Aza Goudriaan

"El [Footius] es un ejemplo de una forma de pensar que conecta toda la vida y toda realidad con Dios, y ve el gobierno de Dios. Uno que ha intentado conectar la teología con diferentes ciencias y así relacionar toda la vida con servir a Dios."

Aza Goudriaan
 
 
 
"En la Biblia, pero también en otros campos que arrojan luz sobre Dios y sus obras. Voetius es aquel que ha intentado de una manera teórica y práctica considerar toda la vida y la realidad y vivir como dependiente de Dios y guiado por él. El teólogo del siglo XIX y ex primer ministro Abraham Kuyper lo llamó "el más grande boaster divino en el que los Países Bajos Reformados pueden presumir"."
 
Aza Goudriaan

Jeffrey Whittam

"Esta es una historia de África. El viaje de una mujer pionera hacia el norte fue simplemente el comienzo."
 
Jeffrey Whittam

Yoweri Museveni

 "África es rica en recursos naturales; el problema es que no se utilizan de manera óptima."

Yoweri Museveni

Esteban Cristóbal

“La muerte no es final; simplemente abandonamos nuestra forma física y entramos en el reino del espíritu, que es nuestro verdadero hogar. Volvemos a casa.”

Esteban Cristóbal




























Betty Bethards

"La vida es eterna... La muerte no es más que una transición inevitable que el alma lleva a cabo al dejar el cuerpo físico. Es un estado más libre, que no limita al alma al tiempo y al espacio."

Betty Bethards

Holger Kalweit

“Es probable que la idea más poderosa jamás concebida por el ser humano sea la creencia, el conocimiento y la experiencia de que el mundo físico que nos proporciona los sentidos es una mera ilusión, un mundo de sombras, y que la herramienta tridimensional que denominamos cuerpo sólo sirve recipiente o morada de Algo mucho mayor en donde se asienta el fundamento de la verdadera vida.”

Holger Kalweit

Gilbert Nobbs

"¡Pum! ¡Oh, Dios! ¡Me dieron en la cabeza! ¡Estaba ciego! [...] ¡Herido! ¡Ciego! Recuerdo perfectamente lo que vino después. [...] Estaba plenamente consciente y pensaba con claridad: sabía lo que había pasado y lo que iba a pasar; recordaba cada detalle. En ese momento mi cabeza estaba inclinada hacia la derecha, porque era la dirección a la que me había girado para gritar instrucciones a mis hombres. Como un relámpago, me vino a la mente el recuerdo de que a unos cincuenta metros hacia mi izquierda había un fuerte enemigo, que todavía estaba ocupado por los alemanes. Una bala había entrado en mi sien izquierda; debió ser algún francotirador de aquel fuerte. Pensé que la bala me había atravesado y había salido por la sien derecha. Estaba equivocado, porque unos días más tarde descubrí que salió por mi ojo derecho. Recuerdo que trataba de agarrarme la cabeza, hundiéndome en la tierra, y que solo pensaba: “Así que esto es el final, después de todo. Me han atravesado la cabeza de un disparo. Estoy mortalmente herido”. Arnold se acercó hasta mí de un salto, me agarró en sus brazos y me llevó de vuelta a la trinchera. Tengo dudas sobre si debo contaros lo que vino a continuación, pero como se supone que estoy intentando dejar constancia de todas las sensaciones que experimenté al recibir la herida en la cabeza, creo que debo describir la siguiente experiencia, simplemente, y dejar al lector que saque sus propias conclusiones. En aquel momento estaba tan ciego como lo estoy ahora [...]. Oí una voz, procedente de algún lugar, que decía: “Esto es la muerte. ¿Vas a venir?”. Entonces, aquella oscuridad se fue volviendo más intensa. Parecía como si estuviera cayendo una cortina lentamente; había paz; había oscuridad, una oscuridad más negra que mi ceguera; todo era pasado. Había paz; la más absoluta nada, pero sentía una felicidad indescriptible. Por un momento, parecía como si aquel vacío estuviera mirando mi cuerpo, tendido ahí abajo, en la trinchera, sangrando por la sien. ¡Estaba muerto! Y aquel era mi cuerpo, pero era feliz. Sin embargo, la voz que había oído aguardaba respuesta. Me esforcé terriblemente, como quien lucha por despertar de un sueño. Dije: “No, todavía no. No voy a morir”. Entonces, la cortina se levantó; mi cuerpo se movió; yo me movía. ¡Estaba vivo! Y hasta aquí, lectores míos, la historia que tanto dudaba en contaros. Es más, diría que no estaba inconsciente. De hecho, perdí la consciencia varios minutos después, y el sentimiento era bastante diferente. Os he contado lo despejada que tenía la mente en el momento de recibir el disparo, y lo único que puedo decir es que, cuando me sucedió lo que os acabo de contar, tenía la mente igual de despejada. Podéis decir que fue una alucinación, un truco del cerebro, o lo que queráis. No voy a intentar convenceros de nada; simplemente, os he dado cuenta del incidente. Lo que yo creo que fue me lo guardo para mí. Sea lo que fuere, ya no siento que exista ningún tipo de misterio alrededor de la muerte. Tampoco la temo."
 
