"Lo cierto es que existieron dos Paititis. Uno, conocido como la cultura del Gran Paititi y que correspondería a la antigua etnia de los Musus, que fue anterior, contemporáneo y confederado al Tahuantinsuyu incaico. Estaba formado por muchas naciones selváticas —llamadas antis— y su fama llegó hasta el propio Cusco, Paraguay, Bolivia y la zona del Río de la Plata. Las Sierras de Parecis eran el centro neurálgico de este «imperio amazónico» y su poderoso gobernante era denominado con el título de Gran Paytiti. Con este fuerte «monarca» es con quien pactaron los incas, formando la confederación antes nombrada, que duró hasta la llegada de los españoles en el siglo XVI. El «otro Paititi» es el Paititi peruano, en donde habitaron y gobernaron los incas después de la invasión ibérica. Esta zona corresponde a la actual región de la meseta de Pantiacolla —y que en las crónicas de Garcilaso de la Vega aparece con el nombre hoy olvidado de Abisca o Ha bisca—. En esta zona, muy poco explorada aún hoy en día, los señores huidos del Cusco levantaron ciudadelas, tambos y fortificaciones para proteger la retaguardia de aquellos dignatarios incas que siguieron la ruta hacia el Paititi boliviano. A pesar de existir pruebas documentales que confirman lo antedicho, una larga tradición académica —hoy cuestionada— considera poco probable la penetración incaica en lo profundo de la selva, negando la existencia de culturas amazónicas desarrolladas, capaces de recibir y, eventualmente, absorber a los Señores vencidos del Cusco. Consideramos que este prejuicio no se condice con los datos testimoniales recogidos en crónicas, «noticias» e informes recopilados a lo largo de los siglos XVI y XVII por soldados, aventureros y misioneros; ni con los descubrimientos recientes practicados en territorios de Perú y Bolivia —puestos de avanzada de factura incaica y restos pertenecientes a la cultura de los Musus y Moxos. El Paititi fue real. Es real, existe; aunque no con las características mitológicas que tanto el mesianismo como el deseo desenfrenado de riquezas materiales le han otorgado a lo largo de los siglos. ¿Hay algo detrás de las montañas? Lo más probable es que así sea. Las futuras expediciones, seguramente, terminarán dándonos la razón."
Fernando Jorge Soto Roland
Tomada del libro La maldición de los exploradores de Lorenzo Fernández Bueno, página 255
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