Andrés de las Roelas

Caí en una gravísima y muy prolija enfermedad al fin del año pasado de 1577 por el mes de octubre de la cual después de catorce sangrías y todas las demás diligencias que humanamente los médicos pudieron y supieron hacer, por más cierta se tenía mi muerte que la esperanza de mi vida… rogaba y suplicaba cada día en este tiempo largo de mi enfermedad (que duró hasta víspera de Pascua Florida de este año de setenta y ocho) a los dichos Santos Mártires fuesen intercesores a Dios Nuestro Señor me diese salud, para que con ella y su favor pudiese yo remediar necesidades de tantos. Y por cinco veces, en distintas y diferentes noches, sin ver persona ni visión alguna, pareció que me decían: Salte al campo y tendrás salud. Después de esto y desde la víspera de Pascua de Flores, me sucedieron muchas veces en días interpolados y continuos, visiones las cuales, para descargo y seguridad de mi conciencia, secretamente comuniqué con personas doctas y de buena conciencia, y también por evitar otros inconvenientes, temiendo por mis deméritos no fuese ilusiones del demonio.

—Por vuestra vida Señor, pues sois sacerdote, vais al prelado a quien esté en su lugar y le digáis que aquel sepulcro que se halló en San Pedro y huesos de los santos, que los tengan en mucha veneración porque vendrán a esta ciudad muchos trabajos y enfermedades y mediante ellos serán libres.

Vide un hombre vestido de una ropa blanca larga a manera de la de los comendadores: el rostro no le pude ver ni en las demás noches que después volvió a mi aposento y asentose en una silla frontero de mi cama y dixome: —¿Por qué no habéis querido hacer lo que os encomendaron aquellos cinco caballeros? Porque tiempo ha de venir que ha de hacer Dios misericordia con este Pueblo, por intercesión de los huesos de estos mártires, porque han de suceder graves enfermedades y pestes y sobre las mujeres flujos de sangre.

Entonces dio como una palmada y dixo, ahora haced lo que os tengo dicho y no os descuidéis, y fuese sin decir más palabra y quedó en el aposento un olor suavísimo que duró todo ese día, tal como el del Sábado Santo.

Tú me conjuraste la última vez que vine aquí y no te dije quién era por tu inobediencia. Yo te juro por Jesucristo Crucificado que soy Rafael Ángel a quien tiene Dios puesto por guarda de esta Ciudad.

Y dile que, en el tiempo de esta peste, el obispo Pascual hizo mi imagen y la bendijo con mucha solemnidad y la puso en lo supremo de la torre, de tal arte que anduviese siempre mi rostro contra los aires inficionados en peste y otras tempestades. Y así Dios ha sido servido por esta causa haber hecho mucha merced a esta ciudad. Y esto hizo el obispo a imitación de mi imagen que está en Roma, la cual fue puesta en otra peste.

«Juro in verbo sacerdotis es verdad. Y lo firmo de mi nombre. Andrés de las Roelas».

Andrés de las Roelas o el padre Roelas
Apariciones que tuvo el venerable presbítero Andrés de las Roelas en razón del sepulcro de los Santos Mártires que se halló en la parroquia de San Pedro de la ciudad de Córdoba, año de 1575. Escritas por el venerable presbítero Juan del Pino, por cuyo original (manifestado por los señores beneficiados) está sacada fielmente esta copia
Tomada del libro Territorios talismán de Jesús Callejo, página 310












































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