Edwin Madrid

DELICIAS DE LA NOCHE

Obedezco a una noble traición perversa
amo el dolor, la belleza y el rencor,
sobre todo, la crueldad.

Conservo recuerdos insurrectos de mi infancia,
rememoro la faz marchita de personajes
que me instruyeron en una degeneración ilustre.

Reconstruyo escenas macabras que presencié
asombrado e inocente.

Mi espíritu es desde aquellas noches
crítico y blasfemo contra el mundo
y sus habitantes, esto sería suficiente
para dar cuenta de mi desbordada existencia.

Detesto a mis semejantes quienes
pueden inspirarme únicamente epigramas inhumanos.

Confieso que desde muy joven
realicé actos que despertaban
el pánico y el aturdimiento de los viejos.

II

Nunca me sedujeron los placeres mundanos
y siempre he recurrido a la soledad.

Aqiev me atrajo por su bosque yerto y
su inhóspito paisaje, allí el río cruza
como un chorro de sangre, y sus márgenes
torcidas son azotadas por vientos putrefactos
que en las noches invaden el aire
de manera demencial.

La curiosidad  me indujo por sus parajes,
cada vez más desolados, donde el graznido-
de los pájaros de mal agüero y la oscuridad
de la noche me solazaban en mis pensamientos.

III

Recuerdo que cuando encontraba a algún humano
en mis rondas nocturnas,
lo tomaba del cuello, por sorpresa, hasta
casi asfixiarlo, y al soltarlo,
corría despavorido chocándose contra los leños.

Pero esto no satisfacía mis instintos, por lo que
decidí hacer cosas fundamentales para mi espíritu:
inventaba fábulas sangrientas de gigantes
y caballos alados,
subía a la copa de los árboles y
aullaba como un lunático, era un
gesto vibrante y dramático que me
cargaba de energía para mis desventuras.

IV

Luego iba a las poblaciones cercanas
donde imprimía mi marca a hombres
y mujeres que después de mi presencia
ya no eran los mismos.

V

Viví así una temporada de cruda actividad
hasta que una crisis de nervios me llevó
al manicomio; allí, experimenté, con los
locos, torturas más sutiles y crueles. Sin
embargo, no he logrado aplacar mi perversidad,
y ahora he llegado a la
urbe de siniestros símbolos que me acoge
como a un espectro más.

Edwin Madrid




ESTE POEMA ES LA EBRIEDAD

Escucho cómo los cadáveres
baten sus alas
la memoria me restituye
en cada latido de mi muerte
ella trae música que fluye
de estas cuatro paredes
veo caballos blancos arrastrando mi cuerpo
hacia las llamas
y jóvenes hermosas correr detrás
no tengo nada que añadir
al resplandor de esta muerte
es una niña que llega
y nos desnuda
sus pulsaciones me van deformando
como si destripara un conejito
anda de boca en boca
asustando con sus encantos
de mago que hace pasar
un camello por el ojo de una aguja
vomita peces fosforescentes
y mete en su boca
la cabeza del león
estoy solo y ni siquiera
puedo volver la cara para verme
voy hasta el espejo
lanzo una piedra
entonces miles de criaturas saltan por un hoyo
ahora soy escrutador de cadáveres
pero hago girar mi sobresaltada humanidad
y caigo de la cama
¿por qué me concentro en una larva de la muerte
y hago que me siga como el perro vago que me acompaña?
este poema es la ebriedad de los pájaros
la virtud de su elocuencia
no tiene metáforas.

Edwin Madrid




LA CHICA MÁS BONITA DEL BARRIO

Cuando pasaba la mirábamos hasta que se perdía. Luego
retomábamos la charla como si nunca hubiese cruzado frente a
nosotros un ángel con minifalda.
Ninguno se atrevió a decirle nada. Solo la mirábamos en
silencio, y es probable que a todos se nos apareciera en el
sueño. Era la muchacha más hermosa que había llegado al
barrio. Minifalda, tacos, caderas electrizantes nos dejaban
mudos cuando iban y volvían de la tienda. Nadie admitió estar
enamorado. Nos hacíamos los locos conversando de fútbol o de
cosas de mayores. Muchachos altaneros fumando todo lo que
había en la esquina e intentando vivir la vida como en una
película de Spike Lee.
Muchacha fresca. Diosa que al menor gesto suyo cualquiera
hubiera ido como un perro a cumplir lo que pida. Pero antes de
que esto suceda apareció acompañada de un bonito, que al
atravesar frente a nosotros le pusimos el pie y cuando quiso
reaccionar le caímos a patadas.
Al poco tiempo, mi vieja decidió cambiarse de barrio, y más
tarde me enteré que Licario había vacilado con la muchacha,
también el loco Miguel, antes de que caiga en manos del negro
Carlos y tengan una cría.

