Andrés Navarro
Andrés Szychowski
Juan Herrero
Encima de las nubes apenas se distingue
la línea que separa cielo, mar y horizonte.
No hay límite de espacio para el alma que busca.
No hay límite de tiempo para el viaje que espera
hallar tras la vereda la luz de la penumbra,
el rastro de la huella que habita en el instante.
No hay límite de vida para quienes persiguen
acabar con la sed a pesar de la lluvia.
conversación de cantina con una doctora de la zona 18
Hay en los hospitales quienes van a burlar
los eternos gemidos de una mujer de noche.
Los patojos que yacen convertidos en piedra
de sacrificio pintan con su sangre las jambas
de las puertas de madres con los vientres estériles.
Bailan con el sonido del disparo que busca
certificar la muerte de la culpa heredada.
la patoja vestida con el traje de esclava sonríe con carita de llanto a los turistas, que solo la reclaman para tomar una fotografía
patoja que se guarda dentro de la retina
corazones envueltos en alambres de espino
que convierten en muerte los besos de las lápidas
coloridas en cada cementerio de versos
patoja en cuyos ojos vive el miedo
al sonido del tubo de escape de las motos.
cuando la vida es nada y el tiempo es lo que tarda
una bala en rasgar una sábana blanca,
la vida es lo que duran los semáforos rojos
las mujeres de la cooperativa de algodón trabajaron en silencio durante miles de años
En San Juan La Laguna, las mujeres hilvanan
su algodón: recolectan, separan las semillas
y vuelven a plantarlas. Estiran y varean.
A golpes, reafirmando quiénes son: esas madres,
esas que resistieron su propia condición
de esclavas. De mujeres. Hilar es el siguiente
paso, también callado. Su destreza en el uso
del malacate tiene lo que ahuyenta a los malos
espíritus. Repiten las mismas filigranas
sobre los pantalones blancos de sus esposos.
Itxel, diosa de Luna, ve girar esta rueda,
más fuerte que la propia Muerte. Termina el turno.
Las plantas, los insectos —polvo, igual que nosotros—
dan color a las telas. Tejen en la cintura
con el mismo instrumento que hace 5 000 años.
Fuera, los niños juegan y sus risas abrazan
la fuerza de las gotas que construyen el lago.
En el aire en silencio puedo entender —de pronto
y en un idioma extraño— cada lengua del mundo.
no deja de ser curioso que el aeropuerto de Guatemala tenga el mismo nombre que la primera luz del día
La tapia de cristal que hay en La Aurora
separa ese pedazo de la tierra
del reino de este mundo.
Allá marcha la gente con las sillas
plegables de sus casas y los sándwiches
de pollo con frijoles volteados.
Allá acuden los padres con sus hijos
—patojos de puntillas frente al vidrio—,
que vienen a pasar la tarde y sueñan
con escapar volando sin volver
la vista atrás y juegan a lanzar a las nubes
un pájaro de acero con las manos.
Y, justo en la vereda
de enfrente del parqueo de los taxis,
me paro a contemplar el espectáculo
del cielo y la poesía se convierte
en capturar la magia del instante
preciso de extrañeza y de silencio.
pendientes en declive (18)
Supe que el zapatero
fue testigo de crímenes
horribles en la guerra.
Por eso no habla nunca,
lo sé, porque los muertos
le jalaron el alma
y la culpa le cierra
la boca y las entrañas.
Perdónalo, Señor.
Aún guarda del ejército
las medallas, los trajes,
las botas de montaña,
la mirada perdida.
Camilo Suárez
Crónica de Indios
Los dioses, navegante rey, habitan jaspe, zafiro y calcedonia.
Álvaro Miranda
Viene crecido el Marañón en sus venas.
Aquí
donde los dioses habitaban piedras
con un golpe de anillo piden la cuenta.
Ofenden los caminos con la henchida majestad de su camioneta.
¿Vienen por nuestras mujeres? ¿Por las tierras?
Por hojas, flores y silencio su oro nos truecan.
Siembran miedo
y recogen la misma cosecha.
