Anselm Pi Rambla

"Sí, encontramos las evidencias del túnel que une el Qoricancha con Sacsayhuamán en las excavaciones...
tenemos muchos informes, tanto de los cronistas del siglo XVI como pruebas de documentos e informes de los dominicos actuales, que avalan que el tesoro está en los laberintos de Sacsayhuamán."

Anselm Pi Rambla
Tomada del libro El colegio invisible de Lorenzo Fernández Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio y Josep Guijarro Triadó, página 111

José Pulido

Ítaca

Cargué el carrito del súper
con leche, pan, carne,
verduras y fruta.

Busqué algo dulce
entre los estantes vacíos.

Algunos productos tenían etiquetas:
alto en sodio,
azúcares,
grasas saturadas,
nocivo para la salud.

Así ha sido siempre:
caminar a través de pasillos mal iluminados,
llegar hasta la caja,
revisarme los bolsillos,
y darme cuenta
de que no llevo suficiente para pagar.

José Pulido



Principio de Arquímides

Una vez me contaste
que había un pelícano
debajo de una palmera
moribundo.

Pasaron unos días
y el animal seguía vivo,
tenía la boca llena de gusanos
y en un acto de conmiseración
trataste de romperle el cuello.
pero la fisonomía de los pelícanos
no permite que se les rompa el cuello.
Luego trataste de ahogarlo en la playa,
pero,
los pelícanos, como sabía Arquímedes,
si se encuentran parcial o
totalmente sumergidos,
experimentando una fuerza ascendente
igual al peso del fluido desalojado, flotan.

¿Cómo se mata entonces a un pelícano
que no es un pelícano
sino un barco vacío por dentro?

José Pulido




Robin Hood

Pasé mi infancia
pegado a la televisión
comiendo sopa de fideos.
Ningún libro era mejor.

Cuando llegaba a casa
de la escuela
veía con mi primo Mary Poppins
y luego Robin Hood.

A veces, todavía quiero ser
limpiador de chimeneas:
un zorro rojo que atine una flecha
en el blanco.

José Pulido




VHS

este pudo ser el inicio de nuestra película:
otra forma de mirar. la cinta que está. los ojos que han.
tiempo: lo visto que han: expectantes.

la cinta de nylon que está contando.
las bobinas que son: lo nuestro es corvo.
play. lo que no se lee en. las figuras menos nítidas.
el ruido de la imagen. tracking. lo que se deshace
ante nuestros ojos.

las ventanas del cassette. eso que se mira a través de.
lo que golpea es polvo. la memoria impresa en los cuerpos.
los desechos.
el polvo que golpean el río y los desechos.

de esa otra forma de rebobinar la cinta
se edifica lo (no) aprendido.

José Pulido













Daniela Stucan

LA CAÍDA

Me caí, lo viste
Frené de golpe y caí
como cajas apiladas
El destino rebotó
como un baldazo de agua
Cuando caí, lo vi todo
al ras
al unísono
desde abajo
Caí de lleno,
con la destreza
de los duraznos
Y ahora que sangro
veo que el río siempre
estuvo en mí.

Daniela Stucan



LA VIDA DE LOS PÁJAROS

Soy la rama del árbol
la lluvia breve
que enhebra hojas
contra el viento
Soy el ave que se lleva
la rama
hasta su nido
y lo construye
Soy el nido
y su vacío
El pájaro que nace
sobre el árbol y espera
Soy el vuelo nuevo
transparente
La efervescencia
de la primera vez
que volamos
el pájaro y yo.

Daniela Stucan




UN PERFUME

Estaba rodeada
de letras y juncos
como caballos
galopando en espiral
hacia los bares
contra el viento
de acordes franceses
Fumaba
el arte abstracto
de una botella
y un perfume de jerez
transformado en luz
Buscaba
despertar y ser
flotando en la espuma
de los cuentos de hadas
Sola yacía
en madrugadas ciegas
Un afluente, un vestido
en descomposición
Era un pez en un vaso
que al fin contuvo
la respiración
para saltar al océano.

