Ofrenda
Jamás el cielo vio llegar piloto
al deseado puerto tan contento,
de las furiosas olas y del viento
la nave sin timón y el árbol roto.
Y tomando la tierra, tan devoto
correr al templo con piadoso intento,
y en él, por verse puesto en salvamento
colgar las ropas y cumplir el voto,
Cual yo escapé del mar del llanto mío,
pasada la borrasca de mi pena,
y en el puerto surgir del desengaño;
cuyo templo adorné de mi navío,
colgué mis esperanzas y cadena
por ser mi bien el fruto de mi daño.
Juan de Morales
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