Consejo
Goza, bien mío, en tanto que en la vida
la fresca lozanía te acompaña,
que es flor la juventud que el tiempo daña
y no vuelve jamás una vez ida.
Mientras gozamos de la edad florida
en mil deleites el amor nos baña;
más tarde, ¡ay tristes! la vejez huraña
nos roba el fuego que en el alma anida.
El amor, como Dios, tiene su cielo;
olvida allí del corazón enojos
pues para gozar viniste al suelo.
Y si presa han de ser aquesos ojos
y el seno aquel de la vejez de hielo,
sean más bien de amor dulces despojos.
Eugenio Lillo
El poeta y el vulgo
Al altanero y encumbrado pino
díjole un día la rastrera grama:
-¿Por qué tan orgulloso alzas tu rama
cuando no alfombras como yo el camino?
Y él respondió: -Yo doy al peregrino
sombra, cuando su luz el sol derrama,
y cobijo las flores cuando brama
el ronco y desatado torbellino.
Así el vulgo al poeta gritó un día:
-¿Por qué miráis indiferente el suelo?
¿Qué hacéis? ¿Quién sois? - Y el bardo respondía:
-Soy más que tú porque tal vez recelo
que sólo de mi canto a la armonía
comprendes que hay un Dios y que hay un cielo.
Eugenio Lillo
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