Diego Gómez de Figueredo

A la muerte de Lope de Vega

   Nunca la muerte en su fatal sentencia
a piedad se ostentó más reducida,
pues de este fénix raro la partida
antes lisonja ha sido que violencia.

   Mas si a su envidia dio su vida esencia,
y estorbo a más aplauso fue su vida,
hoy hace de esta estatua esclarecida
la fama asilo, si la envidia ausencia.

   Lisonjera la muerte así contemplo,
pues este bronce mudamente exclama
su envidia en humo, su renombre en templo.

   Dejando al mundo en esta insigne llama
con dolor inmortal más vivo ejemplo,
con muerta envidia más eterna fama.

Diego Gómez de Figueredo

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