Camilo Suárez
Enésimo I
Se comienza tanteando el suelo para ser y yacer en un surco abierto que llama cielo. Huir y parir en la hendidura. Poetas de la representación llevamos el mundo al papel, el resto es subir y bajar escalas. Un Belén, un Nacimiento, un Pesebre comienza por el piso. Papel aserrinado, pintado y arrugado, sustituto del musgo, plegado. ¿Por qué en la maleza? ¿Por qué no en los montes? Es lo que hay, para todos, porque así cada uno pone el resto. Nos hablarán niños y beodos, algún mondo intentará tragarse a Jesús o introducirle un billete.
Don Libardo, experto en belenismo, pontifica: el pliego se debe doblar y extender 17 veces, sólo así salen piedras. No es representar, lo que importa es la poesía. Y con El Niño llega, con él se queda, hasta su vuelta. El verso es porque vuelve y, al hacerlo, surca, y al surcar… Serpentinas de celofán hacen el agua que cierta vez oímos, aquí canta, y por eso no sentimos sed. Ven a nuestras aguas, ven no tardes tanto. Bajo el verdor el dramaturgo dispone secretos de relieve. Algodones y transparencias manan, para cascar el espejo en el que laguna la narcisa vacancia, para verse mejor y beber de sí.
Nací en 1220, la quijada no miente (y si Sansón mató con una a tantos filisteos, ¿qué no hará Dios con un burro entero?). A quienes me sodomizan gobernando, digo: verán gomorras en su tedio de sal porque resucitaré en el tercer sueño. Dobleces que llaman. Y digo, también, a quienes cargan mi lomo con la inocencia de sus tumbados, que esas culpas los cabalgarán en el vientre gris del cielo. Soy Enésimo Besante de Greccio y, desde Francisco, que entendió mis razones —y las de los demás brutos—, hasta Francisco, canto rodado en este año virulento, hilo ochocientos en verso, como con las patas, según se ve, pero me suena la flauta, por casualidad, para acompañar al Verbo. Yo, dientiamarillo y cascón, en nombre de todos los asnales, os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio. Pesebre, pesebrera, pesebrerancia… el año que viene mayor ganancia.
Huele a romero, aliento de burro convocante para la romería suplicante. No es repentizar lo que importa, es la poesía y cía. Como Herodes miramos el gran teatro del mundo. ¿Hasta dónde llega el mundo en este mundo? El capricho trae su ejército, sus indios y sus vaqueros. Parece quieto, pero es una historia de viajeros. Avanzar en la noche, dos pasos adelante y uno atrás durante el día, mientras leemos encargos. Y los indios rodean el poblado, José y María huyen hacia Belén (a Belén La Palma, Belén La Nubia, Belén Los Alpes, Belén Rincón, Belencito Corazón), pero nos inquietan los hombres al mando de alias Tutaina. Tutaina tuturumá. Tutaina tuturumainá. Un traído alias Tutaina. Somos muy figuras. Ya la oveja arisca, ya el cordero manso. Año de pérdidas, pero en este papel la cuenta vuelve a cero. Para eso llegan el rey fragante; el rey gomorresinoso (mirra en forma de lágrima, amarga, aromática, roja, semitransparente, frágil y brillante en su estructura. Para que llorar valga); y el rey emprendedor (que convencerá a los 150 de los que habla el sapiens Arari). En retorno os ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro burro humanado. Nacimiento contra muerte, rumió el buey. Por eso el pesebre huele verde.
Últimos atardeceres en la tierra, animales de agua dulce tendidos en la arena. Mi palabra ha sido musgo, aserrín y paja. Celebremos la Novena de Beethoven, que también cumple años, y a Rodrigo D, y a los niños varios. Eres constelación, eres rebaño. Yo soy lo que soy: gris grey. Pesebre y animación, animismo y personificación. Voy a recular para, de grupas, atravesar el fervor votante y boyante. No huyo, ni persigo. La figuras en el pozo se repiten: la misma capa y el gesto ficto, la prosa y el pasmo. Viene el niño, el nacido (recién, recién…) que anticipa en su ropa al crucifijo: “muere sano”. Divina carga mía, soy montura, lomo y carnaza. Queda dicho: hay que demorarse en el nacimiento para ser algo. La llaga enseña que, de a uno, se puede con todos. Somos gris, soy grey. Cada tugurio un techo, en cada techo los orificios por donde l a luz adviene, la empírea mirada del padre, de cualquier José José.