Daniela Stucan










Patricia Figuero

I.

Nadie quiere quedarse sola en mitad del salón, nadie quiere mirar su propia cara en el espejo y sentir miedo y espesura, los dientes que rechinan haciendo huecos inmensos dentro del cuerpo. Nadie quiere que llegue la noche cuando hace tanto viento y cuando el sabor de los crisantemos está incendiando todas las casas vacías. Lo decían las abuelas: no aceptes caramelos de ningún desconocido, pero era demasiado pronto para saber que desconocidos son todos, que un desconocido está dentro de tu casa desde el día que naciste, que tiene el nombre de tu madre o los mismos ojos que tu padre, cómo saber cuándo sacar la espina, tú que ni siquiera te reconoces cuando haces ese gesto despreocupado con la boca ahora los gestos tienen medidas y directrices y norte y sur, antes, cuando eras pequeña los gestos eran las manos que llenaban la boca de pan, los pasos de baile rompiéndose encima de la cama, eran los saltos cerca del río, era un puente que desbrozaba veranos, antes las palabras no mentían y el idioma era un corro de aves encaramado al sol, antes había un lenguaje que hacía las veces de montaña y que trazaba surcos alrededor de tu almohada, soñar mañana, que los brotes retumben cerca del mar, que tu sexo se abra como un abrazo y un aullido venga desde el otro lado del mundo a ofrecer raíz y un sustento que se parece al campo, a un pueblo pequeño y empedrado que tiene una calle, solo una calle para que sepas regresar a casa cuando anochece. Lo decían las abuelas: tened cuidado cuando volváis tarde, y se quedaban junto a la ventana con la luz encendida y se tejían entre los dedos margaritas y guardaban crisálidas dentro de los bolsillos de su bata roída. Pero tú no veías las migas de pan y a veces en mitad del cielo negro alguien te agarraba del cuello para hacerte callar las piernas, pregúntale al que dijo ser dueño si depositó tu cuerpo con delicadeza encima del pasto, pregúntales a tus vecinos si cuando se escuchan costillas y un cristal está a punto de cegar el sol es posible seguir durmiendo como si nada, como si todavía tuviéramos tiempo para encaramarnos a las piernas de nuestras madres y pedir un poco de leche, por favor, mamá no me dejes sola, por favor, ayúdame a levantarme de la brutalidad de este paisaje, ayúdame a tener calor cerca de los invernaderos.

Patricia Figuero




V.

