A una dama imperiosa
   Has de saber que tuve una ocurrencia,		
Inés, y pues conozco tu cordura,		
de ella quisiera hacerte confidencia,		
a ver que te parece por ventura.		
   Te he de decir, hablándote en conciencia,
que es cosa que la tengo por segura...		
¿Qué te la diga ya? No; ten paciencia:		
ahora dicha sería prematura.		
   Sospecho que dirá cualquier bergante		
que del pico me voy. ¡Cuándo tan clara
mi conclusión está y tan a la vista!		
   Mas de calmar tu afán llegó el instante;		
en lo que a decir voy, Inés, repara:		
¿Verdad que soy un lindo sonetista?		
Jaime Sánchez Romeralo
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