Vale:
Con el chivo y con las cabras,
cuando se apague diciembre,
yo daré muy buena cuenta
de todo el papel pesebre.
Viajeros, buena estrella.
Camilo Suárez
Rodadero
Muerto primero
¿dónde sintonizan tus canciones
ahora que eres pirueta recordada?
Quedas en las olas
en el juego
con los muchachos
en las húmedas palmadas que recibe la playa.
Raspadura de tiempo
la espuma recuerda a la madre que trabajó tu cuello.
Muerto primero
maestro del vértigo
sobre los rostros insolados que te rodearon
silbaste oscuridad.
Camilo Suárez
Los perros románticos se han dispersado
Agotados, descremados y mordidos en el cuello
huyeron los bríos que fueron horda.
Algunos
dan la pata y se hacen los muertos sobre las baldosas.
Sobrios, domésticos ya, les creo.
Otros
se tornaron violentos al lamer entrepiernas contemporáneas:
rancias nuevas ideas.
Unos más
fueron recluidos y aguardan el gesto benévolo
que los desenchufe definitivamente del resplandor.
Los restantes
vagamos los caminos.
Por las vegas de Tolú, por ejemplo, como gusta al montañero cuando
busca el oro del exilio.
La dieta espinosa del canto marino nos ha tumbado el pelo y
recordamos, sin saberlo, al viringo y cálido ancestro incaico.*
Rengo y menguado ahora debo aullar, medrar, ladrar
el sueño pagado de los turistas.
*¡Ay, Vallejo, qué pena con usted!
Camilo Suárez
Sísifo
Me despido, en el filo del cacumen. Me despido del horizonte y de la culpa lidiada que hizo rastro, valle y Valles. Quedará el guijarro en el bolsillo, acaso lo guarde por última vez bajo la lengua para evitar cantinelas, para taponar el sendero bífido por el que llegué. He versado, creyendo alivios, sobre el furor que nos hizo timadores ambiciosos, prácticos del atajo y del trémulo discurso. Empeño, al bordón y al fraude.
Me despido del sacrificio ostentoso y de la austeridad pacata. La yema del viento me soltó cuando estallaron las bombas. ¿Sufrir? Que sufra el dinero. En piedra quedo. Nuestro trato es divino.
A quien pregunte dile de mi final insepulto, inofensivo para los matadores sin sangre en el alma que nos llevan a la otra orilla. Di que mis huesos siembran ripio. Dejo, para los cuatro nietos de agosto y para mis hongos hijos, el canto rodado del castigo. Me despido, astilla del sustantivo.
Me despido del surco y del rumor que desde el poniente he tendido hasta encumbrar. Plantado, con la peña en alto, a su esperado retorno, me rindo.
Repta el pájaro en las calles
si vuela contra el sol.
Rosario Bléfari
Eso es permitir la estafa, eso es.
Correría por alegres fotos de escuela
buscando clientes o negociantes de alhajas.
Habría niños y habría pequeños hombres
de cuchillo
mujeres de bastón.
Cambiaría figuras y si no las robaría
aunque sea a los mástiles
o a las estatuas.
Es de noche
casi siempre
en el cuarto de mi vida
que comienza
con que soy incapaz
y abuso todo el tiempo
de mi defecto
igual hago todo
lo que hay que hacer y lo que quiero
me destroza la edad
y lo que creo que es
no es
y me desespera como si la siesta continuase
a la mañana siguiente
y al otro día,
otro día.
Rosario Bléfari
Todos mis pensamientos duermen a tu lado
y copian la forma de la letra de tu cuerpo tan liviano
Así es como se van volviendo palabras que cambian
a medida que cambia la posición de tus brazos y tus piernas
me desespero porque no entiendo lo que dicen
en la oscuridad el reloj que te sacaste sobre la mesa de luz
el libro que siempre estás leyendo
no te molestes
no me des ningún regalo
me alcanza saber que te dormías sobre las letras
y no te despedías hasta que yo no lo hiciera.
