Loredana Volpe

ix. plomo

del plomo se dice que es el peor de los metales.
según los tratados alquímicos, puede conducir a la locura.

la locura son las noches.
la contaminación del metal en la mente:
«temo que lo que soy
me destruya».

hasta Isaac Newton, después de estudiar a Philalethes,
en sus intentos por convertir los metales en oro,
se expuso a los vapores venenosos
en busca de la salvación.

eso de recurrir a la salvación
parece perseguirnos:
la tierra negra se calienta hasta destruir la naturaleza antigua.
tú entenderás este deseo inherente.

cuando una vida ha sido agostada,
una tierra —y quienes la habitan—
condenada a la aniquilación,
te preguntas, vivo como estás,
cómo puedes seguir respirando,
moviéndote con el peso del plomo
tirando contra el suelo,
despeñado, en picada
hacia el fondo.

y desde allí, cómo volverás a mirar
las estrellas con los ojos limpios.
qué harás con toda esa densidad
que te impide siquiera
abrir un palmo la ventana,
buscar la luz.

Loredana Volpe




viii.

soy un contenedor
y todo lo que recibo
erosiona el fondo.
en esta condición de triángulo invertido,
vaso que somos
dejo entrar la miseria la ira
el abandono,
como en una procesión furiosa de ánimas,
encierro el mal
y la deshonra.

hoy mi bondad se apaga.

no hay nada más para llenar este abismo de los cinco sentidos,
del que nos habla Blake,
solo partes de mí que balbucean
en una lengua prestada,
en otra que me abandona,
en miles de lenguas que aún no conozco.

no sé qué hay en esta habitación
que me enferma de esta manera:
«no hay familia
no hay nada»,
la locura negra repite,
te enfrenta, bate las alas,
responde.

salgo de aquí para no verme
en comunión atroz con las caras y las cosas.

expulsarme.
desaparecer.
la libertad absoluta.

Loredana Volpe





xiv. definición del terror

tanto ruido
bocinas infrarrojo
tráfico de sol como la muerte
altavoces ruido sin sustancia
ruido donde antes solo las olas
ruido de fondo en el sueño
de una calle en el centro de un barrio
gritos latas borrachos
acumulándose en las entradas
como calaveras testigos de la noche.

ruido escarbando cobre metal hirviendo:
no hay cántico donde anide ya la esperanza.

ruido ser la pérdida fuegos con cabeza de dragón
bailando el cielo artilugio olor a pólvora
ruido denso entre las sienes ruido.

una puerta se cierra con estrépito,
una ventana invoca el ruido de choque
de aquella casa, la casa del padre
que no está en casa dónde está,
la música imposible a todas horas,
la mente siempre despierta, los párpados
enganchados hacia cada hemisferio,
ruido esperando el susurro de la puerta,
el agua corriendo,
han encontrado la llave, te han encontrado,
ruido se esconde en la ducha,
se envuelve en la cortina, el latido en los oídos.

vuelve el ruido de contenedores
ruido en la calle los violines
ruido hollín entre los árboles
las puntas de las hojas quemadas
las familias aplauden.
de este ruido tengo algo de silencio para guardarme,
escapando así de otros ruidos.

Loredana Volpe













No hay comentarios: