Maribel Andrés Llamero

Campos de tierra

Esto es Castilla,

mi cuerpo tan seco,

esta carne prieta y dura como alpaca,
levantada por leves lomas, colinas
modestas, algún apacible remanso.
Esto es Castilla
los ojos oscuros color de barro
la piel y las trenzas recias, pardas.

Vengo de la tierra del pan y del vino
donde otros antes que yo
escondieron la cebada
que no saciaría
el hambre ni la sed.
Soy nieta de emigrantes, carbón humano,
las entrañas unidas con alambre,
mujeres y hombres ceñidos de esparto
y entregados al delito del trabajo
manual. Ellos me levantaron el pecho
con golpes de azada que aún retumban
en el amor áspero y tierno que me puebla
los surcos de las severas costillas.
En frágiles pasos de albarcas me han traído
para que un día yo soltara
las hoces de siega, la esteva del arado
y cantara estos poemas;
me han colmado la boca de trigales,
me han confiado toda la luz,
la digna primavera de la maleza.

Soy de un hogar que se seca y se adhiere
como costra en los codos de la tez morena.
Soy de un hogar compacto hasta la grieta,
donde el roble solo sangra si lo partes.

Ay del agua oculta —dentro siempre dentro—
en nuestro pecho, quién oirá este canto
de labranza que cargo en las espaldas,
quién este ruido de savia entre los huesos.
Esto es Castilla,
y todos los árboles
que me brotan en hilera
señalan que debajo fluye un río.

Maribel Andrés Llamero



Iluminación

Los profetas enseñaban:
En sus residuos

los reconoceréis.

Maribel Andrés Llamero





Ocultemos la soledad con un perrito

Algo en la simetría diseñada de ciertas ciudades
expulsa la vida. Porque la perfección
que nos acecha en sus esquinas rechaza
a los tristes y melancólicos,
a los desencontrados de sí.

Ocultemos entonces el dolor y la ansiedad con un perrito,
el alma devastada con Prozac.

Sedientos de gasolina para avanzar

ya podemos decir que somos máquinas.

Por qué sería mejor aceptar la vida,
y su natural vaivén y sus ciclos,
aprender que el sufrimiento es natural y exige a veces,

pararse

en el medio
del camino,
al borde

y aguardar.
Nada más.

Maribel Andrés Llamero



Oda al Centro Comercial

[…] en él el hombre pasa entre bosques de símbolos
que le observan con mirada familiar.

Charles Baudelaire

Los nuevos adalides erigieron catedrales
repitiendo hasta la náusea formas —y no espacios—
donde proclamar sus glorias

y alabanzas.

Dentro no existe la noche ni el día,
en los templos del consumo
los hermosos artificios, las imágenes lumínicas
sacuden, convulsionan al creyente
cuyas cuencas vacías entrevén
en peregrinación semanal la tierra prometida;
y se arrodillan y rezan al Saint Laurent,
cuya radiante distinción descienda sobre todos nosotros,

mortales.

Los elegantes lebreles adiestrados
ya reconocen cafeterías
y marcas clonadas por todo el planeta,
y eso les hace sentir

muy bien.

Las grandes cadenas repiten
a lo largo y ancho del globo
una misma música y un idéntico orden
de la vestimenta por tonalidades
que hace experimentar a sus clientes
una estabilidad estética          feliz.

Caminemos por las grandes superficies
al amparo de los símbolos del Capital
para sentirnos en casa. Sus signos
son
lo reconocible, lo inmutable,
las raíces familiares.

Bienvenidos, recién nacidos, al hogar. Papá y mamá
son dos           multinacionales.

Carabelas aéreas vuelven a atravesar los continentes
pero el Mundo Nuevo            es el mismo en todas partes.

No podréis huir ya pequeños lebreles
de vuestra casa paterna

para crecer.

Ya no hay viaje posible
ni escapatoria
para vosotros,

eternos pasajeros
en la tierra
de las copias vacías.

Maribel Andrés Llamero



Qué lugar terrible es aquel que tiene
un cementerio vacío

Maribel Andrés Llamero













Yolanda Ortiz

amo
lo cóncavo de tu pecho
tu diente de leche el rubor
cada uno
de tus dedos

¿hasta dónde eres capaz de llegar?
te devorará mi amor y se devorará a sí mismo

borro el límite
¿hasta dónde eres
capaz de llegar?
no suelto la cuerda

bebo
el agua recogida en tu pecho
con la sed
de un animal

Yolanda Ortiz




Busco alimentos ricos en litio
para dejar de llorar.