Edwin Madrid




LATITUD 0º0’0’’

Invoco a Hieronymus Bosch a pintar esta ciudad
circundada por montañas púrpuras
donde la noche llega por todas partes
y el poder de su sombra
reclama ser aplacado con ofrendas y sacrificios

Los hombres sollozan y siguen su camino
como la procesión que avanza igual a
una serpiente colosal cruzada en ocho
rezando una misteriosa misa que solo ellos saben
seguramente fueron las tinieblas
una de las primeras cosas que amaron.

Bajo la luz de la luna los cuerpos brillan
y existe un silencio que emociona,
cada hombre cada mujer deja correr sus pasiones
parecerían decir la carne es tan sabia que se junta en
una orgía para dignificar el alma.

Entonces una maraca suena ritualmente
y los cuerpos se descoyuntan con fuerza demoníaca.

Si bien el Titán Prometeo regaló el fuego,
ellos saben que fue tomando de un árbol encendido
por el rayo y levantan sus trompetas anunciando
la belleza en los puteríos.

No hay nada fortuito
el más hermoso y rebelde de los ángeles
fue arrojando al abismo,
desde entonces baila en los
puteríos.

En la noche piedra sobre piedra se reconstruye Gomorra
los ojos parpadean como tambores ceremoniales
mientras por las encendidas avenidas se riega sangre
y los patrulleros sirven para un montón de cosas funestas.

Profético como los húmeros cruzados sobre una calavera ¡peligro!
es en la noche donde se comunican los espíritus buenos y malos

Homero se equivoca cuando habla de la aurora de rosados dedos
es la noche de rosados dedos la que
descubre a los ángeles hablando sin piedad en las cantinas,
es la noche de alma rosada
la que nos muestra que el infierno no es tan temible, es
en la noche donde el egoísta esconde su mano estúpidamente,
es en la noche donde el ceño fruncido puede matar bastardos,
es en la noche que admito estar viejo para,
algunos empleos ¡no podría ser cabrón!
por eso invoco a El Bosco a pintar esta ciudad latitud 0º0’0’’
un accidente no pasa a cualquiera,
pues solo en las noche de Quito
la niebla conduce con mano segura a otro mundo
y aquello de atar pájaros amarillos al pie de la cama
para que al dejarlos volar arrastren consigo nuestro destino
no funciona.

Edwin Madrid















Marcos Gras

I

Siete muertos
Uno cada tres horas.
Uno mientras me levanto.
Uno mientras me ducho.
Uno mientras desayuno.
Uno mientras busco mis llaves.
¿Dónde las puse?
Uno mientras esquivo las baldosas rotas, la bosta de perro, la manguera de los
encargados.
Uno mientras busco el auto.
Uno mientras saludo al pibe del estacionamiento
¡Buenos días!
Uno que son dos cuando llego al trabajo.
Dos muertos que son tres cuando paro para almorzar.
Tres muertos mientras tomo otro café
“Sin azúcar, gracias”
Tres muertos que son cuatro cuando regreso a casa.
Cuatro muertos que son cinco mientras juego a los autitos con mi hijo.
Cinco muertos que son seis mientras baño a mi hija.
Seis muertos para la hora de la cena.
Seis muertos que son siete cuando apago la luz y digo:
“Hasta mañana, sueñen con los angelitos”
Siete muertos, siete niños muertos mientras escucho a coro “te queremos papá”
y yo me voy a dormir con una sonrisa.

Marcos Gras





II

Comencé a llevar un diario de poesía.
Hoy desperté a las 6 am
en 30 minutos me tengo que despertar para armar
el desayuno y cambiar a mis hijos
no estoy para llevar un diario.

