Carla Badillo Coronado

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La vida es un terreno salvaje
¡Acostúmbrate!
Serás dueño de tu circo
pero nunca faltarán payasos
que intenten matarte.

Carla Badillo Coronado




Bienaventurados los no contaminados
de falsas enseñanzas
Los que no aprendieron en las aulas
la virtud del loro ni la moral del cerdo
Siéntanse tranquilos de haber sido forjados por la vida
de llevar la cicatriz en el pecho
y de poner el hombro cada día
para cargar el peso de sus propios cuerpos.

Carla Badillo Coronado




CANTO II

Vengo de un animal extinto
en la boca de una mujer
como una palabra pronunciada
únicamente bajo la primera lluvia
por eso llevo en mis genes
la nostalgia de quien me vio nacer
sobre un territorio que nunca
se registró en ningún mapa

En ello radica mi búsqueda
mi vértigo
mi movilidad

amo el misterio de las criaturas perdidas.

Carla Badillo Coronado





DE HERENCIAS A HIJAS QUE NO EXISTEN

Si algún día llego a tener una hija le diré: Todo lo que necesitas saber, pequeña, es el origen del mundo. Luego le entregaría un espejo para que se viese desnuda de pies a cabeza. Ese que resplandece frente a ti, es el imperio que te entrego; todo lo que en él habita te acompañará por siempre: células de dioses muertos, ideas recicladas, taras, sueños, ascos, miedos. Cuídalo, porque es lo único que te pertenece. Finalmente le abrazaría fuerte y pondría un martillo entre sus manos: la opción de romper, frente a mí, el reflejo de una verdad heredada.

Carla Badillo Coronado




Quien sepa reconocer mi soledad habrá entendido el valor de mi palabra. Me abro al mundo y el mundo me devora. Me come trozo a trozo. Mi cabello lo llevan colgado los amantes de la noche como un trofeo en medio del desierto. Cabezas calvas gozan danzando como miembros de una tribu que no conoce más ley que aquella que imponen los astros. Leñas, brasas, humo; todo es permitido en el ritual de quien dejó su nombre tirado en el camino. El horizonte es cualquier pueblo que no conste en el mapa.

Carla Badillo Coronado


























Daniela Pinto

El tiempo

Crisálidas a punto de su imago
Rocío entre mi piel y las hojas del boldo
Claro de luna blanca
Mar brotando el pasto

Mariposa solo vive pocos días
Leña para calentar el caldo
Satélite iluminado por el sol
que ni siquiera se puede ver
muerto
La sal del mar no sirve
quema

Daniela Pinto





La deuda de Casandra

No era

ni siquiera la misma negación

un muñón de verdad

No era

ni extranjera en mi vida

ni sombra del escombro

ni ruina del tiempo

solo punto final de ese laberinto

los dioses ya no respiran

Daniela Pinto




Proximidad

a Cecilia Casanova

Los pájaros huyeron

Ya no buscas

las huellas de sus alas

hoy la pluma es libre

Daniela Pinto







Temblor

En mi sueño

una ramita de abeto me toca

inscribe su sello:

temor a la vida

Intento correr

pero el suelo se fractura

y desciendo centurias

Desde el fondo distingo siete colinas

 

¿En cuál de ellas existes?

Remuevo la tierra con las uñas

Solo raíces

insectos petrificados en el ámbar

coronas de flores secas

fósiles y huesos ancestrales

piedras tornasol

En mi locura te alcanzo

aunque la rama se quiebra

y sé que estoy sola

Daniela Pinto















Jaime Cedillo

Al vuelo

Un poema aletea
delante de tus ojos,
se posa en tu nariz,
huye un segundo antes
de que lo atrapes. Vuelve
con un verso en la boca.
Te lo deja en un hombro,
cuando miras no está. Ríe
desde las sombras. Sabe
que ha de entregarse pronto.
La poesía también
es lo que ocurre antes
de interrumpir el vuelo.

Jaime Cedillo




Certeza de una sombra

¿Quién advirtió primero la presencia de la sombra
y anunció que lo muerto seguiría
sospechosamente vivo a la vuelta de nosotros?
¿Cuándo mi padre dijo:
la luz a media tarde, la ropa por los aires,
las sábanas calientes, el güisqui, la alegría,
la lumbre de los ojos de mi abuela,
las geometrías de luz tras la persiana,
el idioma exclusivo de los novios,
la caricia espontánea, los besos, la esperanza,
la rebeldía en el pecho, la lucha, la palabra
no será tuyo un día?