Suena el despertador y acaricio
mi vientre, escucho
mis pezones, acepto
mi olor,
reconciliándome
con esta mañana, en la que
me odio un poquito menos,
tolero la vida un minuto más
y morir / supone una pérdida.

Aunque aún no
lo suficientemente grande.

Yolanda Ortiz




El juego en el que andamos

Juan Gelman

Así anda la cosa:
cada uno dando manotazos al aire,
con la herida abierta y sin saber / siquiera
dónde coño está
la mano del otro.

Yolanda Ortiz




no hicimos hogar ni tenemos descendencia
pero hemos construido
un dolor
perfecto:

el perro asustado de tus ojos
la costumbre de mi herida

Yolanda Ortiz




tengo sed te digo
y me llenas la boca
con el agua fresca de tu boca

tibia en la boca de mamá
caldeada en amor y saliva
separa mis muslos y derrama
el agua que limpia mi sexo

separas mis muslos y contemplas
ávido
la humedad

Yolanda Ortiz









Jorge García Prieto

Hoy mi hijo ha dicho: estoy enamorado
de estas piedrecillas blancas.
Abre las sombras de su mano y las muestra,
resplandecen como un puñado de diamantes en una bolsa oscura.
Estoy enfermo de amor, pero la carne de mi amor termina
y enloquezco.
Dios no tiene que afinar los pianos,
Dios es la música. Solo escucho a Dios
cuando sostengo estos cristales.
Luego desciendo y enloquezco
porque sin ellos, la vida es una lasca de porcelana
y en mi tiempo no hay isla para otra cicatriz.

Jorge García Prieto

Rodolfo Reyes Macaya

Manchas de humedad

20. Leo para matar el tiempo o lo hago porque es lo único que sé hacer. Leo los viejos libros de mis amigos que se fueron y me dejaron a cargo de su perro. Leo sobre Czapski. Artista polaco y capitán de caballería durante la Segunda Guerra. Capturado por los soviéticos, dio conferencias sobre Proust entre los piojos del Gulag. Carecía de un ejemplar de En busca del tiempo perdido (que había leído durante una convalecencia por el tifus), entonces habló de memoria sobre un libro que trata sobre la memoria.

Rodolfo Reyes Macaya




Para una historia del viento

Los matorrales rasguñan el envoltorio del paisaje
caras sin nombre, anotaciones sin leer
dormir conejo, despertar tortuga
algo perdurable, no roca que se vuelve arena
una ola rompería rostros recortados por el sol
decisiones incorrectas, caminos difíciles
al lado de la funeraria habría un local de lotería
le gustaría antes irse lejos donde la tierra no se moviera
Tres clases de personas había para ella
las que vuelven al comienzo, las que corren al final
y aquellas que desaparecen entremedio como si recién hubieran nacido

*

Metes tus manos en el abrigo
acaricias una foto
en su reverso dice Valdivia 1960
Alguien podría pensar
en olas que no fueron hechas por el viento
cartas mojadas
amantes arrasados en acción
hombres que buscan a sus hijos entre cochayuyos
lobos de mar que andan por las calles
una anciana con su gato a cuestas
Estamos muy solos
para darnos el lujo de permanecer quietos
Una imagen ya no es un soporte de memoria
sino una resignación
La naturaleza no es amable, decía Lao Tsé
trata a las personas como perros de paja
En realidad, tu foto nada tiene que ver con es
Como toda plenitud es ambigua
dice Valdivia 1960
pero fue tomada en Pichilemu 1994
En ella dos niños corren frente al mar

Rodolfo Reyes Macaya




Semillas de cardo

Sombras recortadas por la bruma hicieron dedo a la playa
ella frotaba las manos
los párpados susurraban
encendía una colilla contra el viento
la había conocido adicta al sol
al borde de una acequia
manos gruesas y morenas entraban al saco
el grano caía al pie del espantapájaros
lo recuerdo ahora insomne entre zancudos
un misionero estriado de venillas
nos dejó al bajar la cuesta frente a dos yeguas
hocicos en morrales repletos de avena
miles de alternativas dejábamos atrás
un puñado de ramas en el fuego
humo, poca lumbre y animales muertos

*

Medio cubierta por una sábana
me hablabas sobre la forma
que tiene el yacaré de cazar
inmóvil, abierto el hocico
hasta que pase algo

El crepitar de mi aliento
dos paquetes de fideos
la misma ropa todos los días
un mendigo dirige el tránsito en la lluvia
arroja una piedra en el pasado
quema pastizales apoyado en el rastrillo
el mundo se te escapa cuando quieres entregarlo todo
las heridas se vuelven cicatrices
como semillas de cardo, el viento nos esparce