Marcos Gras





VII

A un poema
a uno bueno
siempre se le va a la zaga
como a las minas lindas en una fiesta,
siempre de atrás
tratando de alcanzarlo
sin saber a dónde nos llevará
hasta que todo termina
y tan sólo el recuerdo queda
una sonrisa lejana para saborear
en el camino a casa
y en ocasiones ni eso.

Marcos Gras






















Gabriel Cortiñas

bautiza a su perro Escorbuto porque dice estar en contra del sistema
más tarde funda una cooperativa con fondos prestados
que vaya derecho al mito o que rece
de costado un sermón en diferido no la exime
de tener algo difícil de pulir en su muñeca

entran y salen las barbas del bar burgués
de tozudos contorsionistas cuando afuera hace cuarenta
grados a la sombra y acá
con el aire refrigerado al máximo no para de sonar
en todos los parlantes folclore caribeño
para poder bailarlo sin tener que cambiarse la remera
y a falta de velas
prendieron una estufa de cuarzo cerca de la virgen
una estatuilla que pierde así con las horas
la poca humedad que tiene se seca se cuartea
la pintura del manto y empieza a desprenderse
en escamas celestes
hasta quedar un triángulo tibio de yeso amarillento.

Gabriel Cortiñas




en la supuesta aldea de tu madre a la que llego no encuentro nada
Galicia es un laberinto rural de localidades en desuso
de espaldas al puerto mercante
factoría de Vigo una parte del cuero galego flotando
en esa épica él
había sido uno de los primeros
cuando le ponían la bomba de cobalto llegaba ardido
es que en esta familia sureña todos tenemos
de colon de mana mediastino
en forma de red la metástasis
es una sed que crece en el cuerpo puerto
pescamos con una red en sangre que bautizaron centellograma
los focos de infección son chispazos diminutos
adentro del organismo y por eso
para estarnos un poco más seguro del fuego carbonatado de los huesos
le sacamos una foto

los glóbulos nacen en la mandíbula medular del pescador
porque usa de carnada la cabeza violeta de un pulpo
entonces
vamos a tener que sospechar

Gabriel Cortiñas


PROTOCOLO DE PRUEBA: CONTENCIÓN
(FASE II)

Corren los días mientras cumplimos trés décadas en un
gulag literal el valor es tensión aunque corran los días
mientras cumplimos tres décadas poniendo sellos en una
falsa silla industrial que se resuelve de forma momentánea
no nos une el amor profe cuándo dejaron de existir los
telegramas nos une el cobalto en la mente del receptor
la primera impresión de la comarca es un fuerte olor a kerosén
o combustible mal quemado será porque ponen sus fichas
en el Bando de la Pasión Sarmientina tenemos que sos tener
una lucha o porque a veces las ponen en el Banco de la
Inacción Menonita mientras siguen pegando nosotras las
cirujanas y el hombre con veintidós ponemos todo en el
Manto de la Nación Conflictiva aunque quieran o sigan
pegando con una Espuela Mecánica Desarmada el valor
es tensión que se resuelve en a mente del que recibe el
siguiente mensaje una lucha en dos frentes voy a detonar
mi canto mi burla es para muchos un medio superar
la realidad cotidiana si es verdadera tendrá que asumir el
diagnóstico y recobrar todas las dudas pensar que se barro
cotidiano es en el fondo un campo sembrado apenas un
fermento y un abono para hacer crecer los dientes.

Gabriel Cortiñas











Kevin Cuadrado

El búho juega con su reloj de agua

La tarde sucede entre los pasos mientras escucho el paisaje,
sus sonidos vienen lentos en imágenes amarillas
como una flor deshojada por la quietud.
Conozco cada uno de sus sonidos.
El riachuelo se estrecha entre dos rocas
y pasa lento ignorando que adelante hay una pendiente.
(El agua se pierde en otro paisaje.)
Regreso a casa
donde no hay ríos y los árboles se alzan presurosos.
El árbol, entonces, es una casa.
Un búho marca la hora en su reloj de agua
−del que bebe para no dormir−
y la noche asusta a los niños
desde el otro lado de las hojas.

