A San Isidro
Los campos de Madrid, Isidro santo,
agricultor labró, siendo ayudado
de Angélico favor, bien que enviado
del que al sabio Cherub le causa espanto.
En éxtasis suspenso admira el canto,
casi en nueva región, del coro alado,
surcos imprimen con el corvo arado
oficiosos los Ángeles en tanto.
¿Quién mereció tener tal compañía,
que hiciese el campo soberano cielo,
ni la gloria le diese tal tributo?
Isidro, que en la excelsa Monarquía
goza de sus trabajos y su celo,
sembrando aquí sus lágrimas, el fruto.
Nicolás Prado y Ribera
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