Quién osó obviar el drama,
establecer la norma,
hermetizar la conciencia.

Y, después de aquello, quién
tuvo agallas aún para tomar partido
contra el reloj de arena, cuya inercia
aplastará los sueños y los cuerpos.
¿Quién vino a levantarse un día por todos,
consumió su jornada
y convenció a los otros?

Jaime Cedillo





Me habría gustado, padre

«Me habría gustado, padre, que vinieras.
Contemplar tu silueta traslúcida a lo lejos
a través del cristal de aquella sala
donde vine a morir.
¿Por qué me abandonaste
a la vida?»,
me diría mi hijo si naciera.

Jaime Cedillo




Trastos

Los objetos que viven
callados en mi alcoba
tienen memoria, conciencia.

La taza del café de esta mañana,
el marcapáginas de un libro perdido,
una foto sin marco de cara a la pared…

Mi madre los llama trastos.

Ella cree que este nudo de cables
o esa caja amarilla donde guardo papeles
llenos de tachaduras
sólo invaden mi espacio.

Ella siempre ha pensado
que un hombre sólo progresa
si distingue una senda transitable,

y supongo que está
cansada de verme aquí,
exiliado entre ruinas.

Objetos que están callados
y se ponen a hablarme
cuando cierra la puerta.

Jaime Cedillo




Un futuro de cuerpo presente

Llega mi vanidad
hasta tramar mi muerte.
Manipular los rostros
de quienes queden vivos
y lloren ante un cuerpo
que se parezca al mío.

No volveré a ser joven,
pensaré boca arriba
burlándome de mí y de quienes dicen:
qué enormes puñaladas
traperas da la vida.
(Qué estampa tan patética).

Mi madre llorará
por los años vencidos
que vendrán desde entonces.
Mi padre pensará:
aún me queda uno.
Mis otros familiares
creerán que aquella muerte
se corresponde al fin
y al cabo con mi vida.

Los que me relacionan
con la literatura
pensarán que así, al menos,
alguien publicará esto.
Y que unos pocos críticos
podrán hacerse eco
de una “prometedora trayectoria
cruelmente interrumpida”.

Mi muerte servirá como pretexto
a mis amigos para
recordarme entre copas
con las conversaciones desgastadas.
Mis enemigos no
podrán hablar de mí,
en realidad yo sólo
me he hecho daño a mí mismo.

Jaime Cedillo


















Ana Elisa Ribeiro

embarazo

estaba embarazada
en esa foto

el hijo
no llegó
a nacer

la foto
nos mantiene
a su espera

prenhez

estava grávida
naquela foto

o filho
não chegou
a nascer

a foto
nos mantém
à sua espera

Ana Elisa Ribeiro




fotonovela

Los hombres soportan peso.
Llevan cargas y
empuñan armas que los patean;
los hombres levantan cajas,
transportan los guijarros;
los hombres se unen
y tiran de los camiones atascados;
los hombres mueven
montañas;
los hombres usan cuerdas
y amarras
y arrastran piedras barcos
metales madera y máquinas;
los hombres llevan
cargas;

pero solo las mujeres
llevan al hijo muerto
en el vientre
durante más de una semana.


fotonovela

Os homens pegam peso.
Carregam fardos e
empunham armas que dão coices;
os homens levantam caixas,
fazem o transporte dos seixos;
os homens se unem
e puxam carretas emperradas;
os homens movem mesmo
montanhas;
os homens usam cordas
e laços
e arrastam pedras barcos
metais madeiras e máquinas;
os homens carregam
fardos;

mas só as mulheres
carregam o filho morto
no ventre
por mais de uma semana

Ana Elisa Ribeiro




Lista de deshaceres

Tres abrazos: de la abuela,
de la madre y del alumno,
que tampoco vendrá
para enfrentar esta sala
donde hoy, además de las liendres,
habitan solo nuestras ausencias.

Elegir manzanas y uvas
en el mercado de la esquina
con la esperanza de encontrar
algún paraíso entre las frutas.

Por ahora, no iremos;
y las frutas permanecerán
bajo la señal de peligro.

Evitar las manos de la gente,
aunque parezca una grosería;
las manos ahora son
como flechas envenenadas.