El búho ha perdido su reloj
y la tarde pausadísima desaparece
con el ulular escondido entre las ramas,
cuando los árboles se abandonan al silencio.

Kevin Cuadrado





El hombre mira el retrato de su niño futuro

Si quitara el nombre ‘casa’ a una casa,
esta ya no funcionaría como una.
Su significado sería otro
y al instante cada recuerdo desaparecería.
Inútilmente busco a mi madre entre estas paredes
que fueron alguna vez una casa.
Recorro en vano las habitaciones
identificándome con las piedras y el polvo
pero no es mi madre
la mujer que sujeto entre los dedos.
Somos otros,
alguien, en algún lugar,
nos ha quitado el nombre
(debo encontrar
la palabra
con la que ahora se nos nombra).

Kevin Cuadrado



La palabra dice cosas que no comprende

La noche no es un objeto al que podamos nombrar,
tampoco es un lugar para el sueño.
Diremos de ella, únicamente,
lo que ella ha dicho acerca de nosotros.
La noche, decimos, es una taza de café.
La noche, pensamos, no es un árbol florecido.
La palabra es un límite engañoso.

Kevin Cuadrado




La sencillez cotidiana de vivir

Es más fácil decir
existo bajo el cielo de mayo
que decir existo en un lugar específico.
No es lo mismo regirse por el lenguaje de los días
que por el idioma de las cosas.
Yo diré: canario, rosa, beso
y en mayo serán un canario, una rosa y un beso.
Pero en una ciudad distinta
tendrán otros significados
y será un lugar
sin canarios sin rosas ni besos.

Kevin Cuadrado






Lo que está fuera de tiempo

Recordamos solo aquello que nos recuerda,
lo que está fuera de tiempo.
Sobre la mesa de la cocina
las verduras crudas parecen cadáveres
hasta que llegan a las manos de mamá
donde se convierten en alimento y memoria.

Kevin Cuadrado
















Estefanía Cabello

ÁRBOL GENEALÓGICO

en las paredes del pasillo un papel amarillento avisa
“árbol genealógico”.
La mancha nutre el centro
y se descompone por los márgenes,
llego al borde con mis dedos
y comprendo entonces
que el miedo tiene caminos diversos y alargados

Estefanía Cabello




INSOMNIO

Sientes un impulso de quedarte desnuda
en mitad de la habitación,
de sentir el peso de tu cuerpo
contra la moqueta del suelo,
de tocar tu piel antes
de que sea invadida por la nada.
Los segundos corren.
Obediencia y gracia,
una orden que no sabes de dónde viene.
Te quedas quieta,
fijas los ojos de cristal en el cristal.
Afuera comienza a besarte lo oscuro.

Estefanía Cabello




RECICLAJE NATURAL

Multiplico mi persona,
me persigue el miedo.
Multiplico las posibilidades
de estar viva:
ensancho la palabra amar.

Busco el norte en el corazón de los árboles.
Hago el camino más fácil a la destrucción.
Multiplico las posibilidades,
me hago más débil,
como una réplica lejana
que se adentra y se pierde en el eco
del bosque, que es ya eco del bosque.

Amo, me multiplico,
abro un sendero para la destrucción.

Estefanía Cabello





TURISMO DE EXTERIORES

la tierra conoce tambores secos
que retumban como moscas.
Túmbate en la hierba,
observa cómo las mentiras
crecen bajo tus manos.

*

Ven a morir a algún rincón de la ciudad
donde aún florecen niños inocentes
y jazmines clavados por el centro.

*

Un niño tierno como un regazo de pan se abre ante ti
y quieres mostrarle que no hay redención
pero callas
porque quizá en eso consista la vida

Estefanía Cabello











José Daniel Espejo

¿De qué habla esa música que habla de moverse,
amar todos los cuerpos y bailar en los tejados
pegarle fuego al mundo y hacer otro
más justo y luminoso? ¿A quién espera
quien confía en encontrarse con alguien, un día feliz,
y nunca separarse? No a mí,
no a mi hijo y a mí. Cuanto más
hermosa la fábula menos sitio
nos queda a nosotros en ella. Si a veces cantamos
pues nos sabemos la letra al oírla por la radio

es la vida de otros
la que cantamos.

