo en los términos del mundo.
Duarte de Silva
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