Si tuviera que explicar cómo es mi hogar, señalaría tu pecho, madre, me despertaría en mitad de los charcos y con mi voz más descalza diría: yo soy la hija de Tina, soy la que no ha visto los campos de algodón ni las higueras guardadas bajo el estiércol, si tuviera que habitar tu misma infancia, madre, agarraría tu mano rota y te besaría despacio los ojos con todo el amor que tengo, para apartarlos de las ortigas y teñir su vuelo de crines doradas, después, anudaría mi vestido al tuyo y bajaríamos corriendo hasta el pueblo para alumbrar juntas el ramaje de las iglesias. Dejad que vaya a la escuela, sería mi advertencia, dejad que baile con los zapatos limpios llenos de heridas, que sus vértebras no carguen la sequía de las mulas. Madre, resiste. Te juro que ya no siento vergüenza de tu hambre, te juro que ya no voy a silenciar tus manos, ésas que creí frías y brutas porque limpiaban las casas de los ricos y no sabían sostener el lápiz, ya no voy a tapar el canto de una choza anudado a cada letra que pronuncias. Madre, resiste, que tu cuerpo siga cobijando amapolas y bordeando mis dientes de leche, que el pasto de tu orfandad siga tejiendo la azada, que tu abrazo sea el paraje donde nos recordemos vivas. Lo siento, madre, cómo pude olvidar que guardas en tu piel la sabiduría del barro, cómo pude escupir sobre tus ramas o en la memoria de tu trenza. Lo siento, madre. Si tuviera que habitar tu misma infancia te acompañaría al pedregal, y nuestro jornal traería el arrullo de un cazo en la lumbre, tendríamos cinco, seis, siete años y después de azuzar los montes treparíamos a los tejados de paja para contemplar la luna, hebra a hebra, yo tendría miedo porque vengo del asfalto y los sonidos de la noche me tapan la boca. Pero tú no, madre, tú nunca temiste la arcilla ni el grito en el cuenco nunca ocultaste la cicatriz del pobre ni la cavidad que se abre en los estómagos vacíos, tú atravesabas la linde radiante como un arcángel y metías tu cuerpo en el arrollo como quien vuelve incesantemente al vientre de la madre, tú defendías tu sangre de arado golpeando a los hombres con tu fe de hoguera. Me pregunto cómo pude sentir vergüenza de ti alguna vez, de tus cuadernos manchados de sombras que querían nacer letras, de tu desarraigo y tu ansia. Madre, perdóname, nunca más voy a borrar tu vestido cosido a la luz de un quinqué, nunca más voy a encerrar tu colcha de encaje bajo mi cuarto ni a vaciar plomo en tu taza. Si pudiera habitar tu misma infancia te construiría un trono de madera en lo alto de un riachuelo, te cargaría en brazos hasta allí y te sentaría delicadamente sobre las aguas. Después, en un juego de niñas, me arrodillaría frente a ti y con mi voz más descalza te suplicaría: déjame ser tu hija, déjame nacer de tu cuerpo y beber tu leche alguna vez. Déjame alzar tu nombre y llevar tu orgullo en un cesto de mimbre sobre mi cabeza.

Patricia Figuero




X.

Me hablaron del hijo que engendraría, de la hija que iba a amamantar y del poso que anida ferozmente en la vid, pero yo era tan solo una niña, insistieron con terquedad en la raíz dorada que como sedal laceraría mi útero, insistieron en el cauce de jazmines derramados sobre el cuenco espeso y mudo de la noche, pero yo era tan solo una niña, querían el cuarto desnutrido los cebos rugosos alrededor de mis articulaciones mi vagina lustrosa precipitándose, ellos hablaban y hablaban mientras mis tejidos todavía incompletos intuían la gélida danza de mi hijo no nacido, mientras en las canciones de mi infancia acunaba a mi hija sin rostro, la que nunca vería revolcarse entre el claroscuro de la orilla, quise hablarles de los caballos salvajes que oía galopar dentro de mi vientre, oscuras criaturas atravesando las vastas estepas de Mongolia ondeando las praderas de China y las llanuras meridionales de Islandia, pero yo era tan solo una niña, había miles de caballos salvajes los escuchaba rajar mi piel durante el almuerzo abrir mi cuerpo en grandes estrías rojas, tan rojas como la locura, quise contarles que con sus fuertes patas los caballos trazaban una ruta secreta en mi abdomen el estuario donde las aves comerían tranquilas junto a los manglares el suelo invisible donde yo apoyaría mis pasos en la renuncia, quise contarles que no deseaba ser madre, a pesar de esa raíz dorada que me ata las pupilas a pesar del pulso derramado a la entrada de mi casa, quise contarles que era yo quien cabalgaba la niebla con el lomo hambriento del domador, pero ellos insistían en la brida y alzar los diques frente al cristal, ellos todavía no entienden que hay posibilidades que se tornan vacío, vacío blanco y fértil donde el sonámbulo no teme caminar con los ojos cerrados ni guardar equilibrio en el túnel.

(…)

No quiero ser madre
hijo, hija, no vengáis
aquí no hay sitio para recogeros
no reconozco vuestros pómulos ni comprendo vuestro silencio magullado
tendría tu misma cara, insisten ellos, pero yo sólo alcanzo a tocar la raigambre de las estrellas muertas,
la incógnita sobre mis ojos

ya lo he dicho
parimos el desorden y el altar
pero era tan solo una niña.