Los besos se mantienen
para la siguiente encarnación.


Lista de desfazeres

Três abraços: da avó,
da mãe e do aluno,
que também não virá
enfrentar esta sala
onde hoje, além das lêndeas,
habitam apenas nossas ausências.

Escolher maçãs e uvas
no mercado da esquina
à espera de encontrar
algum paraíso entre as frutas.

Por ora, não iremos;
e as frutas permanecerão
sob a placa de perigo.

Evitar as mãos das pessoas,
mesmo que pareça grosseiro;
e as mãos são agora
como flechas envenenadas.

Os beijos ficam
para a próxima encarnação.

Ana Elisa Ribeiro
















Patricia González López

(…) y si me abandona la muerte
¿qué me queda de consuelo?

Patricia González López

Noel Alonso Ginoris

De lo teatral

Es difícil construir un imperio
cuando se anhela toda la inocencia del mundo.

Heberto Padilla

hay que desayunar
los amanecidos gestos
de la conciencia
pensar la noche
guardar las alas toscas
reparar las palabras necesarias

hay que defender
los amanecidos gestos
de la palabra
como la única virtud
que precede a la lengua

hay que ensayar
en tiempo de paz
las ortodoxas manías de la guerra

conciencia
palabra
de guerra

ay, la dramaturgia de la patria
el enemigo inventado
el imperio
y los ojos del público.

nadie sabe
cómo acaban
los aplausos.

Noel Alonso Ginoris




I


a este lugar de la mesa

le llamaremos yanoestás

y a este otro

florero

y las sillas

y el mantel viejo

 

a este lugar de la casa

le llamaremos siemprevuelve

siempreviva

siempre

a estas sábanas de espanto

en una soledad que truena

y si llaman

y la puerta no cede

llama más

siemprellama

porque la puerta es tosca

ese es el único lugar de la casa

que no tiene nombre

 

todo lo que sale

por ese lugar sin nombre

nunca

regresa

Noel Alonso Ginoris





Réquiem

(…) y si me abandona la muerte
¿qué me queda de consuelo?

Patricia González López

Hay que saber morir a tiempo
antes que los árboles sean
residuos melancólicos
de la horca.

Hay que saber morirse
para no llenar los platos
de las espinas que vacilan hambres.

Hay que saber morirse
porque se nos acaban
los infartos
los suspiros
la eutanasia esperada
el desliz
la agonía
el derrumbe
las almas solas
la soledad misma
el consuelo.

Hay que saber morir a tiempo
porque también
se nos acaban
las excusas.

Noel Alonso Ginoris




VI

¿qué se ve fuera de la palabra ventana?
monte de hambre
pedregal
agua rompiendo
piedras
siempre en
bar
lo
ven
to
la garganta
de la perra
nostalgia
aspira
a lo inmenso

cierro la ventana

Noel Alonso Ginoris




VII

si te digo ventana
keep out
si te digo agua
santa clara
si te digo piedra
pedegral
si te digo yanoestás
es justo
el lugar
de la mesa
donde
estamos
solos.

Noel Alonso Ginoris









Ignacio Pérez Cerón

El cementerio de San Miguel

Qué lugar terrible es aquel que tiene
un cementerio vacío

Maribel Andrés Llamero

Nunca fue tan firme la tapia
del cementerio de San Miguel
como en el Día de Todos los Santos

tampoco cuando se vino abajo
en la inundación
de mil novecientos ochenta y nueve

y flotaban los ataúdes por las calles
como coches de choque mal llevados
o patitos negros en una bañera

Google dice que en este cementerio
hay un portal a una dimensión paralela
y tiene dos reseñas positivas

A veces quiero pensar
que en ese universo alterno
la tapia sigue en pie

los nichos no están vacíos
y la gente lleva flores de antimateria
a sus familiares

En esa otra Málaga
los vecinos aparcan en el cementerio
los sábados por la noche

beben cerveza se mean en las sombras
y profanan con pintadas los muros
que mantuvieron a los muertos en su sitio

En esa otra Málaga
la tapia sigue en pie
y la reseña de Google solo dice

Buen cementerio
Muy limpio y tranquilo
Lo recomendaría

Ignacio Pérez Cerón



Certeza

La catástrofe habita en los márgenes de error

Ignacio Pérez Cerón






I

La primera gran decepción de mi vida
vino a los siete años
Apúntate a esta competición de nado
ahí arriba en la piscina
me dijiste
se te da genial bucear
cuánta confianza tenías puesta
mamá
en un cuerpo tan pequeño