Rodolfo Reyes Macaya




Yanacona

Traes temporal y cimarrones
mástiles rotos, amanece con neblina
hueles el porvenir en cajones de té
y el caballero mira al Joven Daniel, herido
sin resignación, sangre en las arenas
aquí empezaba un país de vidrios limados por olas
risueños pero desesperados, explotaron en la playa
los han visto en la trilla prestigiándose con chiñura
Elisa, por ejemplo, costó corrales de animales
ahora pasa el día en las máquinas de apuestas
oye canciones en esa lengua
que poco a poco nos resulta familiar
y tú conoces como ninguno
arrodillado ante un cuenco
introduje la epidemia
el tiempo nos obligó a enterrar los cuerpos
sin ataúdes. Los perros recuperaron a varios
entre luciérnagas
todavía no hay flores de plástico

*

Mar grueso en la pupila
helechos cimbreados por lenguaraces
cae nieve, plumas sin memoria
formaciones rocosas ciernen el desamparo
fumaderos y estambres
un zorro, la cola gacha, toma agua
arranco corriendo, la garúa se hace finita
el ultraje es mi piel
Severino ha pedido leche de yegua negra
chorrea sobre la fronda
me mira callado y después toma apuntes
cree que debería hablar como bruto

si no sabe que fui sable y yegua
me volví matapiojo entre vapores
apañé en secos pastizales
el espíritu se enferma, dicen
y la noche retrocede lentamente

*

Más allá de estas colinas
nada crece por el viento
pero en estos pagos de bandurrias
el sol cabe en los morrales
vi aserraderos adictos a la lluvia
queda harina negra, azúcar con percán
arboleda enterrada entre pestañas
vadeamos lumbreras oscuras
machetes y mercachifles
deja contártelo como si deslizara
otra lengua por tu piel

Rodolfo Reyes Macaya













Pam Tyler

"No trabajéis en ello (en ser astrólogo) a tiempo completo. Hacedlo, pero tened otra cosa que hacer que sea completamente distinta, para que no estéis cargando siempre con otras personas o estando abiertos a sus psiques."

Pam Tyler
Tomada del libro Dirección y destino en la carta natal de Howard Sasportas, página 90

Daniel Saldaña París

Dame la opción de ser,
pese a los años, otro:
un yo más quieto en su tersura,
que sepa quebrarse contra el muro
del mundo cruel y mercenario,
una versión de mí sin la mentira,
la sed de ser amado por cualquiera,
el modo triste de esconder la cara
cuando la tarde escupe su canción de cuna.
Dame un final alternativo:
un baile agarrado que se alente
hasta quedar suspendido —pura estatua:
árbol de savia sin manar.

Daniel Saldaña París




Dime que vas a venir
después de haber quemado la razón
para abrazarme y luego
vamos a darle vuelo a la osamenta
—un tres allí, junto a los calcos
de la tímida voz que ya vacila—.
Dime que todo va a estar bien,
que el viento es vil pero amilana,
dime que nunca nada, ni por asomo,
nos va a partir de nuevo.
Aunque no sea verdad.
Aunque la sangre pese
y pase
a despedirse.

Daniel Saldaña París




En el anverso de esta tarde hay otra:
un sábado tocado por la gracia
donde somos, al fin, lo que pudimos ser:
ondas concéntricas en el estanque,
ritmo sin profusión, alquimia.
Pero la muerte tocó a la puerta con sus uñas largas de adornado acrílico
—tamborileaba, perra, una tonada mía—
y luego fuimos sombras laceradas,
ramilletes de nervios esculpidos
con la forma sinuosa de las pérdidas.
En el anverso de esta tarde, un hijo
corre descalzo sobre la hierba.

Daniel Saldaña París




Siempre es demasiado tarde: un escalofrío
como un recordatorio. Luna eclipsada.
No supimos amar como es debido,
perder sin mirar, mirar sin arder, quedarnos.
La piel explica el calor que no contiene:
escapa, capitula, rinde
las armas rotas del dolor, su duplicado.
Atrás quedó el vapor, las ruinas ciegas
del atardecer, los ruidos
de la doble canción del acabose.
Una intuición despierta: no se vuelve
del duelo circular. Camina.

Daniel Saldaña París




Un duelo dual desde el lugar del miedo,
una dócil manera de ser uno
sin arrastrar el peso de la falta,
pero también sin risa y sin ternura,
sin la abrasión del beso,
sin la tristeza subvertida del domingo
escondidos del mundo entre las sábanas.
Un duelo dual y recurrente,
la fatigada ola del deseo
que no desiste,
que azota y sala y va mermando
la poca claridad del horizonte.
Un duelo dual por un amor perdido
y otro dejado al mar, entre la arena.