(…)

Hoy busco un lugar seguro donde quemar todas las canciones de cuna
y mi matriz se llena de lumbre
para dar calor a los gusanos del mundo.

(…)

Hace mucho que los niños callan

Patricia Figuero




XVI.

También es violencia la sal que arrojan sobre la materia viva, que con la bota pisen mi cuello en jornadas de diez horas o el plagio detrás de mi almohada, por las noches una montaña de hormigón se me instala dentro de las piernas y secuestra mi juventud mientras ellos embaucan mis ojos con una letanía de árboles recién podados, siempre tuve frío siempre intuí la táctica del prestidigitador detrás del despacho pero eso no basta para descifrar toda la pólvora que como tormenta encuentra la ropa recién tendida al sol, no basta para predecir el crujido previo al secuestro, el otro día intenté abandonar el colapso a tientas encender la luz bajo el agua, intenté restaurar los contornos de mis brazos y recogí con la carne nómada la flecha que apunta afuera, a ese afuera que ellos no pueden expoliar, allí donde no es esclava mi lengua ni el ruido de mis pies danzando sobre la serpiente, en esa negrura que como limosna prestada nos arrojan, sobre la mesa hay un alimento que creen bastardo y rancio que no ofrecerían al perro guardián ni al verdugo que bebe el petróleo, sin embargo yo lo acojo en mi intemperie, con devoción lo mastico y así me exorcizo de sus células y caliento mis nudillos sobre la uralita, así me alzo con el puño en alto al tañido de sus dentaduras doradas, escuchadme bien, de ese cálido sudor vengo de ese estremecimiento al final del día y no olvido que también es violencia la cesárea que me practican mientras duermo, violencia cuando con su boca ebria intentan vaciar las líneas de mis manos agriar la tez, no olvido que las bolsas siguen vacías que de nada sirve anestesiar la escasez ni mostrar mesura en mi protesta, hace años soñé que prendía fuego a sus casas, soñé que apaleaba sus televisores con un cuchillo entre los dientes, soñé que los depredadores colgaban de los edificios grises como mantas sucias que una anciana hubiera puesto a secar justo antes de su entierro, ahora voy bajando por el puente con la frente henchida para palpar con mis manos el fuego, cuando llegue la noche sonreiré y masticaré vuestra sal con la misma insistencia que las madres de los ahogados recuerdan el sonido de las olas, antes de cerrar los ojos recordad la llama y mi fe implacable, recordad que autodefensa también es devorar vuestras camisas limpias, que no quede impune lo torturado así me acuséis de inmisericorde cuando vea vuestras alcobas arder y no grite, así nombréis ofensa mis delgadas rodillas manchadas de ceniza.

Patricia Figuero











Michael Krüger

Horóscopo

El consejo astrológico se ha retirado
detrás de las nubes. Por sus frágiles bordes
se aprecia cómo se está maniobrando mi vida.
Amor, salud, perspectivas laborales
entre medio el pequeño avión «si»
que vuela de estrella a estrella
descargando las noticias importantes.
Después de días el mensaje aliviante:
o el hombre no se ha encontrado aún
o se ha perdido para siempre.
Este soy yo, aquí, justo bajo los astros.

Michael Krüger

Michael Krüger

Caminar

Nos hemos
inmiscuido
en la vida cerrada,
sólo las manos
se evaden.
Una cañada
bajo el alero
mantiene secas nuestras
voces. Perpetua-
mente caminar así
como si la muerte
no estuviera en el zapato.

Michael Krüger





Horóscopo

El consejo astrológico se ha retirado
detrás de las nubes. Por sus frágiles bordes
se aprecia cómo se está maniobrando mi vida.
Amor, salud, perspectivas laborales
entre medio el pequeño avión «si»
que vuela de estrella a estrella
descargando las noticias importantes.
Después de días el mensaje aliviante:
o el hombre no se ha encontrado aún
o se ha perdido para siempre.
Este soy yo, aquí, justo bajo los astros.