Recuerdo esa mañana de julio
el espacio habitado por torsos macilentos
maillots y slips que aún no marcaban
los bultos terribles de la madurez
recuerdo sus caras sus dientes de leche
el olor a plástico de los manguitos
y los nervios

Ella me admiraba cuando sonó el silbato
y salté al agua desde el bordillo
no le importaba que no supiera nadar
que solo buceara genial que no fuera suficiente
que quedase el último que me sintiera
un fracaso como hijo

No pasa nada me han dicho que hay premios para todos
a todos les dan algo por participar
A la noche la gala de entrega en la pista de tenis
tres de los cuatro nadadores sobre el podio
y mi nombre nunca llega
con aprensión rasco de la suela de sus botas
el poco orgullo que consigo rescatar
Yo también soy bueno yo también sé
ganar premios yo también merezco atención
yo también quiero contentar a mi madre

Dieciséis años más tarde aún pienso en la derrota
en el hueco de mi estante en forma de placa
de aprensión concentrada en un vaso de triunfo
en un limpiametales caducado
con el precinto nuevo

Es por eso mamá que no quiero apuntarme a natación
la anemia y el insomnio y la desconfianza
no se curan nadando a crol
aunque aún busque en las depuradoras
en el cloro en el fondo de las piscinas
ese nombre que nunca llega

Ignacio Pérez Cerón



II

Viendo una película en el cine he sentido que era un niño y tenía la tarde para mí para salir con amigos jugar en sus casas ese instante que dura apenas tres segundos donde pienso en esto en el niño que aún no sabe qué son los celos mentir por piedad los pensamientos lascivos la autocompa­sión en ese niño que rechaza la idea de fumar de volver a casa oliendo a alcohol en ese niño que aún no sabe que tocará un instrumento conocerá a un bajista que ahora está muerto y que tampoco sabe que el abuelo morirá en unos meses el día del cumpleaños que escribirá poemas que ocul­ta a su familia por compasión por no ver llorar a su padre poemas que contarán secretos fami­liares poemas que no quiere enseñar a su madre poemas a los que aún les tiene miedo No está mal volver transportarse a ese momento de in­consciencia de incivismo de cohibición de niñez evadirse y no saber aunque sea por tres segundos que aún no tiene que jugar a los entierros

Ignacio Pérez Cerón




Manténgase detrás de la línea amarilla

No funciona la máquina expendedora
hora punta ojos cansados
el metro no llega a la estación
Problemas técnicos en las vías
disculpen las molestias

Alguien pregunta qué ha pasado
    Han arrollado a una persona
Es la segunda que salta este mes

y enumero en mi mente las cosas que crujen
dedo patatas manzana Kit Kat
siguen hablando y miro el túnel
    hojas esparto galleta pared
me llega olor a esmalta de uñas
    hueso columna rodilla esternón
y a pelo quemado

Ignacio Pérez Cerón





















César Cortés Vega

Mandíbula 

Sin loas a la metafísica,

un trazo largo que duela,

maestro,

nocaut-saeta que rompa el hueso

hacia la larga agonía del poema.

César Cortés Vega





Unguis

Cubre las capas, los tejidos,

la fealdad de la glándula.

Oscurece las palabras

conforme a los sujetos,

el documento en el ojo

y sus ramificaciones.

Oculta la excavación

y la cosecha astral del presente.

 

Surco vomeriano,

ímpetu de forma angular.

 

El anatomista inserta

los resultados del análisis

en su libreta:

la mirada oblicua

en el alma del Imperio,

y en ello el instrumento

junto al corte de navaja

del cual emanamos

como apariencia.

César Cortés Vega





Vómer 

Deslizándose por el taño del hueso

la percepción aguardó en soplos

para colarse pronto

en el reflejo de la memoria.

 

Ahí la comunión

del maestro escultor:

discernimiento de los réprobos

entre el vapor de las calles,

las nervaduras y membranas

rumbo al aroma que percibe lo venidero.

 

Brotar de la unidad mediante el golpe

que modifica la naturaleza y su artificio.

Ser la reproducción de una maniobra:

en el cruce donde el tiempo se hace límite,

todo lo punible es su objeción.

César Cortés Vega