Daniel Saldaña París












Claire Legendre

“En un libro es fácil: sueño con una heroína graciosa, de ánimo sereno y paciencia de ángel, la bautizo Constance y hala: ya está ahí.”

Claire Legendre


Marta Jiménez Serrano

DONDE EL AMOR EMPIEZA

AHÍ donde dicen todos
los estudios científicos que
acaba el amor,
tres años y dos meses más tarde.
Ahí donde los artículos
de periódico lo dan por concluido,
donde terminan las pelis
donde se deja la gente.
Ahí donde según diversas
universidades de prestigio mundial
el amor no tiene ya cabida.
Ahí
exactamente ahí
es donde el amor empieza.

Marta Jiménez Serrano





“En un libro es fácil: sueño con una heroína graciosa, de ánimo sereno y paciencia de ángel, la bautizo Constance y hala: ya está ahí”

Claire Legendre

YO nunca seré así,
es mejor que lo sepas ya.

No soy capaz
no me hace feliz
no puedo ser así
aunque lo intente.

No sé pintarme el ojo para que sea
más grande de lo que es.
Sólo a veces de llorar se vuelve
más pequeño de lo que es.

Me echo rímel
y lloro
y no sirve de nada.

Qué manías
tiene esta niña,
decían en mi casa.

Ahora que mi casa
eres tú,
qué dirás.

No soy delicada
pero soy frágil.
Soy más o menos flexible
pero no grácil.
No soy oportuna
no soy paciente
no sabría decirte lo que soy.

Pero no obtengo becas
ni trabajos remunerados
ni se publicará este poema en ningún sitio.
Si me pinto los labios
se quedan en el vaso.
Solo tengo tres pares de zapatos.
Me da pereza
fregar el baño
fregar los platos
hacer la compra.
No sé sumar,
restar,
multiplicar
ni calcular un porcentaje simple.

Qué pocos problemas
da esta niña,
decían en mi casa.

Qué dirás tú,
que ahora eres mi casa,
cuando te dé todos mis problemas.
Tengo unos tres o cuatro al día,
según humor estacional,
variable hormonal
y contexto histórico-social.

Qué bien se porta,
pero tú sabrás que no me porto bien.

Qué responsable,
pero tú me sabrás irresponsable.

Siéntate bien
cierra las piernas
ponte recta,

pero contigo
voy a tumbarme
con las piernas abiertas
y la espalda combada.

Y cómo se hace para cambiar de casa.
Y cómo sé que me querrás
aunque no te retenga.

Cómo entender que me querrás
con todo lo que no tengo.
Que nunca ha sido más tersa
mi piel que en tus manos.
Que basta
con la simpleza de lo que soy,
igual que un rayo de sol
le basta al verano.

Marta Jiménez Serrano




“Equivocar el camino
es llegar a la mujer,
la mujer que no teme la luz,
la mujer que no teme a los gallos
y los gallos que no saben cantar sobre la nieve”

Federico García Lorca

LLÉGAME, llega a mí
aunque no se pueda,
aunque yo sí tema la luz
y tema el frío.

Llégate aquí.
Te comparto mi angustia
y mi sombra. Te lo he dicho:
sí le temo a la luz.

Darte mi miedo como si te diera
un taladro, un electrodoméstico, una alarma.
Quizá tú sepas cómo funciona,
cómo arranca
para qué puede servirnos.

Sellar el amor como quien cuelga un cuadro.
Entregar el miedo, no como soltarlo y huir
sino como quien abre un libro de instrucciones.
Yo no lo entiendo
Tú tampoco.
No importa.
Viene en varios idiomas, pero ninguno sirve.

Llega a mí.
Temo la luz.
No sé decir: la luz
sí me da miedo.

Atraviesa esta incapacidad
que soy, que tengo.
No quiero decir nada,
pero te estoy llamando.

Dos necesariamente.
No como el cobre y el estaño
sino como las alas.
No para la pesantez
sino para el vuelo,
para estallar en el cielo
como la lucidez
de las bengalas.

Marta Jiménez Serrano




LÁBIL

Del lat. labĭlis.

1. adj. Que resbala o se desliza fácilmente.
2. adj. Frágil, caduco, débil.
3. adj. Poco estable, poco firme en sus resoluciones.
4. adj. Quím. Dicho de un compuesto: Inestable, que se transforma fácilmente en otro.