Yo tuve un nogal amigo que era un elefante
sus hojas eran ojos que vibraban con el viento
y el estuche verde de sus nueces teñía las manos
su corteza se desprendía en anillos
era mi hermano gris
generoso y suave
era fácil treparlo
abrazarlo
acariciarlo
llegar muy alto
esconderse entre sus brazos
mis ojos latiendo entre sus ojos
sintiendo el perfume de las cercanas cerezas maduras
debería haber llorado sobre las marcas
cuando la soga de la hamaca fue retirada
porque ya era la despedida
ahora él sigue en el mismo lugar
tal vez más gruesos sus brazos más finos
tal vez haya sobrepasado el tejado
y sigan cerca los frutales vecinos
y cuando yo ya no esté en este mundo
él seguirá creciendo y reconstruyéndose
y no seré más la que lo abandonó para seguir su camino
sino parte de todo lo que él deja atrás
en el transcurrir de su larga vida enraizada.
QUERIDA
Franjas de estados. Torta, pastel, capas de tierra, eras geológicas.
Así, querida amiga, voy.
Un instante y llueve con gotas espaciadas
un hombre ya abrió su paraguas negro y sonríe.
El barrendero saluda a alguien a la distancia
y detrás mío un teléfono anuncia la llegada de un mensaje para otra persona,
con el mismo sonido que me llegan a mí.
Todavía me duele cuando giro el cuello.
La tensión de los últimos días fue como un acto suicida.
Franjas, decía de estados,
porque aún a costa de traicionar a alguien
tengo que decir que no estoy muy contenta que digamos
por no decir que me cuesta sonreír.
En extremo vulnerable me pongo severa,
trato mal a los demás, me irritan,
los culpo de mis penas, me fastidian sus sugerencias,
o simplemente siento que me distraen.
Leí por casualidad sobre la curva de crecimiento de la sensación,
no hay variación si la excitación no aumenta en grado suficiente
pero si la causa excitante es demasiado pronunciada,
la sensación deja de aumentar, por saturación.
Me pregunto si nuestros caminos que son tan diferentes
pero durante tanto tiempo fueron paralelos
se volverán a acercar, a cruzar o si jamás se separaron.
Martín Gambarotta
a buscar la estrella cáustica de la que vine.
Tomé la ruta uno, tomé la ruta dos
seguí una constelación
dejando atrás edificios, blasfemando
en varias lenguas. En una laguna
de aguas claras me detuve
a lavarme el cerebro.
a ser como ellos, te alientan a que
intentes ser como ellos, te tratan
como si fueras igual a ellos
porque saben que nunca
serás uno de ellos.
el pomelo que tardó nueve días en cortar, el vaso
de agua que tomó en medio de la noche
la manteca untada por el cuchillo ideal, la inexistencia
del término epitomía que impide decir epitomía del hielo
y lo obligó a decir epítome del hielo, la mano en el hombro
del fotógrafo ácrata, la botella de una bebida impronunciable
que abrió con una cuchara para no volverse chino
y al cerrar los ojos la forma de la lámpara
que bajo sus párpados todavía fosforece.
quemar la bandera, los que quieren besarla
los que dicen que es un delantal de carnicero
los que dicen que es un mantel para servir puchero.
a toda velocidad un globo terráqueo
para detenerlo en seco con el índice ni
después soportar tener que verte teorizar
con los sesos que atesora tu testa en llamas
sobre un país señalado al azar, se podría
decir que directamente no pueden ni verte
pero no es así, dulce cabroncit0, no es así
a ver si lo entendés de una buena vez
lo que quieren es verte muerto.
Puede haber marco
sin puerta pero no
puede haber puerta
sin marco
el marco es la puerta
pura, la puerta sin
puerta
en cambio
toda puerta concreta
es impura
en tanto depende
de un marco
cada uno porta
su parte del peso
hasta llegar
a una
puerta específica.
hasta que una cefalea irremediable se puso
a bailar al compás de un valsecito nefasto
sobre la tapa de mis sesos, dejándome
el cerebro hecho papilla como el de un
senador al que se le cae la cabeza
en su plato de espaguetis. Rasgué
rasgué esa cítara hasta, pero juro
por mis días en el rastafarianismo
que esto no volverá a suceder.