Gilbert Nobbs
Tomada del libro La prueba de Mado Martínez, página 151

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Lorena Tassinari

"Yo platico con él, pero no con palabras, sino con telepatía», declaraba Lorena en un programa de televisión. «No es que Dios tenga un rostro, y estaba feliz. La gente a veces no te cree, pero yo en ese momento estoy con él [el Creador] y me dice: “¿Y tu misión?”. Y yo le dije: “No sé cuál es mi misión. No me acuerdo. Ya la hice”. [...] Y entonces él me hizo ver como una película [...], vi toda mi vida, y me dije: “Caray, yo había venido aquí y me había ofrecido para hacer algo, y no lo he hecho”, y empecé a sentir como que tenía que volver, pero aún en ese momento tenemos el libre albedrío de regresar o no, porque Dios te da la oportunidad de que, si tú quieres venir, vienes, pero si tú no quieres ya regresar... Tú eliges. A mí me faltaba la sabiduría. Yo le dije: “Voy a volver, solo necesito que tú me des el don de la sabiduría, y que cuando regrese me tomes de tu mano y me guíes, porque no voy a saber cuál es mi misión”. Me dijo: “Tu misión va a ser ahora que vuelvas y va a ser en la música. Todo te será revelado a su tiempo”."
 
Lorena Tassinari
 Tomada del libro La prueba de Mado Martínez, página 136

Mayo Calvo de Guzmán

"Dicen que fue al volcán y volvió. Dijo que todos sus conocidos muertos, así como unos niños que él ni conocía, se encontraban allí. También estaban unos caballeros alemanes leyendo y escribiendo en unos libros muy grandes. Cuando los alemanes le vieron, le preguntaron qué quería. “Estoy buscando a mi hijo”, contestó el anciano. “¿Cómo se llama?”, le preguntaron los alemanes. “Francisco Leufuhue”. Avisó al guardia y le ordenó que llamara a Francisco. El guardia subió por una escalera y gritó: “¡Están buscando a Francisco!”. Se oyó una voz respondiendo desde algún lugar en la distancia, pero no se podía entender qué decía. Luego pasó a través de una puerta de madera, una puerta muy ruidosa. Cruzó otra puerta, también ruidosa. Luego otra, y, tras la cuarta, Francisco llegó hasta la mesa de los caballeros alemanes, quienes le dijeron: “Tu padre te está buscando”. El viejo Fermín se acercó a su hijo y le saludó diciéndole: “Me vas a dejar ir contigo porque ya no deseo seguir viviendo. Me voy contigo. Ya no quiero volver a la tierra”. “No, papá —contestó Francisco—, todavía no ha llegado el momento de venir aquí por tu propia voluntad. Cuando llegue el momento, yo mismo iré a buscarte a casa. Entonces podrás venir conmigo. Ahora vete”. En aquel preciso instante, Fermín despertó y abrió los ojos. Vio a su mujer llorando y le preguntó por qué. “Porque estabas muerto —le dijo—. Has estado dos días muerto”. “Estoy vivo —le replicó Fermín— y he estado en el volcán. He visto a todos los muertos que permanecen allí. Estaba con mi hijo y con mis abuelos. Estaban todos juntos allí y son muy felices. Me están esperando, pero todavía no ha llegado mi hora”."

Mayo Calvo de Guzmán
Tomada del libro La prueba de Mado Martínez, página 148

W. F. Barrett

"Conocemos un gran número de casos en los que las almas de los moribundos parecen transportarse a diferentes lugares de la tierra, siendo capaces de ver a personas que se encuentran a distancias remotas. [...] Hay casos en los que los moribundos no solo parecen hacerse visibles en la distancia, sino que también informan de dónde han estado y que han visitado a aquellos a los que deseaban ver. Uno de los aspectos más destacados de este fenómeno es cuando nos encontramos con casos recíprocos [ambos se ven]".
 
W. F. Barrett
Tomada del libro La prueba de Mado Martínez, página 102