Juan Martín Barceló​

Al fuerte que en empezó a fabricar en la playa de Valencia, año 1644 y no se prosiguió, quedándose en los cimientos sólo

   Este, que ves en medio de la Playa,
padrastro, que no bien llegó a cimiento,
de Piratas creyó ser escarmiento,
y aun la espuma del mar, no tiene a raya.

   Sus cristales sobre él, soberbio explaya
impelido del uno, y otro viento,
y mal seguro en su primer asiento,
a más ruina en sí, vemos se ensaya.

   Nada es, nada fue, y su infeliz hado
le miente en su temor, mal defendido
con verse en el olvido sepultado.

   Como si algo le hubiera permitido,
quien nada que perder le ha reservado,
negándole el consuelo de haber sido.

Juan Martín Barceló​




Soneto

   Una, dos, tres Estrellas, veinte, ciento,
mil, un millón, millares de millares,
¡Válgame Dios! ¡qué tengan mis pesares
su retrato en el alto firmamento!

   Tú, Norte, siempre fijo en un asiento,
a mi Fe será bien que te compares.
Tu, Bocina, con buenas circulares
siempre por un nivel, a mi Tormento.

   Las estrellas errante, son mis Dichas,
las fijas son, como los males míos,
los Luceros, los Ojos que yo adoro.

   Las Nubes, en efecto mi Desdichas,
pues lloviendo crecer hacen los Ríos,
como mi mal, las lágrimas que lloro.

Juan Martín Barceló​
















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