José Daniel Espejo





INTRO

Me hizo una entrevista en agosto del 16
el periodista Antonio Arco para La Verdad de Murcia
buscando el “interés humano”. Contesté
la serie habitual de estereotipos: una historia luminosa,
salpicada de drama, con final feliz
sobre el tipo que enviuda y aprende a cuidar de sus hijos
(uno autista) en solitario, con la ayuda de la poesía
(¡en serio!) y de su buen corazón. La pieza
rápidamente empezó a compartirse
(a esto lo llaman viral, no por nada) y me topé
en la ciudad semidesierta con bastantes personas
que me saludaban mostrándome la historia
en sus teléfonos inteligentes y usaban los nombres
de mis hijos y el mío, incluso el de Charo,
perdida hacía tanto. Una chica
me pidió una foto (“no, pero que salgamos todos”) y tras
tomarla me la enseñó. No supe quiénes éramos.
No supe quiénes éramos. Todo el rato
sonreíamos, sudábamos como culpables,
pero culpables de qué. Aún hoy
soy incapaz de releer la entrevista
que alguien respondió en mi lugar
el 4 de agosto del 16. Tampoco ese alguien
sabrá demasiado de lo que ocurre en mi casa
cuando cerramos por dentro.

José Daniel Espejo










Mario Pera

Aleppo

(las cuerdas del corazón)

Extiende los brazos para desempolvar la espada
la encuentra más dura y hambrienta que antes
han transcurrido veinticinco años
desde la última vez que la embreó
y aún siente
entre las llagas de sus manos
la hoja de hierro danzando
ebria y torrencial
sobre la misma sangre que lo hizo héroe.

En su natal Aleppo
banquetes y agasajos han querido borrar
el recuerdo de ver a su primogénito abatido
abierto su cuerpo a la luz del día
en el vientre de la batalla
este aguijón infinito
que continúa engarzado a su pecho
y nuevamente ve a su hijo pálido
sin gestos
hundiéndose en la humedad carmesí
del barrizal.

La espada cae estrepitosa a sus pies
el recuerdo contrae aún más su corazón
haciéndole sentir el peso de sus huellas
sobre la orilla del abismo;
entonces desprecia su valor y descubre
que en su pueblo no hay dios que no se nutra
de los rezos por el alma
de los hijos caídos.

De rodillas desanuda de su garganta
un grito mudo que escuece la hiel
que ha agarrotado su lengua
hasta extenuarla.

Su corazón deja de tañer

a lo lejos
sus nietos liberan el filo de sus espadas
mientras el ejército de Aleppo
se alista eufórico para la batalla.

Mario Pera




Brecht entre clavellinas

I

Sentado y con las manos sucias
pensó que era un viejo estúpido
una más de aquellas lozas de mármol de la plaza
que pudieron ser talladas con mejor arte para lograr un David
una Venus
u otra diosa de senos sutiles
y nalgas abultadas
pero en algún momento su destino sufrió un desvío
su divinidad tropezó en el pico del cincel
y con cada crujido su piel fue burilada
como un tótem incapaz de profanar su propio culto.
Aquel revés se hizo indeleble
y con el paso del tiempo tuvo que conformarse con ser
un bloque más de la plazuela o
el ignorado detalle
donde cagan las palomas.

II

Sentado
observó el asfixiar del día en el ocaso
y deseó guardar sus dudas
en la felicidad de otros
en la ruma de palabras que año a año
nombró como algo importante, casi urgente
el eterno espiral de preguntas
que talló en la memoria de su boca
la matutina barbarie de una frase:
Tú que me diste la palabra
ahora solo estorbas mi lengua
cada vez que la invocas.

Mario Pera





El emisario de Dyaus Pitar

¿Qué harás, Señor, cuando yo muera?
Soy tu cántaro (¿y cuando me quiebre?)
Soy tu bebida (¿y cuando me agrie?)
Soy tu traje y tu oficio;
conmigo pierdes el sentido.
Rainer María Rilke

Cada mañana,
cada octubre de feria y procesión
rezos y símbolos sagrados evidencian que
el hambre y la sed no se marchan con una alabanza,
no te liberan
nunca,
del abrazo desnudo de la muerte.