Michael Krüger




Pronóstico del tiempo

En algún momento la nieve
se derretirá en el deshielo
y será un torrente
que aclara los ríos oscuros
en su custodiado camino
hacia el mar. En algún momento
se alzarán las nubes
y habilitarán el escenario
para los rogantes ojos.
En algún momento
estaremos otra vez sentados al aire libre
en mesas recién barnizadas
leyendo los libros
que invernaban.
Pues, ven pronto
porque según lo que parece
en algún momento volverá
a nevar.

Michael Krüger




Sobre la sombra

Supe de buenas y de malas sombras,
de las sombras vacantes de los sueños, donde teólogos
disputan la manzana de discordia, de la sombra
que los peces arrojan y las moscas raudas.
Mi abuelo las mezclaba con la siembra
para que de ahí creciera algo, algo era gratuito,
y ya no se desprende la espiga de la paja.
Y alguna vez miré la sombra de las aves,
que cuelga de las piedras cual el algodón de la planta.
Desde hoy lanza mi sueño también una sombra,
al siempre oscuro devenir del mundo.

Michael Krüger





Variación de verano

El verano imparte una lección
sobre la muerte, y todo atiende lo que dice.
Un hombre anciano está junto a la fuente
y bebe, de la mano a la boca,
en paz consigo mismo. La carga insoportable
de encontrar un idioma suficiente.
Pasa un niño corriendo, la rodilla está herida.
Guarda silencio. No quiere herir la calma.

Michael Krüger





















Javier Martínez-Pinna

Además de en Jerusalén, los estudiosos de la reliquia han centrado su atención en otro enclave sagrado para el judaísmo, el monte Nebo, identificado en numerosas ocasiones como el lugar en donde fue enterrado el legendario Moisés. Según se contaba en el Libro de los Macabeos, el profeta Jeremías había escondido el arca en este lugar, antes de la destrucción del Templo. Allí se dirigió un tal Frederick Futterer, para reconocer este monte y su vecino, el Pisgá. Los resultados de su investigación fueron a primera vista asombrosos, ya que logró descubrir un pasadizo secreto en el Nebo, bloqueado por un muro que no pudieron atravesar, en el que había una inscripción que decía lo siguiente: «Aquí dentro está, el arca de oro de la alianza».

El final de la búsqueda parecía haber llegado a su fin, pero no fue así. Cuando se le pidieron más explicaciones, y que revelase el lugar exacto en donde se produjo el hallazgo, Futterer optó por un sospechoso silencio. Nunca dijo dónde estaba el pasadizo, ni siquiera quién fue el experto que le tradujo la inscripción, negándose en vida a volver al lugar de los hechos. Esta historia fue cayendo en el olvido, pero medio siglo más tarde fue rescatada por Tom Crotser, un individuo al que no podemos considerar ni iluminado ni vidente, sino un auténtico jeta que llegó al monte dispuesto a protagonizar una de las acciones más vergonzantes en esta larga aventura que fue la búsqueda del arca.

En el currículum de este tipo figuraban unos descubrimientos que solo existían en su imaginación: el de la Torre de Babel, el arca de Noé y la Ciudad de Adán, y con estos antecedentes se presentó en el monte con un croquis realizado por Futterer en donde se mostraba el acceso al pasadizo. Después de varias jornadas investigando en sus escarpadas y desérticas laderas, él y su equipo decidieron desistir y marcharon al Pisgá, donde felizmente localizaron el tortuoso pasadizo. El 31 de octubre de 1981, el mismo año que en los cines de medio mundo se estrenaba En busca del arca perdida, lograron penetrar en el interior de la montaña, profundizando unos seiscientos pies hasta llegar a una cripta excavada en la roca que albergaba un cofre rectangular de oro en donde estaría cobijada el arca de la alianza. Con la certeza de haber resuelto el enigma, Tom Crotser decidió no mover la pieza, pero en cambio tomó una serie de fotografías como prueba de su hallazgo. De vuelta a casa, anunció a bombo y platillo por toda Norteamérica esta impactante noticia, pero cuando se le pidió que mostrase las fotos reveló una nueva información que dejó a todos boquiabiertos. Al parecer, Dios le había ordenado no enseñar a nadie las fotos hasta que el Tercer Templo fuese reconstruido, y por eso decidió guardarlas y solo mostrarlas a unos pocos elegidos, la mayor parte de ellos videntes, hechiceros y pitonisos, hasta que finalmente, en 1982, un arqueólogo llamado Horn, después de varias horas estudiando las imágenes, afirmó haber visto una caja realizada no de oro, sino de latón, estampada con un dibujo de rombos hechos claramente con maquinaria moderna. Y lo más revelador, en la esquina superior de la caja observó que sobresalía un clavo actual.

