Pasa con su verdor la primavera,
pasa el otoño, cual paso el estío...
¿y tú, ¡oh mujer!, con bárbaro desvío
me dejas el invierno por espera?
Si todo pasa y vuelve en la quimera
inconsciente y fatal de mi albedrío,
¿vendrás tú? No lo quiere el hado impío
pero amor es amor, la vida entera.
También tú pasas ante mí, y aun vivo
el olmo aquel a cuya sombra grata
premiaste un día mi ardoroso anhelo.
Jamás -el Tiempo en su corteza escribe-
y sus raíces no hollarán, ¡ingrata!,
la nube, el moho, el alquilón, o el hielo.
Manuel de Llano y Pessi
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