"Barcelona tenía una cultura medieval muy del libro. Los condes de Barcelona, los reyes de Aragón, eran gente muy leída. Convocaban las cortes de la Gaya Ciencia, los certámenes de trovadores, y los poetas recitaban sus poetas y había unos premios. El antecedente de los premios literarios actuales es este. Entonces, el mundo medieval catalán es amante del libro: hay bibliotecas importantes, libreros en la Barcelona anterior a la imprenta… Cuando llega la imprenta, enseguida florecen los talleres de imprenta barceloneses. Se ponen a trabajar en las tres lenguas de entonces: el latín, el catalán y el castellano. Hacia 1550, estos talleres ya toman como primera lengua el castellano porque se dan cuenta de que tienen un mercado en toda España, más tarde en América, pero, entonces, en toda España y, además, en la Cataluña de entonces, las normas de censura están más relajadas que en Castilla, y los editores pueden trabajar con menos problemas. Esta capitalidad barcelonesa de la edición marca a la ciudad y marca a Cataluña hasta la actualidad. Barcelona siempre ha sido una ciudad de editores con mucho énfasis en el libro en castellano, además del libro en catalán, porque Barcelona produce libros para toda la hispánica."
Sergio Vila-Sanjuán
"Ha desembarcado en Barcelona a primera hora de la mañana del 22 de abril de 1960. Ve las Ramblas, como en un grabado romántico, esfumarse entre la niebla, y reflexiona que, a esa hora, en Mallorca, el sol ya debe de caer sobre el gallinero y los dos almendros que hay bajo la ventana de su cuarto. La urbe le parece gris; la gente, huidiza. Cuenta apenas con trescientas pesetas en el bolsillo.
Ha cogido el metro hasta la estación de Fontana, y a él, que viene de un lugar famoso por su calma, le choca la prisa de la gente: unos corren del andén al ascensor, otros se apresuran por las escaleras.
Se queda unos minutos esperando frente a la puerta cerrada del elevador junto a una señora rolliza con dos niños rubios, un cura que lee su breviario, otra mujer con un capazo lleno de hortalizas y un matrimonio mayor. Observa los personajes, memoriza sus trazos definitorios, como si tuviera que describirlos.
Camina hasta su primer domicilio en la ciudad. Es la casa de un crítico literario. Se llama Joan Triadú, y el joven mallorquín le escribió desde Palma lanzándole un SOS un mes antes. Llama a su puerta a las nueve y media de esta mañana, cargado con dos maletas. Su anfitrión le recibe vistiendo una bata clara."
Sergio Vila-Sanjuán
El joven Porcel
"La Corona de Aragón era trilingüe. Hay un momento importante, el Compromiso de Caspe, en 1412. Marca el cambio de dinastía de la Corona de Aragón: de lo que era la dinastía de los condes de Barcelona, muy arraigada, a la de los Trastámara, que era en parte castellana. A partir de ese momento, la nobleza catalana y los intelectuales de la corte empiezan a castellanizarse. El primero que lo hace es un aristócrata, Enrique de Villena, descendiente de los condes de Barcelona. Era un hombre próximo al nuevo rey, tenía influencia en las cortes literarias del momento, un peso en el mundo cultural. Escribe su primer libro en catalán pero luego se pasa al castellano porque entiende que los vientos están cambiando. A partir de ese momento son bastantes los nobles que se hacen bilingües. Por ejemplo, Francisco de Moner, que es un poeta que muere joven, un hombre torturado por sus amores, o el caso más importante, que es Boscán. Boscán es un cortesano, un ayo del duque de Alba, un ciudadano honrado de Barcelona que hace toda su obra en castellano."
Sergio Vila-Sanjuán
“La Historia no es una operación aritmética de dos por dos.”
Sergio Vila-Sanjuán
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