KALIFORNIA
(Tim Metcalfe/Dominic Sena)
también me dijo
que nunca saliera de casa sin la cartera
por si me mataban
y había que identificar el cadáver
SAM SHEPARD
En el infierno hay sitio de sobra.
CORMAC McCARTHY
A Eva, por inspirarme esta ruta macabra.
Estas montañas de volcanes quebrados tienen memoria,
también dicen que aquí nunca llueve, y es verdad, la Luz,
gafas de sol Ray-Ban, bajadas las ventanillas, alacranes; también existe
una ruta del crimen en estas tierras cuarteadas, regadas con sangre,
abres el mapa y lo colocas sobre el salpicadero, carretera AL-3112,
enciendo la grabadora: «El novio humillado saca su Smith calibre 9
y le descerraja al amante de su novia tres disparos de mortal necesidad»,
se escucha el relajante siseo del cassette cuando dejo de hablar,
se observan girar sus dos carretes y continuamos la ruta homicida:
«Un niño de 7 años, un saco, el tísico le hace un corte en la axila
y bebe su sangre caliente y en su pecho se unta las entrañas del infante;
ocultan el cadáver con ramas y piedras», abandonamos el lugar derrapando
y en la radio suena música Tex-Mex, I live out yonder where the snakes
and scorpions run (*), pero esto no es Arizona, ni Texas ni California,
este es el desierto de Tabernas, una zona froteriza de volcanes,
como estar entre Nuevo México y la Luna, fotografías nuestro mar
con una cámara instantánea, parecemos Carrie y Brian, N-340A,
«Año 1931, un hombre asesina a otro en la puerta de su casa, huye
y se suicida: las alimañas devoran su cuerpo, le falta una pierna, un brazo»,
los paisajes pasan a nuestro alrededor, carreteras sin asfaltar,
«Al abrir la puerta el hedor, un charco de sangre en el suelo: un padre
ha envenenado a su hijo mezclando insecticida con la comida
y luego se ha cortado las venas de ambas muñecas»,
y para apagar la sed te invito a una cerveza helada en una gasolinera perdida,
la tentación de la carne de estos cuerpos corruptibles
y la vida eterna en estas piedras que desde la Creación nos vigilan,
el sol se pone, la Luz última hace emanar vapor de una montaña,
se obscurece e ilumina el coche y dibuja nuestras sombras:
«Aquí nunca llueve porque esta tierra ya rezuma ríos de sangre»,
y pulsas el botón de STOP: la putrefacción de la carne húmeda.
(*) ‘Ballad of Cable Hogue’ (Calexico).
Antonio Cruz Romero
Largo atardecer
Cuando escuches el trueno me recordarás
y tal vez pienses que amaba la tormenta.
A. Ajmátova
I
La tarde camina en dirección opuesta al invierno,
como deseando alcanzar la primavera;
quizá por un camino equivocado;
quizá solo el tiempo lo habrá de dilucidar.
Puede que ya todos estemos durmiendo.
II
¿Y por qué ahora esta Luz que me desangra?
Porque el Silencio es sepulcral, me susurras,
hecho añicos por las campanas
que anuncian sin disimulo nuestro propio funeral.
III
Casi al borde del anochecer,
en la hora violeta:
una larguísima lengua
de nubes lame la cúspide
de la sierra, y de ella
se desprenden copos invisibles;
tal vez lleguen a calar el polvo
de estos huesos bajo la hierba.
IV
Son cuchillas hirientes, las nubes,
al filo del frío anochecer
hundiéndose en los riscos:
el tiempo hiende otro día…
uno menos. Ya más cerca.
Antonio Cruz Romero
Todo está oscuro y miro la vida
con los ojos de la noche…
Antonio Cruz Romero
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