Allí donde la ira de Dios duerme ahíta
y oscila
como una barcaza que muerde las aguas con frenesí,
dejo reposar tímidamente mi cabeza
deseando pausar tanto dolor,
tanta desolación
que con cada crepúsculo
camina a rastras,
encadenada
bajo el dintel de mi pecho.

¡Oh Padre!, tú lo sabes bien
he sido la oveja más obediente del rebaño,
tu hijo predilecto,
el ángel mas pulcro y eficiente;
el canto que arrullaba a los cadáveres
cuando éstos despertaban hambrientos
picoteados por los buitres.
Incluso creé para ti
un paraíso guarecido
al interior de un duro roble,
lavé la sangre que tú esparciste
sobre las baldosas del edén,
¿y qué obtuve?,
¿cuál es mi recompensa?
Una retahíla de nonatos a quienes debo ahorcar
con una cuerda oxidada,
que tensa y estéril
azota las yemas de mis dedos.

Por ello, con cada sol cuento miles de cuerpos
que yacen tendidos en mi patio trasero
clamando venganza,
anhelando ser
la gota de ponzoña que me paralice;
el sable que
me fragmente y esconda
del amor de tus labios.

Es ahora que a ti acudo mi creador,
habiendo rendido mi entereza
permitiéndole descansar
a mi ego de ángel,
¿y cómo te encuentro?,
¿cómo es que me agradeces?
Observándome displicente sobre tu hombro
dándome la espalda y besando
a tu nuevo hijo querido:
Mashit;
y soy yo quien nuevamente
debe decidir la manera de ultimar
a aquellas ánimas sin carne,
y debe ejecutar fielmente
aquello para lo que tú usas finos guantes.
¿Qué he de utilizar entonces?
¿La espada?,
¿la seda?

Tras tantas muertes, ¡Oh Padre!,
puedo decir que por ti soy
hermano de la muerte.

Mario Pera




MUJERES Y ANIMALES SE OBSERVAN

Pietka, la madre, ingresa al dormitorio.
Su hija lleva días observando,
a través de la ventana,
al viejo gallinazo.
De los brazos de la niña se escurre
una desgastada materia, y se forma
un río ahogado en una entrecortada respiración.
La hija se desvanece,
y flotando lentamente, sin obstáculo,
aterriza envuelta en su último aliento.

Pietka rompe en gritos,
sus anillos caen y crepitan
y el viejo gallinazo huye espantado.

El animal incólume, vuelve a posarse frente a la ventana.
La madre, con la lengua hecha flamas,
acude dubitativa a ver al ave.
Dos plumas rojas
son el centro de su pecho.

La hija despierta agobiada por una llovizna
que incesante ingresa a la estancia por la ventana;
muy tarde,
aprecian que el nuevo día no trae sol;
el dormitorio, a los ojos del animal,
se presenta como una inmensa jaula de fuego.

Madre e hija llevan días observando,
a través de la ventana,
al viejo gallinazo.

Mario Pera














Eugenio Garibay

Camino de Santiago

Polvo, barro, sol y lluvia
es camino de Santiago.
Millares de peregrinos
y mas de un millar de años.

Peregrino ¿Quién te llama?
¿Qué fuerza oculta te atrae?
Ni el campo de las estrellas
ni las grandes catedrales.
No es la bravura navarra,
ni el vino de los riojanos
ni los mariscos gallegos
ni los campos castellanos.

Peregrino ¿Quién te llama?
¿Qué fuerza oculta te atrae?
Ni las gentes del Camino
ni las costumbres rurales.
No es la historia y la cultura,
ni el gallo de la Calzada
ni el palacio de Gaudí,
ni el castillo de Ponferrada.

Todo lo veo al pasar,
y es un gozo verlo todo,
mas la voz que a mi me llama
la siento mucho más hondo.
La fuerza que a mi me empuja
la fuerza que a mi me atrae,
no sé explicarla ni yo
¡Solo el de Arriba lo sabe!

Eugenio Garibay Baños












Ángelo Néstore

DE CUANDO ME EQUIVOQUÉ DE BAR

Yo soy de esa clase de amigos
que siempre pide otra ronda en los bares.
No tengo hijos,
soy el hijo único de una dinastía de bastardos
que se llena el estómago y se autodestruye.