LÁBIL. Húmeda. Fácil.
Como al entrar y salir
tú de mí.
–Tú. Quién eres tú–.
Escurridiza sin ser huidiza.
Sólo flexible
sólo fluida,
como el fluido que chupas tú
de mí.
–Yo. Qué cosa yo–.

Lábil.
Quiero ser lábil.
Frágil, caduca
como el rasgueo
contra mi nuca
de tu temblor
(Dios. Sol. Amor:
todo lo eterno
me da estupor).

Cederme meses,
años enteros
de estar confusa.
Desordenada, trémula
idea sin deducción.
No ser dicción
ni pensamiento.
Lábil. Me siento
una abstracción
inconsistente
de lo que pienso.

Lábil. Química. Grácil.
Como al querer compartir
sin exhibir.
–Dime: qué sabes de mí–
Modificable sin ser mutable.
Sólo permeable,
sólo extensiva,
así la deriva de tus palabras
en mi atención.
–Tú. La cinética. Yo–.

Marta Jiménez Serrano
























Martín Rodríguez-Gaona

MNEMOSINE

Dulce sería dormir bajo las sombras.

Friedrich Hölderlin.

El pasado regresa mejor y más ungido,

el brillo sigue siendo un desnudo

si en el calmo frescor de la noche

lentamente cierras los párpados.

 

La memoria es también movimiento,

una súbita sensación de inasibilidad

e incertidumbre,

los pasos se parecen a los cantos,

melifluos meandros, conciertos concéntricos,

voces atroces

de pronto sublimes

por una espontánea combustión.

 

Los dioses están vivos y son invisibles, renacen

en gestos imperceptibles por un instante,

sagrado es lo efímero

compartido al punto de la comunión,

los cuerpos trascienden, las palabras se elevan,

la luz inunda las olas

que revientan contra las rocas-

 

Una y otra vez estar vivos vuelve a ser

un privilegio de los cielos…

Martín Rodríguez-Gaona






PEQUEÑO TRATADO SOBRE EL CONOCIMIENTO Y EL SUEÑO

Tus labios para besar y el abrazo que acompaña siempre

el descanso de tu cuerpo.

El descanso tras el descenso.

Debería de haber alguna forma de atrapar los instantes,

de hacer perdurar

el aroma de tu piel en mis poros, perder al fin toda posibilidad

de dialéctica y movimiento

y que el horizonte sea de pronto algo definitivo,

un pozo plácido y oscuro

varado entre tus piernas.

 

Así casi valdría la pena no despertar jamás, pero

ambos sabemos que sería imposible

porque nuestra naturaleza es efímera

y, aún peor, indistinta, poco fiable.

 

Mentimos, pues nuestra única y auténtica pasión

es el conocimiento.

Esa curiosidad, al principio compartida y amable,

pero que también, tarde o temprano,

nos llevará a otro cuerpo.

Martín Rodríguez-Gaona




PORTBOU: LA GANANCIA DE LO PERDIDO

De haber alguien llamado a su puerta, esa noche,
o haberlo abrazado…

Marshall Berman 

Si sólo pudiera asegurar
la continuidad de aquellos instantes
en los que una sonrisa
da sentido
a todo lo que existe.

Tiene que haber algo que diga
que aún es posible
la entrega
espontánea, aunque quizá ya no
inocente,
porque el tiempo
ha concluido
y en la ansiedad y en la timidez
he logrado
plasmar esperanzas,
promesas
hechas precariamente
y
a mí mismo.

El verano
está a la vuelta de la esquina,
en aquello que aún
desconocemos y que, así parece,
llega
alegremente a buscarnos.

Quiero decir tu nombre
al final del día.

Martín Rodríguez-Gaona




Y LAS MIRÍADAS QUE SU CENTRO, CUAL IMÁN, PROPICIABA: ORFEO SIN EURÍDICE

Silba la música que hace
que todo lo demás se mueva
y siempre agua tiene
para los que, de una u otra manera,
respiran.

Déjame que cante con las
Ménades,
a la izquierda, para vernos
más o menos pronto.

Los destinos son indescifrables,
sólo perceptibles
al hartazgo y la emoción.

Martín Rodríguez-Gaona













Hermias

"No todo el mundo es consciente de su daimon; para que uno se haga consciente de sus cuidados, tiene que haber una gran idoneidad (epitedeiores)... Pues, del mismo modo que todas las cosas están sujetas a la providencia de los dioses, aunque no todas tengan coincidencia de ello, a menos que tengan la capacidad natural de ver y sean purificadas, lo mismo ocurre en lo referente a la supervisión del daimon."

Hermias de Atarneo
Tomada del libro de Liz Greene Los estudios de Jung en Astrología