Javier Martínez-Pinna
Tomada del libro El colegio invisible de Lorenzo Fernández Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio y Josep Guijarro Triadó, página 88













Pedro María Fernández

"Ahnenerbe no nació de la nada, sino que basó su estructura y la mayoría de sus ideas en una organización conocida como la Sociedad Thule. Este grupo, que estuvo operativo desde la primera década del siglo XX hasta la creación de la Ahnenerbe, destacó porque contaba con un líder que se autodenominaba el precursor del anticristo. Un joven Adolf Hitler pasaría a formar parte de esta organización una tarde de 1922. Para entrar se debía facilitar una fotografía que el gran maestre examinaba para descubrir en los rasgos antropométricos huellas de sangre extranjera. Asimismo, tenían que jurar pureza de sangre hasta la tercera generación."

Pedro María Fernández
Tomada del libro El colegio invisible de Lorenzo Fernández Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio y Josep Guijarro Triadó, página 84




"Los objetivos de este colectivo (la Ahnenerbe) eran «fundamentalmente tres: investigar el alcance territorial y el espíritu de la raza germánica, rescatar y restituir las tradiciones alemanas, y difundir la cultura tradicional alemana entre la población."

Pedro María Fernández
Tomada del libro El colegio invisible de Lorenzo Fernández Bueno;Laura Falcó Lara;Jesús Ortega Rubio y Josep Guijarro Triadó, página 84

Carlos Delgado

"Entre el material extraído se han hallado además multitud de objetos, como estatuas de diferentes tamaños —jabalíes y otros cuadrúpedos sin identificar, e incluso una figura humana con un poderoso falo erecto—, infinidad de herramientas de sílex y una buena provisión de botones líticos, quién sabe si procedentes de antiguas prendas ceremoniales. Pero el testimonio más abundante lo compone la extraordinaria cantidad de huesos de animales salvajes encontrada. Según los arqueólogos, hay más fósiles en un metro cuadrado de Göbekli Tepe que en el conjunto de muchos otros yacimientos. La especie más frecuente es la gacela, aunque también hay uros, onagros, jabalíes, ciervos o aves. Los huesos aparecen machacados y con el tuétano extraído, lo que indica que son restos de comidas e identifica a los comensales como un pueblo de cazadores-recolectores. A pesar de que tal abundancia de restos de presas es señal inequívoca de una presencia humana masiva, hasta ahora no se ha localizado tumba alguna, ni tampoco asentamientos permanentes. Esta circunstancia ha llevado al profesor Schmidt a la convicción de que los pilares representan a deidades prehistóricas y de que Göbekli Tepe fue un lugar de peregrinación espiritual: el primer santuario construido por la humanidad (…). Costará décadas dar respuesta a todos los interrogantes que el sitio plantea."

Carlos Delgado
Göbekli Tepe. Las piedras que lo cambian todo

Harry Harlow

"El hombre no solo puede vivir de leche. El amor es una emoción que no necesita ser administrada mediante una botella o una cuchara,"

Harry Harlow
Tomada del libro Compórtate de Robert M. Sapolsky, página 230