En la muerte de la Marquesa de Q.
   Cerró los ojos a la luz del día,		
abrió sus ojos a la luz del cielo;		
cubre su cuerpo de la muerte el velo,		
descorre su alma el velo a la alegría.		
   Llanto nos deja, pena y agonía;
virtud se lleva, dichas y consuelo;		
gracias, beldad, con ella pierde el suelo,		
y un ángel más al Hacedor envía.		
   Su dulce canto ya con mejor suerte		
sólo celebra a la divina Esencia.
¡Ah, juzgo oírte y me figuro verte;		
   y te he de oír, que dice mi creencia,		
se abre al nacer la puerta de la muerte,		
se abre al morir la puerta a la existencia.
Plácido Jove
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