Mis amigos, sin embargo, son padres,
de esos que buscan una excusa para volver tarde a casa,
siempre me invitan a otra,
nunca quieren que me vaya.

Ellos me miran y cien veces
me cuentan cien veces lo difícil que es
la suerte que yo.
Ellos no ven las hormigas que trepan por mi pierna,
no las ven.
Beben tiempo con su boca de padres,
tragan tiempo con su saliva de padres
y yo me vuelvo cada vez más pequeño
y sus hijos cada vez más grandes.
Y con cuarenta, con cincuenta,
volveré al mismo bar de la esquina
y entonces los que hoy son niños se preguntarán por qué
tantas hormigas en mi boca,
por qué el amigo de sus padres se sigue creyendo joven.
Con cincuenta, con sesenta,
quién me llevará a casa,
quién guardará mis huesos bajo las sábanas.
Con sesenta, quizás, con setenta
quién contestará a mis preguntas,
quién me dirá lo difícil que es,
la suerte que yo
cuando un día me confunda y pida otra ronda
frente a la sola luz de mi nevera.

Ángelo Néstore





INSEPULTO

Mi madre compró un nicho en Italia y me dijo:
aquí descansaremos los dos con tu padre.
Y, de repente, imagino su cráneo apoyado sobre mi cráneo,
refugiados en la madera del árbol que nos vio nacer, y le sonrío.
Su esperanza me roza como una caricia
para que un día deje España y vuelva,
la suya es una promesa de amor eterno.
Pienso en mi madre, en mi padre y en mí,
convertidos en polvo,
una familia sin descendencia, mediterránea,
unida en la muerte como nunca lo estuvo en vida.

Algún día el conserje barrerá las flores podridas,
nos dejará desabrigados frente al mundo,
mirará el nicho e intuirá nuestro amor en la foto familiar con fondo blanco
entre tanto hueso desnudo,
igual de seco, igual de blanco.
Si lo pienso un nicho es la utopía perfecta:
sin hombres o mujeres,
todos extranjeros.
Guardamos un mundo ideal dentro,
en nuestros huesos, pero tan lejano.
La tumba es el modelo de familia definitivo.

Ángelo Néstore



MUSEO

Tantos años de historia dividida en dos:
las mujeres siempre abajo,
partiendo el pescado con sus manos rotas, llenas de espinas,
obedeciendo a los mismos jefes, dictadores, reyezuelos,
hombres de corazones negros,
hijos de los mismos padres,
con estómagos salvajes, insaciables.

Y me da rabia imaginar a una niña
que corre feliz por los pasillos de un museo.
En su cuello se tensan los hilos de un lienzo ancestral
sobre el que los hombres exhiben sus retratos
con los colores vivos de la historia.

Y me da rabia imaginar
el olor a pescado en sus manos
cuando, de regreso a casa, me lavo la cara
y me acuesto cómodamente en mi cama imperial.

Ángelo Néstore




SECCIÓN DE CABALLEROS

Yo sé que existo
porque tú me imaginas.

Ángel González

Yo soy hombre porque tú me nombras.
Si tuviera un cuchillo, sin embargo,
partiría mi cuerpo en dos como un pescado
y cogería tu mano para llevarte
a los lugares más fríos y más íntimos de mi interior.
¿Te sorprendería
ese corazón helado y hueco
que imagina el calor de tus manos?
¿Ese cuerpo de hombre muerto,
aún por construir?

Ángelo Néstore




TANATORIO

No es una mujer limpiando una lápida,
sino una madre bañando a su hijo.

 Javier Fernández

Cuando exhibís su vestido nuevo, recién lavado,
cuando habláis de su primera palabra, su primer diente,
o dudáis si es mejor darle el pecho o leche en polvo

yo os cogería a todos de la mano,
os llevaría en silencio al velatorio de mi cama,
donde mi hija juega eternamente a hacerse la muerta.
Os mostraría el color de sus ojos fingidos,
su cara hinchada de sueño acumulado,
los dedos arrugados, el pelo limpio,
tras bañarla cada noche con esmero.

Miradme. Yo también soy un buen padre.

Ángelo Néstore